La Lupa
La conspiración está en las entrañas del gobierno
En marzo de 2023 la fiscalía y el ejecutivo anunciaron lo que se conoció como “operación caiga quien caiga” contra la corrupción en PDVSA y en la CVG. En ese entonces escribí para El Cooperante. El artículo terminó con un “hay que prepararse para un nuevo caso dentro de un año”. Aunque es con el mismo caso, un año después, en marzo de 2024, el fiscal Saab anunció que El Aissami, Simón Zerpa y otras personas, están detenidas por estar involucradas en la corrupción de PDVSA ¿Por qué se avisó ahora? Mi hipótesis es que el gobierno observa conspiraciones internas de grupos chavistas que buscan desplazar o sacar a Maduro. El grupo El Aissami era uno de ellos. Esto no lo vi en mi análisis de 2023. Los motivos para la corrupción del grupo El Aissami pueden ser simplemente desplazar a Maduro en la “lucha entre las mafias” o, la hipótesis optimista, el presidente no tolera la corrupción, lucha contra ella, aunque tiene responsabilidad política por las designaciones que hace, pero grupos internos conspiran en su contra para seguir con el robo desde un gobierno distinto al de Maduro
Caracas.- A veces pienso que debo regresar a los dos artículos por semana para El Cooperante. No porque me guste correr contra el reloj o llenarme de trabajo sino porque la realidad va muy rápido. En otras palabras, la realidad tubea a los artículos. Entonces, un texto que costó escribirlo puede quedar desfasado en cuestión de minutos. También en la opinión vivimos de lo inmediato. Uno no quiere perder su esfuerzo por lo que quiere publicar lo más rápido posible, en una carrera contra los hechos.
Originalmente, este artículo era el que saldría el lunes 29, pero el que apareció fue el de los dos temas de la campaña de Edmundo González Urrutia (EGU).
Cambié de tema el mismo sábado 27 porque pensé que lo de EGU era más inmediato que este artículo acerca de la corrupción de El Aissami. No esperaba la rueda de prensa del fiscal del 29 de abril. La realidad va más rápida que los deseos de un articulista. La rueda de prensa del fiscal Saab tubeó la hipótesis principal de mi artículo, desarrollada antes de la comparecencia a los medios del funcionario: que dentro del gobierno se conspira contra Maduro.
Ya las señales de la conspiración interna eran visibles. Cuando en enero de este año Maduro denunció las “5 conspiraciones” para El Cooperante redacté un artículo titulado “Conspiraciones en la Fuerza Armada: ¿qué pasa en la institución?” publicado el 14 de febrero.
Entre otras cosas, formulé que lo que me llamó la atención de la denuncia, es la cantidad de personas involucradas, que no es normal para el tiempo que el gobierno de Maduro tiene en el poder. Luego, hay conspiraciones, y hay motivos (que no justifico ni creo en conspiraciones, vuelvo a escribirlo). Algo pasa dentro del gobierno escribí en febrero. Saab confirmó esa inferencia en su rueda de prensa del 29 de abril. Dentro del ejecutivo los grupos se mueven.
El artículo no lo voy a cambiar por la rueda de prensa. Lo que Saab agregó es que en la conspiración participaron figuras de la oposición. Mayormente políticos que no están en Venezuela. Es lo nuevo. Si lo planteado por el funcionario tiene base o no, es cierto o no, una manipulación o no -en momentos de la campaña para la presidencial de julio- será para otro texto.
De las grabaciones que presentó Saab -fuera de la crítica que si son legales; ya es común del fiscal presentar grabaciones y videos en un estilo dramático, pero me comunica que se siente cómodo con ese estilo, muy celebrado en Venezuela aunque ahora la moda es decir que lo que pasó, no sucedió- lo que llamó mi atención es que no son de tiempo reciente. Me parece son de 2020 o años cercanos, porque hablan de la pandemia. En su programa del lunes 29, el presidente Maduro aclaró que las grabaciones son de abril-mayo de 2020.
