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La Lupa

Entre dulce y amargo: la base y la dirección chavista

La base del chavismo es interesante. Como no chavista, trato de comprenderla. Mi conclusión es que es un grupo consecuente con la doctrina del chavismo. No es “salta talanquera” aunque esté molesta o no comparta decisiones de la dirección. Considera que el proyecto chavista trasciende la coyuntura política y sus líderes, aunque sean queridos. Pero la política tiene su propia vida, más en un país con un conflicto como el que Venezuela tiene. La base es la base, y la dirección es la dirección. En mis análisis, una fuente de tensión está entre estos dos niveles. Una actividad con el “movimiento de pobladores” hecha el día 21-6-22 y organizada por Jorge Arreaza en la que participó Maduro, me dejó ver que entre la dirección y la base hay distancias. No porque la segunda vaya a romper con la primera, sino porque no se ven. El día a día de la política los aleja. Este encuentro los acercó, pero mantiene la tensión entre la base y la cúpula ¿Cómo hacer un ajuste económico necesario, al mismo tiempo que la base demanda llevar a cabo el proyecto político chavista originario, hoy imposible? Es la tensión constitutiva entre la base y la dirección. Entre dulce y amargo se da el intercambio entre los dos niveles

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Caracas.- Le presto mucha atención a la base del chavismo. Tal vez más que la cúpula. Cuando se está en el poder y como en Venezuela en donde las elites del gobierno, de la oposición, y de la resistencia, están muy bien –no bien- sino muy bien, las respuestas o lo esperado en este nivel no es sorpresa. Casi todo entra en las “jugadas de rutina”. Hay que seguir a las élites, claro, pero el mundo de la base chavista tiene su propia vida y riqueza social y política.

Por otra parte, en mis análisis, la tensión dentro del chavismo tiene un eje importante entre la base y la dirección. La primera más genuina en lo que la doctrina chavista es. La segunda, tiene que ajustar su acción y políticas en función de la permanencia en el poder, tarea que no siempre va con la doctrina originaria. La tensión entre lo originario y mantener el poder es constitutiva de todo movimiento político cuando éste entra en la etapa de madurar y consolidarse como pasa en todo grupo, pero más en uno que se proclama “revolucionario” como el chavismo.

Tensión no significa el tan esperado por cierta oposición “quiebre de la coalición dominante”, sino que al compartir la misma estrategia, puede haber diferencias. El chavista que se decepciona se va. No sé si se mueva a la oposición, pero se pone al margen. Algo como una reserva. No veo un “salto de talanquera” a pesar de las dificultades para vivir en Venezuela.

La base del chavismo es leal y consecuente, pero como todos los grupos en el país, siento que la crisis que vivimos bajó la resistencia a escuchar voces no chavistas sin que eso signifique que van a abandonar a su movimiento. Simplemente los problemas de la nación son tan complejos y de envergadura que afectan a chavistas y a no chavistas. Tendría que ser alguien muy convencido –como hay en la oposición- para desechar el impacto de la crisis en nuestras vidas. En otras palabras, las dificultades han hecho que seamos algo más humildes para escuchar al diferente o al que tiene otra postura.

Si tuviera responsabilidades políticas dentro de la oposición, tendría algo como un seguimiento a la base chavista. No solo para conocerla, sino porque es uno de los pocos “checks and balances” reales que tiene el gobierno. Como escribió el fallecido Earle Herrera en su “Historias mínimas de la Carta Magna” (2021, página 19), “Las revoluciones están llenas de excesos”. Agregaría, y carentes de límites. Si los tuvieran, no serían “revoluciones”. En un sentido, la base chavista es un límite real que tiene el gobierno.   

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Este trata de conquistar a la base con políticas públicas y rentas que pueden funcionar, pero no siempre lo logran. En la interacción entre el ejecutivo y las bases se puede ver dónde están las prioridades de cada uno. Por eso es interesante la tensión base-dirección. 

El día 21-6-22 Maduro tuvo una actividad con grupos de base del chavismo, el “movimiento de pobladores”. Fue interesante porque mostró la tensión entre la dirección y la base, no porque estén peleados o distanciados sino por la naturaleza de cada uno. El gobierno, en un plan de ajuste económico que no es socialista, y la base preserva el discurso socialista originario. Fuera del presidente Maduro, ministros, y funcionarios, hablaron tres personas de la base: dos mujeres y un hombre. Las dos mujeres, lo que llamamos “pueblo”. El hombre, con formación académica y más organizador.

Fue visible esa tensión porque la base entregó una propuesta de ley para la propiedad colectiva y, a diferencia de otros actos en donde Maduro afirma “aprobado” para comunicar que acepta la idea, aquí expresó que “lo voy a estudiar”, porque es una propuesta de ley con implicaciones para la concepción de la propiedad que está en la carta magna. Es algo de mayor calibre. No es para un popular “aprobado” que arranca aplausos del público.

