La Lupa
Algo tendrá que hacer la oposición que no sea esperar el destino
El 8 de noviembre Maduro propuso su idea acerca de las elecciones para 2025. Las ve en tres momentos. Primero la de alcaldes, luego viene la de gobernadores y, finalmente, la de la Asamblea Nacional. No habló acerca de los cuerpos legislativos para los municipios y estados. Esta idea del presidente se planteó y acordó en Barbados, pero Maduro no la formula con ese espíritu. Aún sin presentar los resultados desagregados del 28 de julio, el chavismo sabe que no cuenta con el favor del votante. Separar las elecciones en tres momentos busca algo como “un control previo” para reducir la incertidumbre de una votación, así sea en un sistema autoritario, así se desconozcan sus resultados si son adversos. El gobierno no quiere arriesgar todo en una. Mientras el ejecutivo se prepara, la oposición quiere seguir en un duelo permanente por el 28 de julio. Es “su fin de la historia”. Nada se puede proponer. Es el chantaje del momento. Si no quiere ir a elecciones, que no vaya, pero algo tiene que hacer. Ponerse como la “oprimida” y exigirle al mundo un “imperativo moral” para que la salve porque “los buenos somos más”, no es opción pese a la dura represión que recibe
Caracas / Foto:Archivo.- Cuando el 8 de noviembre escuché la propuesta del presidente Maduro sobre las elecciones de 2025, lo que pensé de primero es que, a pesar de tener el poder efectivo, el gobierno se cuida desde el punto de vista político. Quiere ir seguro.
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No publicar los resultados desagregados del 28 de julio también tiene su efecto en el mundo oficial. El chavismo igualmente puede sentir que votar no vale la pena. Así las cosas, se puede tener un 2025 con una alta abstención no porque el público no quiera votar sino porque no ve que su sufragio tendrá sentido, luego que un resultado no se conozca de manera desagregada como son los de las presidenciales de julio antecedida por el referéndum sobre el Esequibo del 3 de diciembre de 2023. En sencillo, la desmotivación puede alcanzar todavía más a la base chavista.
Tan es así esta preocupación para el gobierno, que informaciones señalan que una de las cosas que se discute en el tema de las reformas a las leyes políticas y electorales es que el voto sea un “derecho obligatorio”, con sanciones para quienes no lo ejerzan. Si esto que se dice es cierto, el ejecutivo asume que el sufragio no motiva y debe obligarlo con posibles castigos.
Maduro propuso elecciones en tres momentos. Primero alcaldes, luego gobernadores, para terminar con el parlamento. Los tres momentos serían tres tiempos para medir resultados y evaluar el desempeño del chavismo. Por eso la separación. Hacer una medida en tiempo real porque el ejecutivo, si bien se siente firme en el poder, no está seguro de ganar una elección aún en la realidad que el CNE no publique los resultados desagregados. El malestar del elector y el deseo de cambio político siguen allí instalados.
Un “caveat” con la propuesta del mandatario. Si la memoria no me falla, en Barbados se acordó un planteamiento similar. Elecciones separadas en estas instancias. Posiblemente con la misma lógica: que el “ganador no se lleve todo” sino que el perdedor tenga espacios y posibilidades a futuro.
Me gustaría pensar que la hizo con el espíritu de Barbados, pero no. La propuesta la efectuó porque es la mejor que sirve a los intereses del chavismo. Ir poco a poco y en ese paso a paso, volver a controlar los espacios políticos que el gobierno teme perder con los votos, aunque el CNE no presente resultados.
Un ejemplo de ese temor oficial fue lo manifestado por Maduro en su programa del lunes 25 de noviembre. Habló acerca de la conspiración que el gobierno detectó en Zulia. Este hecho lo toma para empujar su agenda electoral y política en el estado occidental. Agregó que “pronto vamos a presentar un plan para la recuperación del Zulia y de Maracaibo”.
Desde antes de las presidenciales, el Zulia es prioridad para el chavismo. Se recuerda que, para esa elección, Maduro designó a Diosdado Cabello como jefe político para el estado. Es curioso, mientras cierta oposición destroza a Rosales cada vez que puede, el ejecutivo pone al Zulia como objetivo político número 1.
Maduro agregó que ese plan tendrá como protagonista a lo comunal que es otro espacio que desarrolla el gobierno para afianzar su sistema de votación alterno que tiene otra prueba más exigente. Ya no es la consulta de los proyectos para las comunidades -la II consulta popular del 25 de agosto, ya olvidada- sino la elección de los jueces de paz “comunales” prevista para el 15 de diciembre.
