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La Lupa

"Con Maduro +": El nacionalismo light como gancho electoral

El 17-4-23 Maduro presentó su nuevo programa de TV “Con Maduro +” el que hasta el momento ha tenido 6 emisiones. Aunque se quiere mostrar innovación con un bot llamado Sira construido bajo los cánones de lo que el chavismo considera estético para una mujer –joven, morena, pelos rulos, ojos claros, bonita- el programa es tradicional en su estructura y contenidos. No hay nada nuevo. Salvo que sea otro medio para que Maduro tenga presencia ¿por qué otro programa? Mi hipótesis es que el gobierno ensaya para 2024 con algo parecido a lo empleado por Erdogan durante su campaña para la presidencia de Turquía: un nacionalismo cotidiano, no de épicas a lo Negro Primero, sino del día a día en una época en la que todos tienen su corazoncito patrio y que influye a la hora de votar

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Caracas. Hace dos meses, el presidente Maduro presentó un nuevo programa de TV que se llama “Con Maduro +”. Hasta el momento de escribir este artículo, el programa se transmitió los días 17 y 24 de abril, 8, 15, y 22 de mayo. Los días 1 y 29 de mayo, y 5 de junio no hubo programa por ser el Día del Trabajador, por la reunión de presidentes que se hizo en Brasil, en la que Lula fue anfitrión, y por la ida de Maduro a Turquía para la toma de posesión de Erdogan y, luego, partir para Arabia Saudita. Cuando este artículo salga publicado el 12-6-22 debería ser el programa #7. 

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No es la primera vez que Maduro tiene un programa. Tuvo uno al inicio de su gobierno en 2013, y luego ha habido intentos que no han tenido éxito para hacer un programa sea en TV o en radio. Lo que es constante como programa para Maduro son las actividades de gobierno en las que el presidente es más sistemático para llevarlas a cabo. En una semana promedio, puede tener entre 2 a 3 actividades de gobierno. A veces hasta 4 programas durante una semana.

Pero en un formato de programa semanal y no de actos de gobierno que se transmiten por televisión, Maduro no es disciplinado y la evidencia es que se ensaya con otro programa. El tiempo dirá si el presidente tendrá la constancia para mantenerlo. La duración del primer programa no fue poca: casi 3 horas, que es mucho para un formato semanal junto a los programas sobre la gestión de gobierno que ya tiene.

He visto todos los programas, y la duración más o menos es de dos hora y media. Maduro es puntual. El comienzo ha sido a la hora -5pm- para un presidente que no es a la hora en sus actividades. En general, el chavismo no es puntual. Bueno, la política venezolana, a decir verdad. A nuestra política le gusta hacerse esperar, a que “las masas” llenen plazas o espacios para que los líderes políticos hagan sus entradas triunfales con aplausos o en escenarios rodeados de personas cual “backing humano”, que es la estética convencional de la política venezolana para declarar o hacer algún anuncio. Un político rodeado de personas las que muchas veces tienen “cara de circunstancia” que no ayuda para los anuncios que se quieren hacer.

¿Por qué Maduro lanza un nuevo programa de TV?

La primera razón es porque ya está en campaña para la presidencia. En la rueda de prensa del partido socialista del 22-5-23 Diosdado Cabello, ante la pregunta que Machado y Rausseo van de primero en las encuestas para las primarias que organiza la plataforma unitaria, expresó que “no tienen vida”. Aseguró que el chavismo ganará en 2024. Lanzó a Maduro, “con Nicolás nos resteamos; mientras ellos andan cayéndose a golpes, nosotros vamos tranquilitos, organizándonos”. Casualmente, en el programa de ese mismo lunes, Maduro le dijo a una estudiante que “en 6 años, te entrego el título” (es decir, en 2029). Maduro se asume como presidente reelegido. El lanzamiento informal para la reelección pasó “por debajo de la mesa”.

