Investigación
Hampones sacan a familias de sus casas para convertirlas en búnkers al margen de la ley
Caracas.- Aquella mañana de septiembre Herminda Álvarez (nombre ficticio para resguardar su vida) agarró un dinero que tenía guardado en una de las gavetas de su peinadora, se arregló y les dio el desayuno a su esposo y a su hijo de 18 años. Luego en familia salieron a realizar unas compras para surtir la bodega de la familia, que fue construida en un espacio de la casa.
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La vivienda de Herminda, pintada de color verde y azul y que estaba comprendida de dos cuartos, sala, cocina, un baño y patio con cancha de bolas criollas, se encontraba situada en la parte alta de la Cota 905, municipio Libertador de Caracas. Una zona donde la delincuencia actúa a sus anchas.
Algo inesperado
A eso de las 10:00 de la mañana, la familia regresó a su hogar luego de un extenso recorrido para adquirir la mercancía de la bodega. Después de unas horas Herminda Álvarez se encontraba en la cocina cuando de repente comenzaron a golpear la puerta de la casa y entró un grupo de 13 hombres, vestidos algunos con franelillas y pantalones de blue jeans, portando armas largas, cortas y machetes.
Al primero que apuntaron fue al esposo de Herminda, a quien le dijeron: “Te vamos a matar si no haces lo que te pedimos”. Luego un grupo de estos sujetos comenzó a recorrer la casa buscando los objetos de valor, mientras a Herminda la tenían amenazada y a su lado se encontraba su hijo de 18 años.
Herminda tenía miedo y no paraba de temblar. En un momento, dos de los delincuentes la arrastraron por el cabello y la lanzaron en la cama de su cuarto y le dijeron: “Dame los reales”, y ella les decía que no tenía dinero, que todo lo había gastado en la compra de la mercancía para la bodega. A pesar de lo que ella les decía a los delincuentes, ellos no paraban de gritarle: “Maldit... vieja si no nos das el dinero te vamos a matar”.
Mientras Herminda estaba amenazada por dos de los delincuentes, los demás cargaron con comida, televisores, planta, ventiladores, bombona de gas, toda la mercancía de la bodega y demás pertenencias que se encontraban en la casa.
Luego de que los delincuentes lograron su cometido se acercaron a la familia y comenzaron a discutir sobre si los mataban o los dejaban con vida. Tras momentos terminaron maniatándolos, amordazándolos y encerrándolos en uno de los cuartos de la casa para luego huir del lugar.
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La familia se mantuvo en el cuarto y unos vecinos -que habían visto entrar a los maleantes- los auxiliaron. Herminda salió de la casa con su familia, solamente con lo que tenía puesto y se dirigió a la vivienda de su madre. Estando allá le contó todo lo que habían pasado en llanto. Al día siguiente cuadró con su familia para regresar y verificar lo que se habían robado.
La delincuencia en su hogar
Herminda regresó a la Cota 905 para revisar como había quedado su vivienda, pero el lugar ya estaba tomado por los mismos delincuentes que la habían sometido y robado e impidieron que ingresara a su hogar. Herminda Álvarez les rogó para entrar a su vivienda, pero los criminales se lo prohibieron.
Los delincuentes dispararon al aire, para que ella se alejará y así lo hizo, no logró sacar las pocas cosas que habían quedado en su casa. Los delincuentes se apoderaron de su vivienda, para utilizarla como guarida, donde guardaban los objetos de valor que robaban en otros lugares, las armas, drogas, dinero y llevaban a las personas que habían secuestrado.
Esta historia que narró Herminda a El Cooperante bajo el anonimato, les ha ocurrido a muchas familias que temen denunciarlo por miedo a represalias. Álvarez contó que en esa zona popular, donde ocurrieron los hechos, los delincuentes se han apoderado de varias casas.
Luis Godoy, exjefe de homicidios de la antigua Policía Técnica Judicial (PTJ), conocida actualmente como Cicpc, y actual director de la Policía de Chacao, reveló a esta redacción que estas situaciones en que los hampones toman las casas de familias para convertirlas en sus guaridas se registra principalmente en las zonas populares como la Cota 905, la parta alta de El Cementerio, en Catia, Brisas de Propatria, Lomas de Urdaneta, El Valle, La Vega, también en apartamentos de la Gran Misión Vivienda Venezuela y en otros como en Valencia, Los Valles del Tuy y Cúa.
Fenómeno en ascenso
Godoy manifestó que “esto se da en sectores populares donde las bandas han tomado el control. Ellos (criminales) lo que hacen en esas guaridas es refugiarse para cometer delitos en otros sectores. En esas guaridas se sienten protegidos, porque pagan para que algunas de las gentes del barrio les den la debida protección. Este fenómeno es nuevo no creo que pase de 3 años”, revela el experto.
Explicó que en estas casas de familia que son utilizadas como guaridas “los hampones se comunican por radio, tienen circuitos cerrados, se maneja como un centro de operaciones parapoliciales para ver quien está por la zona. Las utilizan para resguardarse luego de que cometen sus fechorías. Donde también guardan las armas, como toda la mercancía robada. En otras ocasiones las usan también como sitios de resguardo de secuestrados”.
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