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La Lupa

A la oposición le toca reconstruir la victoria con el expediente de las actas

Escribo este artículo antes del anuncio de los resultados de las presidenciales por parte del CNE. Es mi primera impresión sobre la jornada presidencial. Si bien no descarté la reelección de Maduro, no fue mi primer escenario. El chavismo quiere imponer un resultado. Esto trae dos puntos que examino en el texto. Uno para el gobierno, otro para la oposición. Salvo mejores números del CNE ¿cómo el ejecutivo gestionará gobernar cuando el país tiene la conciencia que el resultado no reflejó su voluntad? Hay un antes y un después del 28 de julio. Somos diferentes ahora porque tenemos esa conciencia. Para la oposición, la tarea es reconstruir la victoria con el expediente de las actas. La respuesta de la oposición no puede ser 2013 o 2018. Tiene que ser una respuesta política. No puede reconocer, pero no puede quedarse en decir “fraude” y más nada. Debe construir el expediente de su victoria paso a paso, acta a acta, irregularidad por irregularidad, éxito por éxito y pelear por el reconocimiento de los resultados reflejados en las actas que se cotejen con los resultados del CNE. Junto a esta tarea, evitar el derrumbe porque parte de su público perderá el amor por el voto. El liderazgo de la plataforma unitaria pasará por su prueba más exigente. Que el chavismo se consolide como hegemonía depende de la respuesta de la oposición al resultado del 28 de julio

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Comienzo a redactar este artículo a las 10:50pm del 28 de julio. Veo el canal 8. Imágenes en Miraflores de lo que parece la antesala a lo que serán palabras del presidente Maduro. En el estudio del canal, Juan Carlos Monedero. Insoportable como siempre (desde Chávez). La nueva “eminencia gris” del gobierno. Da coraje verlo con esa cachaza. Pero debo mantener la calma para escribir este artículo en un momento de bravura.

Voy a asumir que me quedé en las 8:30pm del domingo 28 para hacer este texto. Llegué hasta el mensaje del ministro de la Defensa. Igualmente, a esa hora, me desconecté de las redes sociales. Quiero que lo que me salga como artículo sea lo más genuino posible de mi conciencia y no un espejo de las infelices “matrices de opinión” que están desatadas en redes sociales. 

Lo primero es que mi pronóstico no sucedió. Era -es- la victoria de Edmundo González Urrutia (EGU) con un margen base de 8 puntos (54% EGU y 46% Maduro). La abstención estimada la ubiqué en 20 por ciento aproximadamente. En consecuencia, la participación sería de 13 millones de votantes en redondo.

En mi primer artículo de la serie sobre el 28 de julio que publicó El Cooperante el día 13 de mayo redacté que, “Aunque mi pronóstico es que ganará la plataforma unitaria, no descarto que el GPP logre la reelección del presidente Maduro. Y no será fraude. En todo caso, la elección como está, ya está desnivelada. El ‘fraude’ ya existe, pero la plataforma decidió competir -que me parece correcto- pero puede perder. El gobierno puede ganar. Que sea una victoria sin brillo porque es producto de una elección desnivelada, es otro tema, pero puede triunfar en julio(…)Pienso que el gobierno se mueve más en mínimos para ganar que en máximos para triunfar como en 2021”. Aún con esta salvedad, no fue mi primer escenario.

Lo que me generó ruido cuando fui a votar fue que no vi mi centro muy lleno. Allí creo que rodaré demasiado cuando el CNE presente los datos de la participación. Lo digo porque mi centro es uno importante de El Hatillo -cerca de 5.000 electores- y si bien había gente, no fue en la cantidad de otras presidenciales. Eso me generó ruido y disonancia porque asumí que esta es una elección importante. Crítica. Si 2024 no moviliza, ¿qué lo hará, entonces? Tengo la impresión que la abstención será mucho más alta de lo que preví. Allí fallé. Si es así, hay que investigar qué sucedió ¿Los electores se alejaron del voto de manera definitiva? ¿Asumieron la paz (autoritaria) del gobierno como modo de vida, aunque no sean chavistas en lo político?

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Con lo que presente el CNE -hasta el momento en que escribo no lo ha hecho- analizaré los resultados y ofreceré las explicaciones sobre mi yerro en lo cuantitativo, porque ahora hay un tema político que es el reconocimiento de los resultados si estos favorecen al presidente Maduro.

