La Lupa
La carta de Capriles: ¿y ahora qué?
Capriles publicó un comunicado en el que anunció su renuncia a la directiva de PJ y cuestionó la manera en que el partido se gestiona. El excandidato opinó que PJ no tiene una estrategia definida para la situación post 28 de julio. Como todo lo que hace Capriles, generó noticia dentro y fuera del partido. Hay un debate interno. Una hipótesis para explicar la carta es que el dirigente de PJ se prepara para las regionales y parlamentarias de 2025 aunque no pudiera participar porque está inhabilitado. Pienso que este motivo pesa, pero el mensaje tiene una razón más importante: el vacío que hay en la oposición porque la estrategia del quiebre post 28 de julio, no ha funcionado así se diga que la “estrategia es robusta”. Ese vacío comienza a ser llenado por diferentes iniciativas que van desde el “Ya casi Venezuela” a la carta de Capriles. El artículo examina este motivo que configura la existencia de 6 formas para hacer oposición al gobierno de Maduro
Caracas / Foto: Archivo.- Me sorprendió la comunicación de Capriles con fecha 20-9-24 dirigida a la junta directiva nacional de PJ en la que avisó su “renuncia irrevocable” a esta instancia de su partido.
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Lo primero es que el caso PJ es bastante grueso como se desprende al leer la nota de Celina Carquez publicada en el portal “Efecto Cocuyo” el 9-10-24 titulada, “En PJ los dirigentes sacaron la artillería pesada y están en guerra”. Con ese título y contenido, recordé una serie de los EUA en los 60 que pasaba el canal ABC, que se llamó “Peyton Place”.
Este artículo no va a examinar la situación del partido sino por qué creo que Capriles publicó la carta. Mi hipótesis es que el tema de las parlamentarias y regionales de 2025 no fue la principal causa -aunque está allí y es una importante- sino otra más vinculada con la estrategia de la plataforma unitaria luego del 28 de julio. Esto lo menciona en su carta.
Un “caveat”. A pesar del discurso de “los duros” de la oposición y de los de PJ que critican “los espacios” y quieren que uno se sienta mal por hablar de las parlamentarias y regionales de 2025, el partido no fue tan tonto como para perder el “espacio” que da una alcaldía como la de Maracaibo.
Designaron un alcalde interino que recayó en una persona cercana a ese partido.
Luego de las reacciones iniciales a la carta del dirigente de PJ sucedió lo de siempre en la oposición cuando pasan cosas así. El silencio -imagino- en aras de preservar una unidad. El tema entró dentro de la dinámica interna de PJ. El 6 de octubre, Juan Pablo Guanipa escribió una respuesta a la comunicación de Capriles. A partir de un tuit que redactó una vez conocida la carta del excandidato presidencial en 2012 y 2013, el dirigente zuliano desarrolló más su idea.
Antes de entrar en materia, unos aspectos de forma pero que son importantes de la carta de Capriles ¿Debió hacer pública su comunicación? La respuesta es depende. En sus zapatos, no la hubiera publicado. No tanto por lo que el chavismo hace con esta diferencia que es magnificarla, sino porque son asuntos internos de un partido.
Si Capriles quería catalizar y liderar un proceso de cambios internos en su partido al modo de una “guerra relámpago”, sí tuvo sentido publicarla. A veces hacer públicos hechos cataliza procesos que la inercia obstaculiza.
Si esa no era la meta o Capriles no tiene las condiciones personales y políticas para liderar un proceso de ese calibre en este momento, no tuvo sentido publicarla. Debió gestionar las diferencias dentro de su partido.
Lo segundo es la situación de ahora. Seguramente en PJ el tema se discute. El comité político del partido se vio el 9 de octubre, aunque no se sabe qué trató. La discusión interna está en desarrollo.
Desde el interinato, el partido tiene debates sobre la estrategia que la oposición sigue o debe seguir y qué debe hacer PJ. Se recuerda que el partido fue crítico con el interinato por lo menos desde 2020.
