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El último plan que se le escapó de las manos a Nicolás Maduro

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Caracas.- El Gobierno de Nicolás Maduro ordenó el año pasado al Banco Central de Venezuela ejecutar una política monetaria restrictiva a través del encaje legal bancario como método para contener la oferta crediticia, la demanda del dólar y evitar que continuara creciendo la dinámica hiperinflacionaria. La medida resultó parcialmente exitosa los primeros meses del año, pues la hiperinflación comenzó a desacelerarse y el dólar se mantenía relativamente estable. Pero el efecto ha terminado y ahora tanto el dólar como la hiperinflación han retomado su senda alcista. El tipo de cambio oficial al cierre de la jornada del miércoles, deja el salario mínimo en apenas 2,55 dólares, con una depreciación del bolívar de 67% y una variación de 201,6% del tipo de cambio en el mercado oficial desde su apertura.

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A través del Banco Central de Venezuela, el Gobierno ordenó elevar el encaje legal (57%) y el encaje legal sobre reservas marginales (100%) de la banca, provocando una severa restricción de la oferta crediticia. De esta manera, el Gobierno pretendía detener la demanda del dólar y ralentizar el consumo para favorecer el ciclo recesivo, al tiempo que intentaba frenar el crecimiento de la hiperinflación.

El efecto de la fórmula alcanzó para los primeros seis meses del 2019. De hecho, el Fondo Monetario Internacional revisó a la baja las previsiones de inflación para Venezuela al cierre de año, pasando de 10 millones 1 millón. Con este recorte, el FMI reconocía que la agresiva política monetaria contractiva del Gobierno estaba teniendo resultados parciales en la economía.

Pero en julio, según cifras de la Asamblea Nacional, la hiperinflación retomó su senda alcista al ubicarse en 33,8%  frente al 24,8% reportado en junio. La variación acumulada anual asciende a 1 579,2%, mientras que la anualizada se ubicó en 264 872,9%. Los meses siguientes serán clave pues la proximidad del período decembrino contribuirá a elevar la dinámica hiperinflacionaria.

Por otra parte, tras las sanciones de la Administración de Donald Trump sobre el BCV, el agotamiento de las reservas internacionales y el declive de la producción de la estatal Petróleos de Venezuela, el régimen de Maduro se vio obligado a desmontar vetustos controles de cambio para dar paso a una liberación cambiaria. Las denominadas "mesas de cambio" operadas por bancos públicos y privados con flotacion sucia, arrancaron en 5 200 bolívares por dólar para la compra.

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Además, la esperada corrección de la divisa ha llegado y tras algún tiempo de estancamiento, su precio se ha disparado tanto en el mercado oficial como en el paralelo. Desde la apertura de las mesas de cambio, el dólar se ha apreciado 201,6%, pasando de 5 200 bolívares a 15 684,78 bolívares al cierre de la jornada de este miércoles. O lo que es igual: el poder de compra del bolívar se erosionó 67%. Mientras tanto, el dólar del mercado paralelo ya opera a niveles de 16 000 bolívares, dejando el salario mínimo en apenas 2,5 dólares, una cifra que mantiene a Venezuela en el ranking de las economías más pobres del mundo.

Ese es el polvorín sobre el cual se sienta todos los días a despachar en el Palacio de Miraflores el señor Maduro, quien ya no gobierna, sino que lucha por mantenerse en el poder con el respaldo de la cúpula de la Fuerza Armada y la sempiterna asesoría cubana.

 



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