La Lupa
Caso Manuel Rosales: ¿Participar o no participar en las elecciones?
Llegó lo que iba a llegar: las elecciones de 2025. Ahora el “damage control” es que si “el bucle” o “el dilema”. El grupo Machado -quien dirige a la oposición ahora- debió llamar a la discusión sobre este tema y haber definido una estrategia unitaria, sea ir o no ir. No lo hizo, en su arrogancia de siempre, y ahora partidos deciden sobre la marcha. Me alegra que Capriles, MPV, y UNT hayan dicho que participarán. La sociedad no se puede quedar estática en el 28 de julio y más si el sector que lidera a la oposición solo dice que “Dios sabrá” o anuncios que se anunciará un “movimiento de resistencia civil” o que “se trabaja en el quiebre militar”, en el que tiene 12 años trabajando, sin éxito. El río de Heráclito se mueve. Este artículo es para examinar ir o no ir en algo como un “case study”: Manuel Rosales como gobernador del Zulia. Por supuesto, fijo posición. Participar da músculo político, actividad, movimiento, al contrapuntear e interpelar que es lo viable ahora
Caracas / Foto: Archivo.- Vuelve el tema de si votar o no votar en las elecciones previstas para este año. Desde tuiter, se asegura que el gobierno “pone a la oposición en el dilema de sufragar o no hacerlo”. No dudo que sea así. Siempre el chavismo persigue atizar las diferencias que hay dentro de la oposición con respecto a este tema. Este año lo hará más porque pondrá a la oposición un alto precio para participar, si quiere (y puede) hacerlo.
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Francisco Ameliach asumió la vocería y expresó que la plataforma no podría participar en las elecciones de 2025 porque la instancia opositora “pidió sanciones” y porque, de acuerdo con el diputado del PSUV, no cumplió con el 1% en votos en una elección que -en su entendimiento- plantea la ley de partidos políticos de 1965.
Aunque la ley no señala lo que el dirigente del PSUV afirma -el 1% es para renovar al partido, y la ley habla de “elecciones nacionales”; el partido de la MUD participó en las presidenciales de 2024; y la cancelación de los partidos es cuando hayan dejado de participar en dos elecciones, la MUD participó en 2021 y en 2024- el mensaje es que la plataforma, si quiere participar, deberá pagar un alto precio por hacerlo que pasa por una suerte de humillación que ya el CNE expresó: reconocer los resultados de 2025 ex ante. Por supuesto, es una condición difícil de tragar pero hay que hacerlo si se quiere participar.
El problema no es lo que Ameliach dijo que es importante sino que abordar esta disyuntiva es responsabilidad de la plataforma porque la elección sería -y será- un hecho. Debió prever el escenario y dar la discusión con tiempo. Eso no es posible en la oposición. Al menos con tiempo. Aunque portales como El Pitazo informaron que la plataforma discute si participa o no -dos partidos de esa instancia dijeron que participarán, MPV y UNT- lo hace con el tiempo encima para un asunto que requiere un debate y no una decisión sobre la marcha. Pero así es la oposición y le encanta ser así.
Este artículo no será para analizar si la plataforma debe participar o no. Es un tema trillado y calichoso en cada elección -a excepción de la 2024, porque los antiguos promotores de la abstención votaron y hoy quieren ser algo como los “campeones electorales”- y el asunto de votar o no es sencillo. Con la constitución de 1999, el voto es un derecho. Sufraga quien lo desea. De manera que votar o no votar son opciones perfectamente válidas y legítimas, aún en un sistema autoritario. Como siempre, tocará a los votantes resolver lo que los políticos no pudieron o no quisieron. En este caso, decidir si se va a votar o no. El “bucle” o “el dilema”, si es el caso, lo tenemos los electores.
Voy a votar. No sé si lo haré por todas las instancias que para 2025 son AN, gobernaciones, y CLE. Tres instancias. Dependerá de la oferta. Ojalá se postulen personas interesantes. Que les duela el cargo al que aspiran y busquen ejercerlo de verdad y no para atajos para “quiebres”, estrategia que fracasa de manera reiterada pero la oposición sigue casada con ella.
