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La Lupa

El extraño mindset opositor: perdió control de su relato

La conversación pública, el discurso político, se ha reducido a simples respuestas a la agenda oficialista. Una política de reacciones comunicativas que solo son aplaudidas en las redes sociales. Hoy se habla del referendo por el Esequibo, un asunto nacional, no de ninguna candidatura, promesa o consigna. Uno de los errores más significativos y repetitivos de la oposición es la incapacidad de comprender las estrategias mediáticas que están sobre el tablero político venezolano y la importancia del termómetro emocional sobre los temas que generan identidad

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Caracas / Foto Portada: archivo.- Está por terminar 2023 y la realidad de la oposición venezolana sigue siendo casi la misma del año pasado, pocas cosas han cambiado. La división, el enfrentamiento verbal y el conflicto se ha agudizado, la atención política y la presencia mediática de sus principales líderes ha disminuido por diferentes factores, entre ellos el descontento generalizado, la impopularidad y la pérdida de una agenda política coherente y cercana a la gente. La oposición ha perdido el control de su propio relato.

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Desde el fracaso del gobierno interino y la desaparición de Juan Guaidó de la opinión pública venezolana, la oposición no ha podido reimpulsar emocionalmente a su electorado, ya que muchas cosas quedaron en el limbo luego de que desapareciera el apoyo internacional a este proyecto político. Luego del “momento Guaidó” la oposición ha convivido en un entorno de enfrentamientos y contradicciones. Nadie se ha atrevido a mirarse la cara y revisar cuál es la estrategia electoral para el 2024. La improvisación sigue, acompañada de la dependencia norteamericana.

La conversación pública, el discurso político, se ha reducido a simples respuestas a la agenda oficialista. Una política de reacciones comunicativas que solo son aplaudidas en las redes sociales. Hoy se habla del referendo por el Esequibo, un asunto nacional, no de ninguna candidatura, promesa o consigna. Uno de los errores más significativos y repetitivos de la oposición es la incapacidad de comprender las estrategias mediáticas que están sobre el tablero político venezolano y la importancia del termómetro emocional sobre los temas que generan identidad. Al no fijar posición se perdió la oportunidad de incidir en la agenda, de ser noticia y de representar para los venezolanos una guía sobre el tema. Se optó por el silencio.

La política de las imágenes, la propaganda y las emociones son las grandes movilizadoras durante las elecciones. El oficialismo siempre lo ha entendido y la oposición sigue ignorándolo, el primero lanza la pelota y el segundo la busca y la devuelve. El condicionamiento operante parece estar más asimilado estratégicamente dentro de las políticas del oficialismo que de la oposición. La evaluación y la determinación de la conducta de los venezolanos sigue siendo un punto de partida para la elaboración de estrategias políticas que le permitan al gobierno desplazarse con mejor desempeño en la búsqueda del voto y el fortalecimiento de sus comunicaciones en todos los niveles.

Las derrotas electorales no solo se dan cuando se cuentan los votos. Los tristes no ganan elecciones. La percepción política que tiene el ciudadano de hoy es difusa, compleja de ver y analizar. Suele variar por temporadas y situaciones políticas que se presentan. Lo cierto es que el oficialismo genera más recuerdos que la misma oposición, hay más alegría y sentido de unidad pero mientras el silencio y la ambigüedad estratégica continúe, las cosas para ellos no van a cambiar. Después de la estrategia y la investigación la política es una cuestión de mindset.

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