Digo interesante porque salen ahora, pero en 2020 El Aissami fue designado ministro del petróleo. Concretamente en abril de 2020 ¿El gobierno no sabía nada de lo que Saab presentó el 29? Ya es como para otro artículo y para otra rueda de prensa del fiscal ¿El gobierno no tiene responsabilidad? No dudo de la honestidad del mandatario, pero tiene una evidente y alta responsabilidad en designar a personas corrompidas. No es el primero. Maduro tiene una mano para designar a corruptos. Hay una grave responsabilidad política del presidente de la república.
No alteraré el artículo tal como fue pensado originalmente por lo afirmado por Saab, porque sería hacer otro texto. Solo al final comento un punto del fiscal para complementar mi artículo original.
Hace un año la fiscalía presentó los últimos casos de corrupción en PDVSA -porque no son nuevos- en lo que se llamó “operación caiga quien caiga”. El 11 de abril de ese año El Cooperante publicó un artículo con mi firma. Se llamó, “Corrupción en el gobierno ¿Mafias o corrección en un sistema autoritario?”.
El texto terminó con lo siguiente que hoy es una realidad, “Si es así, debemos prepararnos para la ‘Caiga quien caiga’ parte II para dentro de un año o menos, como hace un año pasó con la ‘Mano de hierro’, ya olvidada”.
Efectivamente, luego de un año, la fiscalía avisó sobre la captura de El Aissami y otras personas. Es una “caiga quien caiga” parte II. El artículo “envejeció bien”.
En ese texto, trabajé dos hipótesis para explicar la acción de la fiscalía. La primera, que no se trataba de “luchas entre mafias” -la obsesión de cierta oposición para ver si se produce el famoso “quiebre”; en este caso, con la pregunta “¿dónde está Tareck?” que no era para saber el paradero del exministro sino para “presionar” por el famoso “quiebre” que buscan desde hace 10 años y seguirán en la búsqueda- sino que el “alto gobierno” hacía una “corrección” porque no toleraba grupos que le disputaran su poder o persiguieran una condición de igualdad con el “alto gobierno”. El grupo El Aissami saltó este límite y fue descabezado.
La segunda hipótesis, que no era una corrupción con fines políticos sino una para ser la nueva clase con control de medios de producción. Un verdadero poder económico, sin querer cambiar al gobierno de Maduro.
Con el anuncio de Saab sobre la detención de El Aissami, debo revisar mis hipótesis de hace un año para este caso.
La primera hipótesis parece se sostiene. El gobierno descabeza a los grupos que le disputan el poder. Lo hizo con el grupo de El Aissami, sin contemplaciones una vez que decidió hacerlo.
La segunda hipótesis la refutó el fiscal. No acertó mi análisis en ese punto. El fiscal señaló motivos políticos en la corrupción de El Aissami. Saab expresó que este grupo perseguía un colapso económico a través de influir en el tipo de cambio, que terminaría en una crisis política con protestas mayores “a las de 2014 y a las de 2017” explicó el fiscal. En la rueda de prensa del 2 de mayo, Saab aseguró que “el pranato buscaba derrocar al gobierno legítimamente constituido”.
La tesis de la conspiración política igualmente fue confirmada por Maduro y Cabello. Este, en su programa del 1-5-24, afirmó que “todo el mundo está metido. Unos extorsionaban, otros conspiraban. En común, buscaban salir del régimen que los oprime”.
Mi hipótesis de 2023, en consecuencia, fue refutada y este texto analiza el anuncio de la fiscalía del 9-4-24 que avisó la detención de El Aissami, Simón Zerpa, y una figura del mundo oficial que se llama Samark López. Posteriormente se notificó la detención de los principales accionistas de un banco que suena mucho: Bancamiga, directivos que la fiscalía relaciona con esta corrupción.
A la luz de lo afirmado por Tarek Saab ¿Estamos ante una corrupción con metas políticas dentro del ejecutivo? Es mi análisis para este artículo, y es lo que no consideré en el análisis de hace un año.
