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La Lupa

Escenarios políticos de arranque para 2023: superar dualidades para enseriarse

Comenzó 2023. El balance del “año viejo” que hice para El Cooperante fue, en general, bueno tanto para el gobierno como para la oposición. El “año nuevo” se presenta con retos para los dos. El principal, hay un agotamiento del modo de hacer política tanto del ejecutivo como de la alternativa. Es lo que llamo las dualidades. Cada uno tiene la suya. El gobierno, la dualidad de hacer un ajuste económico tipo ortodoxo al mismo tiempo que habla del “imperialismo”. Un ajuste que no termina de definirse. La oposición, hablar de “dictadura” pero lleva una vida normal en el “sistema opresivo”. Los dos quieren asumirse como lo que no son y de sendas dualidades viene el agotamiento y la decepción política. Para el chavismo, se acaba el “gobierno por bailantas”. Para la oposición, se asume como resistencia -de verdad- o se asume como oposición política, también de verdad. Superar las dualidades es el escenario político de arranque de 2023 tanto para el gobierno como para la oposición. Ya es hora de enseriarse

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Caracas. Mi balance de 2022 para El Cooperante sobre el gobierno y la oposición fue, en general, satisfactorio para los dos, cada uno en su nivel. Un gobierno que logró la estabilidad política y una oposición que construye sus instituciones para ser referencia política, a pesar de las diferencias que hay entre los partidos que se hicieron claras frente a la opinión pública a finales de 2022 con el tema de la vigencia del interinato. Así cerró el “año viejo”.

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¿Qué mejor manera de comenzar el “año nuevo” en lo político con “escenarios de base”? Es decir, de dónde se parte en 2023 en lo que a política se refiere. Los artículos para El Cooperante de hoy y de la próxima semana se dedicarán a este asunto. El del lunes 9, con un análisis del punto de partida tanto del gobierno como de la oposición.

Venezuela cerró 2022 con el pánico cambiario que duró hasta mediados de diciembre, parecido al que hubo en agosto, junto a la alarma para echar gasolina que llegó a Caracas, porque ya en los estados se sentía semanas atrás, aunque no fue noticia. Por si fuera poco, diciembre cerró con inflación. Para el OVF el último mes de 2022 finalizó con una subida de precios de casi el 40 por ciento. La crisis venezolana no da tregua a pesar de la paciencia “de nuestro pueblo”.

Con el dólar, se repitió el esquema de agosto: subió de manera muy agresiva, lo que produjo inquietud en la opinión pública, y terminó en los mensajes de siempre: “hay que actuar”, “es la naturaleza del chavismo”, o “no habrá mejora con el chavismo o Maduro en el poder” (aunque quienes hablan así, nunca dicen qué hacer).

Este clima de cierre del año se combinó con un peculiar llamado a “paro nacional” para el día 15-12-22 muy exitoso en tuiter –para el día 10-12-22 tuvo cerca de 5.000 “me gusta”- pero desapercibido en la vida real. Su convocante borró el tuit en el que llamó al “paro nacional”. El tema se olvidó y fue sustituido por mensajes sobre la Navidad y los felices que la pasaron muchos que apoyan un “paro nacional”. 

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Cuando se llegó a la máxima tensión por el descalabro cambiario, se repitió el guion de respuesta tanto con Chávez como con Maduro: una actividad del presidente para “calmar los ánimos”. Fue el día 12-12-22. Un Maduro sin muchas precisiones en el tema económico. El día 13 de diciembre la divisa cayó cerca de 3 bolívares (aunque luego subió). El pánico fue sustituido por una “tensa calma” como en agosto cuando el dólar pasó de 4 a 8. El clima “de fin de mundo” de mediados de diciembre cedió a la realidad de vivir con un dólar más que duplicado: de 4 a 8 y ahora de 8 a casi 19 (en la tasa del BCV).