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El programa quiere mostrar a un gobierno y a un partido tranquilos y seguros. Un Maduro con saco, relajado, con el “tumbaíto” de la salsa. Un programa que quizás dure lo que tome el proceso electoral, pensado para la próxima campaña electoral de 2024.

Quizás por esto el programa es el lunes. Comienza la semana, y quiere mostrar empuje y definir la agenda para los 6 días restantes. Algo como “comenzar con energía”, aunque el programa es rutinario, como desarrollo más abajo.

No hay que descartar una “hipótesis maquiavélica” para lanzar este programa, con la decisión del CNE del 18-4-23 sobre la solicitud hecha por la comisión de primarias, en la que el organismo le señaló que el sistema electoral es uno solo, una totalidad, no una parte en la que se puede separar la máquina para votar del sistema para identificar las huellas, o la imposibilidad del CNE para hacer un conteo paralelo al electrónico que proporciona el sistema electoral venezolano, como planteó la comisión de primarias.

Todavía el apoyo técnico del CNE para las primarias no se decide, aunque la comisión electoral informó el 2-6-22 que, si se cumplen las garantías de protección a la identidad de los votantes, solicitará el apoyo del ente electoral. Casi dos meses para decidir si el CNE respalda técnicamente a las primarias, hace que la “hipótesis maquiavélica” no se pueda descartar. 

En una actividad con motivo del aniversario del 11 de abril de 2002, Maduro deslizó la posibilidad de adelantar las elecciones presidenciales. No tienen que ser en 2023 pero sí a comienzos de 2024 o repetir la fecha de 2018: dentro de un año (mayo 2024), que ya es cerca. Nunca creí la especie que las elecciones serían este año. El chavismo jugó con esa posibilidad porque sabe que la oposición come casquillo y, además, el miedo lo tiene condicionado. El gobierno suena la “campanita” autoritaria y la oposición saliva miedo. No espero las elecciones para este año, pero no creo sean en diciembre de 2024 sino antes ¿Cuándo? No sabría decirlo.

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La relación del programa de TV de Maduro con las elecciones presidenciales es que ya el chavismo decidió una fecha en 2024 pero todavía no se hace pública, pero el chavismo se prepara, como lo desliza Diosdado Cabello en cada rueda de prensa del PSUV. La última ocasión en donde lo dejó ver fue en la rueda de prensa del 5-6-23, “nos estamos preparando, tranquilitos”, aseguró.

El gobierno relajado, una vez superados los casos de corrupción y las protestas salariales; un ejecutivo y un Maduro cada vez más reconocidos fuera de Venezuela -se quiera aceptar o no- hacen lo de siempre dentro del “Manual del chavismo para las elecciones”: busca la ofensiva y su mejor momento para lanzar su campaña.

Sin decirlo todavía, comienza a prepararse para dar la sorpresa sobre la fecha para las elecciones, que en cualquier momento el CNE puede informar o anunciar que comienza el trabajo para definir el cronograma electoral para 2024.

Tampoco es casualidad los viajes del presidente a Brasil, a Turquía, y a Arabia Saudita; al tiempo que hay una solicitud al TSJ para designar una nueva comisión electoral para las primarias, y la agresión a Capriles en sus giras a Miranda y Carabobo.

No es que todos estos hechos fueron preparados –la fecha para la toma de posesión de Erdogan ya estaba definida, por ejemplo, no hay un control así de la coyuntura por más autoritario que sea un gobierno- pero sí que el ejecutivo aprovecha estos eventos para mostrar un “Maduro exitoso” y, por otro lado, una oposición con problemas, a cuyas figuras agreden, que se ataca entre sí, para terminar con una de las apelaciones principales del chavismo durante las campañas electorales: “¿qué prefieres? la estabilidad que hay o una oposición que ni se pone de acuerdo para hacer una primaria?”. De nuevo, presentar la disyuntiva estabilidad-incapacidad para gobernar. La primera en el ejecutivo, la segunda para las fuerzas de la alternativa al chavismo. 

