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La Lupa

Alta apuesta de Maduro: ¿será posible la unidad en torno al reclamo por el Esequibo?

El Esequibo vuelve a ser tema en la opinión pública. La mala estrategia de los gobiernos chavistas frente al territorio del que Venezuela tiene documentos que prueban su propiedad, pasa factura. La principal, que Guyana inició en 2015 la exploración petrolera. El Esequibo y la fachada Atlántica toman un valor no solo histórico sino geopolítico y de economía política. La AN planteó un referéndum sobre el tema. El presidente Maduro formuló a Caricom una arriesgada propuesta para hablar con Guyana. Si cualquiera de las dos no es precedido de amplias y plurales consultas nacionales, fracasarán. El referéndum puede terminar en lo que el gobierno no quiere y abrir una caja de Pandora. La oferta de Maduro culminar en oídos sordos porque Guyana se siente ganadora en la CIJ. Sin verdadera unidad no habrá defensa posible del Esequibo. La pelota cae en el gobierno, quien debe mostrar la capacidad para escuchar a toda la sociedad, no solo un referéndum. Vale la voz del pueblo, pero también oír la pluralidad de la sociedad organizada de Venezuela

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Esequibo

Caracas / Foto Portada: archivo.- El Esequibo siempre está presente en nosotros porque es parte de la nación. Lo que no está presente es una estrategia para que ese territorio sea reconocido en derecho como venezolano. Parte de la ausencia de una estrategia son los conflictos internos, políticos o guerras que vivimos desde el nacimiento como república.

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Con las diferencias del caso y al rechazar el ataque vil y cobarde de Hamas contra civiles de Israel cuya responsabilidad total es de ese grupo terrorista, el conflicto interno en Israel por el creciente autoritarismo de Netanyahu, creó un ambiente que posibilitó que la famosa inteligencia militar de Israel fallara, y abrió la puerta a la agresión.

La lógica se aplica a Venezuela. Los conflictos del pasado dan cuenta que el reclamo no se ha resuelto. Los conflictos del presente -cuyas “bajas” son los venezolanos que se van del país, aunque no quisieran hacerlo- dejan ver que Guyana ha tomado la ofensiva en el tema del Esequibo.

La democracia de 1958 inició una estrategia más constante para reclamar ese territorio nacional. Estrategia que tuvo varios hitos. Uno importante fue el Acuerdo de Ginebra de 1966.

Los gobiernos chavistas -en su odio tonto y ridículo contra todo lo que representa AD-Copei- descuidaron esa estrategia para cambiar a otra que insertó el reclamo dentro de las coordenadas “antiimperialistas”. De manera que el chavismo puso el litigio como una consecuencia del “manejo imperial” que buscaba poner a pelear a las naciones de la “patria grande”. No fue, entonces, un reclamo real sino uno fabricado. Un “proxy”. Así lo entendió el chavismo hasta que fue demasiado tarde, cuando en 2015 el reclamo tomó fuerza por las riquezas que allí se encuentran. Una nueva ronda para hallar una solución amistosa no fue posible, y el secretario de la ONU, Antonio Guterres, en 2018 remitió la controversia a la CIJ.

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El gobierno plantea un referéndum acerca del Esequibo. Está apurado por hacerlo. En su programa del lunes 9 de octubre, Maduro reiteró que será antes del fin de 2023.

Será el tercer referéndum en virtud de la constitución de 1999. El primero, el sindical de 2000. El segundo, por la reforma a la carta magna de 2007. Vendría el del Esequibo. El gobierno define un tema que acaparará la atención, lo pondrá en el centro del debate, la opinión hablará sobre los asuntos propuestos por el ejecutivo, y opacará otros tópicos. Al menos de momento. El nacionalismo que se persigue es para disuadir la crítica hacia Maduro y hacia el gobierno por su mala estrategia hacia la controversia, que viene desde Chávez, pero el presidente Maduro fue canciller del comandante ¿Expresó alguna opinión crítica acerca de la estrategia de Chávez que se pueda conocer de manera púbica? 