La rueda de prensa de Saab el 9-4-24 como mensaje para anunciar la detención del exministro dejó ver una forma y un fondo de este caso que toca principalmente al mundo chavista.
En la primera -la forma- Saab destrozó al exministro con su lenguaje. Lo deslegitimó dentro del altar chavista. Lo llamó “pran” o un “tal El Aissami”. En la rueda de prensa del 29-4-24 lo llamó “bichito”. En la sesión de la AN del 30 de abril, Jorge Rodríguez se refirió a su antiguo camarada como “traidor”. En otra rueda de prensa, del 2 de mayo, Saab habló de El Aissami como cabeza de “un pranato”.
Lo simbólico fue duro e intencional contra el exministro. Mostrar que el gobierno no tiene contemplación ni siquiera con un “niño mimado” en su momento por Chávez y por Maduro como El Aissami, traído de Mérida para surgir en el mundo chavista.
El trato del fiscal a la figura del exministro fue el mensaje. No hay privilegios ni siquiera para los cercanos al comandante. Es lo que se comunicó desde el punto de vista simbólico. No solo para los funcionarios sino para los cercanos. Incluso, Saab metió en la trama a las famosas “prepagos”. Sencillamente, El Aissami murió simbólicamente dentro del universo chavista. El 11-4-24 fue presentado en tribunales junto a otros funcionarios y personas cercanas. Quedaron detenidos.
Entra el fondo del análisis. La explicación por “defecto” en redes sociales es que el fiscal habló porque es un año electoral. A estas alturas, esa explicación cuenta, pero no es la importante.
Es claro que el caso tendrá un uso electoral, más si parece que “un gentío” está involucrado. Dos ruedas de prensa de Saab, una el 29 de abril y otra el 2 de mayo, respaldan la hipótesis que este caso será por entregas y coincidirá con la campaña para las presidenciales.
El 2 de mayo, Saab afirmó que es una “corrupción en ambos bandos”, para atacar a la oposición, que “quiere cambiar al régimen, pero se arrastraba a El Aissami. Por un lado, no hablan con el régimen, pero por el otro, hablan con Samark desde 2018 hasta el primer trimestre de 2022”. Es decir, una “oposición que no habla con el régimen pero sí conversa con corruptos”, es el contenido que Saab impulsa.
El chavismo toca fibras muy sensibles para los venezolanos en una campaña electoral. El tema de la corrupción con El Aissami, y la identidad nacional con su ida a la CIJ para “defender a Venezuela del imperialismo que nos quiere quitar parte de nuestro territorio” (el Esequibo). Son asuntos muy sensibles para la opinión pública: la corrupción y lo nacional.
No descarto el motivo anterior -es un año electoral- pero veo dos razones más importantes. Una de ellas muy atrevida, que fue “tubeada” por el fiscal en su rueda de prensa del 29 de abril.
La primera, el gobierno quiere “cortar de raíz al fascismo”, término usado por Cabello en la rueda de prensa del PSUV del 8-4-24. Para el ejecutivo, El Aissami también estaba en una onda subversiva. Saab indicó que la corrupción de este sector tenía como meta provocar una crisis política a partir de protestas, “que serían superiores a las guarimbas de 2014 y 2017”, como cité previamente.
Lo de El Aissami sale ahora -luego de un año- por motivos políticos. El gobierno desmantela todas las conspiraciones que ve, reales o imaginarias. Las conspiraciones militares y las civiles, que son las que relaciona con la oposición de la “presión y el quiebre”. Ahora detiene -aunque estaba sin aparecer desde hace un año, con rumores que vivía detenido en Fuerte Tiuna- a una figura estrella del chavismo a quien señala de querer promover una crisis política con hechos de violencia.
Si es la paranoia o no del ejecutivo el tiempo lo dirá, pero Saab dejó ver que los EUA tenían conocimiento de la red del exministro. Este país es para el gobierno de Maduro el “papá de las conspiraciones”. El presidente habló de un nuevo funcionario en su programa del lunes 29, “Foley, anoten ese nombre”, dijo el mandatario.