Se votará para escoger a 30 mil personas, pero no en los circuitos tradicionales del CNE sino en “circuitos comunales”. Como siempre, la oposición desdeña de las cosas del chavismo, entrampada en la tesis “de los costes” donde se quedó y seguirá pegada, a pesar del recurrente fracaso de esa tesis. El orgullo puede más que la política ¡Hasta Edmundo González Urrutia (EGU) se anotó a la tesis “de los costes”! No le auguro éxito. EGU, más bien, debe plantearse luchar por su reconocimiento como ganador del 28 de julio y no caer en la tentación de la “presidencia imaginaria”.
La oposición, por el contrario, debería promover que movimientos sociales participen en esa consulta. Que personas no partidistas se registren para competir y ser jueces de paz. No abandonar ese espacio, palabra que genera piquiña en cierta oposición porque está muy bien dentro del sistema autoritario aunque diga que no.
El gobierno ensaya algo como “elecciones alternas” en “circuitos comunales” con una nueva edad para votar -15 años, que tiene tiempo que la propone- y en donde el CNE pasa a ser algo como un “auxiliar de la comuna”. El ejecutivo, entonces, si no gana, arrebata. Si no triunfa en 2025 como quiere, neutralizará los resultados adversos con lo comunal.
Esta elección del 15 de diciembre se justifica con el 293 constitucional pero la explicación olvida algo. No hablamos de la elección para un sindicato, gremio, partido, u otra organización, que es la lógica del 293. Nos referimos de una elección nacional para una figura que tendrá una influencia en todo el país, no limitada al ámbito de una organización. De hecho, ya tiene su ley y es orgánica. De manera que el CNE es quien debe realizar esta elección, pero no es así. La organiza una instancia llamada Comisión Electoral Nacional que preside un diputado del PSUV. No hay imparcialidad. La conforman integrantes del ministerio de las comunas, la AN, el TSJ, y el CNE como apoyo. Aún así, participaría en ella para dar la pelea en ese nuevo espacio.
No tengo nada en contra de lo comunal ni la paranoia del “comunismo” que tiene cierta oposición, a pesar que el pueblo rechazó lo comunal en el referéndum de 2007. Lo que sí tengo en contra es usar lo comunal para meter de contrabando un proyecto de dominación que busca pasar como legitimado por la población, cuando es una propuesta del PSUV.
Lo anterior pone la pelota en la cancha de la plataforma unitaria, cuya opinión pública -no sé los partidos y políticos- está reacia a abordar las elecciones de 2025 con la razón de “no pasar la página” -por cierto, esta frase originalmente la dijo Schemel al analizar una de sus encuestas, no la dijo algún “tibio” o “dialogante”- y hace del 28 de julio algo como “el fin de la historia” para la plataforma unitaria. No hay más nada después del 28 de julio y de nada más se habla o se puede conversar, so pena de la indignación de los figurones de cierta oposición que, desde la comodidad de tuiter, braman “no me da la gana de pasar la página” como si a alguien le interesara eso y como si esos figurones controlaran el tiempo político.
Un ejemplo es el ataque para destrozar la reputación del Foro Cívico y de sus integrantes. Un ataque bastante bajo -que ahora se presenta como “espontáneo” de ciudadanos “preocupados por la rendición de cuentas” y no un ataque intencional que es lo que es- pero repite el mismo esquema cuando las primarias y la postulación de Rosales, solo que ahora quienes destrozan reputaciones están más débiles, tienen miedo, y están solos y dispersos. Adjudican al foro ser el autor o promotor del “pasar la página” que, como escribí, la afirmación viene de Hinterlaces.
Se inventa o se cortan frases, se crean bulos, se ponen a rodar, se identifican chivos expiatorios o “facturas por cobrar”, y comienza la operación para destrozar ahora con la excusa que los fusilados en tuiter no hacen la distinción “entre opresores y oprimidos” o realizan “equivalencias morales”, dicho desde la comodidad de tuiter y no en una resistencia de verdad.
Lo que veo es que la precaución del gobierno que busca hacer las elecciones de 2025 en tres momentos abre una oportunidad para la plataforma unitaria. Por supuesto, si sale de su negación y de su “fin de la historia”. Así como la historia no se acabó en 1989 con la caída del Muro de Berlín, el mundo para la plataforma unitaria no se acabó el 28 de julio. Tampoco comenzó el 28 de julio como se quiere imponer desde cierta oposición. Tampoco comenzó con las primarias de 2023. Tampoco con las protestas de 2014 o las de 2017. Por supuesto, requiere coraje moral asumirlo, y es lo que la opinión pública de cierta oposición no tiene. Habla fuerte, pero no es valiente. Al menos, desde el punto de vista moral.
Cada uno con sus palabras y en instancias diferentes, Manuel Rosales, Stalin González, y Vicente Díaz abordaron la oportunidad que la plataforma debe considerar para 2025. Si la quiere tomar, claro.
