La Lupa
A diez años del "golpe de timón" de Chávez: ¿qué queda?
El 20 de octubre de 2022 se cumplieron 10 años del famoso “golpe de timón”. El último consejo de ministros que Chávez tuvo antes de partir a Cuba en diciembre de ese año. El “golpe de timón” del que habló el comandante básicamente consistió en poner lo comunal en la ciudad y en la economía. Empotrarlo. Es el “indicador de si se es socialista o no”. Luego de 10 años ¿lo comunal está empotrado? Seguramente sí en donde es comuna, pero no en la vida general ¿Debería? Como movimiento social junto a otros sí, pero el gobierno de Maduro quiere empotrarlo como estructura dominante del Estado y del partido sobre la sociedad, luego, no es independiente. A 10 años, de la comuna que se pretendió independiente a una que es estructura del Estado. Nada nuevo. En 2012, Chávez leyó a Mészáros. En 2022, Maduro lee a Rodolfo Quintero. Menos Mészáros y más Mazzucato, menos Dussel y más Deming. Eso sí sería un verdadero “golpe de timón” para un país que reclama modernización y menos ideología
Caracas. El chavismo es tema de mis artículos para El Cooperante. No soy de esa corriente política, pero la sigo y analizo. Este artículo será para comentar sobre un tema chavista: los 10 años del “golpe de timón” que fue –si la memoria no me falla- el penúltimo acto de gobierno de Chávez. El último fue su mensaje al país el día 8-12-12, antes de partir a Cuba. De allí regresaría para morir el día 5-3-13. El “golpe de timón” fue un consejo de ministros realizado el día 20-10-12. El comandante había sido reelegido con el 55% de los votos tres semanas atrás, un domingo 7 de octubre.
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Tanto con Chávez como con Maduro, tengo la disciplina de ver las actividades del chavismo por el canal 8. Mi recuerdo a 10 años de ese consejo de ministros –ya por el nombre era fácil inferirlo- es que Chávez intuía que su final estaba cerca. Consciente de ese hecho, buscó trazar las líneas para el “después de Chávez” en dos actos. El primero, el que comentaré en el artículo: el consejo de ministros del 20 de octubre de hace 10 años.
El segundo, su mensaje al país el día 8 de diciembre. En ese mensaje, el comandante pidió votar por Maduro. Mi recuerdo de ese mensaje es que Chávez escogió a Maduro porque éste tiene “nervios de acero” como le gusta ufanarse. Mi análisis en ese entonces es que Chávez intuyó que vendrían tiempos complicados –el chavismo como fuerza política mostraba rendimientos decrecientes, al menos desde 2009- y que la persona para enfrentar tiempos así era Maduro. Básicamente –mi análisis de 2012- porque Maduro comunica no alterarse mucho. Además, venía de afuera –canciller- y en ese entonces, el hoy presidente tenía fama de ser conciliador, no pugnaz, cosa que sí lo eran Cabello, Jaua, y Ramírez, los candidatos de los que se habló en ese entonces. Nunca creí la tesis de “los cubanos lo impusieron” del sobrevalorado y muy celebrado análisis “mainstream” opositor, sino que Chávez vaticinó que vendría un fuerte conflicto político y que Maduro lo aguantaría. Es lo que me quedó cuando Chávez lo designó vicepresidente y de sus palabras un sábado 8 de octubre de 2012 en la noche. Hay que recordar que Maduro fue designado vicepresidente la semana antes a ese consejo de ministros del 20 de octubre; “bienvenido Nicolás”, dijo el fallecido presidente. Chávez sabía sus pasos con antelación: designarlo VP y, luego, su sucesor y candidato.
El chavismo es sumamente simbólico. Tiene una obsesión con las fechas. Todos los días, las cuentas chavistas en redes sociales celebran o informan que es el “día de algo”. En el programa de los miércoles de Diosdado Cabello, las efemérides están al comienzo.
Hay fechas muy importantes para el chavismo. Icónicas. Una es el acto de cierre de campaña de Chávez el 4-10-12, día en que cayó un “rolitranco palo de agua”. La foto de Chávez en contrapicado con las gotas de lluvia que caen es una potente imagen y muy icónica para el chavismo. En el “golpe de timón”, la parte en que Chávez le dice a Maduro, “Nicolás, te encomiendo las comunas como te encomendaría mi vida”, es otro símbolo para el chavismo.
