La Lupa
Ascensos militares: ¿subieron «los primeros de la promoción»?
El día 4-7-22 desde el Panteón Nacional, el presidente Maduro ascendió a 162 oficiales a los grados de general de brigada, de división, contralmirante y vicealmirante. Con respecto a 2021, son 22 generales y almirantes menos. Mi hipótesis es que se quiere tener un número fijo de ascensos para evitar excesos o lo que se dice en la calle, “no son generales de brigada, sino una brigada de generales”. Los ascendidos ¿Fueron de “los primeros de la promoción” cuando se graduaron? Hice una selección de 30 ascensos y hallé que el 50% que ascendió se graduó entre “los primeros de la promoción” y el otro 50% no estuvo entre “los primeros de la promoción”. En el caso de los ascensos para general de brigada y de división en el ejército entre 2013 y 2021, Maduro tiende a ascender a oficiales que se graduaron entre “los primeros de la promoción”. Mis cálculos sugieren que hay muchos generales y almirantes en las FAN. Es hora que la sociedad se preocupe por sus FAN, y en vez de pedirles “pronunciamientos” y “quiebres”, le exijan niveles de desempeño, de eficiencia, y eficacia frente a lo que cuestan para la nación y para la sociedad
Caracas. Tengo como poco más de un año que, como periodista, escribo en el género de opinión para El Cooperante. Durante esos 12 meses y pico, he escrito acerca del tema militar. Tal vez 4 o 6 artículos. Sobre al alto mando militar, escribí el año pasado (“¿Por qué Maduro no asistió a los últimos desfiles militares?” con fecha 12-7-21). Un año después, aquí estoy otra vez con el tema militar. A diferencia de 2021, serán dos entregas. Esta, sobre los ascensos a los grados de general de brigada y división, contralmirante, y vicealmirante realizados el día 4-7-22. El segundo artículo -para la semana que viene- sobre el alto mando militar luego que el presidente Maduro anunciara cambios en esa estructura el día 7-7-22. Así que serán dos artículos.
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Para cualquier ejército del mundo, los ascensos son relevantes. Significan promover sus cuadros dentro de la estructura para ocupar las posiciones de comando, de formación, y administrativas. Revelan como las FF.AA reconocen a su personal, cómo lo tratan y promueven. Cómo es su política para sus profesionales y cómo éstos se desempeñan dentro de la organización. En esta relación, es donde entra la política. Es un indicador de la calidad del liderazgo civil y militar.
Para el profesional, es coronar la trayectoria militar en un grado determinado. Es un momento de mucha felicidad para el militar y la familia. En la vida militar, el peso de la familia es importante. En buena medida, la familia vive la vida militar. Los ascensos son, para ellos, también éxito y alegría. Cuando el profesional asciende, también lo hace la familia. En los EUA, por ejemplo, los Marines tienen un día de la familia, en la que ésta vive un día típico de cuartel. Igualmente, en el Norte, tienen el “military family month”, el “military spouse day”, y el “month of the military child”. Hablar de las FF.AA es hablar de la “gran familia militar”.
Para la ciencia política del mundo militar, los ascensos -parecerá increíble en Venezuela, donde hay mucho mito, prejuicios, desinformación y desconocimiento en torno al mundo militar- tienen dos etapas: el desempeño y la visibilidad.
El primero, es lo que permite circular dentro de la carrera militar con base en el desempeño, pero a medida que el oficial sube, pierde importancia ante el segundo momento: la visibilidad, definida como la capacidad del profesional para relacionarse con sus compañeros y superiores que pueden influir para los ascensos a los grados superiores. En criollo, socializar dentro del mundo civil y militar. Conocer y darse a conocer. No son solo los méritos sino la personalidad del profesional.
La visibilidad es más importante a medida que el oficial asciende. Esto permite que la organización pueda seleccionar a quienes representan mejor los valores militares y de la política militar en un momento determinado, con autonomía del mundo civil (Moore y Trout, 1978). En sencillo, ser “el primero de la promoción” no garantiza llegar a general o a almirante, así como graduarse “Summa Cum Laude” no garantiza llegar a ser gerente, rector, o CEO de alguna empresa.