El país comenzó 2023 en su monótona vida: la instalación de la AN –sobre esto escribiré para El Cooperante en el artículo previsto para el día 29-1-23- lo que pasa en la oposición, “la delegada” (de la AN que finalizó en enero de 2021), el próximo mensaje anual de Maduro, el “primer caraqueño o caraqueña de 2023”, las colas en “la Caracas-La Guaira” para darse el “primer chapuzón” del año, la gente que llena parques y avenidas para bajar los “cauchitos de diciembre”, la tranquilidad y calles solas luego del frenesí de Navidad y Año Nuevo, los anuncios sobre las primeras protestas del año, algún altercado de cualquier famoso con tiros incluidos, el tradicional “¡marica, tiene una pistola!”, y la posterior actuación de la fiscalía cuando el video de la bronca se hace viral. 

El ejecutivo arrancó con las reuniones de rigor y la “tradicional” entrevista que Ramonet le hace a Maduro cada primero de enero para el balance de 2022 y revisar los escenarios que prevé para 2023, junto a los discursos oficiales que se repiten para la ocasión, año a año, “de cada 10 bolívares previstos en el presupuesto de 2023, 8 son para inversión social, eso no ocurre en el capitalismo”, aunque las fallas en los servicios públicos siguen, continúa la falta de suministro de gasolina para los estados de Venezuela, y la inflación y el tipo de cambio inquietan a la población.

El presidente cerró 2022 con el encuentro del “alto mando político militar de la revolución”, con una particular cuña de Navidad que contrastó con la de 2021: de los héroes de la patria a una mascota, Uruyen, y un mensaje de Año Nuevo con un Maduro con perfil “de Estado”.  

En lo estratégico lo que el desajuste cambiario revela –salvo que sea una política del Estado duplicar la divisa cada cierto tiempo, para ajustarla al gasto público o a la inflación- es que el gobierno ya no puede seguir con una vida dual de un ajuste ortodoxo en lo que esto puede significar para el ejecutivo y un discurso “socialista duro”. Una especie de ajuste pero que se asume. La cabuya para correr la dualidad se acorta. Ya no son suficientes bailantas tipo “récord Guiness de la rueda de salsa casino”, el concurso de pesebres –que fue uno de los anuncios del presidente en pleno pánico cambiario, cuando la sociedad esperaba mensajes de mayor responsabilidad- o las fiestas “Renacer la esperanza”, “Retumba Caracas”, o la tradicional fiesta de Año Nuevo en la Plaza Bolívar para esperar el “cañonazo” antes de aterrizar en la realidad de un dólar en casi 20 bolívares y una inflación del mes que se acercó al 40 por ciento.

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Esta manera de ocupar a la población no tiene la eficacia del pasado, a pesar que el gobierno aprendió que con “las rumbitas” también canaliza el conflicto político. Igual parece asumirlo el mundo opositor el que, aunque no pocos proclaman estar “en resistencia”, también tuvo su “rumbita” de dos días en el “Cúsica Fest”. Todo el mundo, pues, en la buena vida mientras “recargan las pilas” luego de los “recalentaitos” del 25 y del 1 para las “grandes luchas” que asegura protagonizarán este año y los que vienen, porque Venezuela es el país de las eternas “grandes luchas”.

El ejecutivo debe sincerarse ¿cuál ruta económica? porque la que adelanta tocó techo. Su “coco” –a pesar de los “nervios de acero” de los que presume y de verdad tiene; es humano, y alberga sus temores como todos los guardamos- es que lo acusen de “traicionar el legado de Chávez”, que el chavismo fuera del poder enarbola como crítica al gobierno de Maduro. El tuit de María Gabriela Chávez en el que criticó a los “tontos superhéroes” de la animación de Lacava con Maradona y Chávez, tuvo sus efectos en el mundo oficial, aunque ya no se habla del tema.

En varios actos el presidente interrogó “¿quieren saber cuál es el verdadero superhéroe? el pueblo”. Destacó la unidad del chavismo: “somos un gran equipo”. El ejecutivo tendrá “nervios de acero” pero también sus miedos. Esto se ve en su política económica que no termina de definirse, y a lo mejor no lo hará nunca que es lo más probable, justamente para que no le digan “neoliberal”.