El referéndum pondrá a correr a la oposición, para figurar cuál postura tomar, una vez que el gobierno asumió la iniciativa. El chavismo aplica su “by the book”: cerrar el año con alguna acción y será la de la consulta. El comienzo de 2024 estará definido no por las presidenciales ni por las consecuencias de las primarias de la oposición, sino por el Esequibo.

La apuesta es que el Esequibo será factor de unidad, y el chavismo podrá capitalizarlo políticamente. Será la oposición la que tendrá que decidir si participa o no, si llama a votar o no. Es decir, la oposición correrá detrás del gobierno que acude a sus guiones: buscar la iniciativa y que de lo que se hable, sea de las propuestas del ejecutivo. Algo similar cuando Maduro planteó convocar una constituyente el 1-5-17. Una vez que se convoque el revocatorio por parte del CNE, el gobierno pondrá todo su despliegue informativo para que el tema sea exclusivamente el Esequibo. Que no se hable de otros asuntos.

No se descarta que esta iniciativa también sea para mostrar fuerza ante los EUA, ahora que los dos países conversan. El gobierno se arriesga con un revocatorio -aunque lo controle, el votante decidirá si asiste o no y su voto- para movilizar a la sociedad y ponerse en el centro de la discusión. Obtener un resultado que le permita decirle a los EUA, “el país está unido”, y eso le de fuerza al gobierno de Maduro como interlocutor frente al gobierno de Biden.

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Es, igualmente, un mensaje a Guyana, país que tiene la ofensiva en el tema del contencioso con su petición ante la CIJ y la exploración petrolera que adelanta.

El gobierno de Maduro pondera que una acción militar no es para este momento pero sí una acción política como un referendo que crea el ambiente para la defensa de Venezuela ante la CIJ, porque el caso está en esa instancia. Lo jurídico está en marcha, falta mostrar fuerza política. No sabemos si más adelante el gobierno se arriesgará con alguna acción militar muy puntual en el Esequibo. No lo descarto. 

No obstante, no es tan simple como que la AN llamó a un referéndum y se dará la “gran unidad nacional”. Por ciertas reacciones, el parlamento pudo abrir una caja de Pandora que no sé qué trae. Si el cálculo del chavismo es que el anuncio de la consulta llevará a un cerrar filas de todos los sectores en torno al gobierno, tal vez no sea así sino abra otros procesos políticos, de conflicto, no de consensos.

Caricom emitió un comunicado a favor de Guyana. Esto no es nuevo. Lo novedoso es que el texto sugiere que, con el llamado a un referéndum, el gobierno prepara el terreno para justificar una acción de fuerza en contra de Guyana. Almagro igualmente dejó ver lo mismo al hablar que, eventualmente, el ejecutivo puede construir un “casus belli” para ir en contra de Guyana y cometer “crímenes de agresión”.

El gobierno de Maduro se vio obligado a responder a la organización caribeña, con la que busca tener buenas relaciones, antes y ahora. Para el chavismo -y para los gobiernos de Venezuela en general- el Caribe es parte de los intereses nacionales. La diferencia que hizo el chavismo fue meter muchos recursos en esa región para asegurar votos de países caribeños y ejercer una suerte de “imperialismo de baja intensidad” a favor de su proyecto geopolítico (la “patria grande” y en contra de los EUA).

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Lo que el gobierno vio como un instrumento para unir al país -el referéndum- puede, ahora, tener otra interpretación y ser visto como un “instrumento para la agresión” que lleve al gobierno efectivamente a endurecer su postura, aunque no sea su intención original. Pero al plantearse así no le quedará más remedio que mantener su posición por orgullo.

En sencillo, con el referéndum no esperaba ser acusado de “crímenes de agresión”, pero si lo hacen, el gobierno responderá con lo que la intención original de la consulta puede perderse y Guyana entre en el conflicto político interno con lo que puede tener efectos en el referéndum porque la narrativa que se construye es que todo lo que vaya a favor de Guyana es anti venezolano y todo lo que vaya a favor de Venezuela el gobierno lo capitaliza para sí, por lo que muchos no apoyarán a Maduro para “no darle oxígeno” o “lavarle la cara” con el tema del Esequibo (aunque tampoco respaldarán a Guyana. Será un silencio o “Chávez entregó el Esequibo”). Se creará otro clivaje que atizará el conflicto civil que existe en Venezuela.