Estudiar los ascensos nos permite ver cómo se da la interacción entre el desempeño y la visibilidad dentro del mundo militar, interacción que pudiera ser válida para una carrera civil. Es duro decirlo y asumirlo -soy de los que cree en el desempeño y menos en socializar- pero un buen desempeño no es suficiente para el éxito profesional y personal. También se requieren habilidades para relacionarse, socializar, ser conocido, y hacer amigos. El mundo militar no es la excepción. No basta solo con estar “entre los primeros de la promoción”.
Tres advertencias para quienes leen este artículo.
La primera es que este análisis es cuantitativo y no cualitativo. Es decir, analiza movimientos para ascender, no personas. En este sentido, es incompleto. Se asciende a una persona y no a un número en la lista. Aquí analizo el número en la lista para acercarme a los criterios de la junta superior para recomendar al presidente de la república los ascensos a los grados analizados (artículo 42 resolución DG-030562), y a los criterios del presidente para promover a los oficiales a los grados señalados (artículo 92 LOFANB).
Periodistas que cubren la fuente militar tienen buenos análisis cualitativos -es decir, quién es quién en los ascensos- que seguramente interesarán más que un análisis cuantitativo al que no se le ve “la sustancia o burdel político”.
La segunda advertencia es que es un análisis, por lo anterior, que no cae en los discursos o manifiestos hacia las FAN tipo “los incentivos” para que actúen contra un gobierno o el discurso “pobrecitos, sabemos que pasas trabajo porque el sueldo no te alcanza”. No es un análisis para hacer política y esperar a la frase de Luis Herrera, “los militares son leales hasta que se alzan”. Para mi gusto, la cambiaría a una más o menos así, “los militares son leales hasta que el gobierno de turno pierde la elección presidencial”. A estas alturas y por el estado del país, me resulta contradictorio hablar del “civilismo”, la “Venezuela civil”, Vargas, Roscio, Gallegos y toda esa perorata pero, al mismo tiempo, pedir a los militares que entren en política como “último decisor” o los “que desempatan el juego” porque los civiles se meten en unos problemas de los que no saben cómo salir.
Finalmente, es un artículo que se aleja de los “paradigmas” de buena parte del mundo civil hacia las FAN: o “guardias pretorianas” -los gobiernos- o una organización para sacar gobiernos que no gusten -las oposiciones- y quizás por eso su estudio no concita interés porque solo es una “organización quita y pone” ¿Para qué estudiarla? Lo que hay es “estar bien con ella” para evitar el quite o “darle los incentivos” para el pon.
Quizás por esto en Venezuela no hay estudios sobre lo militar propiamente sino una historiografía depresiva sobre el mundo de uniforme –“el ejército lo fundó Gómez”, como una maldición de la que no hay salida- o militarólogos que tienen solo cuentos sobre la institución tipo “los compañeros de promoción de Diosdado” o “Clíver Alcala”, historias que encantan en el mundo civil porque se asumen tienen “burdel”. En cambio, el estudio formal, sin la militarología, se ve como fresita y no cala en el mundo civil que sigue empeñado en descubrir el arcano para producir “el quiebre militar”. El mundo de uniforme se asume lejano, extraño, de gente no muy brillante, y que su función es poner o quitar gobiernos. No son fuerzas para la defensa sino para el orden interno, y así la quieren los civiles o “los que hacen ruido”.
Cuando “estemos preparados para esta conversación” sería bueno preguntarles a los ciudadanos si una organización que cuesta entre el 1 al 2% del PIB en promedio para el caso Venezuela, justifica ese gasto solo para quitar o poner gobiernos. En mi humilde opinión, no. Por eso mi paradigma es otro: las FF.AA como una organización profesional para la defensa que se estudia lo más académico posible. Ahhh…que se meten y las meten en política, claro, pero no voy a contribuir a hacerlo, aunque no ignoro que suceda. Muy sencillo, este texto es uno técnico si se quiere y no una proclama hacia las FAN para el “quita y pon” o de la “Venezuela
civil indignada” porque “los verdes” no han sacado a Maduro.