En la oposición hay un clivaje que corta a todos los movimientos que la integran en el tiempo. A unos más que a otros. Para ponerlo en palabras de Julio Borges consultado en la nota de Carquez, “En Venezuela hoy hay un debate que atraviesa a toda la sociedad, entre quienes quieren y piensan que hay que pasar la página del 28 de julio para seguir adelante con buenas y no tan buenas intenciones, y quienes pensamos que en Venezuela hoy es 28 de julio y no será 29 de julio o 2025 hasta hacer valer el voto de 8 millones de venezolanos. Esa discusión que atraviesa toda la sociedad, en el lado de la política democrática tiene su campo de batalla en PJ, y eso es muy claro”.
La posición de Borges es la meta de la plataforma unitaria en este momento. Al menos, es lo que se desprende del comunicado a tres firmas -la plataforma, EGU y MCM- que rechazó asistir a la reunión con los partidos que la AN hizo el 3 de octubre.
En una entrevista que Alejandro Hernández de La Gran Aldea y publicada el 10 de octubre hizo a María Corina Machado, expresó que, “Edmundo González Urrutia es el presidente electo y tiene que juramentarse como presidente constitucional. Hay que hacer lo que sea necesario para que eso se cumpla y todo aquello que nos distraiga de ese propósito, debemos desecharlo. Todo lo que debilite esta estrategia hay que ponerlo a un lado”.
Lo planteado por Borges es el mismo clivaje en que la oposición se debate desde 2001, con sus variantes en el tiempo, pero planteado con el lenguaje de 2024: entre la estrategia que llamo de “la presión y el quiebre”, y la que denomino “participar dentro de las reglas del sistema autoritario”.
La estrategia de “la presión y el quiebre” se reformula, aunque sus promotores nunca han explicado el fracaso de esta desde 2013 porque Maduro se mantiene en el poder. Por ejemplo, en un reciente artículo publicado por Foreign Affairs, Berg y Sabatini introducen la idea del “quiebre vertical” y proponen frente al gobierno de Maduro una lógica parecida a la política de contención de la URSS formulada Por Kennan en 1947.
Esta es la nueva esperanza para la oposición: reconocimiento a EGU como “presidente electo”, las “garantías mutuas”, una mezcla de sanciones focalizadas y estimular las contradicciones ahora en los cuadros medios mediante una “joint action” de países para producir lo que se llama el “quiebre vertical” que parte de la premisa que Maduro es sostenido “por unos pocos que son corruptos, malandros, y parte de una mafia”.
La tesis ahora es que Maduro forma parte de un entramado de “economías ilícitas” en la que domina, pero en la que tiene rivales. Una lógica que emula a la banda de ladrones de Santo Tomás para diferenciarla de la política. El presidente es como el “jefe” en este momento, pero tiene rivales y es lo que la oposición, con la “joint action”de países, debe explotar para producir la fractura.
Si se logra convencer a los que están en el medio y abajo que tendrán futuro luego de la salida de Maduro, esta opinión asegura que la fractura será un hecho. La apuesta, entonces, ya no es a corto plazo sino que, en algún momento y si se aplica bien la nueva receta, el quiebre se dará porque personas del gobierno “se van a voltear” para “tener un futuro”.
Creo que la dinámica del gobierno es más compleja que las “economías ilícitas” y pienso que no es lo determinante ni es en el grado en que se afirma es, pero esa idea cuajó en la opinión opositora y es una confortable porque en un sentido releva para actuar. Es un asunto “de malandros” ¿Qué tiene que hacer allí la “gente decente”? Nada. Es tarea para los Prince o “algún duro” que represente a la “gente decente”, cuya tarea es prepararse para la “reconstrucción nacional”. No le arriendo ganancia a esta visión. Hasta ahora ha fracasado y me atrevo a vaticinar que volverá a fracasar.