Rosales planteó algo obvio: si no puedes lograr la capitulación del chavismo -que es lo que el Comando Venezuela busca, pero se le pone el nombre de “negociar” o “negociaciones complejas”- tienes que negociar de verdad no desde tuiter, para lograr que el gobierno asuma la posibilidad de dejar el poder.
Por su parte, Stalin formuló algo lógico ¿Te vas a ir de la política, de todo, porque el gobierno desconoció la presidencial? Finalmente, Vicente Díaz expresó algo de cajón: si no puedes lograr la rendición del chavismo, tienes que participar con las reglas del sistema para lograr el cambio político.
Los tres fueron destrozados, como era de esperarse, al salirse del guion “de los costos”, “la equivalencia moral”, o de los “oprimidos”. Mi única observación sería a Vicente Díaz porque, efectivamente, la oposición jugó con las reglas del sistema y éste burló el resultado del 28 de julio al desconocer la victoria de EGU. Díaz, entonces, debe contextualizar para este momento qué significa “participar con las reglas del sistema” porque la plataforma ya lo hizo, y la respuesta es la represión desde el Estado.
Pero la crítica anterior no invalida el comentario del exrector del CNE sobre participar con las reglas del sistema autoritario. La oposición tiene que definir un rumbo, porque veo tres.
Dos que dominan hoy a la oposición y uno que no tiene la fuerza en este momento para ser la opción del mundo opositor. Las dos que dominan las llamo, respectivamente, “la burbuja” y “los santos”.
La primera es “la burbuja”. Se ve en redes sociales. La oposición que le encanta llamar “normalizadores” a otros asume que está en mundo paralelo, ajeno al Estado, en donde “no normalizan”. No pagan impuestos, no usan gasolina subsidiada, tienen su propio Saime y su Maiquetía para salir de viajes.
Por supuesto, es una mentira pero que en redes sociales pasa por verdad. Se justifica con la idea de ser “oprimidos” y que no hay una “equiparación moral” -tema éste que he abordado en otros artículos para El Cooperante- y por eso asume una suerte de “superioridad moral” -por ser “oprimida”- para cuestionar al resto, aunque vive muy bien dentro del sistema autoritario.
También en la oposición se debate la conducción estratégica porque el paradigma que domina –“los costos” y “el quiebre”- ha fracasado en pasado y en presente, pero se quiere mantener y va por otra oportunidad para el 10 de enero de 2025. Esto será otro tema de otros artículos para El Cooperante.
La segunda es la de “los santos”. La oposición que domina, preocupada por la salud democrática de los EUA antes de las elecciones, se olvidó de eso y ahora es más trumpista que Trump. Se siente “guapa y apoyada” por la victoria de Trump y sus designaciones. Asume que el quiebre vendrá por la acción de dos “santos”: San Donald y San Marco.
Su estrategia tiene la lógica de 2019 aunque se busca decir que es diferente. Es diferente, claro, pero la lógica es similar. Empujar un gobierno que no existe para ver si eso produce el famoso y esperado “quiebre de la coalición dominante” que es la fijación del público opositor. Me luce que ese sector va a arrear al resto de la oposición en la estrategia de un “interinato reloaded” cuya legitimidad ya no será “el usurpador” como fue en 2019, sino en que EGU efectivamente ganó y la prueba son las actas publicadas por el Comando Venezuela.
Es lo que ahora se hace. Se persigue crear un “momentum” para el quiebre -que explica el ataque al Foro Cívico, cierta oposición no quiere que le empañen buscar ese “momentum”- de cara al 10 de enero con la idea que “los países reconocen a EGU” como si 2019 no hubiera existido. Igualmente, se apoya en el anuncio de sanciones personales a funcionarios civiles y militares hecho por los EUA el 27-11-24 y la “ley Bolívar” que aprobó la cámara de representantes de los EUA, aunque falta la aprobación del senado y, si lo logra, que sea firmada y no vetada por el presidente de los EUA.
Meloni habló de EGU como “presidente electo” en Argentina, pero en el Palacio de Chigi cuando lo recibió, ni siquiera mencionó que fue candidato. La nota oficial se refirió a EGU como el “ganador del premio Sájarov”. A lo mejor la presidenta del consejo de ministros de Italia cambió su opinión o el cambio es producto de la deliberación de varios países en el marco del encuentro del G20 en Brasil, pero en la visita oficial la mención fue otra. Igualmente, Borrell declaró que cuando se reunió con EGU, le informó que en la UE no son entusiastas con el reconocimiento justamente por la experiencia del interinato, nada grata para la UE porque esa figura fracasó.
Pero cierta oposición quiere crear la corriente que hay un reconocimiento masivo que complementa con mensajes noticiosos como los del lápiz labial rojo.