Hay una magia que ese fracaso tiene. El discurso ahora es que las “transiciones no tienen fecha, y de lo que se trata es de agrietar el muro de la tiranía”. Es el nuevo “damage control” de quienes, hasta no hace mucho, planteaban lo contrario: que solo cierta oposición podría lograr el “quiebre” rápido, que se ofreció para el 28 de julio y, luego para el 10 de enero. Hoy, todo se pone en manos de Dios. De “los tiempos de Dios son perfectos” de Capriles al “solo Dios sabe” de Machado. No hay ninguna diferencia entre los dos, solo que el público de tuiter prefiere a Machado y justifica su pedido de paciencia. Ya quedó olvidado su discurso de “el tiempo se cuenta en vidas”. Las vidas hoy son “expendables” (menos las de quienes lo proclaman desde la comodidad de tuiter).
Sufragaré y mi análisis será si hay alternativas al votar. Al menos votaré a nivel municipal porque el municipio es mi espacio natural. Es un “espacio” que voy a cuidar así a tuiter - cómo cuida su espacio, caray- le moleste.
Es el deseo que para El Hatillo tengamos opciones. Sayegh deja una gestión, una institucionalidad que no es la soñada, pero está allí. Pago impuestos municipales y uso la salud municipal que combino con la privada. Voy a votar para defender eso. No tengo cara para ir a la salud municipal y, luego, no votar y poner en riesgo a los empleados municipales. Lo menos que puedo hacer es defenderlos con mi voto, si es lo que desean. Ojalá para El Hatillo se postule alguien que le duela el municipio, quiera hacer realmente una gestión, y de continuidad a lo que ya existe, independientemente de quien lo haya hecho.
Sayegh deja una gestión empañada por el edificio de Traki. Si bien la parcela tiene zonificación para esa actividad, la alcaldía fue pusilánime. Pudo pelear para que los efectos negativos de una mole de ese tipo afectaran lo menos posible a los vecinos. Pero prefirió un silencio y algo que encanta en la oposición: hacer un “damage control”, técnica que cada vez funciona menos. Como con el “quiebre”, a la oposición le fascina un “control de daños”. Cree que al hacer uno, se transmuta en “Machiavelli” del que hablan los politólogos serios en tuiter. Entonces, votaré en lo municipal. En lo regional y para la AN, todavía no sé. Dependerá de la oferta.
Como escribí, el artículo no es para analizar si se vota o no. Es para hablar del voto, sí, pero en el formato de escenarios al tener al Zulia como caso. Al presentar su memoria y cuenta, el gobernador del estado, Manuel Rosales, en su tradicional estilo críptico, dejó ver que optaría por la reelección.
Para variar, cierta opinión en tuiter estalló en contra del gobernador, pero sin la fuerza del año pasado cuando lo atacó de manera desproporcionada y baja porque Rosales afirmó su deseo de ser candidato presidencial. Los “batallones destroza personas y reputaciones” que cierta oposición tiene en tuiter, hoy están venidos a menos.
El artículo plantea los dilemas que Rosales debe enfrentar si decide postularse. Mejor dicho, las disyuntivas que trae si se postula o no.
Vamos a la primera situación. Rosales no participa. La oposición acuerda no ir a elecciones. El gobernador del Zulia no va a la reelección ni nadie de la plataforma unitaria se postula. Se presentan los candidatos del PSUV y de la oposición que está en la AN. Probablemente gane el PSUV.
Un primer punto si se quiere moral y político es si vale la pena sacrificar a los zulianos solo para cumplir con una estrategia -la del “quiebre”- que fracasa desde 2013. Cada año se renueva la promesa de “ahora sí”, pero el resultado es el fracaso ¿Se sacrifica a los zulianos solo para salvar una estrategia que fracasa y la reputación y el orgullo de quienes la promueven?
Probablemente gane el PSUV y el “quiebre” no ocurra así la abstención sea como la de 2005 o más: 75 o más por ciento. El Zulia estará en manos del oficialismo el que, seguramente, se asegurará de no perder ese estado ahora sí. Aprovechará que la oposición se retira en su fantasía del “quiebre” y evitará cometer los errores de la gestión de Prieto, si es que no lo lanza, que no parece, pero el chavismo -como la oposición- hace del orgullo su divisa y para curar la espinita de la derrota en 2021 es capaz de volver a presentarlo. En Venezuela, humillar manda, tanto en el gobierno como en la oposición. El PSUV puede humillar a los zulianos al postular a quien es visto como representante de lo peor en política.