La oposición estuvo 10 años en la búsqueda del “quiebre horizontal” y ahora probará con el “quiebre vertical”. Su paradigma no ha cambiado en lo más mínimo. En la entrevista citada, María Corina aseguró que “Maduro no va a sentarse a negociar hasta que el costo de quedarse sea mayor al costo de largarse”. La “receta para la transición” sigue intacta. Ni siquiera hay la capacidad crítica para preguntarse por qué ha fracasado en 10 años.
Es tan poca la capacidad crítica y de análisis que, en teoría, en la oposición están las “mentes mejor amuebladas” para utilizar una expresión de “revista para gente inteligente”, pero es incapaz de convocarlas para hacer, aunque sea, un seminario para examinar la estrategia que sigue desde 2013. Sigue atrapada en sus teorías y enfoques del Siglo XX. Todavía cree en “el fin de la historia” solo que la democracia liberal está perdida, pero sana, no agotada, desacreditada, o en crisis que es la situación actual. Busca un “Espíritu del 23 de enero” que no existe y que no vendrá.
En mi análisis, la estrategia de “la presión y el quiebre” domina a la oposición desde 2013 cuando la oposición que no es tibia -para emplear un nombre elegante, aunque quería escribir otra cosa- tomó el control al defenestrar a la MUD, aunque formalmente se mantuvo esta instancia. Los motivos para hacerlo son otra discusión y para otro artículo.
En el otro punto del continuo está la estrategia que llamo “participar dentro de las reglas del sistema autoritario”. En mi análisis, esta estrategia dominó a la oposición entre 1999 y 2001 y, luego, entre 2006 y 2012. Me ubico en esta estrategia que debe reformularse, pero es más complicado hacerlo que la estrategia “de la presión y el quiebre” por un motivo muy sencillo ¿Cuál es el sentido para participar dentro de las reglas del sistema autoritario cuando aquél anula cualquier logro de la oposición? Contestar a esta interrogante también es otro asunto y para otro artículo.
Lo segundo es ¿Debió Capriles mencionar a Borges y a las personas de PJ que señaló en la nota de Celina Cárquez y en un audio en Whatsapp que se le atribuye?
Otro “caveat”. Capriles no es el primero en reclamar el uso de portales y periodistas para destruir reputaciones con propósitos de poder dentro de la oposición. Cuando el interinato fenecía, esta crítica que Capriles realiza hoy la hizo Leopoldo López. Hizo el mismo cuestionamiento.
Cuando se escriba la historia de la oposición, un capítulo estelar será el papel de medios, portales, redes, influencers, y del “periodismo de la causa” que tuvo efectos negativos sobre la oposición. Destruyó su capital social y fue obstáculo para llegar al poder. A los medios de la oposición les pasa lo mismo que a los medios de Occidente en su cobertura de Ucrania y Gaza. Una contradicción entre los valores que proclaman y lo que cubren y cómo lo cubren, porque es diferencial cómo cubren sendas guerras.
Desde cuentas en redes sociales, se hace una campaña sucia contra figuras de PJ. Campaña que hay que rechazar en todos sus sentidos. Lo que llama mi atención es que muchos de los que con razón cuestionan esta campaña, no tuvieron la misma respuesta cuando las campañas sucias eran de cuentas con las que simpatizan. Ese es el problema de cierta oposición: su “doble estándar” que asume tiene que ser aceptado porque son “moralmente superiores” al resto que no lo somos. Hoy viven en carne propia lo que crearon.
Pienso que Capriles no debió nombrar a Borges ni a otros dirigentes de PJ en público. No es elegante ni valiente. Al menos en un dirigente político. Es para hacerlo dentro del partido con los mencionados presentes. Son cosas que se debaten internamente. Sin embargo, que Capriles lo haya hecho público revela el fracaso de las instancias internas de PJ.
En la nota de Celina Cárquez no quedan bien paradas en lo fundamental: canalizar las diferencias, aunque se tenga una posición. Las autoridades del partido fallaron en ser imparciales al menos para canalizar una diferencia existencial como planteó Capriles en su comunicación al hablar de “diferencias irreconciliables” entre una “gran parte” del partido y un grupo en la directiva.
