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La Lupa

¡Basta de agredir!

Juan Guaidó decidió regresar a la política luego del fracaso de su estrategia de la “presión y el quiebre”. Comenzó visitas por los estados del país. No es la primera vez que Guaidó es agredido por grupos del gobierno, pero no se habían registrado casos recientemente. En junio se dio una extraña coincidencia: “sillazos” en Zulia el día 4-6-22, la detención de activistas de VP el día 7, y la agresión que fue objeto junto a integrantes que lo acompañaban en su visita a Cojedes, el día 11 de junio. Esta última es cobarde e inaceptable. La rueda de prensa del PSUV del día 13-6-22, me dejó la impresión que la agresión tomó por sorpresa a la dirección de ese partido. El PSUV no es inocente, por supuesto, porque su lenguaje estigmatiza y deshumaniza a Guaidó y contribuyó con lo que pasó el sábado: que dirigentes tomaron por su cuenta ese lenguaje y lo interpretaron como una autorización para agredirlo. Por las declaraciones de Nosliw Rodríguez el día 15-6-22, me luce que el PSUV le llamó la atención por participar en los hechos en Cojedes. Pero el oficialismo es ambiguo: marcó distancia, pero al mismo tiempo, su lenguaje justifica la violencia política. O es una o es otra

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Caracas.- Cuando ocurrió la agresión contra Guaidó y su equipo en Zulia el día 4-6-22 con los “sillazos”, me desagradó y preocupó, pero pensé sería una situación más de las que le ha tocado vivir. Hay que recordar que antes de autojuramentarse como “presidente encargado” -una acción a mi modo de ver errada y que no produciría el “quiebre de la coalición dominante”, lo que en su momento expresé- hubo un incidente cuando venía de La Guaira a Caracas. No es la primera vez, entonces, que vive una agresión. No debió ni debe ser así. Quizás no hubo más o fueron esporádicas porque Guaidó no hacía visitas a los estados o pocas, en virtud de la estrategia de la “presión y el quiebre” que no prevé ese tipo de actividades porque se ven como de “la política convencional”, y se concentró en las sanciones y en los incentivos para buscar la tan esperada por no pocos “fractura”.

Luce que los “sillazos” son una manera venezolana de violencia política. Se recuerdan los “sillazos” en un CDN de AD en el Sheraton luego de las presidenciales de 1993. También se ve fuera de Venezuela. En las elecciones locales en México en 2018, un meme muy famoso del PRD fue con una silla en el medio. En México, hablan del “juego de las sillas”.

Luego del “juego de las sillas” en el Zulia vino lo de Chacao, con los activistas de VP detenidos el día 7-6-22. Pero lo ocurrido el día 11-6-22 en la visita de Guaidó a Cojedes ya es otra cosa. Mucho más grave. Debe ser rechazada de manera terminante y clara. Es la agresión y deshumanización del adversario político (en este caso, Guaidó). Inaceptable bajo cualquier pretexto. 

Como siempre pasa cuando examino temas delicados o “papas calientes” de la oposición, hago mi descargo inicial.

No me interesa –ni quiero- estar en la corriente que ahora se quiere imponer de “vamos a entendernos”, el lenguaje “unitario”; que si “vamos a unirnos” a propósito de la agresión a Guaidó, o hay que cerrar filas con la estrategia de la presión y el quiebre por eso. No. Hay una misión -la alternancia- pero hay diferencias. Rechazo la agresión de figuras del PSUV a Guaidó, pero eso no implica aceptar su fracasada estrategia cuyos costos ahora todos tenemos que asumir.

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Cuando el presidente Maduro, en sendos actos el día 16 y 20 de mayo, llamó a Guaidó “mal parido” lo rechacé con fuerza en un artículo para El Cooperante publicado el 23-5-22. Casi de inmediato. No sé cuántos de los que hoy están con el cuento de “atacan más a Guaidó que al régimen”, rechazaron lo dicho por Maduro. Igualmente desconozco si la plataforma unitaria publicó un comunicado al respecto. No sé si Rosales publicó un tuit cuando los silletazos en Zulia el día 4-6-22. En Cojedes, el tuit de Galíndez me pereció muy pro-forma. Por supuesto, no le voy a demandar ni a Rosales ni a Galíndez el lenguaje “hablagolpiao” que encanta en tuiter, pero sí que tengan más contenido y convicción política en sus mensajes.

Maduro dijo “mal parido” en varias actividades, no en una. Antes de los golpes, están las palabras. Estas del presidente fueron graves. No creo que Maduro lo haya hecho con la intención de justificar una agresión contra Guaidó. Pero las palabras de un presidente pesan. Que se mire en el espejo de Trump y su fracasado intento de golpe de Estado el día 6-1-21. Su verborrea se le devolvió nada más y nada menos en testimonios que afirman que “dio el visto bueno” para que una muchedumbre asaltara al Capitolio y, en el camino, buscaran a Pence y lo “dieran de baja”. El presidente venezolano debe verse en ese espejo cuando degrada el lenguaje político como Maduro lo hace con frecuencia.

