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La Lupa

El autoritarismo se normaliza: ¿1949 o 1952?

El día 7-6-22 fueron detenidos, primero por la policía de Chacao y luego por la policía nacional, jóvenes activistas de Voluntad Popular que pintaban grafitis para recordar a un joven que murió en las protestas de 2017 en Chacao, símbolo para muchas personas de la oposición. A los 4 muchachos se le impusieron cargos francamente viles y desproporcionados, pero en un sistema autoritario hay que crear los “casos ejemplarizantes”. La “teoría del Frankestein” de la que habló Pedro Estrada durante Pérez Jiménez. Un sector de la oposición que cree puede impugnar a todo el mundo que no lo adule pero que lleva sobre sus hombros el fracaso de la estrategia de la “presión y el quiebre”, aprovechó el exceso autoritario para ajustar cuentas contra el alcalde de Chacao por su mala actuación en este caso. No entro en el ajuste de cuentas entre un alcalde y personas que fracasaron en la política, a pesar de haber contado con todo. Mi reclamo al alcalde Duque son los múltiples mensajes, contradictorios entre sí y con diferencias de tiempo, para explicar su posición y la de la policía de Chacao. Imposible para la alcaldía evitar que los chicos fuesen detenidos por la policía nacional. Duque correría la misma suerte que su colega del municipio Zamora si lo hubiera hecho. Pero el alcalde sí pudo tener procedimientos más aplomados para protestar dentro del sistema autoritario, la arbitraria detención y desmedidos cargos contra jóvenes manifestantes que deben tener libertad plena, no el “combo autoritario”

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Caracas.-El día 7-6-22 cuatro jóvenes de Voluntad Popular fueron detenidos por la policía de Chacao y, luego, por la policía nacional (PN), al pintar una pared con mensajes para conmemorar otro año de la muerte de un joven durante las protestas de 2017. El muchacho, cuyo nombre es Neomar Lander, murió en la jurisdicción de Chacao. El joven es un símbolo para buena parte del público opositor.

La acción de la policía municipal fue muy criticada en redes sociales -con razón- y puede verse en dos dimensiones. La protesta en sí y la actuación de las autoridades de Chacao. Así haré mi análisis.

Como siempre ocurre cuando escribo sobre los temas que tocan la estrategia de la oposición o son “papas calientes”, hago mi “disclaimer”. Es así porque la oposición que dominó en Venezuela por lo menos durante 9 años -desde 2013- y que actúa como si todavía dominara -la oposición “de la presión y el quiebre”- pretende imponer que la única oposición válida contra el gobierno son las protestas de calle. Si no fuiste a alguna, eres sospechoso. Como no he ido a ninguna, hago mi “disclaimer”.

Esa estrategia dominó a la oposición en dos momentos: 2001-2005 y 2013 hasta 2021. No es que cesó el año pasado, sino que ese grupo no tiene la fuerza de 2019. Solo le quedan sus famosos e influencers que escriben, para crear una igualdad ficticia, “que fracasaron todas las estrategias de la oposición”. Lo que fracasó fue la estrategia de la “presión y el quiebre”, a pesar del apoyo de Trump, las sanciones, la “máxima presión”, el estatuto de transición, el “70% de popularidad” que tuvo en 2019, los “60 países”, y un generoso presupuesto –con recursos públicos- del que no se puede preguntar porque “no hay que darle armas a la dictadura”. Esa estrategia fracasó, no todas, y sus efectos negativos sí nos tocan a todos, a quienes la apoyaron y a quienes no la apoyamos.

Una cosa es una protesta en la lógica de la lucha no violenta -que es lo que se debió pensar o ponderar desde 2013- y otra es para derrocar a un gobierno, sea autoritario o no. En el caso de los gobiernos de Chávez y Maduro, ambos son autoritarios. El primero tuvo popularidad y dólares -por eso, muchos no lo notaron y otros que sí, callaron, pero “París bien vale 5.000 millones de dólares al mes”- y el segundo sin popularidad y sin dólares. Por eso se nota más y se cuestiona más.

