La Lupa
Balance AN 2021-2025: para las necesidades del Gobierno
La Asamblea Nacional cumplió su cuarto año el 5 de enero de 2025. Desde el inicio de sus actividades en 2021, hago un balance anual para El Cooperante. El período 2024-2025 fue el que menos sancionó leyes. Desde 2021, el parlamento sancionó 100 normas centradas mayormente en lo económico y en lo social. Los temas políticos y judiciales van en función de las necesidades del gobierno y de la coyuntura política. Este año se elegirá una nueva AN para el lapso 2026-2031 ¿Qué esperar? Lo más probable es que sea similar a la actual. Un parlamento que responde a los requerimientos del poder ejecutivo. Sin embargo, una AN distinta a la vigente dependerá si la oposición participa o no. No es una decisión fácil. En ningún escenario es una situación “ganar-ganar” ¿Cómo participar al tiempo que el contencioso del 28 de julio se mantiene? Es el gran problema para resolver. El “Catch-22” para la oposición
Caracas / Foto: Archivo.- Uno de los temas con los que comienzo cada año mis artículos para El Cooperante, es el balance de la Asamblea Nacional. El parlamento elegido en diciembre de 2020 que este año llega a su último de actividades porque el 5 de enero de 2026 se instalará una nueva AN que debe votarse en 2025.
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He estudiado para El Cooperante lo que hace la AN desde su primer año de ejecutorias en 2021 hasta enero de 2025. Un examen de cuatro años. Para hacer el balance corto de ese casi lustro de la AN, lo que conseguí es que el parlamento arrancó con muchas expectativas en 2021 pero, con el paso de los años, es uno cada vez más ajustado a las necesidades del gobierno y del chavismo. Es una AN alejada del espíritu para este poder que definió el artículo 187 de la constitución, en tanto contrapeso al poder ejecutivo a través de las interpelaciones.
El balance de 2024 sigue esta tendencia pero más acentuada: un parlamento con menos dinamismo y centrado en las urgencias del gobierno.
Esta hipótesis se nota mejor en el cuadro 1 que muestra las leyes sancionadas por la AN entre 2021 y 2024. En mi cuenta y en cuatro años, la AN sancionó 100 leyes, pero la fuerza de 2021 se perdió: de 38 normas sancionadas hace 4 años a apenas 17 durante el año pasado (aunque el presidente de la AN afirmó que son 18 las sancionadas). Veamos el cuadro 1:
Si se observa por las áreas a legislar se nota una disminución entre 2021 y 2024: de 11 áreas a 4 áreas lo que sugiere que el parlamento se concentró en pocos temas al final de su período para sancionar normas.
Mi hipótesis es que esta concentración responde a las necesidades del gobierno y a la coyuntura que vive el país. En función de esto se legisla y de aquí que los planes legislativos que se presentan al comienzo de cada período cambian a lo largo del año. Lo planeado no es necesariamente lo que se sanciona. En el camino, entran propuestas de leyes.
Para el año 2024 no se presentó un plan legislativo como se hizo en otros años -al menos no lo registré en mi revisión de la web de la AN- lo que apoya la hipótesis de la pérdida de dinamismo del parlamento. Incluso su página web está desactualizada más allá de las noticias. En el tema de leyes, balances legislativos, no tiene información reciente que permita evaluar el trabajo de la AN.
La AN sancionó en 2021 normas en 11 áreas lo que revela la expectativa para legislar en diversos temas luego que el parlamento de 2016-2021 no lo pudiera hacer por el conflicto entre el ejecutivo y el legislativo. Había un retraso legislativo que la AN votada en 2020 comenzó a llenar.
Pero si se ve en el tiempo, la AN ha concentrado su labor en 4 áreas que van en función de la coyuntura política y de las necesidades del gobierno.
