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La Lupa

Biden y un adiós de hidalguía

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Caracas/Foto: Archivo. La decisión del presidente Joe Biden de desistir de su nominación presidencial es tal vez un elemento que lo ubica en la posteridad. Más allá de las presiones a las que estaba sometido por parte de sectores parlamentarios e incluso de financistas, el primer mandatario continuaba en la justa a la reelección, sin tener adversarios dentro de las filas de la tolda demócrata. Ello le da mayor reconocimiento a su decisión de retirarse, pues ha podido mantenerse, minimizar las críticas y explotar el rechazo que genera su contendor Donald Trump. 

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La primera parte de la campaña se movía en dos ejes de poder: por un lado, un presidente Biden que quería evidenciar y demostrar que estaba apto para el cargo. Incluso el discurso del estado de la Unión dejó al primer mandatario como una figura de Estado. Trump, por su parte, anhelaba venderse como una víctima del sistema y como un actor dinámico y proactivo. El único debate en el que coincidieron ambos abanderados resultó ser una terrible experiencia. Biden se notaba aislado y disperso, mientras que Trump pecaba de frío, cínico y hasta mentiroso.

En lo que resultó ser una cadena inusitada de acontecimientos absurdos, la polémica se avivó, con el atentado contra Trump -más allá de las sospechas y las teorías que puedan asomarse y plantearse- y con las equivocaciones de Biden al llamar Putin al presidente ucraniano y referirse a su vicepresidenta como la señora Trump. Ello radicalizó una serie de visiones que se sustentaban en supuestos sondeos en los que se mostraba que el único actor capaz de derrotar a Trump era Michelle Obama. 

Finalmente, el primer mandatario estadounidense anunció que dejaba su aspiración, no sin antes indicar que su respaldo iba haca la vicepresidenta Harris para que lo suceda en la presidencia. Este escenario generó de una vez comentarios de distinta naturaleza, apareciendo nombres de gobernadores y senadores como eventuales contendores por la nominación del partido. Sin embargo, lejos de generarse una crisis de visiones y aspirantes, varios de los eventuales abanderados han dicho que secundan la posición de respaldo hacia Harris, quien además obtuvo un relevante caudal de donaciones financieras, apenas se conoció la propuesta de Biden. De todas maneras, hay que esperar que la convención de los demócratas tome la determinación.

La decisión de Biden le mueve la estructura a Trump, pues su campaña de mostrar al presidente como un personaje enclenque y sin capacidades, ya no tiene sentido. Por ello, han tratado de posicionar a Harris como una cómplice de la incapacidad de Biden al dejarlo correr sin control. Pero esa estrategia se desmorona, pues la vicepresidenta no tiene ningún tipo de responsabilidad en el proceder del primer mandatario. Además, pone en aprietos a Trump, pues su historial de relaciones con mujeres es conflictivo y sus relaciones complejas.

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 Para tranquilidad de Kamala Harris, el empuje de figuras de peso debe generarle sosiego y pareciera pavimentar la vía para alcanzar la nominación. El respaldo de la familia Clinton es un espaldarazo primordial. Tal vez lo que falta es el apoyo de Barack Obama, pero según han asomado algunos medios, el expresidente se cohíbe de impulsar con determinación a Harris, porque no la ve en condiciones de derrotar a Trump. Ante este escenario, surge nuevamente la premisa de que la abanderada sea Michelle Obama, pues además del temple y la formación, es una figura carismática que acompañó a su esposo cuando él fue presidente por dos períodos. Sin embargo, algunos entendidos han sido enfáticos al explicar que la señora Obama no quiere ocupar el puesto de la conducción del Estado, lo cual sería una limitante absoluta para competir.

Ha logrado la vicepresidenta Harris erigirse como una opción real de poder, mientras que Biden queda como un personaje de altura que no se empeñó en una tarea imposible. En la otra acera Donald Trump y su compañero de fórmula el senador Vance parecieran desarticularse en el debate de una sociedad en la que hay tener sectores que no toleran las bravuconadas y los desplantes al sistema.

Contra todo pronóstico da la impresión que Biden ha provocado lo que era el guion establecido en 2020 cuando irrumpió como una alternativa moderada y con experiencia frente a Trump y su visión altisonante del poder. El ahora presidente logró desplazar la tendencia del senador Sanders, cuya visión socialdemócrata no es del todo tolerada por ciudadanos que la ven como una peligrosa radicalización de lo político. Ante Sanders, y su visión, que Trump iba a tratar de descalificar a su oponente empleando el miedo, se presentó Biden como una alternativa interesante. El detalle inicial es que la estrategia mostraba al demócrata como una transición, por lo que no buscaría la nominación en 2024, de allí que lo que está ocurriendo indirectamente reivindica lo previsto hace cuatro años.

Biden puede vanagloriarse de haber tenido un buen gobierno, por lo que se va por la puerta grande. Kamala Harris está a tiempo de pulir sus carencias, encontrar un compañero de fórmula con el cual hacer equipo y trazar una estrategia que ofrezca soluciones, mejore la calidad de vida de las personas, reivindique el papel de su país y haga que la demagogia y el populismo que ha, lamentablemente, impregnado al Partido Republicano, queden en el olvido. 



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