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Frente a un gobierno autoritario, si quieres jugar duro como muchos fanfarronean en tuiter, te queda ser una resistencia clandestina tipo Pérez Jiménez, ser una lucha armada como la de los 60’s, o la opción de armar una contra criolla, la que fue rechazada -según el exsecretario de Defensa- porque “es muy complicada”. Lo demás es pretender jugar a la resistencia y presumir desde tuiter para los aplausos.

Frente a un gobierno autoritario, es “más sensato” construir -para quienes creen en eso- una protesta tipo no violenta. Ojalá el tono de 2014 o 2017 hubiera sido una movilización constante para lograr un CNE como lo manda la carta magna, sin la coletilla insurreccional del quiebre”, o la fantasía de Ucrania y los “puputovs” tan celebrados en su momento. O los “pavos otoñales” en sus “scooters” y a buen resguardo, como “logística” de los “chamos” durante esos años.

Una buena imagen de lo que es una lucha no violenta y no un manual de “las revoluciones de colores” es la película, basada en hechos reales, “El mayordomo de La Casa Blanca”. La parte en la que el hijo “rebelde” del “mayordomo” entra en una cafetería para “non-colored people” como parte de un grupo de lucha no violenta, y cómo actuó ante la violencia de las personas que lo agredieron en el café. No sé si nosotros tenemos esa cultura y ese aplomo para un modelo de lucha no violenta de verdad, porque nuestra cultura es más cercana a la protesta ñángara que se modela, sea de derecha, de centro, o de izquierda. 

Lo anterior no excluye la responsabilidad política y penal del gobierno de Maduro. Así como la protesta la veo más en una lógica de la “lucha no violenta mayordomo de la Casa Blanca”, el Estado no puede asumir a sus ciudadanos en clave de la “doctrina de seguridad nacional”, como el “enemigo interno” al que se desaparece, tortura, encarcela o asesina como ha hecho el ejecutivo de Maduro, pero ¿no es esto lo que investiga la fiscalía de la Corte Penal Internacional, la que en 2020 inició su pesquisa porque halló motivos en la represión a los manifestantes en las protestas de 2014 y 2017? Ya hay una investigación en marcha. Nada más y nada menos que de la CPI. 

No tengo fotos en “el asfalto”. Tengo muchas en lo que creo, que es la actividad partidista: viajes por el país, plenos, seccionales, encuentros, caminatas, visitas; el “asfalto partidista” en el cual también se gasta suela, con “saltos a lo Carlos Andrés” incluidos; tomar café con doñitas, “agarrá muchacho”, escuchar a la militancia, y un buen almuerzo, sabroso, con sabor a la base del partido.

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Igualmente, no creo en una alcaldía “como bastión de la libertad”. Si por “libertad” se entiende protestas insurreccionales. Vivo en El Hatillo. Voté por Elías Sayegh en 2013, 2017, y 2021. Básicamente, porque fue el candidato que me transmitió que quería dedicarse al municipio, no hacerlo un “bastión de la libertad”. En todo caso, que sea un “bastión en calidad de vida”. Si la meta es ser un “bastión de la libertad”, los espacios son otros: institucionales así sea en un sistema autoritario -la AN, una carrera política o social- o subversivos: la resistencia o la lucha armada.

Alcaldes que convirtieron a sus municipios en “bastiones de la libertad” se fueron cuando las cosas se pusieron difíciles. Si es un “bastión de la libertad” hay que morir allí, no irse porque “me persiguen”.

Si se habla de “bastión de la libertad”, hay que poner el valor de la expresión por delante. Voté por una alcaldía para la comunidad, no para ser “bastión de la libertad”. No me acompleja ni me siento menos por comentarlo como pretenden los fanfarrones en tuiter, que siempre increpan cuando se creen fuertes, “¿dónde están los anti sanciones que no dicen nada de los chamos de VP?”, pero cuando las cosas se ponen duras, bajan el perfil y son “sensatos”.