Es odioso cuando hay una persona agredida por el gobierno, decir lo que voy a comentar. Los psicólogos sociales nos cuidamos mucho de algo que llamamos la “tesis del mundo justo” y la “culpabilización de la víctima”. No se trata de algo así, pero tengo que decirlo.

El grupo de la presión y el quiebre ayudó a construir el monstruo de opinión que hoy se lo devora. Cuando tuvo poder político que empleó muy mal y por eso lo perdió, estigmatizó y acusó a quienes se oponían a su mala estrategia. Todo eso con el silencio y la complicidad de quienes hoy reclaman que no haya habido más contundencia para rechazar la agresión a Guaidó. Ese grupo hoy demanda, pero cuando le tocó fijar posición en otros momentos, “pasaron agachados” para complacer a los jefes y a tuiter.

Resulta interesante leer las respuestas a los tuits que Guaidó y Guevara escribieron luego de la agresión en Cojedes. Personas que eran entusiastas del interinato y que seguro llenaron las calles en 2019, hoy cuestionan a esta figura y a Guaidó.

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No es tan sencillo como pretende la opinión pro-interinato decir que los hoy cuestionadores a Guaidó “asumen la narrativa de la dictadura” ¡Qué explicación tan cómoda, como todo lo del interinato y de quienes lo respaldan! La pregunta adecuada sería ¿Qué llevó a alguien pro Guaidó a rechazarlo ahora?

En vez de hacer un inútil “damage control”, sería más honesto y más político que la opinión pro Guaidó analizara porqué el rechazo a esta y otras figuras promotoras de la presión y el quiebre. Sin que se interprete como la “tesis del mundo justo”, pero el grupo interinato sembró mucho incordio y hoy ve su cosecha. Es un grupo al que no se le da bien la política. En vez de estigmatizar a las voces críticas, debió escuchar y sumar, que es lo que ahora dice que hay que hacer.

Hecho el descargo, voy con el análisis de la agresión a Guaidó.

Lo que tengo claro por las afirmaciones de las personas del PSUV señaladas de estar en los hechos en Cojedes -por ejemplo, la diputada Nosliw Rodríguez, quien en agosto de 2021 no ganó en las primarias del PSUV para ser candidata a gobernadora de ese estado, o los legisladores Rojas y Martínez- es que fue una agresión de grupos regionales. No pienso que fue una agresión ordenada por el PSUV como partido nacional. No obstante, el lenguaje de sus principales líderes como el presidente Maduro y el diputado Cabello contra Guaidó, dejan en el ambiente una predisposición para agredirlo que este grupo en Cojedes convirtió en hechos. Se sintió “autorizado” por la dirección.

En una nota de prensa publicada por el PSUV en su portal el día 17-5-22, al hacer un recuento de lo hechos el 11 de junio, expresó que, “El sábado 11 de junio, en las instalaciones de un restaurant perteneciente a la Gobernación de Cojedes, Juan Guaidó se encontraba reunido con varias personas luego de realizar un recorrido por una comunidad de San Carlos, una cantidad de personas se acercaron al establecimiento y a gritos le pedían que saliera del local y del estado. Frente a estos hechos, la diputada Karina Rojas y el concejal Orlando Martínez, expresaron que estuvieron presentes en el lugar, acompañando a las personas quienes manifestaban su indignación por la estadía del ex diputado”.

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La nota es un “damage control” que encanta al gobierno y a la oposición. Juran y perjuran que eso es política. Tengo malas noticias porque la tarea de un político no es hacer lo que la nota del PSUV dice que hicieron. Es liderar, no “seguir a las masas”.

En los zapatos de los legisladores del PSUV en vez de estar
“acompañando a las personas quienes manifestaban su indignación por la estadía del ex diputado”, 
hubiera orientado a la militancia y explicado que en el sitio se encuentra una persona responsable de x cosas, pero que la respuesta no es agredirlo o correrlo del sitio. Si quieren protestar que lleven sus pancartas, una hoja con un mensaje, etc, pero que el señor concluya su visita sin novedad. Para eso soy líder regional. Si me sale un regaño de la dirección, para eso soy líder. No todo es “sabé tirá coñazo” que en Venezuela son muy buenos para eso, pero sin ningún tipo de coraje moral, que no sea repetir consignas huecas y para jalar bolas, que es otra mala maña que agarra fuerza en Venezuela ¡Carajo, ojalá “acompañaran a las personas” cuando salen a protestar porque no hay agua, luz, gasolina, gasoil, o gas!

