Frank Medina es sargento mayor y tuvo que trabajar como taxista para sobrevivir: "El Ejército no es opción"

Caracas / Foto Portada: Cortesía.- Pertenecer a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) no es igual a tener los ingresos necesarios para mantener a una familia. Quienes portan el uniforme militar se enfrentan a las mismas carencias que el venezolano de a pie y han tenido que recurrir hasta dos y tres "rebusques" para sobrevivir.

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Hace unos 30 años, los militares del Ejército venezolano vivían medianamente cómodos. Al igual que empleados del sector público y privado podían hacer un mercado, comprarse ropa y ahorrando, hasta casa y carro. Pero eso quedó atrás. La galopante crisis que ha sepultado al país en una recesión de ocho años y una hiperinflación de cinco, ha provocado una diáspora de al menos cinco millones, según ACNUR.

Frank Medina entró a las filas del Ejército motivado por sus padres, ya que su papá también fue militar. Hace 15 años cuando salió del liceo se alistó y empezó su carrera.

El sargento mayor logró tener casa gracias a uno de sus jefes y un carro que compró con sus ahorros. Pero todo cambió para el año 2018.

"En 2018 dejé el Sebin porque ya estaba todo muy peligroso y con la reconversión el sueldo se nos convirtió en sal y agua. Conseguí ser chofer de un coronel y lo que hacía era llevar y traer a sus hijos a clases, prácticamente era el escolta. Así duré hasta el 2019, cuando ellos se fueron del país y ya no me necesitaban más"Frank Medina a El Cooperante

Luego de eso, a Frank le quedó el carnet, el uniforme y mucha necesidad. Decidió trabajar como taxista de carreras particulares, solo a conocidos.

"Desde hace unos tres años era lo que había estado haciendo, pero con la pandemia todo se complicó, además de la crisis de la gasolina. Había días en los que no hacía ni una sola carrera y tengo dos hijos y una esposa que mantener"

El sueldo que percibe por ser militar, aunque no está activo, equivale a 3 dólares mensuales. No reciben bolsas de comida, ni otro tipo de beneficios.

"Eso no alcanza ni para un kilo de queso y una harina. He tenido que hacer de todo: reparar neveras, limpiar carros, reparar carros, vender ron, vender jabón, de todo".

Cuando parecía que nada podía ser peor, el carro comenzó a fallarle. Su hermano le prestó otro vehículo algunos días para hacer una que otra carrera y poder resolver la comida del día.

"Mis hijos y mi esposa estaban preocupados y decidí vender mi casa. Era la única salida para poder ver luz porque estaba sin sustento y sin oportunidad de nada. ¿Volver a trabajar de militar para qué? Por ser chofer de algún coronel te quieren pagar 10 o 20 dólares, con eso tampoco haces nada. Rasguñas aquí y allá, pero al final del día no haces nada".

Hace dos meses, Frank vendió su apartamento en Caracas. Obtuvo 15 mil dólares por la venta y el carro Siena que tenía lo “remató” en 1 000 dólares. De esta suma, pagó deudas y se compró una casa en Maracay, invirtió para vender alimentos en una especie de bodega que emprendió y un carro que "sirviera".

Para Frank es "absurdo" que algún venezolano ingrese hoy a los cuarteles o haga vida militar.

"La situación en los cuarteles es crítica. muchos se meten al Eército porque no tienen oportunidades de estudio o creen que así se van a poder rebuscar, pero es lo mismo o hasta peor. Están lejos de sus casas, sin comida, sin ropa, pasando trabajo. Los mandan a montar alcabalas, a cubrir guardias de 24 horas y los ves lánguidos. Eso no sirve para nada. El Ejército ya no es una opción para nadie".