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La Lupa

Informe: El mundo se dirige a la redefinición de bloques de poder

Ahora sí es verdad que el mundo cambia. Los acuerdos que definieron la arquitectura global luego de la segunda guerra mundial mueren. Lo hacían lentamente, pero Trump catalizó el fin. Primero fue el “Welfare State” que feneció. Luego, la democracia liberal se debilitó. Hoy, los arreglos económicos y comerciales tipo OMC con la “guerra de los aranceles” ¿Hacia dónde va el mundo? Hay una redefinición de los centros o bloques de poder. La nueva geopolítica que está en formación no será parecida al orden político durante la Guerra Fría. Serán más bloques geopolíticos, interdependientes y bloques en tensión, en función de los intereses de los países involucrados en cada uno de ellos ¿Y Venezuela qué? Nuestro país perdió la fortaleza que tuvo entre 1958-1998: una política exterior que combinó habilidad y principios. Hoy tiene habilidad -porque Chávez y Maduro la tuvieron y tiene- pero menos principios o alejados de la carta magna. Sin economía interna sana, no hay política exterior autónoma

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Caracas/Foto Referencial. La idea que el mundo se transforma ya no es un lugar común sino una realidad. La llegada de Trump catalizó procesos mundiales que venían en camino. Con su estilo personal y su visión, esos procesos que parecían distantes ahora se sienten en la puerta de la casa de cada habitante del mundo. Opiniones hay si el orbe va hacia un mejor futuro o hacia uno peor.

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A finales de 2024 Gallup hizo un estudio en 37 países con casi 38 mil entrevistas acerca de las expectativas para 2025 en comparación con 2024. La firma de opinión pública halló que un 41% opinó que 2025 será mejor que el año pasado. Uno de cada 4 que será peor. Uno de cada 3 que será igual. Cuatro de cada 10 expresaron una expectativa favorable para este año mientras que 6 de cada 10, que será igual o peor que 2024. El porcentaje de optimistas no es una gran cifra. El estudio fue realizado antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca ¿Cómo estarán los números ahora?

En este artículo salgo de mis tradicionales análisis sobre la política venezolana. Dada la percepción de caos, incertidumbre, y revolución que Trump promueve -porque hace una revolución en el sentido de Arendt, de ponernos frente a lo nuevo, “el problema del origen”, aunque las acciones de Trump no sean concertadas- hago una mirada al orden político mundial que se bosqueja. Indudablemente vivimos tiempos de un “Zeitenwende”.

Mi visión general de “hacia dónde va el mundo” desde el punto de vista geopolítico es que hay una redefinición de los centros o bloques de poder. Algunos hablan de una suerte de repetición de Yalta (4 al 11 de febrero de 1945) o Postdam (17 de julio al 2 de agosto de 1945), en donde los vencedores de la Segunda Guerra Mundial -EUA, Inglaterra, y la extinta URSS- acordaron sus “esferas de influencia”, aunque el tema central de las conferencias fue la Alemania nazi derrotada.

No lo veo así porque no hay una reunión abierta entre “potencias”, que hoy son varias, ya no son tres. Podemos hablar en la actualidad de EUA, Francia, UK, Rusia, India, China, y bloques como la UE y los BRICS. No es tan sencilla una repartición hoy. Hay imposición y resistencia, que define los límites y nuevos espacios geopolíticos.

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Lo que sucede es algo como un realineamiento de bloques políticos pero no ordenado sino que se da en función de los hechos, en la medida que cada potencia avanza en sus estrategias, choca con otras y de allí se bosqueja un orden político internacional.

Hay regiones en donde ocurren ajustes. La Indo Pacífico es una. El Oriente Medio es otra. Europa Oriental también (en el frente de Ucrania). Hoy emergen las regiones de Groenlandia y Canadá que están el hemisferio norte y oeste del continente americano. Hay zonas que no son calientes por los momentos: América del Sur y Africa. No obstante, los aranceles de Trump del 2 de abril ponen a todo el mundo en “zona caliente”.  

La nueva geopolítica que está en formación no será parecida al orden político durante la Guerra Fría. Serán más bloques geopolíticos, interdependientes y bloques en tensión, en función de los intereses de los países involucrados en cada uno de ellos.

Puede ser que estemos ante la expresión de Allison, “la trampa de Tucídides” término que expresa que una potencia emergente reta a una potencia establecida, lo que promueve las condiciones para que estalle una guerra.