Mi pronóstico era -es- que el gobierno dilataría, no reconocería inicialmente, impugnaría, pelearía, pero al final, admitiría que perdió el 28 de julio. Con una salvedad importante al analizar el estudio de Delphos del 5 al 11 de julio, que ofreció un alerta importante. Cito textualmente de mi artículo para El Cooperante del lunes pasado, que fue el que cerró la serie antes sobre las elecciones. En sus números Delphos dejó ver lo que hoy es la respuesta del gobierno.

El lunes 22 de julio escribí que, “El estudio mostró una dura conclusión: sí, la gente votará por EGU pero si el gobierno profundiza la estrategia del ‘salami electoral’ que traté en el artículo en mayo(…)el CNE dice que no ganó, pero no lo reconoce- la sociedad lo puede tolerar. Más sencillo, el gobierno puede tener éxito si no reconoce el resultado. Hay que tener mucha atención con esto. Que no suceda, será más capacidad, responsabilidad, y habilidad política de la plataforma que votos” (subrayados míos).

Si bien lo contemplé no era lo que pensaba pasaría. Tampoco esperaba un reconocimiento automático sino uno luego de una lucha de la oposición por obtener del chavismo ese reconocimiento.

Salvo mejores cifras del CNE, mi primera impresión es que el gobierno quiere imponer un resultado. Me baso en las proyecciones de las diferentes encuestas. Si bien encuestadores como Delphos señalaron antes del 28 que una elección no se gana en una encuesta, todas las firmas que uso y que tienen por lo menos 10 años de existencia, coincidían en la victoria de EGU. En mi artículo del lunes pasado incluí variables para profundizar en la diferencia a favor de EGU incluso en lo que puedo llamar el “factor de corrección” de Francisco Rodríguez. Con todo, EGU ganaba. El escenario más reducido -con el “factor de corrección”- daba a EGU 4 puntos de diferencia.

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Fui, si no el único, de los pocos analistas no chavistas que no descarté la reelección de Maduro, pero no era mi primer escenario. Si ganaba -escribí el lunes pasado- sería por su maquinaria, abusos con el poder del Estado, y porque la oferta de paz (autoritaria) y estabilidad fue aceptada por la población.

Hecha la precisión inicial tengo dos puntos en el caso que el ejecutivo desee imponer un resultado distinto al expresado por los electores, salvo mejores números del CNE. Hasta que éstos no se muestren y se puedan cotejar, lo que el chavismo afirme acerca de su victoria el domingo 28 puede ser disputado.

El primero, hacia el gobierno ¿Cómo se manejará llevar una administración cuando en la conciencia del pueblo está la idea que el resultado fue impuesto, no la voluntad de los electores? ¿Podrá gobernarse así 6 años? ¿La sociedad se verá obligada a reconocerlo, a convivir con la conciencia que se impuso un resultado? ¿Hasta dónde podrá llegar así? ¿Será un 1952 que tendrá un 1957 -transcurrieron 5 años- un 1957 que terminó en un 1958, en menos de dos meses, o el sistema político chavista ya consolidó su hegemonía?

En sencillo, la relación de la sociedad con el gobierno será distinta porque tiene la conciencia que el ejecutivo forzó un resultado, que no fue el caso de las presidenciales de 2018.

El segundo punto, hacia la oposición. Tampoco me resulta confiable un exit de una firma -Edison- que no me dice nada o la publicación en redes sociales de actas dispersas.

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Lo que me produce desconfianza es que todo es muy fractal: todo es 30% de diferencia, exit, actas, todo. Curiosamente, muy congruente con la matriz pre 28 de julio. No sé si en el mundo de la estadística se dan casos de una coherencia 100% ex ante y ex post como sugiere los mensajes de la oposición. Me luce que se empleó la misma estrategia de las primerias: construir una matriz. Aquí la de “ganamos con una diferencia de 30 por ciento”. Salió tan perfecta que no me parece creíble.

El problema es que la presidencial no es la primaria. Ni Maduro equivale a los candidatos que fueron a las internas de la oposición distintos a Machado. Esa matriz no funciona en este caso.