Mi hipótesis principal en este momento es que, en el marco de la respuesta oficial para desmantelar conspiraciones y aprobar normas para proteger al gobierno de ser derrocado, el ejecutivo golpeó las conspiraciones internas, las posibles dentro del chavismo. La degradación simbólica de El Aissami es el mensaje para eventuales conspiradores: no habrá concesiones o trato amable. Serán descabezados simplemente. El ejecutivo “no se calará” ni siquiera a los chavistas de “los apellidos” como fue con El Aissami.
El fiscal argumentó que este grupo preparaba la crisis para 2024. Es decir, para las presidenciales. Si es así, confirmaría que el gobierno no va a permitir conspiraciones que alteren la estabilidad lograda, sean de la oposición o del chavismo y menos en un momento electoral en donde el ejecutivo hará todo para que la paz no sea alterada o vulnerada.
El ejecutivo calculó la fecha electoral y esperó el momento para avisar la detención de El Aissami. Si es así, el chavismo planifica y actúa con mucha antelación y precisión, como se vio el 24-4-24 con sendos anuncios de inhabilitaciones a dirigentes de la oposición con perfiles para las regionales -para cuidar las plazas de Miranda y Libertador en Caracas- y el anuncio de “padrinos” para estados como el Zulia. Esto indica que el chavismo ya está en 2025. Los motivos dan para otro artículo para El Cooperante.
La tardanza para comunicar la detención de El Aissami también puede ser por lo que el fiscal dijo: el año pasó en buscar las evidencias. Saab habló que 5 detenidos en 2023 acordaron ser “testigos protegidos” y el trabajo de armar las declaraciones y cómo operaba el grupo de El Aissami tomó ese tiempo.
Tengo una hipótesis secundaria para explicar la captura del exministro. Un mensaje a los EUA, aunque este país no renovó la famosa licencia N° 44.
El gobierno respondió no con una concesión política para habilitar a Machado o a Yoris, que es lo que el Norte pide (o pedía, a la luz del candidato escogido por la plataforma el 19-4-24 que no parece generar ruido en los EUA). Lo hizo con una concesión en el tema petrolero: le dice a los EUA y se lo entrega de manera simbólica, la cabeza de corrupción dentro de la industria petrolera.
Cómo operaba este sector de acuerdo a Saab es tétrico y, si es cierto, de un pillaje extremo. Al sacrificar a El Aissami el gobierno le dice a los EUA que toma decisiones duras para garantizar una industria petrolera sana que puede ser de interés para el Norte, ahora que tiene necesidades energéticas y sus empresas más importantes como Chevron, operan en Venezuela con más holgura debido a las licencias específicas.
En simple, algo como “no les damos las habilitaciones que pidieron sino les entregamos a El Aissami”, para ver si los EUA lo tienen en cuenta si en el futuro otorgan nuevas licencias como la N° 44.
Pero hay un motivo muy importante que no es electoral ni es un mensaje a los EUA.
Con desmantelar las conspiraciones y detener a personas, el gobierno se reconecta con la base chavista que lo criticaba por ser “tibio” con conspiraciones de la oposición mientras castigaba a “chavistas de a pie” como Alfredo y Aryenis de PDVSA (los señalados por la fiscalía de ser “petroespías” para los EUA).
La base chavista pedía “mano dura” para lo que estimaba era una respuesta débil del gobierno frente a los “guarimberos”. Ahora el chavista observa que el ejecutivo actúa sin contemplaciones sean personas de “los apellidos” o sean chavistas prominentes como El Aissami.
Esta acción busca reconectar a la dirección con la base mediante el mensaje que la primera toma decisiones drásticas que la segunda reclama para que se mantenga la paz y la estabilidad del país. Fue el análisis de Diosdado Cabello en su programa del 1 de mayo, “la derecha piensa que estos casos nos debilitan pero, al contrario, nos cohesionan más”.
