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Este es el único factor que puede empujar la salida Nicolás Maduro del poder

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Caracas/Foto: Associated-Press- El quiebre del régimen anunciado por factores intransigentes de la oposición, terminó en el quiebre no de Maduro, sino de la propia oposición. Y mientras los factores que perseveran en la intransigencia financiados por exbanqueros prófugos sigan deslizándose por el camino de la intriga contra otros dirigentes de la oposición, no habrá crisis económica que pueda acabar con la dictadura comunista, pues se sabe, las dictaduras comunistas sobreviven precisamente gracias a las crisis que ellas han provocado deliberadamente. El espectáculo ofrecido por el caso José Luis Rodríguez Zapatero fue la gota que derramó el vaso. Y ya va siendo hora de rescatar eso que llaman "alta política" en la oposición, antes que Maduro termine de destruir lo que queda de Venezuela.

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La comunidad internacional no puede hacer mucho más allá de lo que hace y dice. No habrá invasión ni guerra. Francisco Santos, embajador de Colombia en Estados Unidos, fue muy claro en una reunión sostenida con el consejo editorial del diario El Nuevo Herald. El problema se tiene que resolver aquí. La iniciativa debe salir de aquí. Y la ayuda externa será un acompañamiento que empuje la variable interna. Pero no habrá salida de Maduro ni del comunismo mientras la oposición persevere en el error.

Y el error de la oposición estriba, fundamentalmente, en el factor de la unidad. El penoso espectáculo que ofrecieran los diputados el martes pasado en la Asamblea Nacional fue la gota que derramó el vaso. La única institución dotada de legitimidad y legalidad ante los ojos de la comunidad internacional se enfrascó en un debate ridículo sobre José Luis Rodríguez Zapatero. El problema no era Zapatero, un personaje rechazado por todos los bloques opositores. El problema son los intereses económicos detrás de los grupos de oposición que sostienen una campaña permanente para desmoralizar y descalificar a todo aquel dirigente que opine distinto.  Y dichos intereses económicos, tal como ha explicado Rafael Poleo en El Nuevo País, perturban la conducta de la disidencia y la atomizan mucho más de lo que ya está.

De allí que la nueva lista Tascón, un absurdo que probablemente termine sepultando a la oposición ante la opinión pública, sea una de las muchas consecuencias del problema original. La unidad de criterio y de acciones. La coherencia en el discurso y en las ejecutorias. Nadie va a sacar a Nicolás Maduro del poder vía Twitter, ni la condena a Zapatero le quita el sueño ni al propio expresidente español, que no podía ser declarado "persona non grata" por el Parlamento porque el Poder Legislativo no tiene competencias para declarar a nadie persona non grata.

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Tampoco habrá salida de Maduro mandando a la gente a tocar campanas, ni fomentando etiquetas en Twitter, ni promoviendo palizas digitales contra el otro sector de la oposición sobre el cual se ha desatado una guerra sucia financiada desde el exterior, ni anunciando quiebres definitivos que lucen tan quiméricos como la llegada milagrosa de los marines, ni tampoco promoviendo golpes de militares que solamente van a terminar en otra dictadura militar, pues se sabe, eso que llaman "el chavismo originario" dentro de la Fuerza Armada, espera el momento para darle una zancadilla a Maduro. Los auto-engaños desmoralizan a la colectividad. Una colectividad ocupada en sobrevivir a la monstruosa hiperinflación y a la escasez de alimentos y medicinas. En los barrios no se habla del quiebre ni de Zapatero, sino de la subsistencia. 

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De manera tal que la oposición debe fijar la ruta única, llámese como se llame. Reconectar con la base. Y enmendar la plana. De otro modo, hasta los más enconados protectores internacionales terminarán por tirar la toalla con una dirigencia que en lugar de sumar, resta y divide. La unidad de la oposición, dijo Perogrullo, es el único factor que puede empujar la salida de Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores. Eso y nada más. 

 

 

 



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