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No hay que descartar, entonces, esta “hipótesis maquiavélica” pero mi conjetura, más bien, apunta a que el gobierno se mueve a mensajes para públicos diversos –principalmente los “No alineados”, que parecen serán nuevamente los “grandes electores”- para mostrarse tranquilo y en control de la situación. La prueba de los casos de corrupción dentro del chavismo la superó. Los pronósticos sobre la “implosión” y la “lucha de las mafias” no se cumplieron. Pasado este trance, el ejecutivo muestra otra cara. De hecho, los casos de corrupción ya se olvidaron a pesar que portales cercanos al mundo oficial como La Tabla informan sobre avances y nuevos hallazgos. Pero ya no interesan o menos a la opinión pública. Una que otra cuenta en tuiter pregunta “¿dónde está El Aissami?” no tanto para saber del exministro sino porque se esperaba que éste catalizara una crisis interna que llevaría al famoso y esperado “quiebre”. El Aissami es algo como la “última esperanza” para el consecuente público del “quiebre” que espera y espera.

Nada mejor, en consecuencia, que un programa de TV con un formato relajado, fresco, que incluyó un bot al estilo chavista -mujer, morena, bonita, pelos rulos, eso sí, de ojos claros- para mostrar modernidad e innovación. Darle otro rostro al gobierno porque el que tiene es de corrupción, represión, autoritarismo, ideologización, e incompetencia.

Un Maduro tranquilo. En el programa del 15-5-23 cambió el saco azul por un llamativo saco rojo, tipo animador de TV que es algo que le hubiera gustado ser.

El programa tiene un formato para informar “las verdades del gobierno” pero general, no tipo programa sobre una actividad concreta que si los “miércoles productivos”, que es lo que normalmente Maduro hace, por ejemplo. El de los lunes es un programa de variedades, con información general y secciones (la primera dama tiene una sección, por ejemplo, mayormente con temas de las familias y sociales).

Si bien el empaque del programa busca ser innovador y moderno, su estructura es la de siempre. Incluso los contenidos. Secciones para jóvenes, abuelos, el tema de la gestión, el 1 x 10, novedades del gobierno, y secciones para recordar el pasado de Maduro como activista sindical (sección “Medios, redes, y paredes”, las “paredes” propia de la cultura de la agitación con pintas y grafitis, de la que Maduro se siente con una deuda). En balance, no hay nada nuevo. Los anuncios tampoco comunican la innovación que se quiere plasmar con un bot de la IA.

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Por ejemplo, en el programa del 17-4-23 Maduro anunció que Oblitas es la nueva ministra de educación superior en sustitución de Tibisay Lucena. Nada nuevo en este anuncio y, más bien, comunicó la inercia del gobierno: deja ver que ese ministerio es “propiedad” de las rectoras del CNE cuando salen del organismo. Una suerte de “herencia”.

Tampoco Oblitas fue original en sus palabras cuando aceptó el puesto. Lo primero que hizo fue mostrar su lealtad, “la revolución primero” dijo; no su compromiso con la educación superior dentro de los cánones de la constitución de 1999. Un programa de TV que quiere ser innovador, pero resulta ser “más de lo mismo con los mismos”.

No diría que lo anterior sea propio del programa “Con Maduro +”. En las ruedas de prensa del PSUV observo lo mismo en la parte de preguntas y respuestas. Mis respetos a los colegas, pero son preguntas demasiado fáciles, muy acomodaticias, principalmente las que hacen colegas de los medios oficiales o cercanos al chavismo. No hay alguna pregunta que sorprenda sino rutinarias bajo el mismo formato: lo malo de la oposición frente a los logros del gobierno. Nada nuevo. Ni porque sean chavistas se atreven a hacer alguna pregunta difícil o retadora.

Por ejemplo, en la rueda de prensa del PSUV del 5-6-23 la colega de VTV le preguntó a Cabello su opinión sobre un video que salió en redes sociales en el que Guaidó, en una entrevista, no supo explicar de qué vive. Cabello la cargó contra la oposición. A la colega de VTV no se le ocurrió preguntar de qué viven los dirigentes del PSUV, quienes estaban presentes en la rueda de prensa.  

