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Opinion

La educación superior ante el COVID-19: Desafíos y oportunidades

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Caracas / Por: Luis Eduardo Martínez Hidalgo.- El pasado jueves participé en el primer Foro virtual de Rectores sobre “Educación Superior ante el COVID-19: Desafíos y Oportunidades”, organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Instituto Internacional de Educación en América Latina y el Caribe (IESALC).

Con pares del continente, compartimos experiencias en tiempos de pandemia y avizoramos al futuro mediato. Una nota a destacar: ninguno de los participantes, al frente de universidades públicas unos, privadas otros, lució pesimista y por el contrario, aún con la separación que ocasiona la virtualidad, transmitieron mucho optimismo y se manifestaron expectantes con los grandes retos que se tienen por delante.

En palabras de la Directora de la UNESCO, Stefania Giannini, el Foro constituyó “una excelente oportunidad de intercambio en materia de acreditación y calidad de la educación superior frente a un contexto global sin precedentes” en el cual cerca de 1 370 000 de niños y jóvenes de 138 países permanecen en casa tras el cierre de colegios y universidades; con ellos más de 60 millones de docentes se han visto obligados a trabajar desde sus hogares, muchos de ellos impreparados para la intempestiva experiencia y con limitaciones de variada índole.

El salto fue brutal: un viernes cualquiera docentes y estudiantes convivían presencialmente en las aulas para el lunes siguiente encontrarse con la obligatoriedad de pasar a distancia el proceso de enseñanza aprendizaje recurriendo a lo que se tenía a mano,  articulándose un complejo entramado de videoconferencias, plataformas, tareas y un sinfín de medios y dispositivos.

Conocimos reporte actualizado de UNESCO que recoge las dificultades que enfrentan los estudiantes del planeta durante la pandemia y estas no son nada distintas a las que confrontan nuestros muchachos. Los problemas son comunes si bien en Latinoamérica lo son más y se trata de deficiente conexión a internet, insuficiente equipamiento, aislamiento social y falta de comunicación con pares y docentes, ansiedad general con respecto al coronavirus y problemas económicos de la familia.

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Coincidimos en cuanto a que la pandemia tiende a acelerar las transformaciones que en colegios y universidades tenían que producirse dejando de lado el modelo tradicional absolutamente presencial y derivando, una vez que comience el desescalamiento del confinamiento hacia uno por lo menos hibrido, el denominado “blended learning”. De esto no puede haber dudas, no regresaremos en el mediano plazo, a la presencialidad plena.

No se expresó específicamente pero entendí que para todas las instituciones educativas o cambiamos o desaparecemos. Así de rudo. Y no se trata de cambiar las formas sino los mismos alcances y objetivos de la educación y en nuestro caso de la Universidad como paradigma.

La docencia y la gestión académica tienen que ser distintas e imperativo adecuarse a nuevas formas de evaluación e interacción, así como de los espacios físicos y la infraestructura.

Con respecto a las evaluaciones intervine, en el foro, para advertir que no puede replicarse los formatos actuales y que en los periodos académicos que ahora transcurren hay que darle valor al esfuerzo que nuestros estudiantes, con el apoyo de sus familias, adelantan para mantenerse en el proceso educativo. Esta convicción me ha llevado a preparar una propuesta que ahora macero con directivos académicos, profesores y estudiantes para presentarla en los próximos días a la consideración de los Ministros del aérea en Venezuela, Rectores y también a la UNESCO IESALC.



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