Igualmente, el gobierno reforzó su autoridad frente a las FAN que validó las acciones de la fiscalía. El “alto gobierno” ataca la corrupción. Para las FAN es importante porque una de las razones de peso para los alzamientos de febrero de 1992 fue la corrupción política y militar atribuida a los gobiernos de entonces.
Los llamados de la base chavista recibieron un respaldo en las palabras de Maduro. Durante el acto para recordar el 13 de abril de 2002 en donde avisó que promoverá una reforma constitucional para penar con cadena perpetua a “traidores y corruptos”.
Aunque esta idea no es nueva; en 2023, Cabello señaló que propondría algo como “inhabilitaciones perpetuas”, propuesta de la que no se conoce alguna actualización, puede ser un refinamiento de la propuesta de 2023. Que Maduro proponga algo de ese calibre revela la intensidad dentro del mundo chavista con lo que parecen ser “conspiraciones internas de los apellidos o familias políticas”.
Es lo que el presidente afirmó en su programa del 29 de abril, “coño (sic) por lo menos ver si se moderan con una pena así”. Empero, el mandatario moderó su propuesta del 13 de abril. Seguro concienció lo complicado, Caja de Pandora, y autoritaria de su idea, en un país que busca chivos expiatorios a quien linchar para desplazar su frustración. Caja de Pandora que puede llevarse al chavismo.
Es evidente que el ejecutivo descabeza a toda la estructura de El Aissami. Lo relevante aquí ya no es la corrupción, sino el para qué de la misma. Si para robar solamente y tener poder económico o para derrocar a Maduro, que es la tesis que la fiscalía plantea. Lo importante no es solo la corrupción -ya gravísima en un país con tantas carencias- sino qué tan amplia o extendida son las conspiraciones dentro del gobierno y sus motivos. Es lo clave.
Puede ser una “reacción de grupos corruptos” porque el gobierno mejora la transparencia dado que necesita mostrarse como uno serio junto a convenios internacionales que firma los que obligan a mejorar los procedimientos administrativos. Por ejemplo, la reciente oficina de la fiscalía de la CPI en Caracas. Los grupos corruptos se activan, entonces, para robar porque perciben que las oportunidades se cierran debido a que la administración debe ser más transparente.
Es la explicación más zanahoria y favorable al ejecutivo. Hay dos menos favorables: el alto gobierno concentra las rentas en sus grupos y desplaza a otros como el del El Aissami, quienes se ven obligados a “darle la vuela a la corrupción” pero el plan salió mal. Fueron descubiertos y son descabezados como estructura. Es la famosa, para cierta oposición, “guerra de las mafias” o “de los malandros del gobierno”, término que les fascina.
Aquí va mi hipótesis atrevida.
Tiene ribetes políticos y el tiempo la validará como hipótesis. Es que grupos dentro del chavismo se cansaron del mandato de Maduro que ven que se extenderá hasta 2030. Cansancio por muchos motivos, pero comenzaron a conspirar para crear una crisis política y tumbarlo. Esto explicaría la intensidad en la percepción del alto gobierno y su respuesta agresiva. Es porque hay mucha gente metida en las conspiraciones, y son contra Maduro. Ultimas Noticias, por ejemplo, comunicó que Simón Zerpa era algo como un “espía” de los EUA. La información que comunicó al Norte ayudó a capturar a Alex Saab.
Si es así, el gobierno no tiene en quién confiar. O hay pocos. Personas como Zerpa -le fue entregada una réplica de la espada de Bolívar en 2017- resultaron ser “espías” y explica la paranoia del ejecutivo.
En una situación en la que el ejecutivo ve conspiraciones por todas partes -sin desmeritarlas, aunque creo que el presidente abusa y manipula al denunciarlas con lo que les resta credibilidad, y no debe hacerlo- se endurece y llegó a la propuesta de reforma a la carta magna.
La paranoia interna se suma a la paranoia externa, que el gobierno asegura viene desde la oposición.
