Editorial: Oposición se aproxima al punto de equilibrio tras respaldo unitario a la negociación

Caracas. La oposición sienta cabeza. Aterriza en realidades. La primera realidad: en el campo de batalla hay una guerra asimétrica entre dos bloques. Del lado del gobierno hay armas y judicialización y del otro lado hay votos y respaldo de la comunidad internacional. Con el juego trancado, la designación de las autoridades del Consejo Nacional Electoral rompió la inercia. De allí que Juan Guaidó haya propuesto un viraje en la estrategia: tras el fallo de la ruta a corto plazo, la negociación entre factores es la vía para intentar allanar una ruta electoral.

La Plataforma Unitaria suscribió el martes el acuerdo que busca iniciar "cuanto antes un proceso de negociación con una agenda integral, apoyado por todos los sectores políticos y sociales del país y con el apoyo de la comunidad internacional".

El viraje fue respaldado adentro por los partidos dominantes de la coalición y afuera, por la secretaría general de la Organización de Estados Americanos, Estados Unidos y la Unión Europea.

La segunda realidad: las fragmentaciones y microfragmentaciones no ayudan, sino que estorban. A la propuesta de Guaidó se plegaron durante la tarde del martes públicamente Henrique Capriles, representante de un ala de Primero Justicia que criticó la inercia opositora en 2020, y Leopoldo López, fundador de Voluntad Popular.

Que tanto López como Capriles hayan coincidido (por fin) en una hoja de ruta común, deja en completo aislamiento a ciertos factores "ultra radicales" de la oposición que al parecer, solamente entran en escena para restar en lugar de sumar. La oposición, visiblemente necesitada de unidad sobre realidades y no sobre fantasías, va camino de su punto de equilibrio entre oferta y demanda.

Ni tan calvos ni con dos pelucas, blancos, amarillos, azules y anaranjados asumen que la solución final es electoral. Que esa solución debe construirse. Que para allanar la ruta, primero debe haber condiciones. Que esas condiciones no están dadas. Que para poder allanar el camino, hay que empezar por la admisión de que los polos en disputa están obligados a negociar. Y que la negociación se debe dar entre los legítimos actores de uno y otro sector.

La negociación por sí sola no garantiza el éxito de la estrategia. Experiencias previas como Barbados, Noruega y Dominicana están ahí para recordar que al toro hay que agarrarlo por los cuernos: en política la peor diligencia es la que no se hace. No hacer diligencias es inercia. Y la inercia ya es capítulo cerrado. Quien a estas alturas del juego siga proponiendo en redes sociales hacer "absolutamente nada" mientras una mágica solución cae del cielo, le está haciendo el mandado al chavismo. Aquellos cuya única idea es esperar que terceros solucionen problemas de los venezolanos, son tan útiles para el gobierno como aquellos que se prestaron para usurpar tarjetas de partidos políticos con el fin de simular una democracia inexistente.

Corresponde a la dirigencia opositora unida en torno a la hoja de ruta explicar al país que cuando un cartucho se quema, hay que buscar alternativas viables. Factibles. Que las negociaciones no son rendiciones ni capitulaciones ni pecados capitales, porque hasta en las guerras mas sangrientas las partes se sientan a conversar. Y que eso no es traición, sino política.