La Lupa
La oposición en su búsqueda
Analizar a la oposición no es tarea fácil por la diversidad que tiene cada partido y movimiento que la conforman. Cada uno con su propia vida. Sin embargo, identifico dos procesos macro que caracterizan a la oposición hoy. El primero, la construcción de las primarias. Una confección difícil, pero se teje. El segundo, la lucha -mayormente indirecta- por definir cuál grupo llevará la dirección de la estrategia de la oposición luego de las presidenciales de 2024. La oposición vive un momento de redefiniciones que puede abrir la puerta a la etapa de construirse como alternativa frente al gobierno. Hoy no lo es. Puede -y debe- serlo, pero esa tarea reclama una visión más de fondo que todavía no existe. Las primarias y la coyuntura electoral a lo mejor proporcionan esa necesaria visión
Caracas. No es fácil analizar a la oposición. No solo porque uno está allí -es hablar de algo cercano, y no siempre de manera grata- sino porque la oposición tiene una diversidad que ya es un atributo que la define y que le agrada. Principalmente, para diferenciarse del PSUV. Algo como la variedad de la oposición frente a la uniformidad del PSUV.
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Por supuesto, no es solo la clásica construcción psicosocial del “endo-exo” grupo para diferenciarse, sino es una realidad. La oposición tiene diversos movimientos y partidos. Cada uno con sus propias características. No puede hablarse de un movimiento, sino de varios con metas comunes y con otras en conflicto. Pero en cada partido hay una vida interna y política, propia, con sus éxitos y fracasos, con sus certezas y contradicciones.
Por eso mis análisis sobre la oposición son generales, salvo que se indique lo contrario. Lo que buscan es identificar el proceso de la coyuntura por el que toda esa diversidad que la constituye pasa en un momento determinado.
Identifico dos procesos de la coyuntura. El primero, construir las primarias, aunque las voces que defienden el consenso me parece que tienen más fuerza. El segundo, la lucha por la dirección estratégica dentro de la oposición.
La vida de la oposición no terminará en las primarias. Los partidos ven más allá, pero se interpelan sobre el problema de fondo de la oposición ¿quién con la fuerza y la legitimidad para dirigirla o, al menos, para ser la referencia no solo para los partidos sino para el público? Hoy ningún actor de la oposición lo es. El interinato cumplió esa función, pero ya es uno más. Las primarias, también, son una forma para abordar el problema de la conducción o liderazgo en la estrategia y quienes serán sus actores, para la etapa que comienza luego de las presidenciales de 2024.
Vamos por partes. El primer proceso de la coyuntura es la construcción de las primarias. El silencio de la plataforma y de su coordinador, Omar Barboza, apenas roto por el comunicado con fecha 15-9-22 –comunicado que trabajaré en un próximo artículo para El Cooperante- lo interpreto como el esfuerzo para construir un consenso o el mayor acuerdo posible para lograrlas. No hablar o declarar mucho es para no interferir en un complicado rompecabezas que hay que armar. Crucigrama en el que cada movimiento tiene sus puntos de vista que giran alrededor de tres temas: la fecha de las primarias, el apoyo técnico del CNE a las primarias, y el voto de los venezolanos y de las venezolanas en el exterior.
El asunto de cuáles partidos y movimientos pueden participar en las primarias, no parece tener el peso que tuvo en enero, por ejemplo. No quiere decir que no sea un asunto relevante, pero la discusión de hoy se centra más en tópicos instrumentales de las primarias: la fecha y el cómo se llevarán a cabo.
El día 8-9-22 Vente emitió un comunicado en el que introdujo un asunto que más adelante tendrá peso: las reglas de la campaña y, especialmente, el uso de recursos en donde hay disparidad entre los competidores, en virtud que el interinato y el G4 manejaron o manejan -posiblemente ahora solo el interinato- recursos del país pero que en una competencia dentro de la oposición crean desigualdad porque habrá unos con más recursos y otros con menos ¿Cómo separar unos recursos de otros, tanto en su origen como en su uso?
Las primarias serán un mecanismo para decantar candidatos durante la propia campaña -que ya comenzó de manera informal- y los votantes de la oposición harán la escogencia final y formal.
La primaria avanza, pero hay que acordar temas sensibles como el CNE y el voto en el exterior. En este último punto, observo que hay más consenso entre los partidos y dirigentes. Quizás el tema no sea tanto el acuerdo que los venezolanos y venezolanas fuera de Venezuela sufraguen -en las primarias de 2012 se pudo- sino cómo será el registro: los que ya están en el REP o se hará un registro especial para los migrantes, estén o no estén registrados en el REP.
