La Lupa
Esos enfermos que nos gobiernan y abusan
El escándalo por agresión sexual que protagoniza el diputado español de izquierda, Íñigo Errejón, ha dejado expuesto cómo algunos políticos utilizan su poder para seducir y acosar mujeres a sabiendas de que está mal, pero no importa. En su carta de renuncia al congreso y a Sumar, el diputado revela que "el ritmo de vida en la primera línea política ha desgastado mi salud física, mental y mi estructura afectiva y emocional... he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona"
Caracas/Foto: RTVE.ES. Como decía Moisés Moleiro, cuyo sentido de humor era envidiable, "el socialismo tiene buen lejos". Se refería, obviamente, a la buena prensa que siempre han tenido esos ideales donde la justicia social, la igualdad y la libertad se escriben con mayúsculas, pero que, a la hora de la chiquita, la realidad se atraviesa y la lucha por el bien común queda reducido a consignas huecas y banderas deshilachadas.
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Como ejemplo, basta leer entre líneas la carta de renuncia de Íñigo Errejón tanto a la política como a la coalición de partidos de izquierda Sumar (aliados del gobierno de Pedro Sánchez), para descubrir cómo se bate el cobre a la hora de conseguir el poder y sus bondades, que en su caso se tradujo en manosear y abusar de mujeres a sabiendas de que su acceso a La Moncloa le podía permitir eso y quién sabe cuánto más. Un terremoto político que lo ha llevado al diván del psiquiatra y, como dicen las malas lenguas de la prensa española, obligó al presidente Pedro Sánchez a "refugiarse" en la India adonde acudió por asuntos comerciales menores, tales como tratar de convencer a las autoridades indias de que España les construya seis submarinos así como buscar que la poderosa industria audiovisual, Bollywood, considere a España como locación para grabar algunas de sus producciones: "Parece una escena de una sátira sobre dictadores...", tituló el diario opositor ABC el recibimiento a Sánchez. Una escena que no hará borrar el escándalo Errejón y mucho menos apagar el nido de alacranes que sobrevive al interior de Sumar, donde han habido desde disculpas y remordimientos públicos hasta acusaciones contra quienes sabían sobre la conducta impropia de Errejón y miraron hacia otro lado. "Que no lo sabíamos, que no consideramos el lado de las víctimas, que le recomendamos rehabilitación" y así sucesivamente van llenando la prensa con titulares sobre un caso donde cohabitan sexo y poder, dos ingredientes muy explosivos siempre.
Y si bien las denuncias de sus abusos podrían ser minimizadas en cualquier país del tercer mundo- le puso la mano en la cintura a una chica en una fiesta, besó y manoseó sin su consentimiento a una presentadora de TV (que luego del episodio accedió a irse con Errejón a su apartamento) y colocó su mano en el trasero a una actriz, esta conducta en España -donde existe un poderoso movimiento feminista y leyes contra el abuso que se respetan-, permite inferir que el entonces poderoso político se sentía intocable, valga la ironía. Que, como afirma en su carta de renuncia, "he tenido el privilegio de defender las ideas que considero más hermosas y justas... el ritmo y el modo de vida en la primera línea política, durante una década, ha desgastado mi salud física, mental y mi estructura afectiva y emocional... Creo que esto es algo que, en mayor o menor medida, experimental toda y todo el que esté en esta posición durante un tiempo prolongado".
Y asegura además que semejante posición genera una "subjetividad tóxica" que en el caso de los hombres se multiplica. Yo, tras un ciclo intenso y acelerado, he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona". Para concluir señalando que "no se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en la vida cotidiana", quizás uno de los párrafos más lúcidos de su triste carta de despedida, porque desnuda en pocas palabras lo que ha sido la conducta ¿ética? de decenas de dirigentes políticos que defienden con palabras unos valores y principios, pero casi nunca se comportan en sintonía con ellos.
Porque si, como dijo Mao Tse Tung en su famoso Libro Rojo, "las ideas correctas provienen de la práctica", entonces muchos socialistas deberán comenzar a modificar sus consignas porque, en la práctica, son unos fascistoides más ocultos tras ideales con mejor imagen.
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