Las áreas son Política, Justicia, Social, y Económica. Veamos cada una. Las constantes son el área Económica y Social, al ser la segunda el área preferente del parlamento en cuanto a leyes sancionadas (ver cuadro 1). Es uno para lo social. Una de cada 4 leyes sancionadas entre enero 2021-2025 está vinculada al área social, que es la marca de la legislación chavista.
Una de cada 5 leyes sancionadas por la AN entre 2021-2024 corresponde al área Económica.
En lo social y lo económico se han ido 4 años de la AN. Como se indicó en el balance del parlamento en la legislatura de 2022-2023 que escribí hace un año para El Cooperante -publicado el 15 de enero de 2024- queda la evaluación cualitativa de lo aprobado. De las 100 leyes sancionadas entre 2021-2024, la mitad corresponden a asuntos sociales y económicos pero ¿qué impacto han tenido en la vida económica y de las personas en su día a día?
Las áreas Política y Justicia son constantes pero responden a la coyuntura política de un momento. Se legisló en el área Justicia en 2021 y 2022. Se hicieron normas en el área Política en 2023 y 2024.
La justicia fue importante en la coyuntura del tema de los DD.HH y de la investigación que la CPI adelanta por violaciones a los DD.HH cometidos por funcionarios del gobierno durante las protestas de 2014 y 2017.
También legislar en la justicia fue catalizada por la “revolución judicial” de 2021 que buscó descongestionar las prisiones. Quizás hace 4 años el ejecutivo tenía la intuición que grupos malandros buscaban ser actores políticos. De hecho, el tema de las bandas armadas es un asunto de seguridad de la nación como lo expresó el presidente Maduro (RP, resultados del 28 de julio pendientes) en la reunión del Consejo de Defensa de la Nación efectuado el 8-1-25.
El área Política se activa en la legislatura de 2023-2024. Una de cada 10 leyes sancionadas por la AN está vinculada al área Política.
Mi hipótesis para explicar la emergencia de esta área es porque ese año regresó el conflicto entre el gobierno y la oposición. Conflicto que llegó a su punto máximo en 2024 cuando, salvo mejor información por parte del CNE, el gobierno desconoció la victoria de Edmundo González Urrutia (EGU). Ese empuje de lo político tendrá más fuerza en la legislatura de 2025 cuando el chavismo propone una reforma a la constitución para ser votada este año.
La AN comenzó con lo social en 2021 y seguramente termine su lustro con el tema político que revela la coyuntura del presente.
En 2021 el gobierno tenía el crédito de haber resistido a la estrategia de “máxima presión” para derrocarlo. Pudo dedicarse a los temas económicos y sociales. En 2025 la situación es diferente. El ejecutivo no tiene el crédito de hace 4 años sino que se observa un agotamiento con la gestión y se manifiestan deseos de cambio político visibles en las presidenciales de julio de 2024. Por eso las leyes políticas aparecieron en 2023. El poder vuelve a ser disputado. La AN legisla para proteger al sistema político chavista.
El balance acumulado de la AN es modesto como institución. En años recientes el parlamento es la caja de resonancia del chavismo. Un ejemplo, son los acuerdos que se aprueban en plenaria que responden a las necesidades únicas del chavismo. No hay otro tema o se debate realmente. Muchos elogios a la oposición que está en la AN pero ninguna relación política en términos de igualdad. No hay acuerdos o negociaciones para formar la directiva de la AN. Ni siquiera en el puesto de subsecretario. Es una AN que llegó con altas expectativas -incluso, fue la promesa del chavismo en 2020, una AN que legislara, debatiera, e interpelara- pero ya para fines de 2022 esa fuerza se perdió. El empuje de las ganas para legislar y hasta el humor de la directiva del parlamento que se vieron en enero 2021 se extraviaron.
El balance favorable para la AN 2021-2026 está en las normas sociales y económicas las que, como se afirmó, queda la evaluación de sus efectos en la vida cotidiana de las personas y de la economía venezolana. Si realmente estas normas significan mejoras en la vida cotidiana o son leyes que se quedaron en el papel, en la ley sancionada, “para ingleses ver” como se decía sobre las constituciones latinoamericanas en el Siglo XIX, muy bonitas pero no se cumplían.