Posiblemente la unidad se de en los líderes políticos, pero no en toda la sociedad. Sectores pueden apostar al fracaso del gobierno en la CIJ porque estiman que, si sucede, producirá una crisis interna que llevará al famoso y esperado por cierta oposición “quiebre de la coalición dominante”.

Una postura de unidad nacional en este tema supondrá concesiones que el gobierno no parece dispuesto a hacer. Se limitará a construir un clima de unidad, de defensa del Esequibo, pero no estoy seguro de que abrirá un diálogo nacional sobre este tópico, en condiciones de igualdad. Hasta ahora es así. Escarrá informó que la comisión sobre el Esequibo ha hablado con dirigentes de la oposición. Pero son individuos no son organizaciones. Es decir, invitar a la plataforma unitaria a la comisión para que la primera exponga su punto de vista sobre el tópico. Lo que hará el ejecutivo es arrastrar a sectores de Venezuela para que apoyen la posición oficial, pero no escuchará a la pluralidad venezolana.

Esta propuesta de referéndum puede tomar otro derrotero que no es el que el gobierno desea, porque desató sorpresas y procesos imprevistos como suceden con este tipo de situaciones. Con las diferencias del caso y al respetar la historia, lo que sucedió a la junta militar argentina con Las Malvinas.

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Posiblemente por lo anterior, en un tuit muy en su estilo, Jaua criticó a los EUA, pero no habló del referéndum propuesto por la AN. Pidió, más bien, “un alto nivel de conciencia nacional”. Un mensaje muy Jaua: no cerró filas contra el gobierno, pero le pide a éste que se abra a sectores. No es un apoyo, pero tampoco es un en contra. La postura de Jaua es un mensaje al ejecutivo. Que no haga del tema Esequibo uno particular, exclusivo, y no consulte a otros sectores de la nación. Incluso cercanos al mundo oficial como el caso del chavismo en el que Jaua se mueve.

En su comunicado de respuesta a Caricom, la cancillería cuestionó la postura de la comunidad caribeña, pero al mismo tiempo y sin decirlo, sugirió una salida: que Caricom sea el espacio para promover que las dos naciones regresen al Acuerdo de Ginebra de 1966. Mensaje para Guyana, país que considera que este mecanismo se agotó y por eso aceptó a la CIJ para tener una sentencia.

Un escenario es que el referéndum sea un búmeran para el chavismo porque desató procesos que no esperaba. El ejecutivo va con la idea que el referendo una al país, pero al final puede separarlo. Más que unir, el tema del referéndum se convierte en una iniciativa que puede separar más a la sociedad venezolana. No una que tenga fuerza centrípeta que es lo que el gobierno espera.

El ejecutivo deberá ponderar que la propuesta puede catalizar otros hechos políticos. Quizás ya lo hizo, a partir de unas reflexiones de Escarrá. Este afirmó dos cosas importantes.

La primera, que el referendo era considerado por lo menos desde hace dos años. Posiblemente -es mi análisis- era un tema de la “constitución Maduro” en la época de la ANC en la que fue posible la reforma a la carta magna, durante el lapso 2017 a 2019.

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Cuando el gobierno logró hablar con un sector de la oposición –“la mesita” en 2019- la reforma a la carta magna perdió importancia. También, porque el gobierno no la ganaría en un referéndum. Pero seguro la comisión de reforma a la constitución -que Escarrá presidió por cierto- trabajó el tema del Esequibo. Quizás lo que se pregunte en el referéndum sea lo trabajado por la ANC de 2017.

Lo segundo -es más importante- es que el abogado señaló que puede haber varias preguntas en la consulta. Habló de 30. Aunque la información es confusa. Si son 30 preguntas o 30 preguntas que se estudiarán para hacer las de la consulta. Creo es más lo segundo que lo primero.