Justamente mi artículo será comentar qué quedó de ese “golpe de timón”. Principalmente, cuando el chavismo disidente acusa a Maduro de dar un giro neoliberal. Para el chavismo, lo comunal es el corazón de su identidad, junto al legado del comandante y el discurso de la “soberanía e independencia”. Mi impresión no es que Maduro no le de importancia al tema comunal, pero en el conflicto político con la oposición, lo dejó de lado. Tengo la hipótesis que fue con Jorge Arreaza –cuando fue designado ministro de las comunas- que Maduro retomó las actividades comunales, y la primera fue en junio en Lídice y la última una actividad para anunciar el proceso de “consulta pública” para reformar las “leyes del poder popular” que se hizo el día 15-11-22.
Pero volvamos a 2012. El consejo de ministros fue largo, como todos los actos de Chávez. La transmisión de VTV fue de más de 3 horas seguidas.
Mi evaluación luego de 10 años es distinta a lo que concluí en 2012: el “golpe de timón” no fue tal. Y si lo fue, fue uno muy modesto o fuera del contexto. No es que Chávez pensaba hacer una gran reforma o ingeniería dentro de su gobierno para hacerlo más competente; no para que fuera menos socialista (aunque competencia y socialismo “duro” puede ser un oximoron). Pero no. No fue eso. Fue la autocrítica propia de los gobiernos socialistas: cuestionar que las cosas no salen bien porque no se es más socialista, pero no se examina al modelo en sí. El miedo a ser tildado de “reformistas” los paraliza, “primero muertos”.
La autocrítica socialista es convencional como fue en el “golpe de timón”. La URSS no fue democrática ni tampoco socialista, pero eso no significa cuestionar la naturaleza del socialismo, que sería una discusión profunda de tipo doctrinario. Por ejemplo, entre la tesis de Bernstein -lo político para llegar al socialismo- y la de Rosa Luxemburgo -un socialismo no autoritario- pero Chávez apeló a István Mészáros, un filósofo marxista de origen húngaro, quien dio clases en Inglaterra y falleció en 2017.
Ese fue el inicio del “golpe de timón”. La economía y el autor húngaro. Para Mészáros, la medición del socialismo es “hasta qué grado las medidas y las políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático de control social y autogestión general”.
A partir de esta cita que leyó, Chávez orientó el programa hacia la democracia y el socialismo, para llegar a lo comunal. El “golpe de timón” es profundizar lo comunal. Este espacio -para el chavismo la visión espacial es fundamental, lo territorial, no en balde tanto con Chávez como con Maduro, Ricardo Menéndez tiene una figuración especial y es geógrafo de profesión; el “gobierno del lugar” como escribió Simón Rodríguez- será en donde las personas lograrán el “control social y la autogestión general”. Por supuesto, el asunto de quiénes son los dueños de los medios de producción está vigente, solo que se espera que por la vía democrática se llegue al socialismo. La “esencia del socialismo es la democracia” afirmó el comandante. Agregó que “no hay que imponer sino convencer” en lo que llamó una “nueva hegemonía democrática”. Es la “crítica” a la URSS, que el gobierno de Chávez no siguió por la cantidad de expropiaciones y estatizaciones que hoy son un fardo para el gobierno de Maduro.
Abordar si ese “convencer” se logró escapa al objetivo de este artículo. Pero no puede hablarse de una “nueva hegemonía democrática”. El chavismo es un sistema político autoritario. Su concepción de la democracia no supone la disputa, no digamos del poder, ni siquiera de las ideas o de un espacio público para debatir en condiciones de igualdad. Eso no existe. Es lograr una hegemonía a través del Estado pero que en su confección no sea disputada. Es unidireccional. Las cadenas o los programas que pasa el canal 8 por ejemplo. Solo van a “los de la causa” o a quienes se considera no dirán nada crítico o si lo hacen, una crítica que el gobierno acepta.
Para el modelo chavista, los derechos liberales no existen porque el individuo como concepto o singularidad no está presente sino fundido en una comunidad que se da sus derechos por lo que esa comunidad no puede ir en contra de sí misma. Luego, hablar de individuo en singular no tiene mucho sentido y son “cosas burguesas”.