Un editorial antes de comenzar el análisis. Es sobre el desfile del 5 de julio. No si el presidente fue o no fue. No es la primera vez que deja de ir. Mi crítica va a lo que fue cuestionado: la presencia del muñeco de Súperbigote en la parada. No es la primera vez que disputo en mis artículos en El Cooperante a este muñeco por lo que representa –y es pagado por todos nosotros, por lo que tengo derecho a reclamar ahora que dejamos “la Venezuela rentista” según el discurso oficial- desde el punto de vista político: no solo asumir que a la gente se le conquista con una comiquita, sino que el muñeco representa la institucionalización del jalarbolas, de la adulación al presidente Maduro y a la primera dama, junto a otras figuras del gobierno (Cabello y los hermanos Rodríguez Gómez, los “súper amigos”).
Fue realmente vergonzoso rebajar más la participación civil a un muñeco e incluso a la Milicia, porque la carroza de Súperbigote fue con ese grupo. Pena dio escuchar la entonación del narrador, tan empalagosa para hablar de un muñeco de aire. El chavismo ha institucionalizado la incompetencia, la corrupción, y a los jalabolas. Cómo le encanta ser adulado. Lo peor, es que el jalarbolas se pegó también en la oposición. Con el cuento que “estamos en guerra”, quiere obligarte a adular a personas que no lo merecen, solo “por ser de la causa”.
Lo más triste es que Maduro no parece darse cuenta de lo que pierde con eso. Pero la arrogancia también es un signo de la Venezuela de hoy. En una actividad del día 12-7-22 sobre un balance de las “Bricomiles”, Maduro defendió a su muñeco, como era esperado. Siga así, señor presidente, lo veo muy bien. Lleve su muñeco al día de la marina y al de la GN. Lo monta en un barco y en un “VN”. Fin del editorial. Vamos al análisis.
Al ser un artículo técnico, una nota sobre el método. El día 4 de julio ascendieron a los 4 grados –general de brigada, de división, contralmirante, y vicealmirante- un total de 162 oficiales. Imposible para mi analizarlos todos. Eso sería no un artículo sino una tesis para el doctorado de ciencia política, si es el caso o si lo cursara, o para uno de los famosos “papers” para una revista arbitrada.
Para hacer mi análisis, tomé las resoluciones para cada grado porque ellas establecen el orden de mérito en una lista dada. Analicé las listas del ejército, de la marina, y de la aviación. Son 6 listas en total (3 fuerzas x 2 listas, una para cada grado = 6 en total). De cada una de esas 6 listas, tomé el orden número 1 al 5. Totaliza 30 ascensos (2 listas por cada grado x 5 ascensos en cada lista = 10 x 3 fuerzas = 30 ascensos). Cada uno de los 30 ascensos se cotejó con el puesto en que el profesional se graduó en la academia respectiva.
Se estableció un criterio arbitrario para definir a “los primeros de la promoción”. Hasta el 33% de una promoción determinada. El “top 33%” de la promoción. Por ejemplo, una promoción tiene 100 oficiales. Los “primeros” serán los graduados entre el puesto 1 al 33. Los “no primeros” –uso una variable dicotómica- estarán ubicados entre el puesto 34 al 100. Pero puede ser otro porcentaje más restrictivo: el 20% o 10% o más amplio, el 40% o 50 por ciento.
La idea es ver, simplemente, si los ascendidos a generales y almirantes se graduaron entre los primeros cuando se recibieron como oficiales, y en qué porcentaje ascienden “los primeros” y los “no primeros”, que pudiera ser un “proxy” para acercarnos a los criterios de desempeño y visibilidad en los ascensos para los grados de general de brigada, de división, contralmirante y vicealmirante.
Hechas la breve introducción teórica –el desempeño y la visibilidad- las advertencias, el editorial, y la nota sobre el método ¿Cuál es mi análisis sobre los ascensos a generales y almirantes en 2022?
Para los grados de general de brigada y contralmirante (los primeros grados en este nivel, porque luego viene de división, mayor general, y en jefe, y sus equivalentes para la marina), ascendieron los oficiales graduados en 1997. Es decir, la penúltima graduación realizada durante los gobiernos de AD-Copei. Los coroneles y capitanes de navío que ascendieron este año –el grado antes de general de brigada o contralmirante- son graduados en 2001. Es decir, ya dentro del sistema político chavista.
Una primera conclusión es que la socialización militar de Puntofijo se acerca a su fin. El año que viene, deben ascender a general de brigada/contralmirante los coroneles graduados en 1998 y para 2024, los primeros generales a los que Chávez graduó en 1999. Como el país, las FAN también son otra, al menos desde el punto de vista generacional. Serán unas FAN estructuradas durante el chavismo con lo que eso implica desde el punto de vista político.