Es aquí donde el gobierno va a maniobrar en función de la caja de Pandora que abrió. Quizás el ejecutivo haga como otros países: un referéndum con preguntas acerca de diversos temas, y el Esequibo sea el tópico para enganchar a la población. Quizás meta el tema de las sanciones, por ejemplo, o sobre la jurisdicción de la CIJ.

Es una apuesta arriesgada para el chavismo, pero dio el paso. Es difícil -aunque no imposible- que no haga esta consulta. Evaluará los distintos escenarios y tiene la alternativa de preguntar varias cosas en función del contexto. Por ejemplo, Cabello dejó ver que puede interrogarse si el público considera deben promoverse ciudades en la zona en reclamación. Ocupar el territorio en disputa pero de manera civil no militar ¿Una “misión” o las misiones al Esequibo?

En su programa “Con Maduro +” del 25-9-23, el presidente expuso la visión del ejecutivo. Duró cerca de 1 hora de las tres del programa. Es decir, una tercera parte de la emisión del programa estuvo dedicada al tema de la controversia con Guyana.

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A la luz de lo expuesto por Maduro, entiendo la lógica del gobierno y del planteamiento del referéndum.

Con la propuesta, Maduro hace algo como un “Brinkmanship diplomático” porque nota algo que dijo dos o tres veces en el programa: que Guyana toma por la vía de los hechos un mar que no está delimitado entre los dos países. El vecino tiene tiempo con acciones en el mar no delimitado y si sigue así, pues se quedará con los recursos que ahí existen.

Lo toma en los hechos porque hay petróleo, hallazgo realizado por la Exxon en 2015, que fue protestado por el gobierno durante ese año. En 2017, Guyana otorgó licencias para explotar los recursos de la zona en disputa.

Maduro agregó otro motivo: para el presidente, los EUA erigen una base militar en territorio de Guyana. Pero el gobierno ve más la explotación petrolera que sucede en los hechos. Venezuela no está en capacidad -o no quiere- detenerla. Sería un conflicto abierto. Las notas de protesta diplomáticas no han servido de mucho.

El ejecutivo optó por una propuesta que generó reacciones en Caricom y en el gobierno de Guyana. Es decir tuvo un efecto de romper con una situación que el gobierno de Venezuela rechaza, pero no había eco de su reclamo. Con la propuesta de consulta, lo hay. El embajador de Venezuela en el vecino país fue llamado por exteriores de Guyana (los países llegaron a su punto más bajo en las relaciones en 2015). Es decir, el gobierno de Maduro logró llamar la atención de Guyana.

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El tema es noticia aunque la exploración de las aguas en litigio tiene tiempo. Antes, como presión, Venezuela llevaba los barcos exploradores a costas venezolanas. Hoy no lo hace porque no puede o porque no quiere. Se recuerda que desde 2015 existe un decreto para la “defensa integral” en alta mar. Pudiera hacerlo, entonces. Pero el gobierno apeló a una propuesta que levantó la mirada de los involucrados y rompió la inercia de las notas diplomáticas.

Los motivos pueden ser varios. Uno que me atrae es que el gobierno -Maduro lo planteó abiertamente, y se arriesga a un no de parte de Guyana, como sucede en los hechos- quiere que la controversia salga de la CIJ y regrese al Acuerdo de Ginebra.

Se recuerda que para Guyana este acuerdo no vale. Vale el Laudo de 1899. Para Venezuela, en cambio, es el acuerdo. Pero si Guyana acudió a la CIJ y Venezuela -forzada por la realidad y por su inacción durante el pasado chavista- acudió a la corte, aceptó este terreno (el Acuerdo de Ginebra prevé el mecanismo de la corte). El problema es que la CIJ dio un año a Venezuela para presentar su “ayuda memoria” que exponga sus alegatos a favor del Esequibo como parte de Venezuela. Quedan 6 meses. El gobierno está contra reloj y no parece que se haya avanzado mucho en los 6 meses previos, a la luz de las pocas informaciones sobre la “ayuda memoria”. Las que salen, son de la comisión de la AN que preside Escarrá pero poco se conoce de la labor del ejecutivo en esta tarea, equipo que la VP Delcy coordina. La fecha tope para la entrega de la memoria de Venezuela -Guyana ya lo hizo- es el 24 de marzo de 2024.

