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La Lupa

Dos causas estructurales por las que Venezuela no entró a los Brics

Cierta oposición en redes sociales sorprendida -para variar- con el viaje de Maduro a Rusia para ir a la cumbre de los BRICS celebrada entre el 22 al 24 de octubre, aunque el presidente venezolano fue invitado en agosto. Por supuesto que Maduro no iba a perder la oportunidad para darse un “baño de poder” en Kazán. La noticia fue que nuestro país no fue admitido como socio de los BRICS porque no tuvo el consenso de Brasil quien justificó su negativa porque se perdió la confianza entre Planalto y Miraflores por los resultados del 28 de julio. En el artículo examino la oposición de Brasil, pero también dos causas estructurales por las que Venezuela no fue admitida al bloque: la innovación y la productividad, y la “respetabilidad autoritaria”. Nuestro país no tiene ninguna de las dos

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Caracas.- Seguramente es envidia de mi parte por no ser tan brillante o ingenioso. Creo hago buenos análisis -así me veía en la universidad, no llegué al área por accidente o “porque no tenía otra cosa qué hacer”- pero todo el tiempo estoy interpelado para dar explicaciones. En cambio, ese pésimo análisis solo recibe reconocimientos, pero coadyuva a que la oposición esté lejos del poder. Nunca explica nada, no acierta en nada, y nunca es interpelado. Intocable, pues.

A lo mejor no debo sentir envidia. Amoz Oz escribió que pensaba que sus artículos influían en el mundo político de Israel, principalmente sus textos acerca del tema palestino. Luego de reunirse con varios PM, el famoso escritor concluyó que sus artículos o reuniones “de alto nivel” no tenían ningún efecto en los políticos o en la política israelí. Para decirlo en criollo, “si eso le pasó a Oz ¿qué quedará pa’l resto?”.

Los tuiteros de cierta oposición se la comieron con sus análisis sobre la cumbre de los BRICS. Principalmente, el “análisis semiológico” -seguramente con una clase o “hilo” acerca de Roland Barthes con una pizca de Deleuze para mostrar que “son viajados” aunque sin dejar de ser “venekos”, por supuesto, primero muertos- sobre el video en que Putin le dice a Maduro -o eso parece- que entran por puertas diferentes para el encuentro bilateral que tuvieron en Kazán, video que fue la comidilla de tuiter.

Otro extraordinario análisis de los tuiteros de cierta oposición es sobre la ausencia simultánea de Maduro y la VP de Venezuela. Todavía con la fijación en la famosa “pelea de Diosdado con Nicolás”, el gran análisis concluyó en que “el compadre” le “echaría la vaina” al otro “compadre” durante su salida, como pasó con otros “compadres”, pero los de 1908. La historia se repetiría de acuerdo con los descollantes y “con kilometraje” de cierta oposición en tuiter.  

Lo llamativo es que hay políticos que “compran” esos pésimos análisis, definen estrategias y acciones, y los imponen a la oposición con sus desastrosas consecuencias, mientras sus promotores llevan grandiosísimas vidas “en tiranía”, rumbo a las mejores navidades que han tenido que comienzan con los partidos en “el Monumental”.

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Mi análisis de la cumbre de los BRICS no será tan bueno como el de los tuiteros de cierta oposición en tuiter. Expongo por qué pienso que Venezuela no fue admitida como socio del bloque, más allá de la diferencia con Brasil que pesó, pero pienso hay factores estructurales que explican el no ingreso de nuestro país.

Otro detallazo con los tuiteros de cierta oposición es que están súper bien informados. El viaje de Maduro a Rusia los sorprendió, como todo lo del chavismo. Aquí se nota “que saben a lo que se enfrentan y no son tibios”.

En agosto de este año Maduro fue invitado a la cumbre por Putin, anfitrión del cónclave en octubre (del 22 al 24) realizado en Kazán. Es decir, no fue una sorpresa como se dejó ver en redes sociales. Maduro no iba a perder la oportunidad de ir, más ahora, para darse un “baño de poder y política”. Es relevante la invitación que recibió en agosto porque Rusia es partidaria de ampliar los integrantes de los BRICS como propuso en la 15 Cumbre de 2023.