Verdad o no, la paranoia y la percepción de amenazas explica la respuesta agresiva del chavismo. Es una regla, si el ejecutivo percibe amenazas, responde de manera instintiva sin reparar en el qué dirán. Actúa y listo. Hay que ver cómo se da esto dentro del mundo chavista, en el que parece hay conspiraciones vinculadas a la corrupción con fines políticos.
Se reitera que lo importante es si con corruptos “normales” o corruptos con un fin político: sacar a Maduro. A la luz de la información oficial, parece más la segunda posibilidad, lo que es novedoso para mi análisis.
Lo que tengo claro es que hay tensiones dentro del chavismo, pero distintas a las de las “familias políticas” que he analizado para El Cooperante. No son discrepancias por el poder político a partir de la correlación de fuerzas dentro del chavismo, cuyo “proxy” son las primarias realizadas por el PSUV. No. Las de hoy son conflictos que nacen a partir del control de medios de producción producto de la corrupción, para tener un poder fuera del chavismo con el que doblegar al gobierno de Maduro u obligarlo a una paridad entre el poder del Estado y poderes fácticos surgidos al calor de la corrupción.
Lo que tengo menos claro es su extensión e integrantes, y los motivos más allá de robar o tener dinero. Conflicto que tiene como meta sacar a Maduro por diversas razones. La principal, se acerca a que Maduro ya “tiene mucho tiempo mandando”, por lo que grupos pueden sentirse que los desplazan o ya fueron desplazados y no quieren ese destino.
Una interpretación que tengo en el papel de “abogado del diablo” del presidente Maduro, es que éste no es corrupto ni lo acepta dentro del alto gobierno. Grupos chavistas sí lo son y ven en el presidente un obstáculo para que sus estructuras de poder económico florezcan. Luego, se organizan para robar y conspirar contra el mandatario, quien reaccionó con su propuesta de reforma a la constitución y la acción de la fiscalía.
El ejecutivo vive una intensidad en la percepción de amenazas que lo pone a la defensiva. Lo nuevo, es que descubre redes dentro del chavismo que no son solo para la corrupción. Tienen motivos políticos para sacar a Maduro.
Lo nuevo que puede aportar este análisis no es describir un caso más en la corrupción de figuras del chavismo. Son muchos los casos desde 1999. La corrupción chavista arruinó a Venezuela.
Lo nuevo de este artículo -que no lo consideré en otros- es que la corrupción tiene fines políticos. Por supuesto, hipótesis con base en la información oficial, pero es la disponible.
El Aissami no quería ser solo o de manera exclusiva un factor de poder económico, con control de medios de producción, pero dentro del “sistema político Maduro”, para ponerlo en un nombre. No quería eso. Buscaba cambiar a ese sistema político a otro seguramente de poderes fácticos que se crearon al calor de la falta de escrúpulos del chavismo y del conflicto político con la oposición, que hizo fácil robar al Estado (y a la sociedad venezolana).
Lo interesante es la cantidad de involucrados. Hasta la directiva de un famoso banco cayó y Eligio Rojas de Ultimas Noticias comentó acerca de un magistrado que huyó a los EUA en 2019, quien formaba parte del grupo El Aissami.
El presidente Maduro también enfrenta conspiraciones internas. Una hipótesis pesimista dirá que es “por el botín”. Una optimista, el mandatario reforma al Estado y se enfrenta a los grupos que en el pasado permitió para no ser derrocado durante la lucha existencial con la oposición entre 2014-2021.
Hoy la corrupción es factor de inestabilidad para el gobierno de Maduro. Por eso se le ataca, total o parcialmente.
En las grabaciones que presentó Saab en la rueda de prensa del 29 de abril, Samark López dijo algo como, “hablar de dictadura es pesado, pero al ver lo que pasa ahora, se parece bastante”.