Es posible que el gobierno ve que se acerca la fecha para que la CIJ decida sobre la solicitud de Guyana -la validez del laudo de 1899- siente que puede perder el caso no solo porque no se ha preparado, sino porque la reputación del ejecutivo es nefasta por su incompetencia y corrupción. Junto al conflicto civil con la oposición, dejan ver un país con problemas, corrompido, débil, que no muestra tener la capacidad para administrar los 159.000 km2 de la zona en reclamación.

Guyana aprovecha la debilidad y negligencia de Venezuela y del gobierno, y adelanta su plan de exploración petrolera para crecer. El vecino creció 62% en 2022 y este año su crecimiento será de poco más del 30 por ciento del PIB. La economía de mayor crecimiento en el mundo de acuerdo a Bloomberg.

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Maduro hace el “Brinkmaship diplomático” -puso su prestigio en la línea de fuego- al ofrecerse para conversar con el presidente de Guyana en cualquier país del Caribe. El ofrecimiento lo hace Maduro, lo pide, no viene de Guyana, para intentar una conversación directa con Guyana que replantee la controversia, sea sacarla de la CIJ -que parece imposible a estas alturas- o que ambos países discutan sobre sus contenciosos porque Guyana tampoco podrá hacer valer a su favor la fuerza del laudo de 1899. Maduro persigue una conversación directa con Guyana y la propuesta de referéndum es el elemento, su factor de poder y presión para ver si la alcanza.

En lo interno, la propuesta de referéndum busca llenar las carencias y la negligencia del gobierno frente a Guyana, cuya política se limitó a Petrocaribe, hoy debilitado por el manejo nefasto de la economía por parte del ejecutivo y de las sanciones que no le dan maniobra a su política exterior.

El referéndum es por la debilidad política dentro de Venezuela para un tema de este calibre. Maduro gobierna, cierto, pero -es duro escribirlo- lo hace sobre un país que ahora despierta y trata de retomar su energía. Pero la imagen de Venezuela no es la mejor frente a Guyana. Solo con la diferencia de crecimiento en el PIB, nuestro país lleva las de perder. Reclamar no le dará prestigio al gobierno porque lo perdió por su política extrema del “anti imperialismo” de la que no puede salir. Necesita un apoyo para darle fuerza a su solicitud. O “licitud” como expresó Escarrá. De aquí la idea del referéndum que tiene varios propósitos.

Es un motivo nacionalista como dejó ver Cabello en la rueda de prensa del PSUV del 25-9-23. Según Cabello, CAP señaló que el “nacionalismo estaba de modé”. Con el referendo el gobierno quiere ponerlo “de moda” nuevamente, en un tema que posiblemente una a todo el país. O, al menos, no sea un asunto muy disputado y poner a Guyana en boca del pueblo. Que no sea algo “lejano, que perdimos” si la CIJ decide en contra de Venezuela. Que los dolientes no estén solo en el gobierno sino que sea el país en su totalidad.

Un asunto que los venezolanos asumen es su territorio pero que, al mismo tiempo, hoy se ve como algo lejano, perdido, y no prioritario para una nación que no puede con sus casi 1.000.000 de kilómetros cuadrados. El Esequibo puede ser una lucha sin dolientes en la que el gobierno perderá más, porque es el gobierno y porque se le responsabilizará por su política exterior que ya tiene cerca de 25 años en el poder. No podrá culpar a AD o Copei, gobiernos que promovieron el Acuerdo de Ginebra que es el documento que enarbola el gobierno de Maduro para legitimar su lucha.

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En algo extraño para un vocero chavista, Maduro habló de los “presidentes” Betancourt y Leoni al referirse a los esfuerzos del país para reclamar su territorio. Un tardío -pero bienvenido- reconocimiento. Ojalá le dure. 