Para el gobierno, pertenecer a los BRICS tiene dos propósitos políticos: entrar en una nueva correlación de poder geopolítico y salir del alineamiento de Occidente y comunicar fuerza política, una especie de “respetabilidad autoritaria” al pertenecer al bloque dado que importantes integrantes y líderes como Rusia y China no son democracias liberales o sujetas a la independencia de poderes y menos a la idea de un pluralismo político.

Maduro fue invitado no como representante de un país miembro en pleno pero lo importante es que el gobierno es visto como un aliado que ha resistido y pasado pruebas políticas (“los desiertos” de los que Maduro le habló a Putin en su encuentro bilateral). El ruso reconoció el deseo del ejecutivo de pertenecer al bloque y elogió a Maduro por el desempeño económico del país. Putin aprecia a Maduro desde el punto de vista político, unidos por el tema de la primacía de la supervivencia del Estado nacional frente a lo que perciben son fuerzas disolventes (el fascismo). El aprecio fue visible en la despedida de ambos al terminar la cumbre. Putin le aseguró al presidente que “su participación fue perfecta”. Y con señas -raro el silencio de los semiólogos de cierta oposición en tuiter- le dijo, “nos llamamos”.

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En la rueda de prensa del BRICS del 24 de octubre, Putin hizo una defensa de Maduro muy clara. Inclusive expresó que la posición de Rusia y Brasil son divergentes con respecto a Venezuela. Para el ruso, Maduro ganó el 28 de julio, aunque Putin no es quien para certificar quién ganó. Ni siquiera el CNE cumplió con la sentencia del TSJ del 22 de agosto.

Putin dejó abierta la puerta para que Venezuela y Brasil conversen. Se recuerda que Brasil asumirá la presidencia pro tempore de los BRICS para 2025, por lo que esta diferencia con el gobierno de Maduro no es menor. Por lo dicho por el presidente de Rusia, la diferencia Venezuela-Brasil es una bilateral que llegó a los BRICS, pero entra en el conflicto que ahora tienen los dos países post 28 de julio.

Un aparte por el tema de Brasil. Es conocido que el vecino se opuso a la entrada de Venezuela a los BRICS. Putin afirmó que el bloque opera por consenso. Al no haberlo frente a Venezuela -quedará ver si otro país del grupo expresó reservas- nuestro país no pudo ser admitido como socio, que no es lo mismo que miembro pleno de los BRICS. Es una suerte de membresía intermedia.

El motivo dado por Brasil es que se perdió la confianza con el gobierno porque éste prometió a Lula los resultados del 28 de julio, y todavía no los entrega. O Globo señaló que Celso Amorin justificó la oposición de Brasil por esta falta de confianza, ni siquiera por motivos ideológicos. Simplemente Brasil se sintió engañado y cobró o “se vengó” con la negativa para que Venezuela sea socia de los BRICS.

Es una maniobra extraña porque Brasil queda a la defensiva al usar un medio no acorde al fin que tiene, que son los resultados del 28 de julio o sentirse engañado por el gobierno porque no los entregó como ofreció.

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Si bien Brasil tiene un punto -no solo Brasil, Venezuela espera los resultados del CNE porque, salvo mejor información, la oposición ganó el 28 de julio- no veo correspondencia entre el reclamo y el espacio para ventilarlo, que es en un bloque mundial, principalmente de tipo económico. Ahí Brasil se equivocó. Y feo.

No por casualidad la respuesta del gobierno. Notó esa incongruencia y sacó un comunicado en donde pone a Brasil a la defensiva porque efectivamente su jugada en los BRICS ni siquiera fue “maquiavélica” o “house of cards” sino una sinsentido -solo para los aplausos de tuiter- y no fue noble. Una respuesta por la espalda que no deja bien a Brasil y la fama de su cancillería y diplomacia. El desengaño pudo más que la frialdad política, necesaria con el tema del 28 de julio. Trató un despecho político con una retaliación en un espacio que no era y, además, será ineficaz luego del espaldarazo de Putin a Maduro. Este entre Lula y Putin escoge al segundo porque las coordenadas del gobierno están más en Rusia que en Brasil.