El modelo chavista replica la lógica del centralismo democrático leninista de los partidos, pero en el país. Es decir, hay discusión, debate, decisiones en el nivel comunal, pero una vez que se toma una decisión en la cúpula -que escucha a las bases, sea en primarias u otro mecanismo- se acepta y no hay discusión. Otro motivo por lo que los derechos para disentir o estar en desacuerdo no caben mucho en este modelo. No caben como derechos generales sino solo coyunturales y focalizados en espacios comunitarios, pero no como derechos del “hombre y del ciudadano”. Para el chavismo, el pluralismo no es que lo rechace, es que no existe en su modelo político. Quienes disienten son, si se ve de forma benevolente, “engañados” o, si se ve en términos de poder, “infiltrados del imperio” como apareció en la cuña de “Súper bigote” nº 12.
La democracia es “the only game in town” -como señalaron los estudiosos de las transiciones durante los 80’s- pero supone disputa. Incluso, ya en 2012, Chávez se quejó que en el canal 8 no había “autocrítica” sino programas que reforzaban -para el comandante- temas sin sentido, “a veces hasta cambio de canal o lo apago”, expresó el entonces presidente en el consejo de ministros que comento.
Con el presidente Maduro esto no ha cambiado sino ha empeorado. Veo el canal 8 y autocrítica no hay. Una que otra que sale, pero no es la línea. “Que salga la crítica, no le tengamos miedo” manifestó Chávez en 2012. Hoy no es así. Aunque es el “canal de todos los venezolanos” por lo que debería dar cabida a todas las visiones, ni siquiera hay crítica dentro de los parámetros chavistas. Ni siquiera eso.
En uno de los “Al Aire” –programa de entrevistas de la mañana del canal 8- ante las denuncias que llegan al programa por la mala calidad de los servicios públicos o abandono de infraestructuras –lo denuncian mucho- una discusión semántica fue si era “denuncia” o “reporte”. Hasta hablar de “denuncias” puede ser subversivo y mal visto en los “media” chavistas. Como algo “contrarrevolucionario”. Se prefiere la lisonja. Por ejemplo, cuando Maduro cumplió 60 años –día 23-11-22- el canal 8 pasó un micro sobre Maduro. El periodista, muy laudatorio, nos recordó que el presidente ha superado todas las pruebas, y ahora vamos “al crecimiento del PIB en un 20 por ciento”.
Sencillamente es un canal del gobierno. Tiene programas, periodistas, su noticiero, pero todo es de una sola vía y muy ideológico. Por ejemplo, los reportajes en La Noticia –el noticiero del canal- sobre la recuperación económica de Venezuela.
Tanto es así -no aceptar la diversidad- que para Chávez como para Maduro la gente es de oposición porque está engañada. Es la cara y el anverso. Chávez cerró el “golpe de timón” con un artículo de Carola Chávez y con otro de Roberto Hernández Montoya: la oposición no reconoce al chavismo. El chavismo se mueve en esas dos caras: “la oposición no nos reconoce, pero esta engañada”. Para el chavismo, nadie en su sano juicio puede ser de la oposición porque quiera serlo: o está “engañado” o es un “agente del imperio”.
El presidente Maduro también lo cree. Cada vez que habla de la derrota del PSUV en 2015 lo atribuye a una campaña para engañar al público y no al voto castigo del elector en contra de su pésimo gobierno.
Simplemente el venezolano es un pueblo político, y con nivel. Así como premió al chavismo en 1998 cuando la hoy oposición no interpretó a ese pueblo, igual lo castigó al buscar un parlamento de signo diferente. Que resultó en un conflicto que ahora medio se desactiva, es otra cosa, pero no invalida la sabiduría del elector venezolano. No me cansaré de decirlo, pero el votante criollo tiene una lógica política impecable, me guste o no cómo vota, pero es una nación que sabe votar incluso con más criterio que electorados de otros países con fama de responsables o “desarrollados”.
Por eso el tema de la hegemonía es vital para el chavismo. Su contra es el pluralismo. El chavismo no acepta lo último.
Un punto para evaluar el “golpe de timón” es qué tanto la gente se apropió, no del concepto de la democracia -nuestra sociedad valora la democracia- sino de sus prácticas, incluyendo las prácticas cotidianas ¿Qué entiende por democracia? O en el lenguaje de Mészáros ¿qué entiende por “control social y autogestión general”? ¿Lo comunal es independiente de la estructura del Estado y del PSUV, que es casi lo mismo? En un Aló Presidente de 2009 Chávez pidió esa independencia ¿Es así hoy?