Como se escribió, Maduro hace una apuesta muy alta. Se pone en el asador. Posiblemente el riesgo lo valga ante la posibilidad de una derrota en la CIJ que se atribuirá a su gobierno y al chavismo en general, que obvió los intereses nacionales para construir una suerte de “alianza anti imperialista” que terminó en regalos, corrupción, y organizaciones como la ALBA que no tienen ninguna incidencia, como se ve en el contencioso con Guyana.

Algo que afecta mucho la postura venezolana es la pésima imagen del gobierno y el estado del país que comunica unos venezolanos atolondrados, incapaces de construir frente a una nación vecina que juega con ese sentimiento, que comunica al “pequeño que quiere surgir” ante el dispendioso vecino que botó su fortuna y ahora quiere vender lo que queda del patrimonio familiar para botarlo nuevamente. La imagen del “oprimido” que se rebeló contra un avaro e incompetente “opresor”.

Por eso el referéndum. Hacer de la buena o mala fortuna en la CIJ -el gobierno teme la última- algo de todos los venezolanos. Que el país también sea doliente de un territorio que asume es venezolano pero que tampoco significa mucho. Más, en tiempos en que la situación de Venezuela no es la mejor. 

La suerte del “Brinkmanship diplomático” de Maduro está en Guyana o en un tercero del Caribe que acerque las partes. Si sucede, Maduro habrá tenido éxito aunque el fondo de la controversia no se resuelva. No busca lo último. Persigue como meta inmediata conversar “face to face” con Guyana como dijo en su programa del lunes 25 de septiembre.

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Si el vecino país no atiende ese llamado -que es el discurso en Guyana, mostrar un país cohesionado que no es el caso de Venezuela que lo estará en el verbo pero no de forma política- es probable que Maduro insista en el referéndum para compensar que su jugada no tuvo éxito. Si la tiene, el gobierno seguramente dejará en el aire el referéndum, como respuesta al cambio en su situación o como un buen gesto hacia Guyana, el que tomó esta consulta como señal de agresión y fue lo expresado por Almagro.

Eventualmente esta consulta -dijo el funcionario de la OEA- puede configurar un “crimen de agresión” porque se juega con la simbología de Las Malvinas (1982). Tal vez por esto, en el programa “Con Maduro +” del 25, el presidente fue muy enfático en señalar que ”Venezuela no agrede” y el discurso tradicional que “no salimos a conquistar sino a liberar pueblos con el Ejército Libertador”. Cabello igualmente con un discurso de “no agresión”. En su programa del 27-9-23 fustigó a quienes “piden una invasión a Guyana”. 

Aunque la propuesta de Maduro parece una acción desesperada, más bien es lo contrario. El presidente apela a una acción audaz para ver si logra que Guyana y Venezuela conversen de manera directa sobre el Esequibo. Como se redactó, Maduro puso su propio prestigio o su imagen en la línea de fuego porque es él quien lo demanda. Lo hace con mucha intensidad para comunicar que desea esa conversación antes de seguir en su estrategia.

Hoy no parece posible que se dé la conversación Venezuela-Guyana y menos que el vecino abandone la instancia de la CIJ, cuando siente que ganó el caso. Puede haber alguna conversación con el gobierno de Maduro que no terminará en nada.

Si el referéndum es solo para movilizar a la población y capitalizar desde el punto de vista político, no tiene sentido. Lo mejor que el gobierno puede hacer es abrir consultas realmente amplias acerca del tema. Mostrar generosidad en la consulta y no cerrazón, o consultas puntuales a grupos específicos. Después de esto, un referéndum puede considerarse y, si se hace, tener la fuerza frente a Guyana.

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El referéndum no puede sustituir la consulta a la pluralidad de la sociedad organizada de Venezuela. Vale la voz del pueblo, pero también la voz de sectores que han estudiado la controversia y tienen una opinión.

Si la consulta planteada por la AN es para circunvalar la consulta a grupos organizados, no aportará mayor cosa para la defensa del Esequibo. La celebración del momento, la construcción de una “gran victoria” para el gobierno, que luego será tragada por la inercia, como se traga las iniciativas del gobierno. No es un asunto cualquiera ni algo con lo que se pueda jugar a la política de poder. Si se quiere jugar, que sea algo que termine en una mejor situación de la que se comenzó.