En resumen, la negativa de Brasil fue más por pasión que por un motivo político que elaboró y pudo hacerlo, como es reclamar los resultados del 28 de julio. Salvo que el nuevo criterio de la eficacia política sean los aplausos en tuiter -no me extrañaría para nada- la acción de Brasil es extraña.

Debió, más bien, ser frío y construir una mejor respuesta. En sus zapatos, una vez conocida la invitación de Putin a Maduro en agosto, saco un comunicado con algo como, “Brasil revisa su posición sobre la admisión de Venezuela a los BRICS”, y le doy más sustento político y menos despecho y venganza. Sería el gobierno de Maduro el que estaría dando explicaciones hoy y no el de Lula, en modo de “damage control”. Además, con su torpe acción, Brasil le dio luz verde al ejecutivo venezolano para que lo ataque, como se ve con el comunicado del fiscal, tan desproporcionado como lo que afirmó en el programa con Schemel que llevó al deslinde de la cancillería. Ese deslinde está lejos y ahora desde el chavismo se ataca a Lula.   

Lo notable para el análisis es qué significa “ser visto como un aliado para los BRICS” porque el ejecutivo quiere que Venezuela sea admitida o reconocida como parte del bloque de manera formal. En las nuevas admisiones como países socios entraron naciones como Turquía, Cuba, y Vietnam, pero no Venezuela.

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La negativa de Brasil es una coyuntural, que responde a las elecciones del 28 de julio. Pesó para la no admisión de Venezuela, pero no es todo.

Pienso que hay dos motivos estructurales para la no admisión de nuestro país al bloque. Venezuela no calza para entrar a los BRICS desde dos sentidos, el económico y el político.

En sus palabras de bienvenida, Putin reconoció que hay como una “fiebre por entrar a los BRICS” pero que la admisión depende de lo que llamó “países con potencial” que no son -aunque suene paradójico- que sean aliados o por tener recursos naturales. Putin expresó, por ejemplo, que los BRICS no tienen problemas con el dólar, “pero ¿qué hacemos si no nos dejan trabajar con el dólar?”.

“Potencial” es algún tipo de desarrollo o capacidad con las que Venezuela no cuenta o tiene poco en este momento. Capacidad en términos de transformación/productividad/innovación que nuestra nación no parece poseer ahora. Esta es la primera limitante.

El gobierno no parece darse cuenta o no completamente ya que Maduro llegó a Kazán con el discurso de los países que tienen las mayores reservas petroleras o recordar a los no alineados. Habló del encuentro en ese foro de los que tienen más: Arabia Saudita, Irán, y Venezuela. La carta del gobierno para entrar en los BRICS está en este gráfico:

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Lo que el gráfico dice es que, sin Venezuela, los BRICS tienen el 41% de las reservas de petróleo mundiales. Con Venezuela, sube a 58 por ciento. El país aportaría al bloque un 12 por ciento de energía probada.

El gobierno con la visión del “petróleo como arma geopolítica” mientras que la visión que comunicó Putin fue otra: abrirse un espacio con propósitos de poder, sí, pero por ahora sin chocar con el G7 o con los “imperialismos”. Algo como más moderno centrado en el desarrollo de capacidades propias que hagan peso a Occidente/G7, pero no es la meta primordial en este momento. Veamos la definición de los BRICS que Putin ofreció en la cumbre del bloque:

“BRICS states stand united, advocating for intensified cooperation on the global stage based on the key principles of the United Nations Charter. We collectively strive to contribute in every conceivable way to the establishment of a just, multipolar world order with decisive participation from countries of the Global South and East in the systems of international governance”. Importante para el ruso, el “like-minded countries”. Es decir, naciones que piensan de manera similar.