Lo de PJ -y lo de la oposición en general- no son “diferencias tácticas” sino diferencias en la estrategia o comienza a haberlas. Lo sano no es callarlas con un “argumento de autoridad o de poder” –“yo estoy con”, “deja que lleguemos al poder para joderte”, “ganamos como el 99,9999%”- sino canalizarlas para que puedan ser procesadas.
Las autoridades no estuvieron a la altura para liderar una discusión de ese calibre. Tomaron parte y seguramente Capriles no vio otra alternativa que hacer públicas sus diferencias para catalizar el proceso que ahora sucede. Los políticos venezolanos se acostumbraron a usar a los medios o a la noticia como “proxies” en sus estrategias de poder. El efecto es negativo.
La lógica de la carta de Capriles es simple tal como la interpreto, que no significa que no sea importante. La interpreto así: un grupo decide en nombre del partido e impone su agenda adentro, apoyado por portales que destrozan reputaciones y personas que tienen críticas a esa agenda. El resultado es un partido alienado e incapaz para definir una estrategia luego del 28 de julio. Hay dos partes de su carta que me parecen esenciales. Las cito.
La primera, “La junta de dirección nacional hoy día no tiene un plan claro ni una propuesta política sólida que le abra caminos democráticos al país en tiempos de tanta turbulencia e incertidumbre. La inercia nunca será la solución. Más luego de la elección presidencial del 28 de julio de 2024 y el robo de la soberanía popular por parte de quienes están en el poder en Venezuela”.
La segunda, que apunta a su crítica interna, “No fundamos Primero Justicia para ser mandaderos de alguien o de un grupito, además divorciados de la realidad de los venezolanos”.
Con la primera cita viene mi hipótesis por la que creo Capriles escribió su carta. El tema de la inercia. Mi hipótesis -que planteé en otros artículos para El Cooperante- es que al fallar las iniciativas negociadoras y de “presión” para “convencer a Maduro que lo mejor que le conviene es irse” -se mantiene la esperanza que de aquí a enero “pase algo” porque “suceden cosas que no vemos”- el vacío comienza a ser llenado por diferentes iniciativas que van desde “Ya casi Venezuela” hasta la carta de Capriles que analizo en este artículo para El Cooperante.
En ese vacío que se llena pueden entrar iniciativas que justifiquen la violencia política porque regresan las explicaciones sobre el momento político centradas en “los secuestradores”, “los malandros”, la “estructura criminal”, y los “tipos que sostienen a Maduro”.
Luego de las operaciones quirúrgicas de Israel contra Hezbolá, me llamó la atención la catarsis -en el sentido psicosocial, que es el desplazamiento de la agresión a través de símbolos- en redes sociales con un Netanyahu para Venezuela. No pocos sueñan con algo así. Quirúrgico y definitivo como aseguró Simonovis será la operación que promueve “Ya casi Venezuela”, que es otra catarsis que atrapó a no pocos.
Que el quiebre post 28 de julio no haya sucedido catalizó la diferencia en las estrategias que estaba latente, que la elección del 28 de julio puso a un lado porque la expectativa era que el gobierno reconocería su derrota. También fue mi expectativa y mi primer escenario de análisis.
Una derrota saca las diferencias. Las dificultades afloran los agravios que se tragan mientras hay buen viento o nada especial para mostrarlos. Y Venezuela es una sociedad que traga y se modela hacerlo. Es “veneco” y parte del “manhood” cultural criollo. Ventilar las diferencias siempre se ve disolvente y “conflictivo” para un país en donde sus elites le tienen terror a la diferencia y al conflicto. Lo que llamo el “síndrome de la última proclama de Bolívar”. Nuestro orgullo no nos permite ser los adultos de los que tanto se fanfarronea en redes sociales.