No afirmo que la responsabilidad de la agresión contra Guaidó del día 11 la tengan Maduro o Cabello. Solo expreso que sus palabras pudieron ser interpretadas por los agresores en Cojedes, como una suerte de “licencia para agredirlo”. Tanto el presidente como el diputado deben concienciar el peso de lo que dos importantes personas como ellos dicen. Llamar “mal parido” a Guaidó es un exceso verbal inaceptable, por más crítica que se pueda tener a una irresponsable estrategia insurreccional adelantada por cierta oposición.

En la rueda de prensa del PSUV del día 13-6-22, Cabello habló del tema. Dijo que señalaron a personas del partido y que las fotos de los mencionados “se sacaron de contexto”, pero el diputado socialista no fue muy claro en decir de manera tajante que esas personas no estuvieron en la agresión contra Guaidó.

El día 14-6-22, la diputada Nosliw Rodríguez ofreció declaraciones en las que no afirmó ni negó su participación en los hechos contra el dirigente de VP.  Por sus palabras, infiero que sí estuvo en el sitio, pero sin la anuencia del PSUV nacional.

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Por lo dicho por Cabello, más bien, parece que la dirección del partido fue tomada por sorpresa por esta agresión, y en la afirmación del diputado que la “foto fue sacada de contexto”, dejó ver que esta agresión no gustó a la dirección de ese partido. Principalmente porque la embarra, ahora que quiere promover un clima de paz, que “Venezuela no se arregló, pero está mejorando”.

Estimular la violencia política va en contra de este objetivo. De hecho, el día 15-6-22 Nosliw Rodríguez dio otra declaración, ahora desde la AN, pero en tono de justificarse. La culpabilización de la víctima: “busco justicia para los que causaron el bloqueo”. Algo como, “Guaidó merece lo que recibe porque pidió sanciones que nos afectan”. No es lo correcto. No es así.  

Hay algo interesante en estas declaraciones de Rodríguez: el gobierno se desmarcó de manera indirecta de la agresión. El diputado del PSUV Ricardo Molina –aunque pudo ser una declaración para “ingleses ver”- indicó que la AN puede investigar estos hechos, aunque haya personas del PSUV señaladas. No sucederá, pero el diputado tuvo que afirmar que el parlamento puede investigar. Lo que quiero decir es que la violencia fue tan evidente y a la vista de todos, que el gobierno no tiene mucha capacidad para justificarla. Solo le queda victimizarse lo que, junto al “damage control”, encanta tanto al gobierno como a la oposición. Además, me atrevería a asegurar que la mayoría de la población venezolana rechaza acciones de este tipo. El PSUV perdió ese round. Creo que la dirección lo sabe y por eso se desmarcó, pero como lo hace el chavismo: “no pero sí, sí pero no”.

¿Por qué no creo que la agresión haya sido ordenada desde el PSUV nacional? Porque quiere mantener el clima de estabilidad. Tanto lo quiere preservar que fueron detenidos y presentados en tribunales de manera fulminante y con cargos realmente detestables, los activistas de VP que grafitearon una pared para recordar a Neomar Lander, quien murió en las protestas del año 2017.

Es decir, no quiere ni una pizca de bochinche o de nada que se le parezca. A la primera señal, actúa de manera contundente justamente para acallar cualquier protesta que considere subversiva, en la lógica “candelita que se prende, candelita que se apaga”.

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Entonces, no luce muy lógico que el gobierno caliente el ambiente político cuando quiere lo contrario, mucho más cuando el viaje de Maduro lo que muestra es que éste va en su línea de “alianzas económicas” y para eso no se necesita un ambiente de “bochinche” sino de tranquilidad, si inversiones quiere traer, así sean de países autoritarios.

La excepción a este motivo puede ser que el ejecutivo quiera hacer un contraste que al chavismo le encanta desde Chávez: mostrar a un Maduro relajado en un viaje, y a una oposición en la que una de sus figuras estelares es atacada. El contraste que le gusta al chavismo: una oposición perdida y que “pelean entre ellos” frente a un gobierno seguro, ahora con la auto estima alta “porque sobrevivimos a las sanciones” que fue el mensaje tanto de Raisi como de Maduro en Irán.

En resumen, no parece una agresión ordenada desde arriba, sino de figuras regionales que seguro pensaron agradaría a la cúpula. “Se les pasó la mano” porque la agresión contra Guaidó fue visible al público, además que fueron identificados los dirigentes del PSUV que estaban en el sitio de la violencia. La cúpula se desmarca indirectamente, pero justifica lo que pasó en Cojedes porque “las sanciones también son violencia” y la “gente está molesta por eso”.

Hay otra hipótesis mucho más complicada para explicar la agresión contra Guaidó, y que puede ser traída por los cabellos, pero no hay que descartarla.