El problema no es el lápiz labial rojo porque puede ser una forma de protesta novedosa para Venezuela, aunque en el mundo no es nueva desde el “Victory red” de Elizabeth Arden durante la Segunda Guerra Mundial. El problema es que no es creíble en la oposición que la propone.
Aunque la opinión de cierta oposición se faja para “darle contexto” a la tesis del labial rojo, al menos en mi caso, no es creíble. Si a esa cierta oposición le vuelve un Gedeón y cree que tendrá éxito, deja el labial rojo y se anota allí con la tesis de “los escenarios son cambiantes” y “la caja de herramientas”.
La tesis del labial rojo es para tratar de promover un clima de protesta civil tipo Europa del Este o países que fueron de la URSS. El problema es que esas naciones tienen tiempo con esas prácticas no violentas.
La lucha no violencia toma tiempo y supone un cambio de actitud, no es simplemente repetir la receta de un manual como tampoco es una transición. Si el labial rojo es el inicio del comienzo de una lucha de verdad no violenta, sin atajos, sin “cajas de herramientas venekas” o llamados a los militares “porque 1811 fue un pronunciamiento militar y eso está en nuestra historia”, bienvenida, pero me temo es un recurso porque no hay otro en este momento, no porque realmente se crea en los medios de lucha no violentos.
¿La plataforma unitaria no quiere ir a las elecciones de 2025 o hacer otra cosa porque es “pasar la página”? Perfecto. Total, ya la oposición ha pasado por la abstención. No sería nada nuevo. Si no quiere ir, que no vaya, pero que al menos tenga el coraje de decirlo y asumirlo, no con indirectas como en 2005 o en 2018 que “nadie llamó a la abstención, sino que la gente no fue”. Que asuma que entregará los espacios que ya tiene y los nuevos espacios que puede ganar.
¿No quiere ir? No vaya, pero el 28 de julio no es el “fin de la historia”. Para mi gusto, haría política constante, que es la tercera opción de la que hablé arriba. Un ejemplo sencillo. Durante el acto con los poderes para hablar de los jueces de paz el 20-11-24, Maduro aseguró que el “primero que se refirió” a esta justicia fue Chávez. No es así. El comandante llevó al tema a la carta magna, pero de la justicia de paz se habla hasta donde sé, desde los 90 cuando Chávez no era referencia. Una oposición haría contrapunteo con Maduro en eso, aunque sea un tema simple. Y así con tantas cosas que el gobierno dice.
Por ejemplo, lo que afirmó sobre los gobiernos de AD-Copei durante el acto que el chavismo hace para recordar el intento de golpe del 27 de noviembre, hecho el día 27-11-24. Es lo que entiendo por hacer política. Un trabajo constante en los detalles y en el contrapunteo con lo que el ejecutivo afirme. Otro ejemplo, con el asunto que el gobierno busca maestros para física, matemáticas, y química. Es decir, un contrapunteo en lo cotidiano para diferenciarse y tener qué decir.
Leí varios análisis sobre el triunfo del Frente Amplio en Uruguay. Algo que llamó mi atención fue la constancia y el tiempo que se dieron para una auto crítica de verdad que comenzó en 2019. Crítica sin miedo ni chantajes.
Por supuesto, el sistema político de Uruguay no es autoritario como el chavista, pero la constancia vale tanto para la democracia como para un autoritarismo. Más para el último. Ojalá la politología y “politólogos serios” que son referencia de la plataforma unitaria la pasee por textos diferentes al de “los costes” como los de Tilly, Tarrow, Beacháin, o Armstrong. Me luce que la plataforma no está preparada para la constancia ni para una auto crítica. Apuesta a una profecía que se autorrealizará solo por ser “oprimida” y porque no “hay equivalencia moral”, ahora ilusionada con Trump.
El gobierno se prepara para 2025 aunque tiene el poder efectivo. Si la plataforma no quiere ir a 2025, perfecto, pero algo tiene qué hacer. No puede limitarse a vivir en un imaginario mundo paralelo mientras espera por el “quiebre” de la mano de los EUA y de la UE solo porque “la historia me absolverá”, el “presidente electo”, y “los buenos somos más”.
Durante la campaña, la oposición que ganó en la primaria del 22 de octubre prometió un desenlace rápido en las presidenciales. Hoy se dice que no fue así. Que no se ofreció. Pero fue su oferta, su “promesa básica”. Solo esa oposición puede lograrlo porque las otras son “tibias”, “dialogantes”, o “cohabitantes”, por poner los términos más zanahorias. Pero resulta que el desenlace rápido no está a la vista y ahora se promete que será “algún día” porque “es el destino”. Esperar al destino no es opción política.
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