Esto nos lleva a un campo psicososial. El de las representaciones sociales y menos estudios de opinión o grupos focales. Cómo el ciudadano objetiva y ancla la idea de democracia.
Pensaría que está objetivada desde antes del chavismo. Quizás el anclaje sea con los significados que el chavismo da a la democracia. Pero habría que evaluar si es así en todos los grupos sociales. A pesar de la ideología chavista, persiste en la opinión la idea que la democracia son contrapesos, no una hegemonía. Incluso en el lenguaje, los voceros del gobierno se ven obligados a hablar de la separación de poderes y, a regañadientes, sobre la alternancia en el poder.
Sin embargo, el chavismo le da otro significado a esta idea -la separación es meramente funcional no de poder- porque la oposición tampoco se lo disputa, sino solo lo hace como la “Venezuela liberal indignada” que habita en sus exclusivos espacios. Aún en ausencia de esa disputa, me atrevería a decir que el ciudadano tiene una noción de democracia como límites al poder. El chavismo no ha podido borrar esta idea que está en la mente del pueblo. Se mantiene una visión normativa sobre la democracia no solo ideológica que es la que el chavismo promueve. Aunque el chavismo se exhibe seguro, las elecciones para ese grupo son incertidumbre. Le entra su “friíto en la espalda” por lo que el pueblo pueda decidir. No le gustan las sorpresas.
Pero hay otra manera de evaluar el “golpe de timón” a sus 10 años. Lo anterior es una evaluación más de tipo politológica y psicosocial, pero hay una evaluación de tipo gerencial, de gestión, de políticas públicas. Al final del día, la “autogestión general” tiene que manifestarse en instituciones. En cosas concretas.
Las 3 horas del consejo de ministros fueron para hablar de las “cosas concretas” las que, para Chávez, “modificarán la base productiva del país(…)para un sistema de acumulación y producción que se traduzca en igualdad”, que los chavistas simbolizan al hacer la cita de Bolívar cuando se instaló el Congreso de Angostura el 15-2-1819, “Mi opinión es, legisladores, que el principio fundamental de nuestro sistema depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela”.
Chávez habló de por lo menos 10 proyectos económicos en donde esa “igualdad establecida y practicada” se vería. La evaluación es muy sencilla ¿qué es de la vida esos proyectos e iniciativas de los que se habló en 2012?
Por ejemplo ¿qué pasó con la fábrica de computadoras Canaima? ¿con la empresa de frutas y tubérculos Mene Grande? El urbanismo en Sarria del que Chávez habló como un modelo de lo comunal ¿Cómo está ese urbanismo hoy y la vida de sus habitantes, tienen esa autogestión de la que habló Mészáros? ¿Qué pasó con los urbanismos en Las Mayas y El Valle; El Bosque I?
Un detalle curioso es que en la actividad del día 15-11-22, el presidente Maduro ni se acordó del urbanismo en Sarría. Un “urbanismo, no recuerdo dónde”. Así estuvo unos segundos hasta que –imagino- alguien le dijo Sarría ¿Qué es de la vida ese urbanismo, que Chávez proyectó como el “case study” para probar la tesis socialista de Mészáros?
Esta es la verdadera prueba para evaluar si la definición de socialismo que Chávez dio al inicio del “golpe de timón” realmente fue una política pública, o la suerte de estas iniciativas es la de muchas en Venezuela, no solo con los gobiernos chavistas: proyectos, proyectos, proyectos, que no se concretan o si se realizan, muchos no duran y se vuelve al estado previo.
Hace una década, Chávez preguntó a los ministros si habían dormido en zonas populares de Venezuela. A 10 años ¿lo habrán hecho? El comandante también les preguntó si se habían leído las leyes del “poder popular”. Son 12 ¿los actuales ministros lo habrán hecho? ¿Cuántas comunas hay cerca de Miraflores hoy? Porque el 20 de octubre de 2012 el presidente Chávez lo preguntó.