No es suficiente con decir “tenemos las mayores reservas de petróleo” porque, al final, es una alineación geopolítica bilateral como ya existe, por ejemplo, entre China y Venezuela o con Rusia. No es suficiente ese “chapeo energético” porque, al final, el poder no está allí. La energía se dispondrá, por lo que el poder no está en decir “tengo reservas” como pudo ser en la época de CAP I. En todo caso, el poder de la energía hoy será por el uso o el desarrollo de estas que es donde Venezuela falla porque el chavismo acabó con la industria petrolera y solo vio a la OPEP como un instrumento de poder contra “el mundo desarrollado”, que fue la visión inicial de Chávez que le resultó para despertar a la organización que venía de capa caída en los 90 -sus primeros viajes al llegar al poder- pero el comandante se mantuvo en la visión del embargo petrolero de los 70 para construir la “Patria grande”. Lo que llamo el “síndrome de la Gran Colombia”. Los venezolanos nos creemos predestinados a ser “una potencia”.

El gobierno de Maduro tiene una visión menos ideológica que Chávez -más pragmática, aunque tiene el “síndrome de la Gran Colombia”- pero con una industria petrolera postrada, que medio arranca.

Tampoco Venezuela es una economía emergente y apenas recupera la estabilidad en variables macro como la inflación o el crecimiento, que Putin elogió y aquí puede estar el motivo para ser admitida en el futuro. Finalmente, nuestro país está en una “región de paz” que le hace perder peso geopolítico frente a África, por ejemplo, de mayor relevancia para el futuro geopolítico del mundo.

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Está el segundo sentido para que Venezuela no haya sido admitida, que es el político. Es un análisis más cualitativo. Lo inferí por los “sidelines” de Maduro con Xi y Erdogan.

En artículos para El Cooperante hablé del “autoritarismo peorro” del gobierno -un colega me dice que no lo exprese así; el colega está en la onda de respetabilidad en la que todo el mundo está en Venezuela; bueno, está bien, un “autoritarismo poco serio”- en el sentido que, para no serlo en el caso de los BRICS, hay como un “standing autoritario” al menos en caras visibles, de “países autoritarios serios, con poder” como China, Rusia, o Turquía, y Venezuela no calza en esa clasificación. No somos una sociedad seria por más poses que intentemos. Hay una “respetabilidad autoritaria” que el ejecutivo de Maduro no posee aunque sea autoritario.

La impresión que me dejó el saludo de Maduro a Erdogan y a Xi es que es visto con aprecio, pero como un aliado más. El gobierno todavía no gana el “standing autoritario” o el “respeto autoritario” de sus pares y como con la economía y con lo petrolero, está en lo básico. En la “paz autoritaria”. Venezuela es un país patrimonial -sabroso para las elites del gobierno y de la oposición- pero que no tiene un peso geopolítico como puede ser Egipto o Irán tanto o más patrimoniales, pero con peso geopolítico por la ubicación o lo que representan y tienen.

A partir de 1999, el chavismo jugó una suerte de cruzada geopolítica con naciones que ya superaron esa etapa -Vietnam con los EUA, por ejemplo, hoy “los nuevos mejores amigos”- y todavía la juega, quizás con algo más de pragmatismo, pero que no le da un plus para ingresar en este momento a los BRICS.

Ni siquiera el presidente de Palestina fue tan dramático con lo que pasa en su tierra -motivos hay de sobra para serlo- como lo fue Maduro en su discurso en la plenaria abierta de los BRICS. Somos más palestinos que los palestinos. Es el drama de los venezolanos. El histrionismo y drama que nos fascina en Venezuela -los del gobierno y los de la oposición son actores consumados, como para una serie de Barrera Tyzka o Leonardo Padrón para Netflix, estoy seguro que rompería los números de audiencia- estilo que creo no va con la frialdad que noté en la cumbre y el “business orientation” de los encuentros como, con agrado, aseguró Putin fueron las reuniones. Nada de dramas o rasgamientos de vestiduras de fastidiosos y engolados líderes políticos venezolanos. Hasta nos falta una serenidad y la famosa “templanza” para estar en los BRICS.