Lo anterior no significa que no habrá oficiales graduados durante los gobiernos de AD-Copei en las FAN. Los hay. Lo que se quiere decir es que las nuevas promociones de generales y almirantes serán dentro del sistema político chavista. Los oficiales graduados durante AD-Copei deben estar en servicio activo hasta 2031. Salvo alguna causa especial, a partir de esa fecha, los graduados, ascendidos, y retirados serán todos dentro del sistema político chavista.
Los ascendidos por grado entre 2019 y 2022 muestran un patrón propio del gobierno de Maduro. Para el grado de contralmirante, los valores se mantienen estables entre 2019 y 2020, con una subida en 2021 para bajar en 2022. La variación se puede explicar por necesidades del servicio en el caso de los capitanes de navío, y satisfechas las plazas, se regresa a un número cercano a los años 2019-2020.
Con los vicealmirantes, en 2019 ascendieron 15 pero en 2020 dos. Un motivo puede ser porque había menos plazas que las requeridas y cubiertas estas, se estabilizan los ascensos para ese grado en 2022.
Para los generales de brigada y de división, el valor relativo sube ligeramente entre 2021 y 2022 pero en valores absolutos se mantienen relativamente estables. Luce que se quiere mantener un número de plazas fijo para evitar variaciones como fue entre 2019 y 2020, que pueden explicarse desde motivos políticos hasta la pandemia: 2020 luce como un año atípico para los ascensos, con casi 2/3 de las promociones concentradas en el grado de general de brigada.
Lo que se desprende de todo lo anterior es que se quieren mantener estables las plazas para ascender en estos grados, sin variaciones entre un año a otro. Salvo los contralmirantes, los demás grados mantienen sus valores entre 2021 y 2022 ¿Qué puede significar esto? Que hay una planificación para los ascensos, pero hay momentos en que no es así. Hay que llenar vacantes y por eso las subidas y bajadas en los grados.
Veamos por fuerza:
Por grados, hay paridad en los números entre los grados de brigada/contralmirante y división/vicealmirante. No hay mayores diferencias numéricas entre unos y otros.
Los ascensos están concentrados en el ejército y la GN con casi el 60 por ciento, y la marina y la aviación el otro 40 por ciento.
Dentro de los grados, para 2022 no hay diferencias: 81 de brigada y contralmirante, y 81 de división y vicealmirante. En los años previos sí hubo diferencias: 102 y 82 en 2019, 107 y 31 en 2020, y 101 y 83 en 2021 respectivamente. Salvo que sea casualidad, el 81-81 puede apoyar mi hipótesis que se quiere un número estable de ascensos y evitar, por ejemplo, el 107 GB/CA-31 GD/VA de 2020.
Veamos, ahora, la ubicación de los 5 primeros ascendidos en cada grado de acuerdo a la resolución frente a su posición cuando se graduaron, para tener una idea de quiénes ascendieron.
Por supuesto, haberse graduado de primero o entre los primeros en la promoción no significa que siempre se estará entre los primeros, pero hay una proyección en la carrera. En otras palabras, un oficial que no se graduó de primero en su promoción puede ser de los primeros a lo largo de su carrera militar, así como un oficial que se graduó entre los primeros puede mantenerse así a lo largo de su vida profesional o no. El puesto en la graduación no determina sino proyecta el futuro. Solo eso. Cada oficial tiene su expediente justamente porque su carrera militar la hace con su desempeño, que no es fijo desde que se gradúa.
Si de la cantidad de cada promoción se asume de manera arbitraria que “los primeros” son la tercera parte de cada una –por ejemplo, en la de 1994 con 118 oficiales, los “primeros” van del puesto 1 al 39- en el grado de general de brigada del ejército, los 5 primeros están en el “top 33%” de la promoción de 1994 –en color azul- con dos oficiales en posiciones de primera (ascendidos # 1 y #4).
En el grado de general de división, la tercera parte va del puesto 1 al 47 (N = 143 oficiales). Salvo el ascendido #4 de una lista de 28 ascendidos, los tres primeros de la lista están en el “top 33%” de la promoción de 1997 en el orden de mérito.
En este grado, el último de la lista es de otra promoción. Del año 1995 y ocupó el puesto 19 de un total de 173 oficiales graduados, y se ubicó en el “top 33%” de su promoción.