Tampoco “he tragado gas del bueno” como dijo Chávez, ni cerrado calle. Ni cuando fui estudiante -en esa edad, estaba “rindiendo honores a la bandera nacional”- ni ahora que vivo en un sistema autoritario. Lo más cerca de la represión que he estado fue, cuando AD durante la constituyente de 1999, que la DISIP se mezclaba en nuestros actos. Pero nada del otro mundo. En los viajes por el país para presentar el proyecto de constitución de AD, algunas escaramuzas con los primeros colectivos en motos, principalmente en la región central (Carabobo).

La segunda vez, con una prohibición de salida del país dictada en 2016 por el tema de las firmas para el revocatorio que el partido MUD adelantó. En ese entonces era parte de su directiva. Finalmente, el mismo día de las elecciones presidenciales de 2018, en la noche, un grupo armado de una cosa que llaman “DGCIM” apareció por mi casa buscando “conspiradores”. Me recomendaron no dormir esa noche en mi hogar o salir del país como también me recomendaron en 2016, pero preferí el consejo de CAP y de Mario Soares que mi mamá me recordó: me tomé una manzanilla y, aunque no soy andino, seguí su frase, “andino amanece en su casa”. Del lusitano, no ponerse nervioso.

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Aquí estoy seguro de mis creencias. Se paga un precio alto en la oposición por no aplaudir a la “presión y el quiebre”, por no seguir el “mainstream”, a sus “brilliant minds” o no acogerse a los chantajes de sus comisarios políticos y famosos, sean en la versión de los “policías buenos” o de los “policías malos”.

Hecho el descargo, voy con el análisis. Comienzo con lo más sencillo. La protesta. Me llamó la atención que buena parte de la discusión fue que si rayaron una pared artística o una pared gris (que forma parte de la pared artística, porque es a lo largo de las trincheras de “la libertador”).

Aunque no creo en protestas -creo en partidos y en sus actividades, reitero- una protesta no puede ser descafeinada, que es lo que me parece se quiere. Una protesta que no sea protesta. Algo como, “vamos a protestar, pero no puede ser aquí, tampoco acá”, sino un en un “lugar seguro”. Una protesta política es subversiva por naturaleza. No sé qué hubiera hecho de ser un manifestante el día 7-6-22. No sé si hubiera dicho vamos a hacerla en la pared o en otra parte. Imagino que seleccionaron el lugar en donde murió Lander para recordarlo.

Pero sí sé lo que hubiera hecho de estar en los zapatos del alcalde. Por supuesto, un alcalde no puede decir que la protesta es subversiva. Es gobierno, “es autoridad”. Salvo que se quiera alzar o convertir su municipio en un “bastión de la libertad” pero de verdad, no para huir y justificarse conque “me persiguen”.

Como no puedo decir eso como alcalde, sí hubiera enviado a la policía, no a detener a los manifestantes para llevarlos y darles una “charla” -algo muy reeducación de la era soviética, muy “coco wash”- sino para persuadirlos de no rayar las paredes, así sean grises. Persuadirlos, no obligarlos. Si querían manifestar allí, perfecto, pero no rayar las paredes. Si al final lo hacen, ponderar que dicen las normas si aplica una multa, detención, o trabajo comunitario. El alcalde es autoridad y hay que preservar al Estado. La lucha no violenta también entraña riesgos. En un Estado de derecho los riesgos no son morir, desaparecer, o ser torturado. Hasta en la serie Borgen (S4-E3), el hijo de Birgitte, activista y grafitero contra la muerte de cerdos, fue procesado en libertad. Hubiera esperado a que terminara el acto, y buscaría la sanción menos gravosa -una multa o trabajo comunitario- y al día siguiente mando a pintar la pared nuevamente de gris. Si la vuelven a rayar, la alcaldía la vuelve a pintar, y así hasta persuadir con no hacerlo.