Estas diferencias siempre han estado allí pero no hubo un deslinde abierto como parece ser el caso ahora. Borges -en la versión de Capriles- como parte de un sector más duro, Capriles -en la versión de la oposición que hoy domina- de uno más moderado. Habían convivido internamente, pero al no darse la estrategia de María Corina, estas diferencias se manifestaron. Posiblemente Capriles observa que la oposición va hacia una estrategia no electoral -un interinato parte II y el chantaje de no hablar sobre las parlamentarias y regionales- y en esta ocasión no se dejará presionar o inhibir como pasó en 2020 cuando quiso participar en las parlamentarias, pero lo siquitrillaron, doblegaron, y lo pusieron en la esquina donde siempre sus adversarios lo ponen con las infames campañas para destrozar su reputación con la ignominia más grande, “No cobró la victoria de 2013”.
Capriles ahora puede considerar participar en las elecciones de 2025 las que, posiblemente, serán un elemento de tensión en el mundo opositor ya que ahora se afirma que es “una vergüenza que se plantee este asunto”. En esta ocasión, Capriles no dejará de participar, aunque hoy está inhabilitado para hacerlo.
Otro motivo para la carta de Capriles puede ser si EGU es reconocido como “presidente electo”, ocurra una lucha por la hegemonía de esta presidencia dentro de la oposición. Se recuerda que están los dolientes del interinato, pero si EGU asume esa cualidad -con más legitimidad porque hubo una elección- la situación de esos dolientes se debilitará. Figuras como López o Borges -aunque en el pasado tuvieron diferencias por el fin del interinato- ahora pueden estar unidas porque de lo que se trata es de definir cuál sector tendrá el control de la estrategia opositora pero el eje será los que están adentro y los que están afuera.
Como la oposición que está adentro está debilitada -la plataforma unitaria, que ni se siente, aunque se reúna, haga política que no se ve y esa es la importante para José Martí, aun así- la de afuera se fortalece porque se siente y se hace sentir.
Con EGU en España se fortalece más. La interna menos, aunque María Corina esté en Venezuela, porque puede hacer poco y Machado no es una política para articular movimientos. En Weber, Machado es más de la convicción que de la responsabilidad. Es “hasta el final” aunque el camino no está claro. Es una fe, una convicción que ese camino aparecerá o está, aunque no se ve.
Le encanta decir -junto a sus aduladores más fieles en redes- cuando se siente contrariada en sus opiniones y análisis, “es que no entienden” en un tono de superioridad. Por eso no apuesta mucho al trabajo político que no sea que los grupos se le sometan y si no pasa y es alguien o un grupo importante, apela a los “batallones digitales” que tiene, hoy debilitados, para destrozar reputaciones como lo vivió Capriles durante el proceso de las primarias. Su candidatura nunca levantó vuelo. También creo porque su campaña arrancó con mensajes de “el flaco” y la explicación de la mentira que no cobró en 2013.
Ni siquiera los periodistas amigos pueden ayudar porque la estrategia del quiebre para el 28 de julio se estancó, aunque se diga que “es robusta”. En una reciente entrevista, Fonseca -quien es un famoso y celebrado “amigo de la causa”- preguntó a MCM cuál es la diferencia de la estrategia actual con las del pasado. No supo dar una respuesta satisfactoria. Se fue por el tema del narcotráfico, el Arco Minero, etc, y propuso que se “desclasifiquen” unos documentos que revelarían la relación del gobierno con actividades ilegales, que es el nuevo mantra (las “economías ilícitas”).
De nuevo, la fantasía del evento desencadenante para el quiebre. Ahora es que “los tipos que sostienen a Maduro” conciencien que tienen un futuro después de Maduro, y eso sea el evento que desencadene el “quiebre vertical” que es el nuevo enfoque. Pero no expresó nada concreto como estrategia. Fonseca no pudo hacer más.
Lo que se debate es cuál grupo dominará la estrategia de la oposición porque la estrategia de la fractura fracasa otra vez. Tal vez Capriles lo observa y optó por separarse de lo que llama “el grupito” que apoya esa estrategia.