Descontado el análisis de la sobrevalorada “oposición mainstream” con sus explicaciones ya calichosas tipo “así es su naturaleza” (del chavismo) o “primero hay que salir de Maduro antes de hablar de economía” –aunque esta oposición está muy cómoda con el sistema, y la comodidad “es su naturaleza”- el temor a que al gobierno le digan “traicionaste a Chávez” lo lleva a una dualidad de un ajuste ortodoxo que la población vive con dureza pero que se combina con un discurso “antiimperialista” y de “nuestro pueblo”. Un paternalismo dentro de un ajuste económico que no termina de precisarse, y no por ser un ajuste heterodoxo. Las consecuencias son las que vivimos los ciudadanos y las ciudadanas.

Sí, ya no hay hiper, escasez, o bachaqueros. Hay crecimiento del PIB pero también desigualdad a la hora de repartir los frutos de ese crecimiento. Es verdad que la sociedad estuvo a la altura de la crisis, el gobierno rectificó en muchas de sus políticas que causaron un desastre económico y social en el pasado (no muy lejano), sectores productivos respondieron y no se dejaron abatir, lo que se tradujo en el crecimiento de la economía y de sectores como el agrícola, con una buena tasa de crecimiento. Pero el reporte del BCV de finales de año revela que ese crecimiento disminuyó entre el II y el III trimestre de 2022. De acuerdo a las cifras del “central” el mejor momento de la vida nacional fue durante el II trimestre del año pasado. Ese momento desapareció a partir de agosto con la subida del dólar. Sí, el ejecutivo tiene logros, pero tiene la prueba de la sostenibilidad de los buenos resultados.

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El gobierno comenzó 2023 con estabilidad política, pero habrá que ver si puede mantener la dualidad ortodoxia-antiimperialismo para 2023 a través de bailantas o celebraciones de fechas patrias ¿Cuáles serán los 10, 20, 30, 50 o 100 años de?…ahh, ya hay una, los 200 años de la Batalla Naval del Lago el 24-7-23. En el programa de VTV “Al aire” del día 4-1-23 sus conductores aseguraron que el número 3 presagia cosas buenas, por lo de 2023. Ya no son suficientes concursos para “mantener al pueblo en movimiento” cuando lo que se le pide al ejecutivo es gestión y competencia. Para el COVID, mostró capacidad, pero la seriedad es una excepción que no caracteriza al gobierno en general como se ve con su ajuste económico o con los servicios públicos.

Tanto en su mensaje de Año Nuevo del día 31-12-22 o en la entrevista hecha por Ramonet del día 1-1-23, Maduro fue muy general en el tema económico. No ofreció mayores precisiones, aunque me parece que va a seguir con la apertura. Por ejemplo, con el tema cambiario, no habló del “dólar criminal” sino de construir “por consenso” un modelo cambiario “de mercado”. Pero la información es poca. No solo en el presidente. Durante el programa del canal 8 “Al Aire” del día 4-1-23 fue entrevistado el diputado por el PSUV, Fernando Bastidas. A pesar que los conductores del programa –Dahir Raal y Pedro Yajure- en varias ocasiones le preguntaron al parlamentario cómo se asegurará el crecimiento económico que experimenta Venezuela, las respuestas fueron muy generales. Esta generalidad también se observó en la instalación del parlamento el día 5-1-23. Jorge Rodríguez, ratificado como presidente de la AN para un tercer lapso, con su tradicional discurso sobre los “heraldos negros” pero nada nuevo. En 2022, se publicó la agenda legislativa para el año. Al menos para el día 8-1-23 a las 2:45pm cuando revisé el portar de la asamblea, no estaba publicado. 

Superar o darle otro curso al dilema del ejecutivo pasa por abrir la economía más de lo que lo ha hecho para que las fuerzas productivas se manifiesten con todo el potencial que tienen ¿Querrá y podrá hacerlo? Es otra cosa.

La historia de Venezuela también gira en sus dualidades. Hay dos importantes a mi modo de ver y que definen nuestros procesos sociales. La primera es la tensión entre las elites y el pueblo que fue la Guerra de la Independencia en sus primeros años, el postgomecismo de López y Medina, o los años finales de Puntofijo, por ejemplo.