Sería bueno conocer qué piensan los zulianos acerca de esta posibilidad, no los caraqueños que promueven la abstención desde la comodidad de tuiter y luego de echar gasolina tranquilos, que aunque ya no se escucha es un problema en Zulia lo fue cuando en Caracas no lo era, y los cómodos de la resistencia de tuiter no les importó el pueblo zuliano como no les importó el proyecto CAF.
A lo mejor no era la mejor idea, pero era una propuesta para el tema eléctrico que fue grave en ese estado. Privó el paradigma del fracaso que decía acordar con el gobierno ese proyecto era estabilizarlo. Luego, Maduro se mantendría. Entonces, mejor no acordarlo porque la carencia de luz sería “la presión” que coadyuvaría al “quiebre del régimen”. Esa fue la tesis en 2020 y se mantiene a la luz de lo afirmado por Machado en el “foro patriota” de partidos de derecha en donde intervino. Sigue casada con la idea del “quiebre” y la “amenaza a Occidente” con el “hub de las actividades criminales”, expresiones que fascinan a su tranquilo público de tuiter.
Este público para argumentar no sufragar este año señala que en los estados en donde la oposición no es gobierno la calidad de vida no es mejor que en los estados gobernados por el chavismo. El mensaje es ¿qué diferencia hace votar? El colmo, en el caso del Zulia, responsabilizan a Rosales de la migración desde ese estado o de los apagones. Si fueran menos caraduras pudieran reflexionar que si a lo mejor no torpedearon desde tuiter el proyecto CAF, quizás la situación eléctrica del estado sería algo mejor. Es curioso pero cierta oposición habla de la “opresión” pero con los gobernadores de la oposición, los ve como si controlaran todas las variables.
La abstención es funcional al sistema autoritario porque no es subversiva o una “desobediencia civil” como se promueve desde la abulia de tuiter. Si el gobierno, salvo mejor información por parte del CNE, desconoció el 28 de julio ¿Cómo podría afectarle la abstención en 2025? Esa fue la apuesta de cierta oposición para el referéndum del Esequibo -¿la oposición llamará a la abstención de manera abierta en 2025?- y no pasó nada. Lo que se nota es cuentas en tuiter heridas porque el “Escenario Malvinas” no pasó, y reclaman a los que votaron en esa consulta del 3-12-23. Pero más nada. Si hubieran votado, a lo mejor se da el quiebre. No lo hicieron y les quedó la herida.
En sencillo, la pregunta es si política y moralmente es válido sacrificar a los zulianos para complacer a tuiter desde la comodidad de Caracas. Mi respuesta es no, tanto política como moralmente.
Pasemos a la segunda situación. Rosales opta por la reelección. No logra un consenso en Caracas para ser candidato, pero sí en Zulia. Se postula. Gana. Logra vencer al PSUV y a la campaña negativa y sucia de la oposición casada con la tesis del “quiebre”, que ya la comenzó no solo en contra del gobernador sino de figuras como Capriles o Caleca, o movimientos como MPV y UNT.
Lo segundo es importante porque en la oposición también se define la dirección estratégica. El dilema no es “votar o no votar” sino cuál dirección estratégica frente al momento político. La oposición que lidera Machado asume que es la única y válida oposición porque ganó la primaria de octubre de 2023. Quiere darle a esa consulta un carácter eterno, permanente, para que nadie discuta la estrategia del “quiebre”. Durante 2023 y 2024 logró imponerse en virtud de ese triunfo y de los “batallones destroza personas y reputaciones en tuiter” que atacaban cualquier voz disidente. Como tuiter tornó anti G4 esos ataques rendían beneficios ante el silencio de muchos que no estaban de acuerdo pero “nadie quiere problemas”.
El problema vino luego del 28 de julio. El grupo Machado ofreció una transición “ordenada” y rápida. Dejó ver que había “negociaciones complejas” con el chavismo. Que hablaba con los “comacates” (también Erick Prince lo dejó ver). Al no darse ese escenario, comenzó a perder fuerza y credibilidad, incluso ante su público. Por ejemplo, las repuestas al tuit de EGU que manifestó el formato en el que participaría en la Conferencia de Munich que se hizo entre el 14 al 16 de febrero.