Aquí sería la “tensión estructural” entre China y los EUA, pero la situación actual no sería en sentido estricto una “trampa de Tucídides” porque China no desafió a los EUA. Al contrario, éste desafío a sus aliados y adversarios con la instrumentación de aranceles. Sería algo como una “trampa de Tucídides endógena” porque los EUA -potencia establecida- cataliza la “tensión estructural” contra la potencia emergente. Puede terminar en una guerra o en un cambio estructural en el mundo que supone que la puja EUA-China tenga una solución política y no armada. En sencillo, que los dos países se entiendan.

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La otra variable que cambia es la relacionada a la economía política. El sistema del petrodólar -promovido por el gobierno de Nixon entre 1973 y 1974 por medio del cual los EUA lograron que Arabia Saudita comprara la deuda de los EUA a cambio que el Norte le comprara petróleo al reino, con lo que el déficit de los EUA de esos años se cubrió- por la que el petróleo se tasa en dólares y países financian el déficit de los EUA, se cuestiona y se buscan sustitutos.

Hay esfuerzos de naciones para promover nuevos sistemas, como es el caso de China y Rusia o de bloques como los BRICS, o con el uso de las criptomonedas. Rusia tasó sus exportaciones de petróleo a China en yuanes luego de su agresión a Ucrania en 2022. China tiene sus mercados a futuro en el “Shanghai International Energy Exchange”. Como acuñó Fishman, el país de Asia busca el “petroyuan” para sustituir al “petrodólar” de los tiempos de Nixon y que domina la economía política del mundo.

La geopolítica se mueve más rápido que la economía política global. La segunda enfrenta mayores desafíos. El gobierno de Trump sabe o intuye el posible “petroyuan” o que se busca derrocar al “petrodólar”, y por eso el presidente norteamericano amenazó a los BRICS con aranceles del 100% “if they want to play games with the dollar” dado que las naciones que forman el bloque trabajan en un sistema cambiario propio. O la amenaza a la UE y a Canadá el 27 de marzo “si ambos colaboran económicamente para perjudicar a los EUA”.  

Las amenazas de Trump definen su visión política que la ha expresado y la resumo en “paz y aislamiento a través de la fuerza” (la amenaza a su empleo, principalmente, como aseguró hará en Irán si es necesario).

Los EUA quieren ser el factor dominante del planeta, pero, al mismo tiempo, estar aislado. Mandar sin pagar el costo. Algo como dirigir al mundo en la distancia y con amenazas. El eje de esta estrategia es la consigna “la paz a través de la fuerza” con la promoción de diferentes “deterrences” (disuasión) para asustar a países, organizaciones, grupos, etc y piensen que los EUA van a actuar, tengan miedo, y decidan en función de los intereses de los EUA. La herramienta más importante hasta este momento para el “deterrence” son los aranceles y la cruel con los migrantes (los “casos ejemplarizantes”). Con esto Trump persigue que países se ajusten a sus deseos, sin chistar, cosa que no sucedió con la lista de los aranceles del 2 de abril, a la que tuvo que dar una “pausa” de tres meses y definir excepciones (al parecer, benefician a los grandes no a su “constituency” que compra en Cotsco, por ejemplo), a excepción de China, el verdadero adversario del gobierno de Trump, con una opinión tan básica y desactualizada como la de Vance al referirse a los ciudadanos de China como “peasants”. Qué cosa tan atrasada, realmente. Vance tiene contenido pero es muy básico.

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Aunque en tuiter se asegura que la lista de aranceles fue para producir una caída en la bolsa y, luego con la pausa, obtener ganancias con la subida de los índices, no creo que Trump haya dado la pausa por eso. A lo mejor personas de su círculo -a Trump le gusta el prototipo del exitoso que hace plata, como dejó ver a unos chicos que estaban de visita en la Oficina Oval, y el presidente de los EUA con elogios a Charles Schwab, “quien hizo 2,5 millardos de dólares”- sí se aprovecharon, pero a Trump lo mueve el poder y una historia que se inventó. Como toda historia tiene su verdad pero Trump la manipula a su favor: “todo el mundo se chuleó a los EUA, llegó el vengador, y ahora deben pagar”.