Las críticas que Maduro hace en el programa “Con Maduro +” son las de siempre: a la gestión de gobierno, que si los alcaldes y gobernadores deben hacer más para resolver los problemas de la comunidad –durante el programa del 17 de abril, dijo que lo anterior es una “critica demoledora”, lo que revela el mundo de la gente de poder, aparentar que hay “críticas demoledoras” pero que en verdad no son tales porque son cuestionamientos a métodos de gestión como el 1 x 10, pero no hay críticas a la naturaleza de la gestión, por ejemplo, que sí sería una “crítica demoledora” pero ¿quién le “pone la cascabel al gato”?- los invitados también son los mismos, personas de la estructura o movimientos sociales del chavismo, trabajadores, mujeres, niños, maestros, adultos mayores, y deportistas. 

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Mi hipótesis para explicar la aparición de este programa es que el gobierno quiere mostrar otra imagen, más fresca, con la mente puesta en las presidenciales. Además, considera que vive un buen momento y lo aprovecha: el país está tranquilo, pasó la prueba de los casos de corrupción, la oposición no es un desafío o una entidad política que respete. Considera que vive un buen tiempo internacional con sus aliados que lo respaldan o personalidades que han venido o vienen a Venezuela para reforzar acuerdos. El ministro de petróleo de Irán y Lavrov visitaron el país, por ejemplo, y el presidente de Irán anunció una visita a nuestra nación y así igualmente lo hará el fiscal de la CPI; y el tema de las sanciones comienza a hablarse de manera más institucional y con actores políticos de peso –países- que fue la conferencia sobre Venezuela organizada por Colombia realizada el 25-4-23 y en la reunión de presidentes promovida por Colombia efectuada el 30-5-23.

Es decir, hablar de las sanciones tiene un espacio de mayor nivel político, ya no es solo un tema del gobierno sino de naciones que deliberan en un espacio formalizado y con la legitimidad de al menos 19 países + la UE. 

Desde el punto de vista simbólico, este último periplo de Maduro a Brasil significa mucho porque es su primer viaje dentro de la región desde la cumbre de la Celac en 2021. Comunica un Maduro reconocido y que se “normaliza” entre sus pares, con las críticas que le puedan tener como las expresaron Boric y La Calle. Poco a poco comienza a viajar más allá del círculo de amigos y aliados: la Celac, la cumbre del clima, y ahora una visita a Lula y la posterior reunión de presidentes. Este itinerario abona a la idea que el “gobierno se normaliza y es reconocido”. Maduro calificó de “histórico” el encuentro con Lula. Este, igualmente, valoró la visita como un “momento histórico”.

Aunque medios y redes dejan ver este viaje como un “por primera vez viaja”, ya Maduro estuvo en la Celac de 2021, como se escribió. La novedad de este viaje es que el encuentro no es de una organización, sino un cara a cara entre presidentes. Transmite que es reconocido y aceptado, con observaciones y críticas, pero aceptado en un encuentro privado de mandatarios.

Todo este cambio de imagen que se ve en el programa, ayudado porque el gobierno vive una situación de estabilidad es porque -una hipótesis arriesgada de mi parte- el chavismo decidió la fecha para las presidenciales. Se prepara sin decirlo y, cuando se anuncie, sorprender y partir con la ofensiva a su favor, como es tradicional en la estrategia del chavismo. Un presidente que viaja tranquilo, un chavismo que se organiza, y contrastarlo con una oposición dispersa y sin eficacia política, que pelea por el conteo automático o “papelito por papelito” para sus primarias.