Samark López señaló cómo el gobierno tiene todo rastreado o hace seguimiento a las personas. Cuando lo escuché, lo que se vino a mi mente fue algo como, “¿Maduro vive un 1956 o un 1957?”. Esto, porque su tono fue de hartazgo con el gobierno de Maduro. Uno de los catalizadores de la caída de Pérez Jiménez fue el hartazgo con el control de la Seguridad Nacional.
Por supuesto, no voy a quebrar lanzas por Samark López ni por las denunciadas conspiraciones. Tampoco por El Aissami. No era de los que preguntaba “¿Dónde está Tareck?”. La verdad es que no me interesó. No creo en conspiraciones ni en los “duros” de la política y menos en los “duros” de la oposición. Ni antes ni ahora. También, como cuando no se votaba, pagué un precio en la oposición por no creer en conspiraciones, darle crédito a Maduro que cierta oposición lo quiso derrocar -aunque hoy diga que no y recordarlo se responda con el chantaje “hablas como el régimen”- y por votar. Pero aquí estoy. De una pieza, y no “tirando la piedra y escondiendo la mano” mientras me disfrazo de ponderado y unitario.
En el fondo de las conspiraciones, creo que hay un cansancio con el gobierno de Maduro. Por supuesto, no estoy en los analistas “bien datiaos” que aseguran que “Maduro negocia su salida” y regresa la receta para la transición de las “garantías para los que colaboren a recuperar la democracia”, tesis que ha fracasado de manera sostenida. Llama la atención que todavía se habla de “garantías” en modo de “capitulación del chavismo”.
No creo sea el caso de Maduro. Hoy el chavismo no “vendería” a Maduro si “quiere tener futuro político” según aseguran los analistas que saben de verdad y muy cotizados en tuiter.
El presidente, pese a su estilo de gestión gris, se ganó su puesto con los chavistas, de “los apellidos” y en la base. Su legitimidad viene porque resistió un duro ataque desde países -ostensiblemente los EUA- y desde la oposición insurreccional. Maduro no tuvo tregua entre 2013 y 2021. Casi 10 años de ataques y fuertes, que privaron al Estado de ingresos y de capacidad de maniobra, sin quitar la responsabilidad de ese Estado y del propio Maduro en la situación de Venezuela.
El chavista de la dirección y el chavista de a pie le reconoce esto al presidente. Sabe que no se “rajó” aunque pudo haberlo hecho en momentos en que la presión fue muy intensa, lapso que transcurrió entre 2017 y 2020. Haber resistido le da a Maduro una legitimidad en el público chavista. No lo van a “vender”.
Aunque no habrá “venta” sí hay cansancio con el “estilo Maduro”, incluso dentro del chavismo. El chavista reconoce a Maduro pero reclama su visión gris, básica, mediocre para llevar adelante el proyecto chavista.
Lo llevará como candidato porque asume que el mandatario se lo ganó. Algo como “se comió la verdes ahora, que disfrute las maduras”.
Maduro será apoyado por el chavismo para la presidencial de 2024, pero para 2030 si quiere y gana en julio, se ve más difícil. Salvo que Maduro se convierta en un Gómez -hemos explorado ese escenario con el nombre de “Maduro en su etapa gomecista”- Putin u Ortega, es difícil que puede volver a ser candidato en 2030. Por más reconocimiento que el chavista le haga al presidente por su capacidad para resistir, el cansancio con su visión gris de la vida ya no la aguanta nadie. Ni afuera o dentro del chavismo.
El tiempo más la visión pequeña de “rumbitas y llevar la vida” de Maduro, llegó a su límite en la población. Quizás también para grupos como el de El Aissami pero no porque les preocupe el desarrollo o bienestar de la población, sino porque vieron en Maduro un obstáculo para el “Enchufado’s way of life”, que tampoco es nuevo. Estas son de otra naturaleza porque -como se dijo- es apropiarse del Estado para vivir de él y que el país lleve su vida o se adapte al “sistema político de los enchufados”.
Puede decirse que una tensión del chavismo no es solo dirección versus la base, sino la dirección versus sus poderes fácticos, más patrimonialistas que los primeros que mantienen la ideología de “la independencia y la soberanía nacional”.