Como el 28 de julio no ocurrió el quiebre, el sector Machado trasladó la expectativa al 10 de enero cuando se aseguró un “quiebre militar-policial” -como el chavismo, la oposición también está en lo “militar-policial”- que no pasó. Apeló a su estrategia de siempre que fracasa: buscar una crisis que catalice el quiebre dentro del chavismo que fue el cálculo para el 9 de enero. En ese momento, la credibilidad de la oposición Machado se debilitó. Corrió la fecha al 20 de enero, con la toma de posesión de Trump. Sucedió lo inesperado: el primer país que un alto funcionario del nuevo gobierno de los EUA visitó fue Venezuela. En las imágenes se vio un Maduro y un Grenell sonrientes, animados, mientras observaban la espada de Bolívar.
Los tuiteros del grupo Machado comenzaron el “damage control” pero el público siente que la promesa central no se cumplió. Los “batallones destroza personas y reputaciones de tuiter” ya no tienen fuerza. Desde el 29 de julio están asustados, con tuits plañideros a los EUA, buscan temas para distraer sin mayor éxito, y los más vivos de esos “batallones” quieren pasar por objetivos con análisis con “tibias” críticas a la estrategia del “quiebre” o hacia la pomposa “teoría del cambio”. Descubrieron que esa estrategia “está estancada”. Está “estancada” desde el fracaso de “la salida” en 2014. Llegaron con 10 años de atraso con análisis “muy objetivos”.
La pérdida de credibilidad del grupo Machado pone sobre la mesa el debate sobre la estrategia de la oposición. Este sector buscará destrozar a quien pueda tener una visión alternativa para mantenerse en el poder. De aquí la nueva narrativa “que una transición no es un proceso lineal” y que “solo Dios sabe cuando se dará, pero pasará”. En simple, hay que esperar y en la espera no se discute la oposición que dirige, aunque ha fracasado. Quien lo haga califica al calichoso término de “alacrán”. Otra vez el chantaje aunque ya no tiene la fuerza del pasado.
Que Rosales gane cuestiona esta visión, no tanto porque el gobernador del Zulia vaya a disputar la estrategia del quiebre o el liderazgo de Machado sino, sencillamente, el solo hecho de ganar simplemente tumba lo dicho en contra de Rosales, al comenzar con eso de “los electores no quieren votar”. Para la oposición del “quiebre” es importante que Rosales pierda y que la abstención sea lo más alta posible. No solo lo saca del camino sino que debilita las alternativas a la estrategia del quiebre. Por eso y sorpresa y agresividad ante quienes afirman que hay que sufragar en 2025. Les movió el status quo de la dominación interna que legitiman con las primarias de octubre de 2023 y la campaña presidencial de 2024.
Asumamos que Rosales es reelegido. Nos abstraemos de la dinámica interna de la oposición. Como se dijo, líderes como Capriles y partidos como MPV y UNT anunciaron su intención de participar en las regionales y parlamentarias. No me voy a meter a analizar esa decisión que considero oportuna. Un análisis vendrá más adelante porque sendos anuncios catalizan procesos dentro de la oposición. Por lo pronto, me mantengo en los escenarios de Rosales participa o no participa.
Aquí viene lo interesante porque alude a cómo Rosales asumiría la victoria dentro de un sistema autoritario. No puede ser lo que fue en sus anteriores victorias. No puede ser limitarse a comunicar una gestión, que si la 5 de julio, que si la quebrada tal, la vía X, la fiesta religiosa tal, los premios a los chicos científicos, los programa sociales, la parroquia Domitila, etc. No es exclusivamente esto. Tiene que ser algo más. Es lo que llamo “contrapuntear e interpelar con el sistema autoritario”. En sencillo, es hacer sus puntos, con respeto si es preciso, pero hacerlos, “lo cortés no quita lo valiente”, en esta lógica.
No son las proclamas de la comodidad de tuiter -ya penosas por lo ineficaz y por el miedo que exhiben sus promotores que no salen del verbo- sino decir lo que hay que decir pero de manera constante. No un rato sí y un rato no. Este estilo de contrapuntear comienza con un programa para el estado ¿Cuál propuesta ofrece Rosales a los zulianos para el lapso 2025-2029? Hay que ir más allá del Zulia bonito y cosas por el estilo. Es una gestión administrativa y política ¿Por qué no un reclamo constante por el puente y el aeropuerto, por ejemplo?