Este año está prevista la renovación del parlamento. A la luz del balance del parlamento hasta enero de 2025 ¿Qué esperar de la próxima AN?
Ceteris Paribus lo que se puede esperar de la AN 2026-2031 es una repetición de la AN actual, pero con más profundidad. Es decir, una AN más dependiente del ejecutivo y que su función de controlar y parlamentar quede anulada y subsumida en el discurso del poder popular que no es un contrapeso político sino una estructura del chavismo.
¿Puede ser diferente la suerte de la próxima AN si la oposición participa en las elecciones previstas para este año? Es difícil una respuesta. No solo porque el gobierno, salvo mejor evidencia por parte del CNE, desconoció los resultados del 28 de julio. Pero también porque, de ir, es probable que la oposición vaya con su fracasado paradigma “del quiebre”, que ahora se siente reivindicado por la llegada de Trump cuando uno ve las caras del fracaso otra vez en las “red carpet” de la política de los EUA para celebrar al nuevo gobierno republicano. Por su parte, María Corina sigue con su mensaje de “pedirle el favor” a las FAN para producir el elusivo “quiebre militar”.
Entonces volver con lo de siempre que si ir o no ir a las elecciones, es perder tiempo. Cierta oposición es experta en invertir la carga de la prueba y, entonces, quienes votamos tenemos que someternos al interrogatorio para responder “qué vamos a hacer para que el gobierno reconozca el 28 de julio y, así, poder ir a las elecciones de la AN”. Ponernos en el “banquillo de los acusados”.
Así sucede siempre: los que fracasan distraen su fracaso con preguntas aunque no han respondido qué pasó con la “estrategia robusta” -la que ahora está en una parejería grosera hacia Trump- qué sucedió con las “complejas negociaciones” con el chavismo, dónde están las “señales” prometidas, y qué pasó con los cientos de llamadas de los “comacates” o “ciudadanos militares y policiales” a María Corina y a Erick Prince de las que ambos todavía se jactan. Caer en ese juego es agotarse y darle, otra vez, una excepción a un paradigma que fracasa de manera reiterada, sin visos de revisión. Al menos en mi caso, no me engancho. Los que tienen que dar explicaciones son los preguntan ¡Qué sabroso!
Como se dijo, votar o abstenerse no es una decisión fácil para la oposición. Es un “Catch-22”. No hay un “ganar-ganar”. Tampoco necesariamente un “perder-perder” sino un “incertidumbre-incertidumbre” porque ir o no ir puede tener o no tener efectos en la situación interna de Venezuela. La experiencia indica que abstenerse no produce lo esperado –“el quiebre”, no lo hizo en 2005 o 2018- y ganar es vulnerable al desconocimiento del gobierno como pasó en 2015 (parcialmente, porque la oposición jugó equivocadamente al quiebre) y en 2024.
El punto político es ¿Votar o abstenerse para qué? ¿Cuál de las dos tendrá un efecto en fortalecer a la oposición frente al gobierno? para contrapuntearle, no fortalecerla frente a tuiter y sus fantasías. Sufragar o abstenerse son decisiones políticas que deben insertarse dentro de una estrategia.
Lo anterior se complica porque la separación entre la oposición que está en Venezuela y la que está fuera de Venezuela, se ensancha. La primera está debilitada, no solo por la represión del Estado sino por sus errores, por persistir en una estrategia que fracasa, y también por su pusilanimidad por no atreverse a preguntar acerca de la pertinencia de su estrategia, por miedo a tuiter, o tener personalidad política para decir lo que piensa.
La oposición que está afuera se fortaleció e influye el devenir de la oposición. Por ejemplo, hasta Uribe se da el lujo de decir qué hay que hacer y madrugó a María Corina, quien no ha dicho algo sobre la “intervención humanitaria” pedida por el expresidente. No sé si porque está en desacuerdo pero no va a desautorizarlo para no ir en contra de un aliado, o porque está de acuerdo pero no se atreve a decirlo porque la represión del Estado irá en su contra sin contemplaciones.