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Seguramente el discurso de Maduro si Venezuela participara en pleno en el bloque, hubiera sido algo tipo discurso en la ALBA -el “BRICS” promovido por el gobierno de Venezuela- y nada que ver con el “opening remarks” de Putin el día 23 de octubre, como se vio en el cierre del discurso de Maduro en la sesión ampliada de los BRICS del 24-10-24 si se compara con el de otros presidentes que también hablaron. Actitudinalmente no calzamos allí.   

Putin es un actor de poder no un ideólogo; Maduro sabe mucho de poder, pero todavía está en “Ruptura” o en “la Liga”, es decir, cree ser un ideólogo. Aunque ya de “la tercera edad”, esa etapa de su vida se mantiene. Y los BRICS no son una ALBA en grande sino un bloque de poder, pero pragmático, más moderno en el sentido que le pone peso a la economía, a la manufactura, la tecnología, y la productividad, no simplemente tener recursos económicos en forma de reserva de materias primas y tenerla como “arma” frente al “imperialismo”. Busca ser un poder efectivamente, pero por vía diplomática al promover reformas a las instituciones mundiales como dejó ver Putin en sus palabras en la sesión del BRIC ampliado con fecha 24-10-24. Construir no un poder paralelo sino un contrapoder a Occidente, pero desde las instituciones que ya existen como la ONU y en las nuevas que este bloque promueve como la propuesta de una “bolsa de valores de granos de los BRIC”.

Lo anterior limita la entrada de Venezuela. No es un “autoritarismo serio” sino uno básico que más allá de una “paz autoritaria” no tiene otra cosa en su haber. En China hay corrupción -es la preocupación de los estudiosos hoy, que sea mayor por el control más vertical de Xi- pero hay productividad e innovación. Choca la visión de la “Venezuela chiquita del 1 x 10” y “las rumbitas” que Maduro tiene con la idea de una productividad en grande como proclaman los BRICS, bloque que incluso se enorgullece de tener sus “journals”, como señaló Putin en su discurso de apertura. Esto no lo hay en Venezuela. O muy limitado o tradicional. El problema de fondo es que Venezuela fue pensada para los venezolanos, y de manera autorreferencial y patrimonial. Somos “parroquia” y estamos orgullosos con ser así, de paso.

No diré que el viaje de Maduro fue un fracaso. Fue invitado por Putin. Saludado por personas como Xi o Erdogan, pero el ingreso de Venezuela luce crudo en este momento.

Para entrar, el gobierno deberá resolver un tema de escalas que choca con la naturaleza autoritaria del sistema. Para ponerlo en simple, más escala para entrar en los BRICS, es más democratización o más peso geopolítico. Menos escala para ingresar, menos peso geopolítico o mantener un “autoritarismo a lo Gómez” que puede traer orden, pero es básico. El ejecutivo tendrá que incidir en las dos o en alguna de las variables de la ecuación si quiere ser admitido. O aumenta su valor geopolítico con una Venezuela patrimonial o permite que las fuerzas productivas evolucionen para mejorar la productividad e innovación nacionales.

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Es el mismo reto que plantea el “modelo chino” al ejecutivo con el caso, por ejemplo, de las Zonas Económicas Especiales (ZEE). Se necesita otra escala de visión en todos los sentidos para ir a ese modelo. Ofrecerle al mundo un país ñángara o “veneko” pero con plata o recursos ya no entusiasma en la nueva correlación de poder mundial, lo último como destacó Putin en sus palabras de apertura del encuentro de presidentes del BRICS al analizar el contexto mundial.

El problema del gobierno es ese. Quiere revivir una geopolítica que ya pasó al usar la geopolítica que existe pero que es refractaria a volver a ese pasado. Si el chavismo se mantiene en el poder, Venezuela eventualmente ingresará a los BRICS, pero posiblemente más por una consideración geopolítica que económica que por ponernos los pantalones para la innovación y la productividad. Los venezolanos nos vemos para “cosas grandes” no para tonterías que si innovar o ser productivos.



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