Entonces no es que Maduro ve que va a caer y “negocia su salida”, pero vive una crisis de reinvención. Maduro hace lo mismo siempre y asume que la vida que vivió –no fue pobre pero de restricciones- es aceptable para todo un país. Es lo que no es cierto y se manifiesta en el cansancio con el gobierno y en las conspiraciones internas.
Esto lleva al último punto del análisis.
¿Maduro podrá reinventarse? Su suerte como gobernante está en esto. Los hechos indican que no, que no tiene esa capacidad. El presidente diagnostica bien, tiene buen análisis, pero no instrumenta buenas soluciones. Sus soluciones son “para resolver”, más nada. No son estructurales ni comunican tener una gran visión.
El mundo de Maduro es uno pequeño, de cosas básicas. Como le encanta afirmar al presidente, un mundo de “rumbitas”. Esa es su visión de las cosas y no la ha cambiado en el tiempo. El presidente lo que hace es que “parapetea” las cosas, hace enroques, y estira la arruga para superar una crisis hasta la próxima crisis, y aplica la misma receta.
Así como afirman que Pedro Sánchez es un maestro en la “intriga maquiavélica”, Maduro es un experto en “sobrevivir parapeteando las cosas”, pero sin cambios estructurales.
Veamos con el problema eléctrico. Cambió a Reverol pero puso a uno de su confianza, el ministro de la presidencia, también general de la GN, Jorge Márquez. Según Maduro “sabe mucho de electricidad”, pero eso no se puede verificar. No es un Efraín Carrera de Edelca. Maduro parece tener alergia por personas así. Termina escogiendo a corruptos o incompetentes, que abundan. Por eso su gestión gris, con más pena que gloria. Sí, se puede vivir, pero sin mayores expectativas, sacrificio duro para una sociedad como la venezolana que cree en aspirar como una señal de mejora y del “salir de abajo”. Maduro es una medianía estructural, no dinámica. Es lo que ya cansa de su gobierno.
¿De ganar, Maduro será diferente? Es difícil imaginar a un Maduro que designe a un Efraín Carrera -por poner un nombre de un gerente público- y no personas de su círculo como el general Márquez, quien seguramente es un militar meritorio, pero no comunica la gran visión para el tema eléctrico. Es difícil imaginarlo. La política hoy en Venezuela es para aduladores o “leales para la causa”, tanto en el gobierno como en la oposición. Por eso los desastres que paga el ciudadano no los jerarcas o su círculo de felicitadores, con sus grandes vidas en el “bloqueo” o en la “paz autoritaria”.
Parte de la desesperación para salir del gobierno -con Edmundo u otro- es que la gente imagina seis años más en la pequeña vida de “rumbitas” que el presidente ofrece, y las personas entran en shock. No quieren 6 años más así. Maduro no comunica ser capaz de dar un giro de 180° en la gestión aunque lo prometa. Vive de las “rentas de la estabilidad”.
Vivir también es un proyecto existencial, no solo terrenal. Maduro no ofrece eso. Solo un discurso nacionalista que cosifica la historia patria y la convierte en relato burocrático, para actos del gobierno con proclamadores que juegan a ser Bolívar, Sucre, Miranda, o Manuelita.
“Maduro no negocia su salida” como aseguran los “bien datiaos” pero su proyecto de vida gris ya es insoportable. Por eso la desesperación de cambiar el gobierno por otro, que después se verá cómo será.
No creo en conspiraciones sino en el voto, pero lo dicho por Samark López es un mensaje al gobierno. Un hartazgo, un agotamiento, un cansancio, de una inercia en la que está el gobierno de Maduro y que he abordado en distintos artículos para El Cooperante. Es como para que el chavismo piense el hartazgo que en la población producen sus 25 años en el poder. Le viene como anillo al dedo la famosa frase de Lord Acton, “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Un “baño de alternancia” no le caería mal al chavismo para reinventarse.
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