La segunda es la tensión entre patrimonialismo y modernización que es la tensión de nuestros gobiernos autoritarios (Gómez, Pérez Jiménez, el chavismo). Nuestro Siglo XIX fue más la tensión elites-pueblo –cuyo punto culminante fue la Guerra Federal- mientras el Siglo XX y lo que va del Siglo XXI predomina más la tensión patrimonialismo-modernización, cuyo pico es el chavismo.

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Este representa un sistema político patrimonialista aunque exista una constitución “para ingleses ver”. Por lo anterior la corrupción en el chavismo es grotesca –tendrá que cargar con esa realidad toda su vida, y el pueblo evaluarlo en una elección con una oposición con contenido político, no de frases grandiosas- y de horrorosas y graves consecuencias para las generaciones de venezolanos y venezolanas que tal vez no lo conciencien en su magnitud porque la corrupción es la constante de la historia de Venezuela. El pillaje que trajo nuestra Guerra de Independencia, durante y luego de lograda la libertad, mutó a la corrupción en y con el Estado. Desde la burda tipo “enfermera de Chávez” y Alejandro Andrade –apenas dos del elenco del dolo del chavismo- hasta refinadas y elegantes como la de cierta oposición con el fallido “take over” a Monómeros.

Superar la dualidad para el chavismo pasa por dejar de ser menos patrimonial y más moderno, lo que tampoco es una novedad en la historia de Venezuela (Pérez Jiménez fue esta combinación, sin democracia). Lo ideal sería tener cero patrimonialismo, pero no sé si como sociedad realmente estemos interesados en lograrlo, más allá de los discursos de la “Venezuela civil” que son más una reacción contra el chavismo para diferenciarse de éste, que una convicción frente al ejercicio del poder y de la vida ciudadana. Un “te critico porque no lo hago yo”. Pero de poder, haría lo que critica, aunque con mejores modales y mucha educación.  

Que sea menos patrimonialista el ajuste económico que adelanta el gobierno del presidente Maduro, pasa por la entrada de nuevos actores no chavistas y un Estado más profesional. Las dos suponen un “autoritarismo limitado” o menos poder que el chavismo no va a ceder por motivos normativos o “del deber ser”. Pero si quiere crecer económicamente, tiene que reducir el patrimonialismo. Otra forma para plantear la dualidad del chavismo es que la habilidad para gobernar es distinta a la de controlar. Lo ultimo es lo que hasta ahora ha hecho el chavismo, pero eso ya se agotó.

A partir de lo dicho por Maduro el día 12-12-22 cuando habló del tema cambiario, su mensaje de Año Nuevo y la entrevista a Ramonet, pienso que hay una comunicación entre el chavismo y elites no chavistas, principalmente del mundo productivo, lo que me parece bien, de paso. Comunicación no para amenazar o imponer, sino para plantear sus acuerdos, diferencias, y resolverlas. Parafraseando a Juan Carlos Rey, hay una suerte de “sistema de comunicación para plantear diferencias y conciliarlas” entre elites chavistas y no chavistas.

Esta es una novedad que no había antes y que puede explicar, por ejemplo, que luego del pánico cambiario viniera la tranquilidad, pero a casi 19 bolívares por dólar -influyó también que la sociedad se dolarizó; los perdedores del ajuste son quienes se mueven en bolívares- o que la lista que salió de la Sundee desapareciera y nadie habla de ella (ni tampoco se quiere acordar). Hay un sistema que todavía no tengo claro cómo opera ni quienes lo conforman para regular el conflicto entre elites chavistas y no chavistas. Pero esto no necesariamente significa modernización sino comunicación que puede ser dentro de un sistema patrimonialista, pero con menos conflictos inter-elites como fue en el pasado.

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En el caso de la oposición, su escenario de arranque para 2023 lo planteó muy bien Gerardo Blyde en una reunión con familiares de los presos políticos realizada el día 14-12-22. Freddy Guevara lo había dejado ver antes en una nota publicada en Noticiero Digital el día 27-11-22, al decir que la delegación de la plataforma en México no tenía la fuerza política para lograr la libertad de los presos políticos en ese espacio de negociación.