Aquí habrá diferencias –ya se notan- porque los venezolanos en el exterior son un “gran elector” apetecible para los candidatos. Tanto, que el tema del registro dentro de Venezuela no tiene tanta importancia, aunque en cifras, los no inscritos -especialmente jóvenes- son relevantes. Por ejemplo, Súmate informó que hay un rezago de 3.500.000 de venezolanos y venezolanas entre 18 a 45 años que no están inscritos en el REP. Igualmente, constató que hay una baja en el REP entre el corte del 31 de enero de 2022 y el corte del 31-7-22. Sendos hechos no producen tanto ruido o comentarios como el tema del voto de los venezolanos y venezolanas en el exterior, a pesar de que 3,5 millones pueden registrarse más fácil para votar porque están dentro de Venezuela.
Pero esta realidad interna -que es menos complicada que definir un registro de votantes para los compatriotas en el exterior- no tiene la pegada publicitaria o noticiosa. Apenas jóvenes de partidos -he visto a los de UNT y Fuerza Vecinal- comienzan a tocar el tema y a demandar del CNE facilite la inscripción en el REP de los muchachos dentro de Venezuela que así lo deseen.
Hay otro asunto con el voto en el exterior que escapa a este análisis. Es un tópico profundo, en lo político y en lo ético, si se quiere. Casi todos los candidatos ven que su público está afuera de Venezuela. No solo porque se cuantifica ese público. Se habla de cerca de 7 millones de migrantes, aunque para los EUA, son casi 8 millones (USAID, 15-9-22). No todos votarán, pero lo que suena son los “7 millones”. Candidatos piensan que allí estará su victoria porque se percibe como un público más uniforme en sus actitudes políticas que el que está adentro de Venezuela. Por eso el tema suena, más que los votantes domésticos. Además, se asume -este el punto complicado- que la gran mayoría de los “7 millones” están a favor de la tesis “de la presión y el quiebre” y de no “cohabitar”, porque quienes hablan a nombre de los 7 millones” lo dejan ver. Como si los “7 millones” fueran un cuerpo único con unos voceros ya determinados.
Esto nos lleva al punto de fondo. Pueden los venezolanos que están afuera, aunque sean 7 millones ¿decidir la política dentro de Venezuela, para los que estamos adentro?
El tema de los exilios políticos y su influencia dentro del país no es nuevo. Pasó con Gómez, solo que los partidos se maceraban y la sociedad en buena parte optó por un exilio interno a la espera del luminoso momento de la libertad, el que dio una señal en 1928, pero tendría que esperar a 1936 cuando, de acuerdo a Picón Salas, Venezuela entró en el Siglo XX.
Luego del fracaso del Falke en agosto de 1929, la muchachada política optó por romper con los “cara cortá” como los llamó Betancourt -los “duros” de la época, tan incompetentes en ese entonces como ahora, aunque más arrojados que los de ahora- y concentrarse en los “Príncipes modernos” que fueron los partidos, como los llamó Gramsci. Madurar a la generación del 28.
Con Pérez Jiménez ya esa generación estaba madura o menos joven. En el caso de AD, fue fuente de tensión -quizás hasta la carta de Betancourt a los militantes de AD en agosto de 1953, en la que habló de abandonar “por el momento” la línea insurreccional- la relación entre los exiliados y los locales. De esta tensión viene la especie que Ruiz Pineda fue el precio pagado por el choque de dos políticas (la externa, insurreccional y la interna, más de organizar la resistencia).
Cuando Alberto Carnevalli muere preso en mayo de 1953, Betancourt escribió una carta a Renée Hartman en la que dejó ver esa tensión. Le respondió a quien sería su futura segunda esposa, con un escrito en el que reconoció este conflicto pero que no tenía solución (“tengo fama de duro” y “pensemos, Renée, en que luchas como las que se libran en Venezuela reclaman sacrificios ilímites”, carta con fecha 22-5-1953).
En la Venezuela de 2022 no es diferente. Esa tensión existe. Pero hay dos novedades.
La primera, que hay una gigantesca migración de venezolanos que no ocurrió en las luchas del pasado. No todos o casi ninguno del éxodo actual -por los estudios de opinión- se fue por motivos políticos sino económicos, pero que tienen al conflicto político en su génesis. Empero, el exilio político de hoy sí está organizado. Una cosa son los migrantes y otra el exilio político en el cual se presentan las mismas tensiones que hubo durante la dictadura de Pérez Jiménez, aunque el exilio actual comunica vivir muy bien, a diferencia del exilio del pasado, que incluye a Betancourt (“del aire y del préstamo no se vive”, carta con fecha 20-11-1954).