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La protesta es como la libertad de prensa: la dejas o no la dejas. No creo en protestas -y menos dentro de la cultura ñángara de las protestas en Venezuela- pero si existe, se permite dentro de los cánones que establece la constitución y las normas. Quienes protestan también deben responsabilizarse.

En resumen, lo que quiero decir es que una protesta no puede ser desnaturalizada porque “cuidado, se va a rayar una pared”. Si es así, no es protesta. Será algo educado, con modales, pero hasta ahí. Pero hacerlo entraña responsabilidades. Un “freedom fighter” no nace, se hace. La conciencia se forma al responsabilizarse, no simplemente cerrar una calle, levantar una alcantarilla o reja, pegarle candela a una bolsa de basura o caucho, y “tirarle molotov a tombo”, que es nuestra cultura y debería ser de otro modo.  

Voy ahora con lo más complejo, que es la actuación de la alcaldía una vez que los manifestantes grafitearon las paredes.

Lo primero es si hay un clima menos tolerante a las protestas de ese tipo. Es algo que llamó mi atención del comunicado de la policía de Chacao del día 7-6-22.

Informó que la manifestación terminó bien, y en ese momento, comenzó la pinta de la pared. El texto señaló que personas llamaron a la policía de Chacao y a policías nacionales (PN), lo que es un indicador del ánimo del público, si la información es cierta. El ciudadano no parece querer “bochinche” y si tiene que darle la espalda a cosas que pudo hacer en 2017, lo hace. Incluso, llamar a la policía nacional que está bajo la autoridad del gobierno central. Pudo dejarlo en una llamada a la policía de Chacao, pero no. La gente quiere autoridad y orden. Al menos los que llamaron, que puede ser un indicador del clima del país, y discaron para “que no ocurran perturbaciones del orden público” como dice el comunicado. Emerge nuestra historia de “paz, unión, y trabajo” durante Gómez o como la canción empleada durante Pérez Jiménez para hablar de su dictadura, “por la paz y la tranquilidad/por el orden y la justicia”. El miedo al “bochinche” que gravita en la conciencia venezolana desde que Miranda afirmó la famosa frase en la madrugada del 31-6-1812. Al menos desde la psicología social, los “bochinches” o su percepción, generan actitudes autoritarias.

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En los autoritarismos, en su etapa consolidada, ocurre una suerte de “delegación de la competencia para reprimir” para que la ejecuten otras instancias de manera que el costo no sea solo para el sistema autoritario y se “normalice” en el “inconsciente” de las personas. El “policía de Foucault”. En sencillo, la gente tiene que ser su propio “Sebin” o “DGCIM”. La “tesis del Frankenstein” de Pedro Estrada para explicar la “normalización” de la SN durante Pérez Jiménez, o en la película “No”, la “normalización” cuando la novia del publicista del “No” era detenida, porque la chama era full “cabeza caliente”.

Lo anterior se complementa con un desplazamiento de la frustración en personas al no poder “cambiar al sistema”, lo que se traslada en actitudes y comportamientos a favor del orden. No se puede aceptar el fracaso político –es el “trauma político”- y se transforma en llamados al orden para reducir la disonancia cognoscitiva, para mantener la auto estima y la necesidad de estar en lo correcto. Es lo que la psicología social investiga en el área de las “teorías que justifican al sistema” (SJT).

No sé si parte del público que llamó a la policía experimente este proceso, más allá de los que genuinamente no quieren “bochinche” en su municipio, que también es una forma de manejar la incertidumbre política. Más si se recuerda que las protestas fueron particularmente duras en Chacao, tanto en 2014 como en 2017.