La oposición no es que se balcaniza, pero se fragmenta en grupos que evitan chocar, pero no están coordinados. Capriles simboliza a un grupo que está allí -el de participar con las reglas del sistema- pero que no quiere dejarse arrastrar por el grupo de la presión, las sanciones, y el quiebre, como se dejó en el pasado, que lo arrastraron.
Hoy veo 6 formas para hacer oposición, no 6 grupos que hacen oposición. Es una diferencia importante. Los 6 son: el sector de María Corina, la plataforma unitaria, el exilio en España -que incluye a EGU- el “Ya casi Venezuela”, la oposición de Enrique Márquez -no tiene la fuerza política, pero lo que hace es lo que haría como oposición, al menos por los momentos- y la oposición que plantea Capriles que no está clara cuál será o cómo la define.
Está la posibilidad de un reacomodo de los grupos dentro de PJ. Quizás Capriles notó que el partido se mueve al sector Machado vía Juan Pablo Guanipa y al renunciar a la dirección, marcó distancia para catalizar la discusión interna ¿Qué es PJ, hacia dónde va, es un partido con personalidad o será absorbido por una determinada corriente de la oposición, que es la que domina desde 2013?
Lo anterior apunta a la segunda cita de la carta de Capriles cuando habla de los “mandaderos” que es algo que fascina en los juegos de poder de Venezuela. Los “bachilleres Mujiquitas”, los “doctores” que redactan proclamas a los “hombres y mujeres fuertes” -que gustan en un país de machos no realizados porque nunca concretan- pero son los “muchachos del mandao”. Algunos con prestigio y otros más burdos. Son los personajes de los candiles de la Venezuela en crisis de los que habla Augusto Mijares en “Lo afirmativo venezolano”.
Que PJ haya rechazado la renuncia del exgobernador muestra que el movimiento está consciente de este punto, y decidió analizarlo. Pienso que escogió bien al rechazar la carta de Capriles y apostar a una discusión interna.
Si será una típica de la oposición -una “curita a las heridas” y no pasará nada, Capriles seguirá en la dirección y todo seguirá igual- o adentrarse en un debate más profundo acerca de la realidad y futuro de Primero Justicia, con un Capriles que se mantiene en su posición y en esta ocasión, no lo doblegan y logra concretar un resultado político, es lo que se verá. Es el reto para Capriles. Este pocas veces concreta. Siempre queda a la mitad y es algo trágico en un sentido: el fracaso de su éxito porque los tremendos logros que tuvo en 2012 y 2013 -aunque no haya ganado la presidencia- no los convirtió en liderazgo político.
Capriles como Machado -aunque María Corina menos- no son personas de partidos sino del gaseoso “la gente”. Capriles no quiso ser jefe político luego de abril de 2013 -le tocaba- pienso por sus restricciones que no le permiten realizarse como un adulto funcional a lo Erich Fromm.
María Corina sí quiere ser jefe político. Le gusta, pero no es capaz de articular, de ser realmente política. Ser jefe político no se decreta. Ni siquiera en una primaria en la que arrase. Su propio éxito de impoluta también se la traga. Por ejemplo, un político que busque liderar a una oposición influye en la situación interna de PJ para canalizarla. Así se hace el jefe político. Pero no puede. Tiene ya su candidato dentro del partido que no va a sacrificar, lo que eventualmente haría un “político de Estado”. Atrapada en su grupo de felicitadores -como Capriles en su momento- no puede avanzar más allá.
Su respuesta en la entrevista de La Gran Aldea sobre la situación de PJ fue pobre. El cuento de “el grupo que quiere pasar la página y el otro, apolíneo, que no la quiere pasar”. Son líderes sectarios, no diría tóxicos, pero sí excluyentes. No pueden construir en grande, aunque sean populares. La política también es un trabajo paciente, como la red de la araña, y no solo gente corriendo que se acerca con una cuita, un agravio, o un papelito. En su momento, Capriles también fue vitoreado por las masas. Olvidó la conseja del general Patton, estudioso de las guerras en Roma, “toda gloria es pasajera”. Igual pasará con María Corina. Un político de Estado articula para dejar una estructura cuando la gloria pase, que pasa, se lo lleve.