A 10 años del “golpe de timón” estas son las preguntas. En 2022 lo comunal se mantiene como discurso, como símbolo -la AN aprobó que el 20 de octubre será el “día nacional de las comunas”- y el parlamento nombró una comisión -noticia que “pasó por debajo de la mesa”- para evaluar las 12 leyes del “poder popular”. Algunas reformas a leyes vinculadas a este “poder” han sido aprobadas en primera discusión por el parlamento.
Seguramente ciudadanos se apropiaron del discurso de la democracia en la versión socialista, pero en la evaluación del “golpe de timón” como gerencia, todavía el chavismo habla de proyectos, aunque tuvo mucho dinero para hacerlos. Una parte se invirtió, pero el grueso se dilapidó, fue robado, o se trasladó a la sociedad para el consumo.
El plusvalor ni siquiera hoy forma parte de un debate sobre economía política, dentro o fuera del chavismo. Está en su modo salvaje, sea por la necesidad de corregir el desastre económico de los gobiernos chavistas -una especie de “dejar hacer, dejar pasar”- o ese plusvalor se lo apropia el Estado al quitarle al trabajador su fuerza de trabajo que es su única mercancía, pero que ya ni siquiera la puede vender porque vale cero. El Estado la desapareció con la inflación.
El discurso del “socialismo duro” que se vio en el consejo de ministros de octubre de 2012, cedió a otro más centrado sobre el crecimiento económico, que no es un discurso cercano al chavismo. Pero lo asume por la crisis en la economía que sus políticas causaron. La persona que se acerca a un discurso que maneja algunos indicadores, es el que emplea la VP Delcy. Los demás voceros siguen con las consignas tipo “El pueblo unido jamás será vencido” o los cuentos del “Tío Ho”. Se quedaron en “Las fresas de la amargura” o en el “Auditorio naranja” pero en Toyotas último modelo.
Este cambio de contenidos del “socialismo duro” a uno que habla del crecimiento económico se puede observar en las lecturas de los dos presidentes. De István Mészáros leído por Chávez a Rodolfo Quintero leído por Maduro. Seguimos en el marxismo con los dos presidentes. Con Maduro, pasamos de uno importado a uno local con un aire positivista (las “ciudades petroleras” que promueven la “civilización gringa” que analizó Quintero en su trabajo de 1968), pero que mantiene sin solución de continuidad el tema trillado de superar la “economía rentista”. Ya en 2008 el gobierno se ufanaba de haberla superado. En 2022, repite lo mismo ¿Se superó o no se superó? No se superó.
Propondría leer no solo a Mészáros o a Quintero. En mi caso, optaría por el segundo y no por el primero, cuya adaptación a Venezuela que hizo el gobierno de Chávez se tradujo en unos experimentos económicos que resultaron fatales para el país y para los ciudadanos a quienes nos toca vivir las consecuencias. Por eso prefiero a Quintero. Aun con su enfoque marxista, analiza a Venezuela desde Venezuela.
Propondría salir de Mészáros y Quintero y leer a Gallegos. Sus conocidas “Doña Bárbara” y “La Trepadora” para auscultarnos como sociedad. No tanto con ese aire de antropología del pesimismo sino en vernos en algunos de sus personajes que calzan en la Venezuela de hoy. Por ejemplo, Hilario Guanipa o Balbino Paiba. Leer al “maestro” para encontrar una posible respuesta al porqué de la situación de nuestra economía a la luz de lo dicho por Chávez en 2012 y la realidad actual de Venezuela, que es la misma ¿Por qué siempre giramos sobre lo mismo? Ya perdí la cuenta de cuántas “independencias” llevamos. Cada gobierno, viene con la suya, pero son Gatopardianas. Los “nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos” ya es caliche. Un lugar común de cada “revolución” que hay en Venezuela.
O quizás sea mejor leer otros libros, más en el campo de la economía o de la gerencia para salir de este ciclo de la inercia criolla. Cambiar a Mészáros por Mariana Mazzucato. A Dussel por Edward Deming. Los dos se escriben con M y D. Sé que a los “duros del socialismo” -en el poder o fuera del poder- no les va a gustar y lo verán como “una traición reformista” y no dormirán por la rabia, pero ese cambio –al menos en Iibros- sí sería un verdadero “golpe de timón” porque el de 2012 no lo fue. Si no están seguros, molestos, o convencidos de este cambio, pregunten al Camarada Xi o pueden leer su discurso ante la plenaria del 20 congreso del PCCh para que se actualicen un poco.
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