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La Lupa

Adiós al petróleo: las "tierras raras" son la nueva riqueza planetaria

El acercamiento de Donald Trump a Vladímir Putin, su deseo de comprar Groenlandia, anexar Canadá o la injusticia de cobrarle a Ucrania por la ayuda militar recibida, está marcado por la ambición de explotar estos territorios donde se consiguen las llamadas "tierras raras", cargadas de elementos químicos indispensables para la fabricación de armas, productos tecnológicos y, vaya casualidad, autos eléctricos

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Caracas/Foto: AP. No es solamente la ambición de ser un dictador y mantenerse en el poder para siempre, lo que marca la conducta de Donald Trump en el delirio de querer comprar Groenlandia, anexar Canadá, chantajear al presidente de Ucrania o convertirse en el nuevo mejor amigo del dictador de Rusia. 

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Ocurre que en esos territorios existen enormes yacimientos de las llamadas "tierras raras", como se califican los yacimientos donde se concentran más de 17 elementos químicos naturales en forma pura, utilizados para la fabricación de teléfonos móviles, baterías nucleares, turbinas eólicas, fibras ópticas, y -vaya detalle-, indispensables para la fabricación de autos eléctricos, el gran negocio de su superamigo Elon Musk. Estos materiales también son clave en la producción de dispositivos para el desarrollo de energía “verde” (entre ellos se encuentran el litio, el cobalto, el escandio, el grafito, el tantalio, y niobio), algunos utilizados también en medicina, para tratar el cáncer de huesos y de próstata.

Como informa la prensa rusa hoy, "EE. UU. quiere cerrar varios acuerdos económicos con Rusia, en particular el uso de los recursos rusos de tierras raras", dijo Donald Trump, en una reunión con el presidente francés, Emmanuel Macron.

"Estamos tratando de hacer varios acuerdos sobre el desarrollo económico, y muchos de ellos son lo que queremos... ya sabes, tienen una enorme cantidad de recursos de tierras raras", dijo Trump. "Rusia tiene cosas muy valiosas que Estados Unidos podría utilizar".

El presidente de EE. UU. también le propuso a Ucrania hace poco firmar un acuerdo sobre metales de tierras raras, mediante la creación de un fondo en el que EE. UU. tendría derechos económicos y de gestión, donde los socios estadounidenses dividirían los ingresos existentes en un 50 % y 50 %, respectivamente. Ucrania posee depósitos de “materias primas críticas”, que suponen el 5 % de las reservas mundiales. 

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La parte ucraniana rechazó las condiciones de EE. UU., ya que, según Zelenski, si los estadounidenses hubieran propuesto dividir a la mitad los ingresos de la extracción de minerales en tierras que se liberarán en el futuro, incluso con la ayuda de armas estadounidenses, Kiev estaría dispuesta a considerar tal opción. Entonces EE. UU. elaboró un segundo borrador donde proponía que Ucrania reconociera una deuda de 500 mil millones de dólares y crearía un fondo totalmente controlado por Washington que se llenaría con lo obtenido por la extracción de minerales. Pero Ucrania se negó, ya que recibe 2.000 millones de dólares al año por la explotación del subsuelo. 

El caso de Groenlandia es peor, ya que Donald Trump ha declarado que quiere comprar la isla -es un territorio autónomo que depende de Dinamarca-, pero las autoridades locales han rechazado el intento de Trump. En Groenlandia también se consiguen grandes yacimientos de "tierras raras", algunos de los cuales están siendo explotados por China. El acercamiento geográfico con Estados Unidos minimizaría el costo de las empresas estadounidenses, la mayoría de las cuales se nutren básicamente de las importaciones de tierras raras de China, ya que ese país alberga 37 % de las reservas mundiales. 

Igual ocurre con Canadá, que alberga varios proyectos de exploración y posee algunas de las mayores reservas y recursos  de tierras raras del mundo, que  ascienden a 15,2 millones de toneladas de óxido. Y de allí, obviamente, el interés de Trump y Musk de convertir a Canadá en el "estado número 52", como lo han dicho sin disimulo.

De modo que los países productores de petróleo han comenzado a abandonar el elenco como los protagonistas económicos planetarios y, en consecuencia, el interés  que pudiera despertar su situación particular para las grandes potencias, más interesadas ahora en estos territorios que contienen los materiales del futuro. 



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