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A pesar de lo anterior, mi balance del programa es uno que no tiene sentido. Por un lado, el programa no me parece nada novedoso a pesar de Sira, de una especie de tribuna de invitados que está a nivel de Maduro, y éste puede hablar con ellos de manera cercana -no es mala idea, revela “igualdad y paridad”- el uso de gráficas y recursos de computación, pero más allá de eso, el programa de Maduro de los lunes no tiene ninguna novedad. Tampoco en su estructura. Es un programa del “by the book de medios del chavismo”: un editorial, secciones, y el “pueblo como protagonista”, sea en las estructuras del chavismo o en historias sobre su día a día.

La sección de la primera dama no es mala pero, si la comparo con los programas iniciales -hasta ahora van 6 programas- perdió fuerza. Una sección rutinaria propia para una primera dama. Temas de la familia o sociales.

Tampoco percibo que el programa sea noticia fuera del mundo chavista, lo que sugiere que es flojo. Salvo la parte editorial al inicio, no hay otras cosas como para una noticia. 

Salvo que mi análisis del programa “Con Maduro +” esté malo -que es una posibilidad por “mis sesgos” que los tengo, expresión que es el nuevo descubrimiento en redes sociales- la pregunta que surge es ¿por qué este nuevo programa, entonces? más allá que el presidente tiene ahora otro espacio -de los tanto que tiene- para salir al público. Si no es un deseo de Maduro -que desde 2013 busca un programa fijo, seguramente para emular el Aló Presidente de Chávez- ¿por qué apareció este programa de TV los días lunes, al comienzo de la semana?

Aquí tengo una hipótesis que surgió al ver la campaña electoral de Erdogan (parte de ella) para explicarlo.

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El presidente de Turquía apeló a un fenómeno de cualquier sociedad, que siempre ha estado presente y toca a todas las doctrinas: el nacionalismo. Liberal en sus comienzos, luego pasó por versiones más belicosas como las del nacionalsocialismo de Alemania e Italia –con Sorel como exponente de esta versión- para ser recogido por sistemas autoritarios de países, algunos en América del Sur; por las “democracias populares” en Europa, o el nacionalismo para dar empuje a las luchas por la liberación colonial en países como Argelia o para justificar las estatizaciones en nuestros países durante la “era de oro” de las mismas: los 70.

Con la globalización y el “Fin de la historia”, el nacionalismo fue visto como algo arcaico, primitivo, de modelos políticos autoritarios. Olvidado, quedó allí, latente. Como el genio en la botella. Esta se abrió a finales del Siglo XX en su forma más horrorosa como fue la Guerra en Los Balcanes.

Luego el nacionalismo pasó a un discurso identitario que en la actualidad goza de buena salud, cuando el “Estado de bienestar” perdió su lugar como referencia para la estabilidad y proyectos de vida. En este punto, el nacionalismo revivió. Lo que la democracia liberal en su crisis no llenó, lo hizo el nacionalismo a través de los famosos “significantes vacíos” a los que les dio forma conceptual que enarbolan partidos y movimientos políticos etiquetados como “populistas”.

Hoy es extraño que alguien no sea nacionalista. Serlo tiene diversas caras, pero es un motor político y electoral. Desde movimientos de la derecha hasta de la izquierda, todos apelan al nacionalismo. A la simbología de una identidad nacional propia, en un “nosotros”-“ellos” que puede ser más hostil y excluyente frente a los otros –la xenofobia- o más integrador de grupos diversos.

La inseguridad existencial del Siglo XXI resulta en nacionalismos menos integradores a los que se les pone el nombre de “populismos”, aunque poco tienen que ver con el significado original de la expresión o su papel en la región entre los años 30 a los 70 del Siglo XX. Ya no es el “melting pot” del pasado sino algo como un “rigid pot” lo que da seguridad a públicos temerosos del “otro”.

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Es a lo que creo apunta el programa de Maduro de los lunes: al nacionalismo, pero no en un discurso de épica sino uno cotidiano. Las situaciones que muestra el programa cualquiera las puede vivir, pero están cruzadas por el discurso nacionalista.

