¿Cuál es el origen y por qué se celebra el Jueves Santo?

Caracas/Foto: Cortesía. El Jueves Santo es un día de gran significación religiosa para los cristianos en todo el mundo. Esta fecha marca el inicio del llamado Triduo Pascual —que abarca desde el Jueves Santo al Domingo de Pascua—, el período litúrgico que conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. 

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De acuerdo con la tradición evangélica, el Jueves Santo comienza con la Última Cena, cuando Jesús compartió un banquete con los doce apóstoles en Jerusalén para despedirse de ellos antes de su pasión y muerte. 

Según los textos sagrados, durante la cena Jesús anunció que uno de sus discípulos lo negaría tres veces (Pedro) y otro lo traicionaría (Judas). 

El Evangelio según San Mateo, citado por National Geographic, relata que, durante la celebración, Jesús tomó el pan, lo partió y se lo dio a sus discípulos mientras decía: "Tomad y comed, este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros". Luego tomó un cáliz lleno de vino y lo ofreció a los discípulos diciendo: "Tomad y bebed todos de él, porque esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía".

La Eucaristía, también conocida como la Santa Cena o Comunión, se ha convertido en uno de los pilares de la fe cristiana, un ritual que renueva la alianza entre Dios y su pueblo.

Asimismo, el Evangelio según San Juan relata que durante la Última Cena se llevó a cabo otra ceremonia: el lavado de los pies. Según el texto, Jesús lavó los pies de los discípulos como un acto simbólico de humildad y purificación. 

Otro evento conmemorado en Jueves Santo es la agonía en el huerto de Getsemaní. Tras finalizar la cena, Jesús, acompañado de algunos de sus discípulos, se fue a orar antes de su arresto. Este momento de profunda aflicción humana recuerda la dimensión más íntima y sacrificada de Jesús, quien asumió el sufrimiento por la redención de la humanidad.

¿Cómo transcurre el Jueves Santo? 

De acuerdo con el portal Catholic, el Jueves Santo comienza con la llamada Misa Crismal, presidida por el obispo diocesano y concelebrada por su presbiterio. Durante esta celebración se consagra el Santo Crisma y se bendicen los demás óleos, que son utilizados en la administración de los principales sacramentos. 

Además, todos los sacerdotes renuevan las promesas hechas el día de su ordenación. “Es una manifestación de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el sacerdocio y ministerio de Cristo y es con este gesto que los sacerdotes de nuestra iglesia celebran un año más de la institución de La Vida Sacerdotal”, explica el portal. 

Posteriormente, en la tarde del Jueves Santo, se celebra la Misa Vespertina, que da inicio a la celebración del Triduo Pascual, el cual culmina con la vigilia que se conmemora en la noche del Sábado Santo al Domingo de Pascua. 

Al comienzo de esta celebración, el Sagrario se presenta vacío y con la puerta abierta, mientras que el altar mayor, donde se celebra la Santa Misa, se adorna con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección de Jesucristo. 

La liturgia comienza con una entrada procesional, encabezada por los acólitos, seguida por los ministros y finalizada por el celebrante principal, que puede ser un sacerdote o un obispo. El coro acompaña con cantos solemnes, ya que la Cuaresma ha concluido y da inicio a uno de los momentos más importantes del año litúrgico: la Institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor.

Según el portal, los cantos se centran en la  celebración de la Eucaristía. Se interpreta el “Gloria” mientras suenan las campanas, las cuales no volverán a sonar hasta la Vigilia Pascual en la Noche Santa. 

“La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que se recordará a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús”, expone.

Tras repartirse la Comunión, el Santísimo Sacramento es trasladado hasta el “Altar de la reserva” o “Monumento”, el cual debe estar ubicado fuera del templo principal, ya que el Viernes Santo no se celebra la Eucaristía. 

Durante la procesión, se entona algún himno eucarístico; el sacerdote deposita el copón con el Santísimo, debidamente cubierto, dentro del sagrario de la reserva, y puesto de rodillas, lo inciensa. 

Una vez se ha reservado al Santísimo, los oficios del Jueves Santo concluyen, y la celebración litúrgica continúa al día siguiente.