El punto aquí no es tanto que el gobierno ceda -probablemente no lo haga- sino construir un sentido de lo político, de la gestión, de los temas, comunicar al ciudadano un sentido de lo que se hace, lo que se quiere, que bosqueje una visión que tiene anclaje, que tiene pies, que tiene concreción. No acciones aisladas que dejan al público en un vacío, en un sin saber hacia dónde. Una constancia en el reclamo o planteamiento independientemente de si se logra o no, simplemente porque es lo correcto o vale la pena hacerlo.
Lo anterior supone un contenido y expresarlo. Rosales ha mejorado en este asunto y lleva sus palabras por escrito. En ellas hay contenido. Es una buena iniciativa llevarlas por escrito y evitar improvisar. Ya no estamos para eso ni para los habla sabroso que ya sabemos que cuando las cosas se ponen difíciles, enmudecen o, de repente, se transforman en personas “sensatas”.
Está la expresión pero también el manejo estratégico y con contenido de las redes sociales.
Luego de la declaración de Iraida Villasmil y la renuncia de un integrante de UNT, el partido publicó un tuit muy UNT, “para estar bien con todo el mundo” y tipo “adulto de la habitación” pero que no dice nada. Ese estilo de sí y no para quedar bien ya no funciona. Son tuits perdidos. Mejor uno más firme que defendiera la posición de Villasmil y lo que realmente dijo no lo que tuiter dice que dijo. Eso es contrapuntear e interpelar. Por supuesto, eso rompe con la máxima venezolana de “estar bien con todo el mundo”, pero en un sistema autoritario estás en la fantasía del quiebre que “solo Dios sabe cuando vendrá” que es donde se ubica la mayoría de la oposición mientras lleva su vida tranquila a la espera que “algo pase” o es el otro continuo de la oposición que está en la AN. Sin eficacia. El gobierno ni siquiera la respeta.
¿Dónde está el centro aquí? El centro en este continuo es el contrapunteo e interpelación constante y con contenido, no proclamas o la aquiescencia. No es un tuit para “quedar bien” sino para afirmar una posición y contrapuntear e interpelar en lo político al sistema autoritario. Darle la pelea en su terreno. Un estilo pugnaz que crea el sentido de programa y da vida a la política para mantenerse activo y comunicar esperanza dentro de un sistema autoritario.
Hace unas semanas hice RT a un tuit del partido demócrata de los EUA. Es: “Qué hicieron los demócratas esta semana”, y aparece una lista de las iniciativas del partido ahora en la oposición. El mensaje parece gafito pero tiene contenido y va en la dirección correcta. Con las diferencias del caso, puede aplicarse a Venezuela. Más que proclamas que encantan solo en tuiter -en su gran vida- lo que se necesita es un sentido de lo que se hace. Y este mensaje del partido demócrata llena esa necesidad si es constante. En el tiempo, dará un sentido de propósito a su base y al público que es lo que ahora veo viable en la “luna de miel con Trump”. No puede hacer más que interpelar al público y dejar que Trump muestre sus cartas como pasó con su famoso tuit del 30-5-2017 cuando escribió, “Despite the constant negative press covfefe”. Todavía se descifra qué significa “covfefe”. Lo viable hoy para el partido demócrata de los EUA es que Mr. Covfefe muestre lo que tiene e interpelarlo y contrapuntear con el presidente de los Estados Unidos.
Para Venezuela y en el caso del escenario que Rosales participe en las regionales, el “qué hizo esta semana la gobernación del Zulia” (o puede ser qué hizo la oposición), es informar sus gestiones en pro del estado, no como figura de la oposición, sino como gobernador del estado. Interpelar al gobierno ¿Cómo se hace el poder comunal desde la carta magna? ¿Cómo se declaran recursos en el presupuesto nacional en menos cantidad para los estados? ¿Cómo la descentralización es letra muerta? Y así, en todos los espacios posibles, sea una actividad de la gobernación sea en el Consejo Federal de Gobierno. Preguntarlo. Decirlo. Interpelar.