Dentro de la oposición que está afuera hay una disputa por la dirección opositora, menos por la visión estratégica y más por la velocidad de la estrategia (el quiebre). El interinato revive al aprovechar la llegada de Trump. Sus figuras más destacadas reviven en alegres fotos tipo “Así comenzó/Así va”. María Corina regresa a sus orígenes aunque de manera más elaborada con el tema de la fuerza.
La oposición que está afuera es la que influye dentro de Venezuela. Además, le quitó el control a los “batallones de tuiter” de Machado. Hay una “guerra de influencers”. Los influencers que están afuera son los que marcan la agenda, al presumir de su cercanía con Trump. A los “batallones” e influencers de Machado en redes solo les queda jugar a la “politología seria” -con clases sobre la democracia 1958-1998, llegaron con 30 años de retraso- cazar peleas sobre “quienes votan tienen que explicar tal cosa”, hacer el “damage control” luego del desinfle del 10 de enero, y destrozar personas y reputaciones -ahora la emprenden contra Iraida Villasmil de UNT y contra un foro de IFIT- pero cada vez más solos, más débiles, los mismos de siempre. Los “batallones” perdieron legitimidad y fuerza por no cumplir lo que prometieron para el 28 de julio y el 10 de enero, y por ser demasiado miedosos, a pesar de que hablan fuerte y piden sacrificios….¡pero de otros!
Machado a lo mejor concuerda con la oposición que está afuera pero está limitada por su resguardo. No habla, entonces, o lo hace con indirectas (“acumular la mayor fuerza posible”, pero no en el enfoque de la “acumulación de fuerzas” sino para producir la fractura, la obsesión de cierta oposición).
Los partidos dentro de Venezuela totalmente debilitados y sin capacidad de ser la referencia política para dirigir a la oposición. Muchas citas sobre Ruiz Pineda pero sin capacidad de ejecución, dirección, auctoritas, o liderazgo. Disminuidos y carajeados en tuiter.
Al final del día, la oposición regresa a sus contenidos de la “corporación criminal” y ver si la pega con algún evento para catalizar el “quiebre”: lo dicho por los EUA en la OEA sobre la “organización criminal”, otra vez la presión al fiscal de la CPI, el caso Ojeda en Chile, o cualquier afirmación de Trump que es analizada por -resulta vergonzoso- la parejería criolla que cree traduce al presidente de los EUA. Todos lo cortejan y es triste porque revela que no hay una capacidad interna propia. La oposición vuelve a su contenidos policiales y no políticos, que es la agenda de la oposición que está afuera y que tiene eco en sectores que están en Venezuela.
No se observa capacidad interna para resolver el “Catch-22” que tiene la oposición. Luce que se planteará la abstención. No sé si alcanzará a la votación para la reforma a la carta magna. La autoexclusión de Sergio Garrido anunciada por AD apunta a esta dirección. Queda ver si el gobernador de Barinas se tomó una licencia incorrecta pero su caso -como el de los electos en 2021- revela el “Catch-22”: son poderes del Estado, dentro de un sistema autoritario, pero no pueden aislarse de ese sistema.
Una declaración de la presidenta del CLE del estado Zulia, Iraida Villasmil -la que molestó a tuiter en su comodidad, para variar- quien afirmó que reconoce “a la autoridad que está sentada en Miraflores” y dio una explicación lógica para eso: ella es parte de un poder del Estado que no está para desconocer como es un CLE que es un cuerpo colegiado. Habló como presidenta del CLE. El “Catch-22” es ese: que el CLE del Zulia no tiene capacidad para una “guerra de poderes”. Hasta aquí bien lo dicho por Villasmil, pero los políticos de Venezuela cuando tienen la oportunidad de decir algo interesante, no lo hacen. Por eso muchos los detestan. Ya está calichoso eso de querer ser los “hombres y mujeres sensatos, adultos, y responsables”.