Este es el “escenario de arranque” para la oposición en 2023: no tiene una fuerza política propia, y debe construirla en la realidad que la AN elegida en 2015 decidió suprimir la figura del interinato, la que tampoco era una fuerza política propia sino empujada por los EUA -soy “fan” #1 de los EUA y más de su ejército, pero como venezolano hago respetar mi soberanía; además, desde Clinton por lo menos, la hoja de servicios en materia exterior del Norte no es muy distinguida que digamos; como expresa Tony Judt a los EUA le falta lo que le sobró a Kennan, Acheson, o Bohlen, un entendimiento de las realidades políticas que hoy no la tiene o poco, al menos para el caso venezolano como lo dejaron ver Bolton y Esper en sus memorias, que no entendieron nada de este país y se dejaron llevar al fracaso por los de la “presión y el quiebre”, por eso están molestos con esa oposición- y los famosos “60 países”, incluyendo al Grupo de Lima. Fue una ilusión que hizo un “como si” fuese una fuerza política de verdad, pero el interinato será mi artículo para El Cooperante del día 22-1-23.

Sin embargo, la decisión tomada por los partidos del G3 (AD, UNT, y PJ) en su actividad parlamentaria del día 30-12-22, me parece la correcta. Por la entrevista a la diputada Dinorah Figuera publicada en el portal de la AN de 2015 el día 7-1-23, tengo la impresión que los partidos quieren recuperar su espacio y su rol para ser oposición política frente al gobierno de Maduro. Si es así, es la decisión acertada.

Nunca entenderé porqué los partidos se dejaron atrapar y quitar sus espacios y rol de liderazgo -que no excluye su responsabilidad- por sectores que plantearon una estrategia insurreccional cuando esos partidos no creían en ese tipo de estrategia o tenían dudas. No es mi análisis, es que sus voceros lo dejan ver. No ahora, desde hace tiempo.

Dirigentes de los partidos, por ejemplo, afirmaron que poderes fácticos los obligaron a la equivocada estrategia de la abstención de 2005, que le (nos) salió carísima a la oposición. Todavía pagamos ese error. Algunos dirigentes votaron en esa elección, pero fue tanto el terror a la opinión pública que lo hicieron a hurtadillas.

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Más reciente, dirigentes de partidos comentaron que la auto juramentación de Guaidó el 23-1-19 los tomó por sorpresa. Pero lo aceptaron. Seguramente para no molestar a tuiter y porque el interinato repartió prebendas y espacios de renta para los partidos del G4 que aprovecharon, y muy bien. Aceptar una acción sobrevenida “bien valió un puesto en Monómeros o en la burocracia del interinato” para parafrasear la famosa frase que se le atribuye a Enrique IV sobre París. Quizás por esto los tuits de Leopoldo López. Su “autocrítica” no es que la estrategia del interinato estuvo mal diseñada y peor ejecutada o simplemente que no es la estrategia, sino que el interinato fue una suerte de “gobierno de partidos” cuando debió ser un “gobierno de un partido o de una persona”. Las “auto críticas” de la oposición son como las del gobierno: “nuestra equivocación fue no haber radicalizado más”. Bien lo dijo Clinton, “en política cuando se mete la pata, la tendencia es a meterla más profundo”. La oposición y el gobierno son ejemplo del acierto de la frase del expresidente. No tienen coraje para verdaderas auto críticas, que es muy distinto a “tener las bolas” que les encantan, para terminar en nada, en puro bluf. No es el caso de la oposición como alternativa: con un balance mucho peor que el que tenía hace 5 o 10 años. 

Nunca entenderé cómo los partidos se dejaron someter por una opinión ruidosa de redes sociales. No es un fenómeno exclusivo de Venezuela. Lo vimos recientemente en los EUA. En la designación del “Speaker” para la cámara de representantes. Ese país estuvo 4 días en vilo porque 20 republicanos cuyo poder descansa en medios y en redes sociales -no en su trabajo político- decidieron no votar por el nominado por su partido. Al final, McCarthy logró los votos y es “Speaker” pero habrá empeñado hasta el modo de andar para que los “rebeldes” -los “puros”, no solo en Venezuela hay una “oposición de los puros que no cohabita” también en los EUA, que no coexiste ni siquiera con el partido republicano aunque está dentro de ese partido, pero no son pendejos, porque no se van del partido- aceptaran o no obstaculizaran el nombramiento del hoy “Speaker”.