En el caso de la marina para el grado de contralmirante, la tercera parte en el orden del mérito va del puesto 1 al 12 de un total de 36 graduados en 1997. Los ascendidos en 2022 no están en el criterio arbitrario de los “primeros” en el “top 33%” de la promoción. El último de la lista para ser ascendido a contralmirante, el #14, es de la promoción de 1995 y ocupó el lugar 70 de 100 oficiales.
Para los vicealmirantes, la tercera parte en el orden del mérito va del puesto 1 al 28 de un total de 85 oficiales egresados en 1994. Solo uno, el ascendido #5 –en azul- está en el “top 33%” de su promoción. El último de la lista para ascender a vicealmirante, el oficial #16, es de la promoción de 1990 y ocupó el lugar 64 de 100 marinos.
En los aviadores, salvo los ascendidos números 1 y 5 de una lista de 20 para ascender a general de brigada en 2022, los demás están dentro del “top 33%” –en azul- de la promoción (del puesto 1 al 25 de una promoción de 77 oficiales graduada en 1997). El que cierra la lista para ascender este año –el #20- es de la promoción de 1995, y ocupó el puesto 43 de una promoción de 75 oficiales que se graduó en 1995.
En los generales de división, 3 de los 5 primeros en la lista que ascendieron este año están en el “top 33%” -de los puestos 1 al 21 en el mérito al momento de graduarse en 1994, un total de 64 oficiales- y el que cierra la lista de ascensos a general de división que son 17, ocupó el puesto 6 de 57 graduados pero del año 1993, por lo que se ubicó en el “top 33%” de su promoción de 1993.
¿Qué significa todo lo anterior? Como se explicó en el método, si se suman todos los 5 primeros de la lista de ascenso para los 4 grados (brigada y división/contralmirante y vicealmirante) por fuerza, se tiene un total de 10 ascendidos por fuerza, y al analizar tres fuerzas –ejército, marina, y aviación- se tiene un total de 30 personas.
De este total, 15 están en el criterio de graduados dentro del 33% en el orden de mérito de cada promoción –se recuerda que es un porcentaje arbitrario- y el otro 50 por ciento –es decir, 15 oficiales- están en el 66% del orden de mérito que conforma cada promoción. Es decir, de 30 ascensos analizados a los grados de general de brigada y división, contralmirante y vicealmirante, 15 ascendidos se graduaron de las academias en el “top 33%” en los años 1997 (brigada/contralmirante) y 1994 (división/vicealmirante). En otras palabras, a general y almirante llegaron quince oficiales que fueron de “los primeros de la promoción”.
Lo que revela el cálculo, si la variable independiente para proyectar los ascensos a futuro es el puesto en el orden de mérito al graduarse de oficial, es que oficiales que se graduaron bien en su momento llegaron al grado de oficial general y almirante entre los 5 primeros de la lista del ascenso respectivo. En sencillo, “primeros de la promoción” llegaron a general y almirante.
Esos oficiales mantienen la calidad a lo largo de su carrera. Los oficiales que no se graduaron dentro del 33% en el orden de mérito de cada promoción pero están en los primeros puestos para ascender este año a los 4 grados examinados, puede indicar que en su carrera crecieron profesionalmente. No comenzaron entre los primeros, pero ahora lo son.
Un comentario merece oficiales que no son de las promociones de 1994 y 1997 -la mayoría que ascendió- pero que subieron. En total ascendieron 5 de las promociones 1990, 1993, y 1995.
Aquí cabe la hipótesis profesional y la política. La primera, oficiales cuyo ascenso estaba retardado porque son de las promociones de 1990, 1993, y 1995. La hipótesis política, es que son ascensos definidos por un criterio político. A lo mejor, oficiales “afines a la causa” que hay que reconocer y darles un grado de general o almirante. Tal vez la hipótesis profesional pesa más porque de los 5 ascendidos en este grupo, 3 (60%) se graduaron en el “top 33%” de sus promociones. Curioso, en este grupo, se mantiene la misma “proporción Maduro”: entre el 50 al 60% de los que asciende, al menos para esta selección, son de “los primeros de la promoción”.