De aquí la expresión del presidente de los EUA muy viral y cuestionada en una cena, de “me besan el culo”. Es decir, Trump usa el poder de los EUA para que lo busquen a él como “gran negociador” pero para apuntalar la narrativa “MAGA” que tener relación con los EUA no es “un derecho sino un privilegio que se gana” si quien quiera tener esa relación se ajusta o hace lo que los EUA quiere. Por eso es un “privilegio”. Los EUA poderoso que infunden miedo, pero al que todos quieren “besarle el culo” por su grandeza y potencialidades. Trump no quiere pares sino aduladores o súbditos.

Miedo a los EUA que se potencia con las aparentes actuaciones contradictorias de Trump y su estilo decidido que deja ver que va con todo. Algo como que “no sabemos cómo los EUA van a actuar, pero mejor nos ajustamos a sus requerimientos para evitar problemas”. Hay “casos ejemplarizantes” para mostrar las “deterrences” como las tarifas impuestas a Canadá y México, la invocación a la “ley de enemigos extranjeros” para los migrantes, el ataque a los Houtis en Yemen, amenazas internas que han funcionado como con la Universidad de Columbia la que, al final, accedió a demandas del gobierno de Trump, y el caso más visible: los aranceles a China.

Los EUA quiere que todo el mundo le tenga miedo, pero sin alguna acción militar. Lograr ser obedecido solo por la expectativa de una retaliación desde Washington. No es solo aislarse, sino que, sin participar en organizaciones internacionales, dirigir al mundo. Eso es lo que significa “besarle el culo” a Trump.  

Pero países y organizaciones reaccionan a ese estilo “señorial” del presidente de los EUA. El desprecio del gobierno de Trump hacia Europa -considera que el “viejo continente” se chuleó a los EUA- muy visible en el VP Vance en sus chats en la filtración del Pentágono sobre los ataques a Yemén, y en la posición de los EUA sobre la invasión de Rusia a Ucrania, revivió a la UE y puso a tres países a liderar la resurrección, en orden de importancia: Francia, UK, y Alemania. Macron busca liderar la UE resucitada con una Meloni que quiere ser canal de comunicación entre el gobierno de los EUA y las naciones de la UE.

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La revitalización de la alianza se observa en la defensa. La UE asume que los EUA dejará a Ucrania a su suerte y teme que eso envalentone a Putin y Rusia decida ir más allá de las fronteras de Ucrania. La respuesta es una “deterrence a la europea”: aumentar los gastos de defensa, pero, más que subirlos, promover una suerte de “neokeynesianismo militar” por medio del cual los Estados de Europa promoverán al sector defensa de sus países. Junto a la “disuasión nuclear” invocada por Francia a la que siguió el llamado de UK, la UE considera que con estas políticas Rusia no se atreverá a ir más allá de donde está en la actualidad y logrará que Ucrania negocie con Putin en condición de fortaleza.

Rusia y China miran el panorama “calladitos”. De manera taimada, aunque China respondió a Trump. Debe hacerlo: su autoridad de “nueva potencia” está en entredicho. Por eso asegura que con el tema de los aranceles “llegará hasta el final” y señaló que está dispuesta a enfrentar a los EUA “en cualquier tipo de guerra”, con lo que también envió su “deterrence”: también en una guerra militar.

Antes de los aranceles, Rusia y China pulsaban hasta dónde llegarían los EUA, pero sin provocar al Norte. Principalmente Rusia -silente en el tema de los aranceles- porque, en su visión del orden mundial, Trump asume que una buena relación EUA-Rusia será factor de estabilidad política mundial.

Es decir, si Rusia y los EUA definen una buena relación -la tesis del enviado especial Witkoff, quien en una entrevista interpeló “Who doesn’t want to have a world where the U.S. and Russia are doing things collaboratively”- habrá una suerte de “efecto cascada geopolítico” por medio del cual los problemas mundiales que hoy parecen intratables podrán abordarse.

Para los EUA, Rusia es clave para la estabilidad mundial. Pero Rusia espera por otra cosa: que la UE se debilite, a la que ve como obstáculo para entenderse con los EUA y para su propia hegemonía que busca en Europa. Rusia apuesta a la crisis de la UE y que eso la beneficiará en su relación con los EUA porque ambas naciones no son “globalistas” sino “nacionalistas”. No por casualidad el tuit de Mevdeved, “Rusia espera ver el cadáver de su enemigo pasar por el frente de su casa”. El “enemigo” es la UE.