Es interesante notar la tensión de una base que se mantiene consecuente con el chavismo originario, pero al mismo tiempo, leal al gobierno. Como afirmó una camarada en la actividad –del movimiento de conserjes o trabajadores residenciales- “no sabemos a dónde vamos, pero sabemos a dónde vamos” que causó risas en el público, pero lo que la señora quiso decir es que no siempre el gobierno explicita sus metas o planes, pero la base sabe que debe ser consecuente con acciones que muchas veces no sabe o no conoce sus alcances. En otras palabras, ser leal a la dirección, aunque no sepa lo que hace o las decisiones que toma, que los afectan como base y a veces no comprenden o no comparten. 

La base chavista mantiene su aspecto crítico frente al gobierno. Maduro hizo una suerte de careo entre la base y el ministro de vivienda. A las cosas que ésta afirmaba, la base respondía “nooo”.

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Lo importante para el análisis político es cómo evolucionará esta relación. No tanto porque la base vaya a dejar de ser chavista o por la eventual “fractura”, sino en su cercanía con el gobierno. Quedó la sensación que Maduro hacía tiempo que no se reunía con la base, porque el acto dejó ver una desconexión entre los dos niveles. Como que comparten los valores del chavismo, pero cada quien está en lo suyo. Sin verse. De hecho, fue una actividad realizada por Jorge Arreaza, quizás con el propósito de acercar a las dos instancias. Volverse a ver y que las actividades no alejen al mundo del poder del mundo de la base.

Esta lejanía la noté en otra actividad realizada el día 1-6-22 en Lídice. Maduro intercambia con integrantes de la comunidad. Estaba Arreaza. Maduro le pregunta acerca de un fondo. El ministro le contestó que ese fondo no tiene recursos. El presidente reaccionó sorprendido, “¿cómo que no? Me dijeron que tenía fondos”. Arreaza le reiteró que no tiene fondos.

Esto deja ver cómo Maduro gestiona su gobierno, que ya sería para otro artículo, pero un comentario. En varios actos, me da la impresión que al presidente le gusta el Whatsapp para comunicarse con sus ministros -Maduro cree que las redes sociales son algo como la salvación de la gerencia pública- que le escriban, pero no recibe cuentas o no mucho, en persona. Espera los actos para hablar con sus ministros o carearlos con el público. En el acto con los pobladores del 21 de junio, la camarada le comentó que una persona modificó o trancó una propuesta de ley. Maduro le pregunto quién. Por supuesto, la señora no lo iba a decir. Estos ejemplos me dejan ver como una brecha entre los ministros y sus cuentas al presidente, que no sean careos o choteos -a Maduro le gusta la guasa con ciertos ministros- en actos de televisión.    

Lo otro es con las propuestas de la base, irrealizables en un ajuste económico como el que adelanta el ejecutivo. Aunque la propuesta de propiedad colectiva no es para la economía en general sino para la comunal, que eventualmente se plantee en la AN puede generar ruido cuando el gobierno quiere traer inversiones desde afuera. Incluso, sin inversiones, crearía ruido porque el país reacciona al ajuste económico, pero todavía no tiene confianza en el gobierno. Predomina el “cuando le convenga, el régimen expropiará” en cierto público, y nuestra experiencia con los ajustes económicos. Una mejoría inicial en los números macro, pero luego el desajuste que pagamos los ciudadanos. Tal vez por esto la sociedad busca sacarle al Estado todo lo que pueda. Si éste no tiene la disciplina para corregirse y sus omisiones las paga el ciudadano ¿no es racional protegerse contra su irresponsabilidad y una manera de hacerlo es sacarle cosas, desde dólares hasta una bolsa Clap?

Maduro le preguntó al ministro de vivienda acerca del tema de la propiedad colectiva. Este respondió que no se pueden entregar títulos con esa capacidad porque la constitución define la propiedad de una manera precisa. Maduro pareció no contento con la réplica, pero la contestación del ministro es correcta. También sorprende un funcionario que le diga al presidente, “la constitución no lo permite”. Para un gobierno que considera esas limitaciones como “gustos burgueses”, no es poca cosa. Vamos a ver cómo se maneja esa diferencia tras bastidores, que será lo importante y decisivo.

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Por lo pronto, Delcy recibió las propuestas de la base chavista en una reunión el día 23-6-22. En la rueda de prensa del PSUV del día 27-6-22, Diosdado Cabello informó que se reunieron tanto con los “pobladores” –que son los grupos de base chavista, principalmente- y representantes de la Cámara Inmobiliaria, “para escucharlos”. 

Esta tensión entre las demandas originarias de la base y lo que es posible en términos políticos y de políticas públicas, ahora que el gobierno abraza un ajuste económico, será una tensión que no sabemos si se manifestará o si podrá llevarse con concesiones que haga el ejecutivo al chavismo originario: dar maquinarias a los consejos comunales, por ejemplo. En otras palabras, si una tensión programática o de visiones podrá manejarse siempre con medidas instrumentales (dar cosas a la base). Hoy la relación entre los dos niveles se mueve entre dulce y amargo. 



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