Aunque lo anterior no se puede generalizar para todos los ascensos porque requeriría de otro diseño de método como una selección al azar en años típicos de ascensos, definí un criterio para contrastar los ascensos de 2022 con el pasado, para ver si la proporción “de los primeros de la promoción” que llegan a general y a almirante se mantiene en la presidencia de Nicolás Maduro. Es un “Proxy” para inferir los criterios que Maduro tiene para promover a oficiales para estos 4 grados.
Tomé un pequeño grupo de ascensos porque hacerlo con todos sería muy exhaustivo. Tomé los ascensos a general de brigada y división en el puesto 1 del orden de mérito en el ejército desde que Maduro es presidente hasta 2021. Es decir, el primero de la lista para cada grado entre 2013 y 2021 solo en el ejército. Veamos qué aparece:
En los ascensos a general de brigada y división en el ejército de los primeros de la lista de mérito para esos grados entre 2013 y 2021 frente a su posición en el orden de mérito cuando se graduaron, el porcentaje es ligeramente superior a lo encontrado para los ascensos de 2022 en el ejército, la marina, y la aviación.
Es decir, de un total de 16 ascensos para el caso del ejército (Cuadro 6), nueve están en el “top 33%” de su promoción al graduarse lo que representa un 56,3% de los ascendidos a general de brigada y de división quienes vienen de ser “los primeros de la promoción” (en color azul). Siete oficiales no están en el “top 33%’ de su promoción al graduarse, y representan un 43,8 del total de casos analizados (16 ascensos). Más fácil, de cada 10 ascensos en el ejército para los grados de brigada y división entre 2013 y 2021, Maduro ascendió a 6 que se graduaron entre “los primeros de la promoción” y a 4 que no se graduaron entre “los primeros de la promoción”.
Se observa que hay más “top 33%” en los ascendidos a general de brigada que a los promovidos a general de división. Una hipótesis tentativa para explicarlo –con base en la teoría esbozada al comienzo de este artículo- es que el grado de brigada es el primer general, porque hay tres más (hasta general en jefe o su equivalente en la marina). Los que ascienden a general de brigada vienen de ser coroneles y capitanes de navío para subir a contralmirantes. Es probable que, para este nivel, pese más el desempeño que la visibilidad. En cambio, quien asciende a general de división tiene una antigüedad de al menos 3 años como general de brigada (artículo 132 LOFANB). Ya tiene roce político y social, y la visibilidad pesa más que el desempeño. Por eso para los ascensos a general de división en el Cuadro 6, hay menos oficiales que fueron “top 33%” cuando se graduaron de la academia militar. Pesan más las habilidades sociales y políticas que el desempeño solamente.
En resumen, para el ejército y para los grados de brigada y de división entre 2013-2021, el presidente Maduro tiende a ascender en una mayor proporción a oficiales que se graduaron entre “los primeros de la promoción” que a oficiales que no se graduaron entre “los primeros de la promoción”. Lo que esto sencillamente dice -al igual que los cuadros anteriores- es que, al menos, un 50% de los ascendidos a los grados de general y almirante, se graduó entre los primeros de su promoción y ascendió a general o almirante en los primeros 5 lugares del orden de mérito.
Si se puede establecer una regla general, de cada 10 que ascienden a general o a almirante, Maduro promueve a 5 que se graduaron entre los primeros en su momento y a 5 que no se graduaron entre los primeros en su momento.
Hay otro tema que siempre me preguntan ¿Son muchos o pocos generales y almirantes? No hay una respuesta única. No existe una regla de cálculo que defina un número adecuado. Ni siquiera en los EUA.
En este país, también se critica la cantidad de generales y almirantes. Tiene cerca de 1.000. En 2017, cuando se aprobó el presupuesto de defensa de ese año, se acordó establecer un tope -un “cap”- de generales y almirantes de aproximadamente 650 generales y almirantes para 2022.
Los EUA pasaron de 1 general por cada 6.000 militares en los 40’s a 1 general por cada 1.400 militares en la actualidad. En el Norte, no pocos se alarman con esta proporción. En los 90’s, los Marines solicitaron 12 generales. El congreso de los EUA interpeló a los comandantes de los Marines, y reconocieron que, en verdad, necesitaban solo 4 generales, los otros 8 no eran necesarios, pero igual los querían. El exsecretario de Defensa, Robert Gates, se quejó de la burocracia que traen más grados de general y almirante. Indicó que entre él como secretario y un oficial de línea, había 31 niveles de burocracia. Cada general o almirante de los EUA cuesta 1 millón de dólares al año. Es decir, los EUA pagan 1.000 millones de dólares al año por todos sus generales y almirantes (McCarthy, 2017).