Lo interesante es ver si realmente la gente llamó cuando los manifestantes pintaban las paredes. Si en verdad el ciudadano es más proclive a denunciar estas protestas porque las acepta menos que en 2014 y 2017. En sencillo, si estamos frente a un ciudadano más autoritario e intolerante que quiere “paz y orden” y menos “bochinche”. Si es así, sugiere un clima autoritario que germinó y florece en la sociedad venezolana que puede cortar a todos los grupos, independiente de su adhesión política.

No tengo claro si un proceso así sucede en Venezuela. Al ver láminas sueltas publicadas en tuiter del estudio de Datincorp de mayo de 2022, me quedó la idea que la inercia política en Venezuela ya es estructural, no coyuntural, lo que agrega una característica al clima político venezolano, incluso para la emergencia del tan esperado por no pocos “outsider”. Los números me comunicaron no molestia o “sobrevivir”, sino indiferencia. No pude dejar de recordar una afirmación que escuché en casa al hablar de Pérez Jiménez. En 1949, cuando los primeros presos políticos, todo un escándalo. En 1952, menos ruido. El autoritarismo ya estaba “normalizado”.

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Los autoritarismos operan en el “inconsciente”, hay que tener en cuenta esto. Debilitan la corteza frontal, estimulan el modo de cognición automática y un estilo de atribución que es en el presente -no hay futuro, que requiere mucho esfuerzo cognitivo- que es global -todo- y de poca autoeficacia, “lo hemos hecho todo”.

Lo segundo de mi análisis, que es interesante de la actuación de la alcaldía, es que la policía nacional pidió apoyo a la policía de Chacao, de acuerdo al comunicado de la policía municipal. Puede verse como un respeto a las competencias municipales, pero también como una manera que el gobierno tiene de descargar la imagen de represión en las policías municipales, y más si es un municipio opositor.

Si esto es así, mostraría que el gobierno aprendió de la represión de 2017 para hacerla menos de su responsabilidad. El comunicado de Chacao habló que la policía nacional “lideró todo el procedimiento”, pero luego destacó que la policía de Chacao actuó con base en las leyes y justificó su acción como defensa de las paredes públicas y de evitar desórdenes en las calles, que es lo que los ciudadanos y el gobierno pueden querer, por lo que el segundo actúa de manera rápida ante cualquier amago de “bochinche” y se escuda con las policías municipales para que el costo de imagen lo paguen estas policías o los alcaldes.

El día 8-6-22 el alcalde de Chacao, Gustavo Duque, hizo un mensaje en video que subió a tuiter. El mensaje me pareció un “damage control” frente a las críticas por la acción de la policía, pero también porque es un alcalde de Fuerza Vecinal y este hecho entra en la competencia dentro de la oposición, principalmente si se trata de alcaldes de Fuerza Vecinal, a quien grupos de la oposición acusan de ser “alacranes”. En ese terreno no entro, y menos si los que atacan lo hacen muy cómodos desde tuiter. Hay que recordar que el sector de la “presión y el quiebre” asumió la bandera de la abstención luego de las regionales de octubre de 2017. Abandonaron sus espacios. Nos dejaron a los ciudadanos esa “papa caliente” y tener que resolver una elección por su irresponsabilidad y pusilanimidad. Hoy pretenden erigirse en jueces de quién es o no es opositor cuando abandonaron lo que no defendieron cuando pudieron y debieron.

Además, FV o sus cabezas más visibles vienen de PJ, y no eran de los “pendejos” o cachilapos del partido. Fueron diputados, alcaldes, y candidatos a gobernador ¿Cualquier “pendejo” puede ser candidato de PJ a una gobernación? No. Así que es un problema de exPJ ahora en desgracia, y cierta opinión quiere que uno los linche para no ser “sospechoso”. Cuando PJ reflexione y evalúe cómo altas figuras se le voltearon, a lo mejor los lincho. Algo también falla en ese partido. Por lo pronto, no me presto al linchamiento de Duque u otros de ese partido con la excusa que es “alacrán”.   