Por ejemplo, en el programa del 15 de mayo apareció un chamo con un chigüire como el “video más visto”, y en la sección de entrevistas, fue con un conservacionista sobre el oso frontino con una “cámara trampa” para ver la vida este animal a través de un video grabado en Trujillo. En ese mismo programa, Maduro y Lacava bailaron con la música de Bad Bunny. En el programa del 24 de mayo, Maduro también echo un pie con un “tiktoker” que se llama Tesla, como los carros eléctricos. 

En el programa del día 22 de mayo, los entrevistados fueron rescatistas con sus perros. Una conversación canina. Todo normal, todo tranquilo, y con símbolos que revelan bondad: los animales, principalmente de la fauna venezolana. Qué mejor vía para comunicar el nacionalismo que apelar a “nuestra propia tierra”.

Las secciones del programa tocan el nacionalismo al mostrar la diversidad de la sociedad venezolana. Un Maduro “multisápido” es lo que quiere mostrar el programa, pero en situaciones cotidianas, no “cuando el grito de la patria llama, hasta el llanto de la madre calla”, que puede ser dramático o cursi, y alejar al público. Un nacionalismo del día a día dirigido al público normal, no a la élite. Al contrario, si hay algún contenido científico, se busca hacerlo cotidiano.

Los “nacionalismos dependientes” como el venezolano enfatizan la ciencia y la tecnología, discurso que el gobierno enarbola desde hace varias semanas posiblemente porque es el momento en que los bachilleres se registran en la OPSU. El ejecutivo quiere que opten por “carreras priorizadas” que son las relacionadas a las ciencias y tecnologías ¿Qué más nacionalismo si se habla de una ciencia autóctona, tema de “gobiernos nacionalistas” para mostrarle al “capitalismo” y a los “poderosos” que también tienen tecnologías?

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Esta es la lógica que le encuentro al programa “Con Maduro +”, en ausencia de una verdadera novedad como programa de TV. Su novedad es hacer del nacionalismo algo cotidiano y popular. Persigue mezclar el nacionalismo con la cultura urbana de la calle en un formato de programa sabatino de variedades de los 80 y 90, para tener un “flow” y un “level” que lo haga asequible y lo acerque al gran público. Como escribí, en su “otra vida” Maduro tal vez fue animador de un programa tipo Sábado Sensacional o Feria de la alegría.

Este programa se suma a la “oferta política light” que hace el gobierno para el público “Ninguno” (en partidos) y “No alineado” (en bloques políticos), oferta que desarrolla desde la época de Chávez y que con Maduro tiene nuevas “líneas” como el Movimiento Somos Venezuela (MSV) o la actividad que Héctor Rodríguez tuvo con un partido verde (porque creo hay varios que reclaman lo verde). Es ofrecer a quienes no se identifican con algún partido, un movimiento para que se animen y sufraguen. Hay que tomar en cuenta que, para las elecciones de 2018, el MSV le dio a Maduro más votos que el PCV y el PPT sumados. En la alianza de ese año -conformada por 9 partidos, sin incluir al PSUV- el MSV aportó el 40% de los votos del total de los 9 partidos que apoyaron a Maduro en esa elección.

El chavismo tiene una línea para el PSUV y el chavismo, y otra para los sectores que “no creen en partidos”.

¿El programa “Con Maduro +” ayudará? No creo. A mí me parece un programa aburrido, pero no sé si el gobierno mide su efecto o la respuesta del público al programa. Seguramente sí. No estoy en los que subestima al chavismo –ni con Chávez ni con Maduro- pero tampoco los sobreestimo. Yerran y bastante. Solo hay que ver la gestión y la calidad del gobierno, con Chávez y con Maduro.

Los efectos del nuevo programa de TV los veremos en la evaluación que la opinión pública haga del ejecutivo, de Maduro, y de temas que el gobierno quiera promover de cara a las presidenciales. Allí sabremos si “Con Maduro +” es eficaz como producto de la “industria cultural de masas” socialista o termina en algo como “Con Maduro + de lo mismo”, y pasará a la historia como otro intento de Maduro para tener un programa de TV que dure.

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