En nuestro país ¿son muchos o pocos generales y almirantes? Usaré el baremo de los EUA para comparar. Primero, del Cuadro 1, vamos a sacar a los ascendidos en 2019. Asumamos que pasaron a retiro. Quedan los promovidos entre 2020 y 2022 que totalizan 484 generales de brigada, división, contralmirantes y vicealmirantes. Luego, definimos el total de integrantes de las FAN de Venezuela. Vamos a la página del ministerio de la Defensa. En la sección “Fuerza Armada” se dice que, “La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) de la República Bolivariana de Venezuela está integrada por alrededor de 95.000 a 150.000 de combatientes activos, entre ellos, una creciente Milicia Nacional formada por cientos de miles de personas en capacidad de prestar servicios como reservistas. No obstante, esta cifra de efectivos activos se aproxima a 235.000 hombres y mujeres de primera línea” (consultada el día 11-7-22 a las 9:50pm). Tomemos la cifra más alta: 150.000 soldados regulares y 235.000 milicianos. Eso suma 385.000 efectivos de primera línea. Lo dividimos entre la cantidad de generales y almirantes que son 484, y resulta, si redondeamos, en 1 general por cada 796 soldados. Es bastante la cantidad de generales y almirantes que tiene Venezuela si se compara con los EUA.
Tal vez el presidente Maduro y las FAN están conscientes de esto porque el número de ascendidos en 2022 es menor a 2021: 162 y 184 respectivamente. 22 generales y almirantes menos. Además, repartidos en cantidades iguales: 81 de brigada/contralmirante y 81 de división/vicealmirante. 22 es una cifra modesta, pero puede indicar que se quiere reducir la cantidad porque ya es excesivo. Otra señal puede ser que, a la luz del Cuadro 1, se quiere mantener una cantidad estable para ascender en estos 4 grados, de manera de poder alinear los ascensos con las plazas disponibles y no tener, como se dice en la calle, “no son generales de brigada sino una brigada de generales”, que comunica algo “bananero”.
Como se observa en el caso de los EUA, los generales y almirantes cuestan ¿Cuánto en Venezuela? No tengo la cifra, pero deben costar dinero.
La sociedad civil siempre debió estar pendiente de sus FAN. No solo pedir “pronunciamientos” o estimular “quiebres militares” para reforzar el “militarismo” y el “pretorianismo” del que tanto se queja con hipócritas modos “civilistas”. Digo esto porque ahora que el Estado cobra en dólares, la sociedad debe exigirle al Estado. Para el mundo militar, demandarle cuánto cuesta un general o un almirante. Si sus tareas se corresponden a sus grados, y exigir como sociedad un tope para los ascensos a estos grados para no tener “brigadas de generales” o a generales y almirantes en tareas de grados inferiores (también es un tema en los EUA).
Este tipo de demandas a las FAN pueden estimular una relación civil-militar más sana. Comenzar a ver a las FAN como un cuerpo para la defensa pagado por la sociedad por lo que debe rendir cuentas y tener indicadores de desempeño, eficiencia, y eficacia que el país pueda evaluar. No porque como “tienen los hierros” hay que quedarse callado. La sociedad debe también pedirle resultados a sus militares, no solo “pronunciamientos”, un gaseoso discurso sobre la “institucionalidad», o quedarse pegada en el cuento de «los negocios».
Creo que actuar así frente a la institución militar es mejor que pedir “quiebres” o a esperar por la frase de Luis Herrera que “los militares son leales hasta que se alzan” que es la apuesta de los muchos Roscios que hoy hay en Venezuela, que se quejan que el 5 de julio es una “fecha civil y no militar” aunque, sin querer queriendo, entronizan el pretorianismo del que proclaman hay que salir, para recibir los nunca bien ponderados aplausos en tuiter porque las FAN son solo para “quitar y poner gobiernos”.La semana que viene es el segundo y último artículo sobre los ascensos. Abordaré la conformación del alto mando militar ¿Quiénes lo integran? y si son de “los primeros de la promoción”.
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