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Sin embargo, la actuación de Duque no me pareció adecuada en el caso de los jóvenes detenidos. No porque la policía nacional se haya llevado a los muchachos que estaban en custodia de Chacao, porque en un sistema autoritario en donde no hay separación real de poderes, de haberse resistido, le tocaría una experiencia similar a la del alcalde de Guatire, Raziel Ramírez, y los detenidos serían los “pendejos”, es decir, los policías de Chacao.

Tan en Venezuela no hay división de poderes, que la AN emitió una condena política el día 9-6-22 por el caso del alcalde de Guatire –con voto unánime, es decir, con la bancada que no es del GPP- pero lo que me llamó la atención es que la condena llegó hasta una fiscal, juez, empleados de la alcaldía, policías. La AN es una suerte de “pre-tribunal” que juzga y condena. No hay división de poderes.

Por si fuera poco, en un tuit con fecha 11-6-22 el gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez, subió un video de unos policías –supongo de Chacao por la zona, en Chacaíto- que detienen a una buhonera. Rodríguez escribió que “activaremos los procedimientos para determinar responsabilidades”. No es competencia de un gobernador, pero es la hipocresía del poder en Venezuela. Reclama una detención porque no hay procedimientos, pero no reclamó la desaparición de unos chicos en donde tampoco hubo procedimientos.

La justicia del embudo: ancha para el gobierno, estrecha para la oposición. De haberse resistido a entregar a los muchachos, Duque hubiera sido detenido u otra cosa, y quienes desde la comodidad de tuiter con unas buenas empanadas, hamburguesas, o perros calientes que le pedían inmolarse, no hubiesen hecho nada sino, más bien, “quien le manda a aliarse con la dictadura”, porque el problema no es “la dictadura” sino quitar del camino a figuras antes alabadas cuando estaban “en el lado correcto de la historia”. En definitiva, resistirse a la policía nacional y no entregar a los chamos, no era opción para Duque.

Mi reclamo al alcalde no es por lo anterior, sino por su actuación tan contradictoria y tan fuera de tiempo, como su video que apareció al día siguiente de las detenciones. Bastante tarde. 

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El alcalde presentó otra versión que busca deslindar a la alcaldía y a la policía de Chacao de la acción de la PN y de la detención de los manifestantes. Duque señaló que los jóvenes fueron llevados a la policía de Chacao, no como detenidos, sino para recibir una charla, y que, en ese momento, llegó la PN y se los llevó. Criticó la acción de la policía nacional al detenerlos. En la noche, Fuerza Vecinal sacó un comunicado en donde cuestionó la detención de los jóvenes. 

No tengo problema en que las alcaldías y gobernaciones no GPP reconozcan a Maduro como presidente y trabajen con el gobierno. También lo reconozco, en 2013 y luego de las presidenciales de 2018. No juego a la “resistencia” de “no lo reconozco” pero fui a vacunarme en un puesto del gobierno apenas anunciaron que llegó “la Sputnik”, voy sonriente al Saime a sacar un pasaporte, y feliz, salgo por Maiquetía sin decir nada, y le tomo la foto “al piso de Cruz Diez” pero no me voy en una operación tipo Argo (la película), que es lo que debería hacer si estoy en la “resistencia”. Eso es hipocresía. Y la “resistencia” venezolana es cómoda, hipócrita, y vive muy bien en la “dolarización del régimen”. Lleva una buena vida, no sé si una vida buena, que es otra cosa.