La legisladora del Zulia dio una respuesta lógica pero la mató con el “eso es lo bonito en política”. No es “bonito” porque hay un contencioso con el gobierno nacional. Los poderes se reconocen pero el ejecutivo quiere subordinación del federalismo. Eso no es “bonito”. Pudo haber dicho algo, “como representante del poder público estadal reconozco a quien ejerce el poder ejecutivo en Miraflores, que es tan poder como nosotros, pero hay un contencioso político por los resultados del 28 de julio y uno administrativo por el respeto a la descentralización”. Reconoce a Maduro, pero con un mensaje de diferencia política dentro de la delicada posición de Villasmil que no es la cómoda de los indignados de tuiter que irán a renovar el pasaporte en una oficina administrativa del gobierno que representa a ese poder del Estado que no reconocen. Así cualquiera se “indigna”. Villasmil no dijo nada incorrecto pero lo adornó tanto para quedar bien que, al final, no quedó bien con nadie. La destrozaron en tuiter, para variar.
Los poderes estadales y municipales en manos de la oposición pierden en todos los escenarios. Incluso, si se inmolan como le encantaría a tuiter desde su comodidad ¿La abstención producirá el “quiebre”? Es la pregunta que hay que abordar.
El problema para la oposición es cómo, “sin pasar la página”, puede hacer política de poder dentro de un sistema autoritario, porque “cobrar” no pudo, que fue la promesa para el 28 de julio y para el 10 de enero -hasta el canciller de Uruguay “cayó por inocente” con el “quiebre militar”- al precio de destrozar reputaciones y personas al mostrarlas como incapaces y “colaboracionistas”.
Hoy los que decían que “no hay tiempo” piden “paciencia”. Si la oposición no puede cobrar y hacerlo depende de un imponderable -que no es la Fortuna de Maquiavelo, porque la Fortuna no es azar, hay que trabajarla, y la oposición no la trabajó aunque dijo que sí- entonces ¿qué le queda a la oposición? Repetir el esquema del interinato, por lo visto. Y el deja vu: otra vez la discusión sobre si las sanciones tienen impacto en la vida cotidiana de las personas o la “organización criminal”. Los mismos temas calichosos de siempre.
Entrar en esas discusiones es agotarse y formar parte de un status quo, de una suerte de “socialité de la resistencia y del exilio” la que, cómoda en tuiter y en sus grandes vidas privadas dentro de la “paz autoritaria” que les indigna, nos regalan sesudos artículos sobre “la usurpación” reconocidos en tuiter como “a great piece”, pero hasta ahí. No van a desafiar la “paz autoritaria”. Se agrega la lucha entre influencers por el “territorio digital” porque la correlación de fuerzas dentro de la oposición que favorece el quiebre cambió porque la oposición que está afuera se fortaleció. Hasta EGU habla como esa oposición y las fotos que publica lo que me comunican es que fue absorbido por ella.
Havel -tan citado ahora por esa cierta oposición- fue muy celoso en cuidar el frente interno. También la resistencia durante Pérez Jiménez lo hizo, luego de debatir y la dura realidad que la oposición en el exilio no podía dirigir a la resistencia interna. Pero la oposición de hoy se parece más a una “oposición gomecista” que a una “oposición perezjimenista”. Hasta los exilios de las grandes figuras de hoy comunican abundancia como la vida de los que conspiraron contra Gómez.