Para la oposición lo primero es poner a un lado la estrategia de matrices y de tuiter. Con la estructura para el cuido de votos que tiene, reconstruir la “escena del crimen”, bien hecha, bien argumentada, nada de pataletas o “desafíos”. Pensar en la evidencia no en los aplausos de tuiter. Con actas o sin actas, porque su estructura debe ser capaz de dar las etapas de la elección y en donde puede estar la imposición del gobierno, para no quedarse en un resultado “60% a 30%” que es la matriz que quiere imponerse y que me temo no va a funcionar frente al gobierno. Como dije, no estamos en la elección primaria.

Con la reconstrucción de todo el proceso electoral vía actas y otros documentos, y con números que indiquen cuánto restó el gobierno o añadió y en dónde, ganar la conciencia del pueblo que la plataforma triunfó el 28, y pelear por eso desde el punto de vista político. Evitar que el ánimo del público que no votó por Maduro se derrumbe que es lo que va a pasar.

Si impugna o no el resultado en el TSJ u otra instancia con su expediente bien hecho y bien expuesto, es otra discusión. Todavía no tengo claro si debe hacerse. No tanto por la legitimidad de estas instancias sino por la eficacia. No van a decidir en contra del resultado del 28 de julio.

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Es evidente que, en estas condiciones, la oposición no puede reconocer el resultado como si fuese una elección “normal”. No lo fue. Se sabía de una competencia desnivelada. Pero se asumió una pugnacidad con el gobierno para, si EGU gana, sea reconocido, pero no se esperaba que el gobierno impusiera un resultado.

Con su expediente de lo que pasó el 28 de julio, luchar por su reconocimiento por el gobierno. En mi artículo para El Cooperante con fecha 17 de junio, al analizar los escenarios si Maduro era reelegido, redacté que Los escenarios para el gobierno no abordan que la oposición declare que hubo un fraude o un no reconocimiento si no gana, que es lo más probable que pase. Lo que falta despejar es cómo será esa declaración. Si un fraude a lo 2018 -otra vez buscar el famoso ‘quiebre de la coalición dominante’- o un no reconocimiento como hizo AMLO cuando perdió las presidenciales en dos ocasiones (2006 y 2012). O como hizo la candidata Gálvez de la alianza opositora en 2024: dirigirse al INE para impugnar los resultados. En México no hay llamados ‘a la calle’ como pasó en Venezuela en 2013 y 2018. No entro en ese análisis” (subrayados míos).

Pienso que la oposición debe moverse en un no reconocimiento político tipo AMLO salvo que pueda cotejar los datos suministrados por el CNE, y halle que sean válidos por lo que procede reconocer con objeciones (los abusos con el poder del Estado). Para que puedan cotejarse, el CNE debe publicarlos desagregados, hasta el nivel de mesa.

Un no reconocimiento político para evitar que el público opositor se derrumbe porque muchos dirán, “hicimos todos y nada ¿volver a votar? No”. Evitar que este ánimo tome cuerpo porque si es así, la oposición jamás será gobierno. Ni con un CNE totalmente favorable. Si el CNE confirma lo dicho por Jorge Rodríguez en la noche del 28 de julio, muchos entusiastas del voto de la oposición volverán a su postura previa: “dictadura no sale con votos”. Hay que evitar que eso suceda: regresar otra vez a la desconfianza. El voto es para las buenas y para las malas. No solo para las buenas. El voto es un compromiso, aunque hoy su utilidad no se vea porque la plataforma no ganó (no se le reconoce).  

La oposición vive su prueba más difícil. EGU, María Corina, y la plataforma deberán probar que son líderes de verdad, verdad porque ya no tienen el viento a favor. De cómo reaccionen en este momento dependerá si el chavismo se consolida como hegemonía o puede ser vencido más adelante, aunque hoy parezca imposible o sin sentido intentarlo nuevamente. Hoy luce que la oposición deberá repetir un camino trajinado, áspero, nada agradable, que evoca fracaso. Otra travesía en el desierto. Una larga. De 6 años en principio.

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Empero, la oposición puede hacer las cosas diferentes. La primera, reconstruir y explicar su victoria a partir de las actas como creo la tiene, pero no con los formatos del pasado tipo “fraude” que producen aplausos en tuiter perno no resultados, sino tener elementos y ganarse la conciencia del pueblo, que ya lo hizo con el voto.

Pronto el CNE anunciará los resultados -al momento en que escribo esta nota se espera el anuncio- los analizaré para, si confirman a Maduro, explicar por qué mi pronóstico no sucedió. 



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