En EUA varios analistas llaman a esta opinión de redes sociales la “base-commentariat power”. Algo como el poder de la base para opinar, expresarse, comentar, decir. Muy bien, muy interesante, que viva el ciudadano que opina, “los que bajaron del pedestal a los expertos y analistas” (¿), pero un partido no puede estar sometido a ese poder o hacer lo posible para no estarlo, porque es una realidad mundial con la que los partidos tendrán que lidiar. Veinte republicanos “rebeldes” durante 4 días pudieron más que 415 representantes. Con el cuento que no son del “establishment” o van en su contra, asumen una suerte de derecho para imponerse, paralizar, obstaculizar, y estigmatizar a todos los que no aplaudan a los “puros” o “rebeldes”.

En Venezuela, en mi cuenta, tenemos 10 años viviendo lo que los EUA vivió 4 días, cuando se impuso el grupo de la estrategia de “la presión y el quiebre” y el “esto es peor que…”.

Un poder de redes sociales que se impuso a los partidos, y que estigmatizó a quien no aceptó su imposición. Muchos que ahora descubren cosas o hablan del interinato viven lo que muchos experimentan desde hace 10 años o más: las descalificaciones. Los pro interinato descalificaron a sus antiguos compañeros del hoy G3: “alacranes”, “fichas de Maduro”, “cooptados por el régimen”, “colaboracionistas”, etc. Ni se salvaron las tres damas de la nueva directiva de la delegada: “manipuladas” o “fachada para tapar el error de los hombres”. El esquema es el mismo: “si no nos apoyas o hablas como nosotros hablamos, eres ingenuo, colaboracionista, o vendedor de humo”. Es la ironía de la política: quienes criticamos al G4 y su pésima estrategia -que nos va a salir carísima a la oposición- jamás llegamos a llamarlos “colaboracionistas” como hoy lo hacen quienes hasta no hace mucho, se “tiraban al piso” porque Juan Pablo Guanipa no aceptó su gobernación que ganó en 2017 -otro error que nos salió bien caro- o por Dinorah Figuera. Que los políticos del G3 vean quienes son sus amigos. Sí estoy seguro que muchos que llaman “alacranes” al G3 y que quieren ser diputados en 2025 -ya hacen méritos en redes sociales para eso- cuando conciencien que necesitarán la maquinaria de esos partidos para llegar al parlamento, se tragarán sus insultos y, como siempre, negarán lo que pasó. Así son los “duros”: se victimizan y luego niegan lo que pasó. Y les ha ido muy bien así. Eso sí, los pasivos van “al resto” mientras disfrutan sus grandiosas vidas “en resistencia”.  

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Los partidos tienen que estar por encima del chantaje de las redes sociales. En mi caso, frente a un gobierno autoritario, son los partidos los llamados a hacer oposición. Es de las instituciones que más respeto, junto a las FAN. Partido y ejército, cada quien en su nivel, en la no partidización de las FAN, pero son instituciones medulares para un sistema político. A lo mejor es porque soy de la vieja escuela. Vengo de una tradición de partidos políticos -la de AD en sus mejores tiempos- que eran estructuras y con cuadros que discutían y debatían entre sí. De “primeros entre iguales”, no de cachilapos que los callan con algún chantaje en redes sociales o prebendas. Fueron partidos realmente.

Me da la impresión que el G3 concienció esa necesidad. Bien por ellos si es así. Su responsabilidad en el pasado, habrá que ver cómo se hace con eso. No tengo una respuesta más allá de escribir lo que pienso.