Esta elección trata sobre eso. No sobre el “bucle”, el “dilema”, “defendamos juntos el 28 de julio”, “no la llames elección sino desobediencia civil” y la cantidad de consignas que la oposición recicla cada cierto tiempo o cada vez que se abstiene para alegrar a su público pero que no trascienden. No es la primera vez de “no lo llames elección, llámalo….” Para justificar abstenerse.
Tampoco se trata de una competencia de cuántos van a votar. Sufragar es opcional. Tampoco es “votar es resistir” u “obligar a que la dictadura robe la elección”. Esas etapas pasaron y son como masoquistas, principalmente la segunda (“róbame…”).
De lo que se trata es de mantener un vínculo con la sociedad y sus problemas, de un mínimo de estructura organizacional, y de un programa que le de contenido a una alternativa política para que la oposición tenga musculatura. Para eso necesita los tan denostados “espacios” palabra que indigna a cierta oposición, pero como cuida sus espacios. En todo caso, “no pasar la página” -si es el problema- significa mantener la conciencia del pueblo para el cambio político que trasciende a una elección, así sea una muy importante como fue la presidencial de 2024.
La oposición “no cobró” el 28 de julio, por las razones que sean. Es otro análisis pero pretende tener a la sociedad en un limbo en algo tipo “los viudos del 28 de julio” mientras espera que la nueva fantasía funcione.
La nueva fantasía es que Trump designe al gobierno de Maduro como “una amenaza a la estabilidad de Occidente”. De aquí la ida de EGU a la conferencia de Múnich y la vuelta del discurso de la “corporación criminal” y “el cartel” que promueven Machado y sus tuiteros estrellas. Esa es la fantasía. Que Trump señale que Maduro es un “cartel” y eso genere el “quiebre militar” que produzca la tan esperada “transición”, por el miedo a la “amenaza creíble” -vuelve este término de la “politología seria” que a Machado le fascina- que representa una gran “coalición multinacional por la libertad y Occidente” que intervendría militarmente en Venezuela para poner fin “a la barbarie”. Esa es la nuez de la llamada “estrategia robusta” para este momento. No es casual que el público de cierta oposición inste a EGU a que “vaya a Israel”. Ese público asume que Netanyahu “sabe hacer transiciones y no con votos”. Es la fantasía de cierta oposición mientras ve pasar sus días en tuiter.
Por eso su discurso meloso hacia Trump y el silencio de ese sector por el TPS. No quiere hacer o decir algo que moleste al gobierno de los EUA y, asume ese sector de la oposición, que si el Norte se molesta no habrá “designación de amenaza a la estabilidad de Occidente” para el gobierno de Maduro.
Si hay que sacrificar a cerca de 400 mil criollos “Tpsistas” en la creencia que Trump hará la designación de amenaza, esa oposición lo hará, como estuvo dispuesta a sacrificarnos en un conflicto civil que así hubiera terminado la famosa “intervención humanitaria” o el “pedir pizza” que cierta oposición y los cómodos de tuiter demandaban hace unos años aunque hoy dicen que no fue así. No iba a terminar como Panamá en 1989.
Con todo el dolor del mundo, pero la oposición no puede quedarse estática en “los viudos del 28 de julio” a la espera que Trump hable y diga, “El gobierno venezolano es un cartel y una amenaza a la estabilidad de Occidente” y, junto a Netanyahu, anuncia la gran “coalición por la libertad”.
Me parece bien que el cuerpo político de la oposición reaccione no sé si a esa fantasía pero sí a una inercia y algunos digan que consideran necesario participar en las elecciones de 2025.
En el caso que Rosales decida postularse a la reelección y gane -porque este artículo fue escrito para analizar sus escenarios- no puede ser para aplicar una política pre-28 de julio. Tiene que ser una diferente, más holística y con sentido tanto como gestión de gobierno como el Zulia como espacio político para un contrapunteo e interpelar dentro de las reglas del sistema autoritario, para construir o tener una musculatura política que si se mantiene, se analizará hacia dónde llevarla para ir al fondo del problema: el reconocimiento de dos fuerzas antagónicas y el tema de la alternancia. Hoy esa musculatura no existe y el primer paso es poseerla. Para eso hay que participar en las regionales y parlamentarias de 2025.
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