Investigación
Invasión "Mundo Nuevo", tierra de los olvidados y madriguera para verdugos en Caracas
Lysaura Fuentes.- Una entrada silenciosa, ratones merodeando, un hedor que pareciera que hubiese salido del mismo infierno, un techo que está a punto de caerme encima, las antenas de cableras que se asoman en los extremos, las escaleras de cemento sin barandas que te dan la sensación de que podrías caer al vacío, paredes sin terminar, huecos en las muros por doquier, como si estuvieras en un sitio donde la guerra dejó estragos a su paso, murmullos, miradas fijas, un espacio infrahumano a punto de ser escudriñado sin contemplación y sin pausa.
Estos son los detalles de aquel día en el que decidí adentrarme en la invasión “Mundo Nuevo”, ubicada en La Yaguara, vía hacia El Junquito, que lleva 11 años usurpada cuando el fallecido presidente Hugo Chávez Frías todavía se encontraba en el poder. Un sitio que era una antigua fábrica que se quemó y solo quedó para ser habitado por personas que viven en las condiciones más desdichadas que se podrían imaginar.
Lo que viví en la invasión “Mundo Nuevo” no es un cuento de aquellos donde te dan una versión plagada de fantasía e imaginación. No les mentiré al decirles que me dieron unas inmensas ganas de llorar, de buscar la manera de sacar a las familias de corazones nobles de este lugar inmerso en odio, desdicha y terror. Donde los moradores se mantienen en una constante zozobra sin saber que les pasará.
Foto: Lysaura Fuentes
Muchas veces podemos cometer el error al decir que todas las personas que viven en invasiones son malandros y asesinos, pero en “Mundo Nuevo” existe un grupo de familiares que se encuentran en este lugar por necesidad, que se mantienen aterrorizados debido a que la delincuencia tomó este sitio para cometer sus fechorías tanto dentro como fuera de la estructura.
Foto: Lysaura Fuentes La estructura de la invasión se encuentra en situación de alto riesgo
Lo que esconde “Mundo Nuevo”
Una joven a quien llamaremos Anabel (nombre ficticio) para resguardar su vida fue mi guía en la travesía para conocer de fondo lo que esconden los muros de “Mundo Nuevo”.
Existe un espacio al que le llaman “sótano”, el lugar más oscuro de toda la edificación que se cae a pedazos, debido a que las constantes lluvias están haciendo que el techo poco a poco se vaya desprendiendo.
En el primer piso de esta edificación, que también está abarrotado de viviendas precarias, nadie te recibe con bombos y platillos. Todos se encuentran dentro de sus casas. Sentí que me observaban detalladamente, como si fueran varios halcones y yo su presa. Al voltear vi a pocos metros a dos jóvenes que se dejaban medio ver entre las casas, me señalaban, me miraban fijamente, comencé a sentir tensión en el ambiente y a traer a mi mente aquella escena típica de terror, donde la mujer grita descontroladamente hasta que es atacada por su homicida.
De momento sentí unas ganas enormes por ir al baño y le pedí a Anabel que me dejará entrar al de su casa. Cuando ya nos encontrábamos en su hogar, me señaló donde quedaba y al ingresar quedé estupefacta, no podía creer lo que mis ojos estaban viendo, era un baño insalubre en todos los aspectos, la poceta estaba negra, con escaras y al abrir el grifo del lavamanos el agua salió entre un color crema y marrón claro, con un olor fétido como si saliera de la propia cloaca. Dure unos minutos en el baño aguantado la respiración, luego salí y seguí mi andar por los pasillos de “Mundo Nuevo”.
Los zamuros de la muerte
En la invasión aquellos que todavía se atreven a contar sin tapujos lo que sucede, comentan que este sitio se tornó zona roja. El hampa domina y controla a diestra y siniestra. Relatan entre murmullos y con voz cabizbaja que una banda delictiva hizo de este lugar su santuario. Cometen fechorías tanto dentro como fuera del sitio. Una situación que era de esperarse ya que la delincuencia utiliza estos espacios, refugios, edificios de Misión Vivienda y otras otorgados por el Gobierno para actuar al margen de la ley.