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Rusia adelanta sus intereses como Estado al aprovechar la fortaleza que da que Trump privilegie una relación favorable con Putin.

Por el momento, Rusia no confronta con los EUA pero China sí, y en el conflicto con la nación de Mao se verá hasta dónde están dispuestos a llegar las dos naciones con el asunto de los aranceles.

América del Sur no pinta mucho o poco en los cambios geopolíticos. Ni siquiera en los posibles efectos o coletazos del nuevo orden internacional que se crea. La región vive su cotidianidad política con la característica que no tiene una unidad visible como se vio en enero cuando Trump y Petro tuvieron un encontronazo por el tema de los migrantes de Colombia.

La Celac convocó para una reunión extraordinaria que tuvo que cancelar “debido a la falta de consenso”. Carencia que se mantiene no solo en el tema migratorio sino, en general, en todos los asuntos con los EUA. Cada país opina de manera independiente. México es la nación que ha tenido que lidiar con Trump y lo hace a su estilo: con diplomacia, sin desafiarlo, y haciendo sus puntos sin contradecir al presidente de los EUA.

La IX Cumbre de la Celac realizada en Honduras produjo una declaración el 9 de abril. No es mayor cosa y también hubo diferencias a pesar del “consenso suficiente”. Se reiteró que nuestra región es una “zona de paz” y lo unitario puede ser que nuestros países trabajarán para que el próximo secretario general de la ONU sea un latinoamericano. Si sucede, la región tendrá su “leverage” en la geopolítica mundial. Ojalá lo logre.

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La carta de Pepe Mujica para la cumbre cayó como “anillo al dedo” para el momento que vive la región. El expresidente de Uruguay escribió que “Hoy las grandes decisiones que mueven al mundo se toman en otras partes, lejos de nuestra mesa. Es necesario construir cercanía en nuestra región para hacernos oír a nivel internacional. Los desafíos que tenemos como humanidad necesitan más que nunca esfuerzos colectivos y propuestas innovadoras”.

Mujica concluyó su carta con algo muy bonito, que América Latina pueda poner en práctica, “A mis 90 años, si perdiera la capacidad de soñar en una América distinta, no sé qué sentido tendría la vida”. A lo mejor las acciones de Trump catalizan que la región halle un sentido a su existencia como espacio geopolítico, alejado del verso romántico como el de Petro en la Celac y más cercano a una prosa que realmente muestre a una región con consensos básicos frente a las potencias, sean los EUA o China para, como diría Pepe Mujica, acercarse a “la mesa” en donde se toman las decisiones internacionales.

Todavía estamos lejos de eso. Tal vez los países consideran mejor un trato bilateral con los EUA que algún pronunciamiento de un bloque que refuerce en el Norte los estereotipos y prejuicios hacia el Sur. También nuestro hemisferio procesa a Trump.

¿Y Venezuela en todo esto? Ya es para otro artículo, pero la respuesta la dará cuál punto se privilegie: la habilidad política (tipo Pedro Sánchez con Xi) o los principios, es decir, mantenerse en un bloque de poder pase lo que pase. La verdad no tengo una respuesta sobre nuestro país para la situación mundial de hoy. Mi espíritu dice principios, pero la realidad política sugiere habilidad. Saberse mover en el reacomodo mundial “sin quemarse”.

Venezuela en el pasado tuvo una fortaleza. Supo relacionarse con todos los actores internacionales con una mezcla de habilidad y principios. Hoy tiene habilidad y menos principios, o alejados del espíritu para la política exterior que definió la carta magna de 1999. Hoy, en virtud de la decisión de los gobiernos chavistas, Venezuela está en el bloque anti-liberal por valores del gobierno, pero también por necesidad. Si nuestro país tuviera “la casa en orden” con una economía estable, tuviera independencia frente a los grupos geopolíticos. Hoy no la tiene y se abraza a Rusia y a China porque los necesita. Para poder tener una política exterior autónoma la economía en casa debe mejorar. Regresaría con los tiempos de hoy, a la mezcla de habilidad y principios que caracterizó la diplomacia de los gobiernos entre 1958-1998.

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¿Hacia dónde va el mundo? Mi respuesta es que el mundo se mueve a uno de bloques formales o informales en pugna pero interdependientes, y cada país busca ajustarse a esa realidad para ver si gana geopolíticamente hablando.



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