Me centro en Havel. Privilegio el frente interno, no a la oposición que está afuera. A quienes consideramos votar y que eso no significa “pasar la página” sino seguir en la página de la lucha y una futura AN deberá ser de lucha dentro de un sistema autoritario, evaluaremos si votamos o no para esa elección, en función de la oferta. De paso cae mal el chantaje de personas en tuiter que vienen de la abstención y, ahora, como una gran declaración afirman, “no cuenten con mi voto”, en tono que creen que se les va a rogar. Como si en el pasado se hubiera contado con sus votos. No se contó y se avanzó a pesar de su ausencia para cuidar la ruta electoral de la que hoy pretenden ser los únicos representantes y dueños. Despreciaron esa ruta, pero se mantuvo a pesar de los llamados a la abstención de ese sector.
En las municipales y regionales votaré porque voy a defender mis espacios regionales y municipales. Sí, los estigmatizados “espacios”. Considero que la alcaldía de El Hatillo tiene una gestión. Pago mis impuestos y he recibido de esa gestión, principalmente en la salud municipal en dos situaciones de salud importantes, complementadas con la salud privada. Voy a defender ese derecho a la salud municipal sin descargarme a los alcaldes capitalinos como hacen no pocos que los destrozan en tuiter pero les tripean las rumbitas a Duque y a Darwin, para hacer gala de la pomposa “dignidad” que es el verdadero nombre de la viveza criolla: el sacar todo lo que se pueda al Estado y presumir de ser “nariz pará”.
Si, al final, la oposición decide participar, deberá tratar lo que obtenga en las elecciones de una manera diferente al pasado. No en términos de “desafiar a la tiranía” -la fantasía de los cómodos de tuiter, hasta Díaz- Balart dijo que los EUA no van a sacrificar a sus hijos, si quienes lo piden no lo hacen con los suyos, un mensaje a cierta oposición- sino en hacer política dentro de un sistema autoritario. Eso significa coordinación férrea, un programa político y de gestión, y una disciplina inconmovible, con objetivos en el mediano y largo plazo, y con mucha información al público. Ya no es decir que “la oposición tiene 100 alcaldías” sino qué significan esas 100 alcaldías en la vida cotidiana de las personas y un programa para esas 100 alcaldías de obligatorio cumplimiento al modo centralista democrático del leninismo. Igual con los diputados que se saquen. Deberán actuar con un programa único y cumplirlo, que no sea el show que tuiter quiere mientras espera el delivery o se extasía con el azul pantone del cielo caraqueño, las guacamayas, y el Avila. Tendrá que regresar una instancia de coordinación con jefes políticos de verdad-verdad, para lograr el cumplimiento del programa.
Lo bueno de la llegada de Trump -que causó un destape- es que los que hablan fuerte mostraron que no tienen nada o poco. Tuiter ya no tiene esa fuerza para imponer la agenda política. Le queda comentarla, destrozarla, alabarla, hacerla viral, pero no puede imponerla. La política 1.0 sobrevive. Es el momento de los políticos de verdad-verdad. Es la ventaja que hay ahora. Habrá que ver si los políticos de verdad-verdad de Venezuela se atreven a dar el paso o se quedan sometidos por tuiter y los influencers que los carajean como les da la gana (ahora lo hacen con Iraida Villasmil de UNT).
La AN 2026-2031 dependerá, en buena medida, de lo que los votantes decidan. Pienso que a estas alturas de la lucha política en Venezuela la respuesta es clara. Sin embargo, cierta oposición vuelve con el chantaje de “si votas, le lavas la cara a la dictadura”. Quien quiera engancharse en eso, que lo haga. Paso.
Sin embargo, la oposición tendrá que tomar una decisión sí participa o no. No podrá evadir esta realidad. Mientras más temprano dé el debate interno sobre este tema, mejor. Pero seguramente será como siempre: a última hora se decidirá qué hacer.
Lo probable hoy, que la AN 2026-2031 será una parecida a la actual pero, también, puede ser diferente. Que sea una u otra, lo hace la política, de esa que hilvana, agrega, articula, contrapuntea, persiste, construye, no la política del chantaje, la amenaza, o la de titulares de tuiter en la que la opinión opositora se encuentra muy a gusto y no comunica muchas ganas de querer salir. La “resistencia” también es una zona de confort.
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