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La Lupa

Del día “D” al día después: la política postelectoral que pocos quieren ver

No se debe subestimar la capacidad de movilización espontánea de los sectores más vulnerables que ante el hartazgo son capaces de calentar el termómetro político, pero para esto, el gobierno ha manifestado tener una respuesta contundente sobre los que conduzcan estas acciones. Es una tentación para algunos dirigentes de oposición volver a las calles y construir una épica de lucha, como lo hizo Leopoldo López en 2014 y Juan Guaidó en 2019 pero sin propósito estratégico y conducción unitaria, es muy poco lo que se pueda lograr con eso

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Caracas / Foto: NYTimes- A casi un mes de la elección presidencial en Venezuela, la incertidumbre no permite observar con claridad qué puede suceder en el aclamado “día d” y lo que hará el perdedor de la elección.

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Los números de participación siguen estando arriba, la gente quiere votar, algunos por un cambio de gobierno y otros por la continuidad de Nicolás Maduro, pero el abanico de escenarios, hostiles y complejos, no terminan de favorecer a la población. Por donde se mire, el conflicto y la sed de revancha estará presente en quien gane la elección.

En un entorno político donde pocos se reconocen y la disuasión permanente suele estar sobre el tablero, es poco probable que existan comportamientos institucionales y confianza mutua que permita un pacto de “estabilidad política y no agresión”. Muchos actores políticos se quieren pasar las “facturas” pendientes por los acontecimientos del pasado y otros apuestan, con timidez y excesiva prudencia a no meterse en la candela.

El conflicto a diario y las resistencias de lado y lado, solo revelan que el oficialismo no le entregará el poder a quien lo vive amenazando, y que la oposición terminará utilizando el poder para vengarse, “pasar facturas”. El extremismo, el canibalismo electoral y el resentimiento ha dominado toda la campaña. Lo que más se habla es de llegar al poder a toda costa o de mantenerlo y no de convivir o pactar con aquellos sectores ajenos al proyecto político.

El oficialismo, confiado en su victoria, ha declarado que “aplastará a la oposición” en las máquinas de votación pero ¿Qué pasaría si los números no le dan y pierden? ¿Qué pasaría si la oposición arrasa tal como lo demuestran algunas encuestas?, allí esta uno de los grandes problemas que no se solucionan con percepciones, mítines, ni declaraciones. Una cosa es ganar la elección y otra es sentarse en Miraflores y entenderse con el alto mando militar, consolidar el camino de transición, diálogo y negociación. El reconocimiento de los resultados y la legitimidad de la elección son cosas que marcarán el inicio de un periodo de conflicto entre los actores políticos nacionales e internacionales.

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Los eventos postelectorales afectarán a la ciudadanía ya que, a mayor caos, mayor desánimo colectivo, mayor sensación de estancamiento y debido a las grandes tensiones que la oposición debe enfrentar, está en la obligación de tomar decisiones estratégicas que le respondan a sus seguidores. Volver a las calles y mandar a la gente a marchar hoy no parece una opción, la disposición a este tipo de actividades por petición del líder de turno ha disminuido desde la época agotadora del “interinato”.

Sin embargo, no se debe subestimar la capacidad de movilización espontánea de los sectores más vulnerables que ante el hartazgo son capaces de calentar el termómetro político, pero para esto, el gobierno ha manifestado tener una respuesta contundente sobre los que conduzcan estas acciones. Es una tentación para algunos dirigentes de oposición volver a las calles y construir una épica de lucha, como lo hizo Leopoldo López en 2014 y Juan Guaidó en 2019 pero sin propósito estratégico y conducción unitaria, es muy poco lo que se pueda lograr con eso. Las emociones del venezolano son otras y no precisamente las que vemos en Twitter.



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