Los partidos no son perfectos. Ni en Venezuela ni en Suecia. Quizás sea la única institución en donde nuestras miserias se ven, también institucionalizadas. No son esos espacios asépticos. Ni en los estudios clásicos como el de Duverger o en los más recientes como el de Panebianco. Son espacios para mostrar las ambiciones, las grandezas y las miserias por el poder. Lo vimos en los EUA en su elección del “Speaker”. Los políticos y la política son así en Venezuela o en los EUA. Pero como instituciones los partidos pueden ser espacios para la grandeza, para el desprendimiento, para el liderazgo social. Por eso los respeto tanto, porque no es fácil militar en un partido. Hay incentivos materiales, por supuesto; pero hasta cierto nivel, no compensa el sacrificio de estar en un partido. Muchos están porque creen en sus doctrinas, y es aquí la fortaleza de los partidos. Su doctrina, su programa, junto a sus cuadros dirigentes, de base, estructura y maquinaria. El capital en un partido -y más en un sistema autoritario- es su credibilidad, no “hablar pendejadas” aunque a las redes sociales les fascinen los “habladores de pendejadas” que catapultan al estrellato para estrellarse. El problema es que nos “estrellan” al resto.

La credibilidad de un partido la define su hacer, su cotidianidad política, su “frente a qué nos oponemos y por qué nos oponemos” (en el caso de ser oposición). Es a los partidos políticos a quienes corresponde hacer oposición al gobierno del presidente Maduro. Oposición política, con responsabilidad, para lograr la alternancia, que es posible en un sistema autoritario. Los partidos del G3 tienen una tremenda responsabilidad y reto. Ojalá lo vean así.

En la actividad con los familiares de los presos políticos, Blyde expresó que “Si no tenemos negociación no tenemos herramientas para luchar por los presos políticos, por ningún venezolano. Por eso tenemos que ser todos defensores de este proceso que aunque es el más fuerte que hemos logrado, por el apoyo internacional y la interlocución de Noruega, aún es débil(…)aunque estamos en condiciones muy desiguales a los de la contraparte, este es un espacio ideal no solo para abogar por su liberación sino para lograr que el régimen pare la puerta giratoria. Los necesitamos a ustedes para fortalecer el proceso y poder ser útiles a sus causas”.

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Puede parecer una sinceridad brutal lo expresado por Blyde, pero es la realidad. Destaco dos frases, “aún es débil” -la negociación en México- “condiciones desiguales a la contraparte” –que es el gobierno- pero “la negociación como herramienta” y “este es un espacio ideal”. Es decir, el “espacio ideal” para que la oposición pueda mostrar fuerza política propia, no prestada por países u organizaciones internacionales aunque reconocida por éstos. 

Las dos caras del escenario de la oposición para comenzar 2023. Por una parte, no tiene una paridad política con el ejecutivo -es lo desigual- por lo que México es un proceso que se construye -lo débil de la negociación- pero es el espacio y es un instrumento. No el único, por supuesto. Fortalecer a la oposición supone diferentes espacios y actividades, pero todas deben tener en común la credibilidad de lo que la oposición haga. Esta ruta para construir credibilidad –ahora más necesaria luego de lo sucedido con el interinato- es la más incierta de todas y la que menos sex-appeal tiene pero la que puede tener éxito a largo plazo, a diferencia de otros caminos que suenan más –la estrategia insurreccional que dominó a la oposición desde 2013 hasta ¿2022?- pero no llevarán a la “tierra prometida” como dolorosamente lo conciencia y vive la oposición en la actualidad.

La dualidad de la oposición es esa: se asume como una “resistencia” pero de verdad-verdad no de tuits grandiosos o se asume como una oposición política cuya característica no es la prosopopeya sino la eficacia política. Mi opción de siempre es la segunda.

La AN de 2015 acordó definitivamente el día 30-12-22 cesar al interinato. Los partidos y la plataforma unitaria tendrán el reto de llenar ese vacío y construirse como referencias políticas de la oposición de cara al país. Que se haya cesado al interinato no significa superar o abordar el dilema de la oposición. Todo puede quedar igual –seguir en la lógica de la “presión y el quiebre”; algo como “el mismo musiú pero con diferente cachimbo”- pero en vez de una instancia unipersonal ahora sea en un espacio colegiado como es la plataforma unitaria o el G3. La diferencia la hará la estrategia y las tácticas que el G3 desarrolle a partir del final del interinato. La responsabilidad que tiene el G3 es tremenda. También, esto lo abordaré en mi artículo sobre el interinato para el día 22-1-23.   