“Es fatal esta situación, las mismas personas que viven aquí, los que son inocentes y trabajadores, están a merced de estos delincuentes, quienes se meten en sus casas, roban su comida y electrodomésticos”, relata Anabel.
Otra de las residentes, a quien llamaremos Elisa (nombre ficticio) cuenta que hace algunos meses un hombre, quien presuntamente es miembro de una banda delictiva de la Cota 905, fue objeto de robo por parte del grupo criminal que opera en la invasión, por lo que el sujeto llegó al sitio propinando tiros al aire y amenazando con ejecutar un “cambio de gobierno” en la instalación invadida. “El hombre llegó como loco echando tiros y dijo que iba a traer personas de la Cota 905, Carapita y otras para sacarnos a todos, sin importarle viejas y niños, para meterse ellos a la fuerza con su banda y demás gente”, contó Elisa. Pensé enseguida en el temor que tendrían los más pequeños ante aquellas amenazas alarmantes.
Elisa relata también que un sujeto, quien se había sentido amenazado por esta banda criminal que opera en el galpón, se acercó un día al sitio y disparó contra los miembros del grupo delictivo, ultimando a un individuo de 16 años y resultando heridas varias personas entre hampones e inocentes. La dama recuerda que en esa oportunidad un niño casi resultó herido de proyectil, cuando un tiro atravesó la pared de madera de su cuarto mientras dormía.
En esta invasión donde conviven 150 familias, se encuentran ciudadanos que perdieron sus casas, otros vivían en zonas de alto riesgo y fueron adjudicados a este lugar y se encuentra otro grupo que están en este sitio, solo esperando por la promesa de las “viviendas dignas” del Gobierno, pero la mayoría se sienten amenazados por la delincuencia que cada día va ejerciendo más poder sobre ellos, sin poder salir de esta penumbra.
La venta de una sustancia blanquecina
En una casa de ladrillos mal ensamblada, con aberturas en las paredes, situada en la azotea de la invasión, que no tiene un techo que la cubra, dicen las malas lenguas que en este sitio los miembros de la banda-jóvenes de entre 16 a 25 años-la utilizan como punto secreto para consumir y traficar droga.
Foto: Lysaura Fuentes Sitio donde trafican y consumen droga los miembros de la banda criminal
Estos jóvenes han sido vistos por los habitantes de la invasión portando armas cortas en los pasillos, como si fueran gánster, mostrando el poder que tienen sobre la comunidad. “Yo tengo un hijo y a mí me da miedo que llegue el Cicpc, colectivos u otros buscando a estos delincuentes por las actividades criminales que hacen y arremetan contra mi familia siendo inocentes”, expresó Elisa.
Foto: Lysaura Fuentes
Drones, aviso contra el hampa
Los comercios cercanos a la invasión también han sido víctimas de estos delincuentes. Un comerciante devela que se mantienen en constante zozobra y alerta ante la ola de robos que se presentan. Afirman que estos actos delictivos se registran diariamente, por lo que concordaron con las fábricas de la zona, sobrevolar un dron y colocar cámaras de seguridad para vigilar los alrededores.
Los estudiantes y pensionados que transitan por los alrededores de la invasión “Mundo Nuevo” son atacados por las bandas criminales que viven en la edificación. Su modus operandi es sorprender a la víctima a bordo de motos, robarles sus teléfonos celulares, dinero y cualquier otro objeto de valor.
El hampa se encuentra en todos lados, en el sitio más recóndito de Caracas, en lugares donde la policía ni se asoma, donde pueden dominar a una comunidad que vive en la desgracia. Están allí asechando, buscando sitios donde puedan operar sin ninguna restricción.
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