El “Brinkmanship” de Maduro no es mala idea. No ha habido retorno de Guyana y la propuesta pierda fuerza, pero no es una mala iniciativa. Es una arriesgada pero buena movida política la que el presidente hizo.

De nuevo, la debilita lo unilateral de la misma. Un país que no está cohesionado o no sabe cómo tratar sus diferencias -como es Venezuela- es difícil que pueda adelantar un litigio por un territorio que le pertenece y del que fue despojado. No es simplemente llamar a la unidad nacional, sino construirla en los hechos. El gobierno está frente a sí mismo. Frente a su propia apertura o no. De esto, dependerá la suerte de la controversia por el Esequibo.

Nota bene: triste la posición de Venezuela y la del presidente Maduro frente a los crímenes de Hamas contra personas de Israel ocurridos en Gaza el 7-10-23. Molesta la relativización que hace el gobierno de la brutalidad de Hamas contra civiles.

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En su comunicado con fecha 7-10-23 la cancillería expresó su “profunda preocupación por la evolución de los recientes acontecimientos en la Franja de Gaza (….)”. Para ese momento, ya se conocía la letalidad del ataque y sus consecuencias. Hablar de “preocupación por la evolución” realmente es cínico e irrespetuoso con la vida humana, sean de personas de Israel o de Palestina. Es hacerse el desentendido de la manera más criticable para no condenar un brutal ataque que de militar no tiene nada.

El presidente también fue muy cínico y cómodo. En su programa del lunes 9-10-23 se refirió al ataque. Igualmente, evitó la condena a Hamas pero buscó quedar bien al hablar de “imágenes” que cuestionó -es decir, criticó la masacre, sí- para luego decir que hay que tener cuidado “con la manipulación”. La cuestionó pero no la cuestionó, bajo la lógica que “es la respuesta a la opresión de Israel”. Teóricamente puede ser así, pero política, ética, y militarmente no es así. No son imágenes presidente. Son personas de carne y hueso como usted. Son de verdad. Hay que condenar la agresión. Sin atenuantes y de manera clara. 

Maduro fue incapaz de condenar directamente una agresión de ese tipo. Pesó más su ideología vetusta de la izquierda insurreccional que sentar un precedente y condenar una agresión muy letal.

No se trata del apoyo a Palestina. Venezuela ha sido amigo de Palestina, no solo en el chavismo. También fue amigo de Israel. Venezuela quizás hoy pudiera hacer la propuesta que hizo Erdogan, pero su política exterior contra Occidente la anula.

El gobierno puede y debe apoyar a Palestina en sus reclamos por su independencia y por su derecho a ser un igual frente a Israel, pero no puede desentenderse de una agresión contra civiles. Hasta Erdogan distingue una de otra cuando afirmó que la “guerra tiene su moral y sus modos”, para separar una resistencia militar de una masacre contra civiles desarmados. El valor de la vida humana de la que tanto el gobierno se llena la boca -la vida de Orlando Figuera, por ejemplo- vale cero, quemado como fueron quemadas por Hamas Kibutz en Israel. Es hipócrita la posición del ejecutivo y la del presidente Maduro.

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También critico el tuit del ministro de la Defensa, general Padrino López, para celebrar algo que llaman el “día del guerrillero” que tiene en el Ché su faro moral, que publicó el 10-10-23. El Ché tampoco fue ejemplo de “moral y modos de la guerra”, sino de lo contrario. Que un soldado profesional felicite a alguien que no fue profesional en el manejo de las armas y de la guerra -pereció por eso, entre otras cosas- no es correcto. Si quiere o no hay remedio sino celebrar a un “guerrillero” -no debe ser así- el general Padrino tiene el ejemplo de Mandela durante su etapa subversiva, porque Madiba sí tomó en cuenta la “moral y los modos” en la guerra, que es la diferencia entre un soldado y el Ché, entre un militar y un Hamas, aunque los dos hayan portado o usen uniforme que parece militar.  



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