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La Lupa

¡Barrios se tragan el futuro! Drogas y armas, el pan de cada día en colegios de zonas populares

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Caracas, 13 de marzo.- Óscar, un niño retraído ingresó a la escuela básica José Gregorio Hernández, situada en la parroquia 23 de Enero de Caracas, la mañana del 20 de enero de 2015 para estudiar el sexto grado. El proceso de reincersión estuvo a cargo de sus abuelos, parientes con que el menor vivía. El niño, en el aula de clases se sentaba en el último puesto, la integración fue difícil. Sus maestras cuentan que era callado y no se acercaba a sus demás compañeros.

Un día las docentes quedaron perplejas al observar aquella escena aterradora. Y es que el infante fue descubierto ahorcando a otro niño de su misma edad en el salón de clases. En silencio y sin tener ni una pizca de remordimiento el pequeño estaba apretando el cuello de uno de sus compañeros. Las maestras cuentan que corrieron para detener al niño, llamaron a sus abuelos para informarles la situación y fue retirado de la escuela.

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Tras el hecho, las docentes develaron que el niño tenía estas actitudes violentas porque vio cuando su padre mató a su madre en el hogar en que vivía, hecho que marcó a la familia para siempre y por esta razón el pequeño quedó en manos de sus abuelos. La historia narrada no se trata de un hecho aislado. Como Óscar, cientos de niños en este país, residenciados en zonas populares, terminan convertidos en protagonistas de hechos delictivos por la alta exposición que tienen a actos vandalismos en su entorno.

El director de Cecodap, Óscar Misle, en una entrevista ofrecida a Televén, sostuvo que en una visita que hizo la organización a los planteles de Caracas preguntaron a los jóvenes si conocían lo que era un arma de fuego, y el 75% respondió afirmativamente. Por su parte, la coordinadora del Programa Igualdad y Oportunidades de la Universidad Simón Bolívar, Evelyn Abdala, informó que en 100% de los centros de estudios de Caracas se presentan agresiones verbales, daños físicos hacia las personas, uso de armas blancas o armas de fuego, daño a las instituciones o a equipos escolares por parte de los alumnos.

Líderes negativos se apoderan de los chamos

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Como el caso de Óscar, El Cooperante conoció la historia de Armando. Cuando tenía cinco años era un niño muy tranquilo, como todos los demás jugaba con sus amigos en las calles del barrio 23 de Enero, no tenía problemas con nadie, todo el mundo quería tenerlo cerca. A medida que fue creciendo algo en él fue cambiando, ya no era el mismo de antes, a los 10 años lo veían con una pistola de juguete en la mano, disparándole de mentira a un compañero de la zona, a los 12 años se observaba a altas horas de la noche en los puntos oscuros del sector conversando con unos sujetos extraños y armados, luego ya para sus 14 años, su actividad para ganarse la vida es robar en camionetas y en las tiendas departamentales.

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Armando estudia primer año en un liceo de la zona. No es un alumno destacado, falta mucho a clases. Su maestra comenta que una vez lo vio consumiendo drogas en el baño de caballeros de la institución, por lo que tuvieron que suspenderlo. La docente narró que también varias veces llegó al aula con moretones en el cuerpo. Creen que sus padres lo maltratan constantemente.

Una profesora de la Unidad Educativa Diego Losada que prefirió permanecer en el anonimato manifestó que ya es costumbre que los jóvenes quieran ser delincuentes, “por la violencia que se presenta en los barrios”.

Cecodap detalla que para 2015 se presentaron 6.455 casos de violencia contra niños y adolescentes lo que representó un incremento de 32,01%, respecto al año 2014 donde se registraron 5.456.

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Además esta organización explica que ese mismo año fueron asesinados 1.026 menores de edad. Y en total 6.455 niños fueron víctimas de la violencia en el país, lo que representa un incremento de 18% de los casos en comparación con 2014.



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