Se comenta porque en Chacao se presentó una situación extraña en la semana en que los chamos de VP fueron detenidos. La policía de este municipio detuvo a una buhonera, pero los compañeros de la trabajadora no dejaron que se la llevaran. Forcejearon con los agentes en una suerte de “justicia popular”. A esto se suma que las encuestadoras Delphos y Datincorp, en promedio, hallaron que el 50% opina que su situación personal es mala. Existe algo en el ambiente que todavía no preciso qué es y hacia dónde apunta. 

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Hay un malestar social por muchos motivos y que en Guaidó puede hallar su chivo expiatorio, direccionado por el discurso del gobierno, pero también por la decepción que este grupo causó en buena parte de la oposición. Por ejemplo, cuentas cercanas al mundo oficial señalaron que el lugar en donde Guaidó fue agredido en Cojedes, es un “sitio de la oposición” y que tiene que ver con la gobernación. La idea es comunicar que la agresión “es un problema de los opositores”, en donde el gobierno no tiene nada que ver. 

Guaidó como “cabeza de turco” no por una causa política sino para desplazar la frustración que genera un clima en donde los beneficios económicos no llegan a todos, palpable en la inflación micro que hay.

El gobierno detuvo la hiper, pero ahora al público le toca lidiar con una inflación menos dramática pero que se siente y es constante. La “inflación micro”, al detal, que en mayo tuvo una subida de dos dígitos de acuerdo al Observatorio Venezolano de Finanzas y para el BCV, es la segunda inflación mensual más alta desde que arrancó 2022.

Esta realidad pone a las personas intranquilas porque evoca el “trauma de 2015-2020” de la escasez y controles. Las personas tienen (tenemos) terror de regresar a esos años –así como un “terror inconsciente” a un apagón tipo 2019- y eso se convierte en enojo, luego en frustración, que hay que desplazar.

Como no pueden porque hay un sistema autoritario –la detención de los chamos de VP como “caso ejemplarizante”, y eso disuade- esa energía está allí y debe salir, debe expresarse. Lo hace hacia Guaidó, que ya recibía críticas de su propia base antes de Zulia y Cojedes. Le dicen que “perdió la oportunidad”, una “decepción”, un “opositor más”, opiniones que se mantienen.

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No hay que descartar, entonces, que la molestia del público busque un chivo expiatorio. La frustración no se puede desplazar contra el gobierno porque éste tiene capacidad para castigar y retaliar, y busca un blanco donde descargar la ira. 

Uno posible es la oposición -no tiene poder, no puede castigar o retaliar- y dentro de ella a determinadas figuras que ya perdieron el poder y la magia como Guaidó, quien de por los menos un 60% de popularidad en 2019 hoy está en 17% en los mejores números.

Hay que hacer seguimiento a este hecho. Puede ser algo nuevo, casual o no, como ola de violencia política, o una repetición del pasado: el gobierno se sobreestimó, lanzó una agresión contra Guaidó, ve el rechazo de la sociedad, y se echó para atrás. No es la primera vez que se detiene cuando nota las implicaciones de alguna de sus acciones. Igual pasa con la oposición, pero hoy no tiene el poder de otros años para iniciar situaciones.

En esto último, entra la hipótesis que la agresión es causada desde la oposición por grupos que están en contra de Guaidó o por éste para ganar afecto y ser noticia en la opinión. Con la violencia, aprovechar para forzar una unidad en torno a su figura y cerrar diferencias que grupos puedan tener hacia Guaidó y su estrategia.

No veo factible esta hipótesis justamente por la debilidad que observo en la oposición. Ni para agredirse o auto-agredirse, le veo fuerza o credibilidad.

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¡Basta ya de agredir a dirigentes de la oposición! Nadie le pide al gobierno que les “tire flores”; sí que no los deshumanice con su lenguaje al emplear el cómodo y seguro poder del Estado. Debe permitir que Guaidó y cualquier dirigente de la oposición visite los estados, si es lo que desean. Si la militancia del PSUV quiere decirle algo, que lo haga desde el punto de vista político, pero no como un grupo de matones protegidos por el Estado.

Una agresión contra Guaidó y justificarla porque “las sanciones son violentas” -y lo son, en mi opinión, no desde ahora sino desde 2015- sería lo mismo que justificar una agresión contra alguna figura del gobierno porque éste permitió la corrupción e incompetencia que acabaron con los servicios públicos en Venezuela. Tampoco lo aceptaría, así como rechacé la “moda de los escraches” contra figuras del gobierno en los años calientes del conflicto político venezolano. 

El gobierno debe hacer su defensa desde la política. Dura, sí, porque así es el país, pero no violenta. Es en el terreno político donde debemos dirimir nuestras diferencias, que son bastantes, profundas, e intensas, y no sé si se puedan resolver.



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