Su respuesta al tema de la regionales fue igualmente de una memorable pobreza. El “échenle bolas” que causa furor en su público en redes sociales seguramente para compensar la impotencia de no poder y querer hacer algo, cómodos en las redes sociales. Decir eso solo revela esa impotencia y lo de siempre, “no entienden” que otra manera para decir, “se van a fregar”. No son frases de un líder. Al menos de esa forma. Ni siquiera un “voy a preguntar” o “a consultar” a los estados para conocer su opinión. Al elector que tanto reivindican, lo quieren dejar solo sin preguntarle qué piensa sobre el 2025.
Quedará ver si Capriles se articula con otros sectores moderados o cuál capacidad tiene para organizar desde el punto de vista político para hacer valer su carta y no quede en lo de siempre: todo cambia para que todo siga igual, al modo Gatopardo.
Parece que pasamos de la etapa del carisma a la etapa de la organización. Se recuerda que Capriles apoyó a Rosales cuando éste quiso ser candidato presidencial en abril de 2024. Tal vez esta alianza emerja y sea la que anuncie que competirá en las parlamentarias y las regionales, aunque el exgobernador de Miranda esté inhabilitado.
Continua el proceso por medio del cual en la oposición se distribuye el poder entre distintos grupos, aunque el clivaje histórico se mantiene: entre los que quieren una vía de fuerza y los que plantean un camino electoral para alcanzar la alternancia en el poder. Los dos son políticos. El primero enfatiza el quiebre; el segundo enfatiza la legitimidad de su lucha.
La salida de EGU a España catalizó procesos dentro de la oposición que estaban en silencio porque es el turno de María Corina al mando y nadie quiso ni se atrevió a cuestionarlo porque es “su derecho a mandar” como otros lo tuvieron. Le tocaba. Pero ahora que su estrategia no da resultados y sus mensajes son más en clave de “ética de la convicción”, junto a que se acerca, aunque todavía esté lejos, el tema de las elecciones de 2025, principalmente el tema de la AN que es un poder nacional, la discusión sale a la luz pública. Sectores de la oposición se interpelan si tiene sentido seguir una estrategia en la que no creen como hicieron durante el interinato, por la que pagaron un alto precio en su reputación -aquí entra la crítica de Capriles a portales y al “periodismo de la causa” que destrozó a personas y reputaciones en ese entonces y durante el ascenso de María Corina al control de la oposición, aplaudida por los felicitadores de tuiter que antes ovacionaron a Guaidó y primero a Capriles- sin un mayor retorno que no sea el descrédito en redes sociales.
En una situación política más comprometida como la actual, prefieren hablar, expresar sus críticas, deslindar si es el caso, pero no callar.
Guanipa, en un tuit inmediato a la carta de Capriles, habló de un “centro ideal” de toma decisiones para la oposición que es la suma de EGU, MCM, y la plataforma.
Si es el “centro ideal” quiere decir que no existe en la actualidad. Es el ideal, no es el real. No es lo que Capriles planteó en su carta, pero la oposición no tiene un centro para coordinarse. María Corina lidera, pero no articula. No tiene capacidad o no le gusta esa tarea. Es una líder de convicción, de frases, pero no de resultados políticos en términos de coordinar a toda la oposición. Quizás Capriles hizo algo parecido o busca un efecto similar a lo hecho por EGU con su salida a España: catalizar un debate sobre la estrategia de la oposición, pero dentro de PJ.
La pregunta que le haría a Capriles dados sus antecedentes de “quedarse en la mitad” cuando recibe resistencias a alguna iniciativa que tiene es, después de la carta ¿Qué?
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