Esos son los puntos de partida políticos en 2023 tanto para el gobierno como para la oposición. No son nuevos, pero Venezuela es un país muy inercial, muy en que todo se estabiliza, en que todo tiene vida propia y todo convive. Lo provisional es permanente. No solo el “Estado del disimulo” de Cabrujas, sino el “Estado de estirar la liguita” que siempre alargamos para no afrontar lo que nos toca asumir como sociedad. Las cosas son como eternas, y las cosas del gobierno y las de la oposición no son la excepción a esta realidad. No somos tan valientes como presumimos ser. Habrá muchas “bolas” pero hay menos coraje moral, que es el que se necesita ahora porque vivimos los efectos de “un par de bolas” que fueron y son celebradas por los inútiles “corridos en 7 plazas” de la política criolla, quienes jamás “echan un tiro”.

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Un gobierno al que se le agota la dualidad de hacer un ajuste económico y al mismo tiempo hace gala de un discurso socialista pero “de los duros”. El “conundrum” del ejecutivo. Porque hasta asumir un “modelo” chino o vietnamita -en el caso que se pueda en una cultura del cachondeo como la nuestra- será difícil para el gobierno porque el chavismo fuera del poder lo criticará por “neoliberal”, “traidor a Chávez”, y ese es el “coco” que paraliza al gobierno del presidente Maduro. Su miedo. Por eso prefiere seguir en su dualidad ¿Hasta cuándo podrá estirar la liguita para vivir del cuento que “el FMI pronostica que creceremos 6,5% en 2023” sin definirse en su ajuste económico?

En el caso de la oposición -la articulada alrededor de la plataforma unitaria, y concretamente el G3- ¿Hay conciencia sobre la necesidad de construir un poder propio, no “prestado” por países o por una ficción como fue el interinato? ¿Hasta dónde más podrá estirar la liguita de jugar a la víctima y no a ser una oposición política?

Su desafío es si tendrá la constancia para hacerlo y no pasará lo de siempre: que cederá a las presiones y al ramplón chantaje de las redes sociales y como la famosa leyenda de Sísifo cuando está cerca de alcanzar la cima con su pesada piedra a cuestas -que no necesariamente es el poder en Miraflores- rueda al fondo, para volver a comenzar. Es la historia de la oposición desde 1999: la dualidad en sus estrategias. Pero eso ya es para otro artículo.

Como el ejecutivo, la oposición también tiene su dualidad y evita asumirla: es una “resistencia” pero que hace política “normal” y sus promotores comunican vivir muy bien. También esta dualidad se agota. Hablar de “resistencia” desde el Universitario lleno de gente en un juego “normal” de pelota o saltando con los panitas desde un festival de música de dos días, es el equivalente para la oposición a las “bailantas” y concursos que hace el ejecutivo. Su dualidad es –vuelvo con el tema- se asume como una “resistencia” de verdad-verdad -y lo que eso implica- o se asume como una oposición política de verdad-verdad frente a un sistema autoritario, que no supone necesariamente el dramatismo del “estamos en resistencia” o “nos exterminan” pero dicho por gente feliz y plena, que sube fotos de bellos cielos caraqueños (y no desde una trinchera o una concha de la resistencia).

El 2023 comenzó “muy a la venezolana”: lento y con “más de lo mismo” a pesar de la efervescencia que se le quiere imprimir al año nuevo. Lo novedoso son los desafíos para ver si, por fin, este año supone mover la pesada piedra de la inercia política venezolana en la que pasa mucho, pero sucede poco o casi nada. Si el gobierno y la oposición al menos reconocen sus dualidades, ya sería un avance. Ya es hora de enseriarse, de verdad.

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¿Y el escenario de arranque para el país? Este será el análisis para el próximo lunes 16, con un examen de un estudio de opinión que la firma Delphos realizó para el Centro de Estudios de Gobierno y Políticas (Cepyg) de la UCAB, con campo de noviembre de 2021.

¡Feliz 2023 para los lectores de El Cooperante y de mis artículos en particular. Mis deseos para un año que no sea de dualidades sino de definiciones, de enseriarse, de constancia, y de éxitos!



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