Mi reclamo es que las alcaldías deben tener un protocolo para actuar frente a la represión política del Estado. La alcaldía de Chacao no podía “atrincherarse” con los muchachos para que no se los llevaran, pero sí pudo hacer un acta de entrega; también un comunicado no de excusa sino para informar que hubo una actuación ilegal, de corte político –a los activistas se los llevó algo que llaman “Grupo de operaciones estratégico” o “especiales”, que son cuerpos para el control político por el nombre- que hay un acta, que la alcaldía notificó a la oficina de los DD.HH de la ONU, a la oficina de la CPI (si ya está en funcionamiento), también a la Defensoría del Pueblo –aunque sea un “equis”- y procedió a denunciar en Fiscalía la actuación para pedir responsabilidades y también denunció al “GOES” a los números que tienen las policías para reportar abusos y presentar una querella por desapreción forzosa. No importa “si se despachan y se dan el vuelto”. Lo relevante es el protocolo para actuar. También, informar que llamaron a los familiares, que están en constante comunicación, y que la consultoría jurídica de la alcaldía seguirá el caso y considerar algo como aprobar para el futuro, un “Ombudsman contra la represión política”, que pueda actuar y seguir los casos. O tener abogados de guardia por si se presentan casos así, principalmente en Chacao. Finalmente, que van a pedirle a la bancada de la Alianza Democrática en la AN, que solicite un derecho de palabra para denunciar el caso y el abuso policial, y que se conforme una comisión para investigar la actuación del “GOES” de la policía nacional en ese caso. Si la bancada no quiere hacer nada, es su conciencia. 

Es lo que pudo hacer Duque –es lo que yo hubiera hecho en sus zapatos- en vez de comunicados malos, justificatorios, contradictorios, a destiempo, y en el “damage control” que le encanta a la oposición de Venezuela, de cualquier pelaje. Juran que un “damage control” es tener “burdel político”. Sigan creyendo, y más en un sistema autoritario. 

Las alcaldías deben evitar que el costo de la represión caiga en ellas. Leí a Duque informar en un tuit que liberaron a los chicos. El tono de su tuit me pareció más como para “calmar a tuiter”. Esa información debería darla la Defensoría del Pueblo o alguna instancia oficial, las que están en silencio “pasando agachás”, mientras la alcaldía es la tiene que dar las explicaciones y la que, por supuesto, pagará el costo de reputación y de represión porque es probable que en la próxima oportunidad evite una protesta, y no tenga que hacerlo el “Sebin”, la “DGCIM”, o el fulano “GOES”. Es decir, ser la autoridad que reprime para evitar problemas mayores con el gobierno y hacer el “trabajo sucio”. 

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Es evidente que el gobierno actúa rápido cuando observa una protesta que estima es subversiva. Los detenidos fueron presentados en tribunales cuyos cargos son tales para mostrar los “casos ejemplarizantes” y expresar que no se tolerarán protestas de ese tipo, con cargos francamente desproporcionados y que molestan. Es un gobierno autoritario ¿No? Es el mensaje. Que nadie haga protestas sobre ese tema u otro, porque ya sabe a lo que se expone.

Hay que ver cómo lo toma la opinión pública. Si se inhibe, si le parece bien porque no quiere “bochinche”, o lo rechaza; si el gobierno actuó muy rápido y mostró una debilidad –tenerle miedo a una pequeña protesta en Chacao, porque quiere cerrar esa etapa y ve que grupos opositores quieren revivirla- y la gente tomó nota de esa debilidad, o es el comienzo de una escalada de represión contra figuras de la oposición para repetir el guión de “divide y vencerás”.

Lo anterior porque el día 4-6-22 en una visita de Guaidó al Zulia hubo “sillazos” que en redes sociales atribuyeron a los “colectivos”, pero Diosdado Cabello en su programa del día 8-6-22 atribuyó a peleas internas dentro de la oposición, aunque reconoció que el chavismo estaba en la zona en la que ocurrió el episodio de violencia, pero sin intervenir. El dirigente de VP -esta vez de manera más violenta y muy cobarde- fue nuevamente agredido en Cojedes el día 11-6-22. Pero esto será mi tema para uno de los artículos de la semana que viene.

Por lo pronto, dónde estamos en Venezuela en materia de represión política ¿en 1949 o en 1952?



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