La segunda novedad es que la primaria ayudará a tramitar esa tensión interna/externa –en el pasado no fue así- pero si los migrantes votan por seguir una estrategia fracasada ¿debo seguirla como un venezolano que está adentro? Una cosa es pertenecer a un partido y tener disciplina partidista -como fue el caso de AD durante la clandestinidad en el perezjimenismo- y otra un ciudadano de oposición que vota en una primaria para escoger a un candidato de varios dentro de un sistema autoritario.
Este asunto -para mi complejo- no es objeto del artículo, pero pienso que la plataforma unitaria lo debe ponderar. Se nota en algunos precandidatos la competencia por atraer el apoyo del “gran elector” que está fuera del país mientras el elector interno queda de fondo, de relleno, como “ya eso está asegurado”.
Estoy aquí, dentro de Venezuela. No estoy en el discurso del “campo de concentración” o la “corporación criminal” al tiempo que muestro en redes sociales una glamorosa y exitosa vida bajo el “exilio interno”, como no pocos que están con ese discurso ¿Debo aceptar sin más que un venezolano de afuera me critique por no manejar ese discurso y, lo más relevante, me diga cómo debo actuar cuando no está aquí y yo sí?
Voy al segundo tema en donde observo está la oposición. En la definición de cuál grupo llevará la dirección de la estrategia.
Desde 2013 hasta 2021, dominó la estrategia de la “presión y el quiebre”. En su momento, cada partido que presidió la AN de 2015 la abanderó, hasta que llegó a su punto máximo que fue con VP y el interinato desde el 23-1-19. Este grupo dominó en la oposición hasta 2021. Sigue allí, pero sin la legitimidad del pasado, como se observó en la rendición de cuentas de Guaidó.
Se habla, por ejemplo, de los famosos “60 países” pero a la actividad de Guaidó del día 16-9-22 –vi la transmisión por YouTube- identifiqué representantes de 3 países, que no sé si eran los embajadores (los tres países que identifiqué tienen embajadores acreditados en Venezuela). Portales que estuvieron en el evento como Crónica Uno en nota de Maru Morales con fecha 17-9-22, reportaron la presencia de dos representantes de otras naciones. Esa legitimidad el interinato la perdió. Sin embargo, la apuesta del interinato es que en algún momento el gobierno entrará en crisis y, bueno, el famoso “yo lo dije”, “la historia me absolvió”, y “dónde están los que decían que…” o “no hablaron sobre…” (se les va la vida a la espera que suceda). Que en Venezuela pase algo como el inesperado avance que tiene Ucrania sobre Rusia, pero sin los HIMARS de los EUA. Es la apuesta. Por eso, “nadie se rinde”.
La versión venezolana de Ucrania -de 2022 no la de 2017- solo espera a que “pase algo” en Miraflores y estar allí “para cobrar”. Mientras, se juega a que no se “cohabita” y cada quien en su burbuja que la dolarización del gobierno permite. Se puede jugar a no ser Vichy si estás en un trabajo dolarizado y trasladas la devaluación a tus productos, servicios, o al público, mientras afirmas que a los restaurantes o conciertos asiste solo el 5% de la población o una cifra cercana (quienes lo dicen, están en ese pequeño porcentaje). La “dolarización del régimen” hace viable la “dignidad” de los que afirman no cohabitar.
Pero como escribió Almagro en su artículo del día 31-8-22 -ojalá siga así con sus epifanías, aunque vienen tarde- “vamos a sincerarnos” porque “todos cohabitamos”. Lo que Almagro destaca como problema no es cohabitar en sí, sino que la cohabitación que existe es “unchecked”. Es una cohabitación totalmente controlada por el gobierno. “Vamos a sincerarnos”, entonces.
Pero una estrategia oficial de cambio (de gobierno) de la oposición no hay. Las expectativas por los procesos de cambios internos en los partidos se desvanecieron y, francamente, quedó un sabor de “todo cambió para que todo siga igual”, salvo excepciones tipo partidos como PJ o UNT, cambios que todavía están por verse o cómo funcionan en la realidad política.
La “presión y el quiebre” están allí pero el interinato es otro grupo más, incluso separado de sus antiguos aliados del G4 como se observó en la rendición de cuentas del día 16-9-22. Tal vez tenga que competir en las primarias con figuras cercanas al interinato como Andrés Velásquez y Delsa Solórzano. El interinato es un grupo más que tiene el apoyo de los EUA, dinero, y su espacio en las encuestas. Los demás también tienen sus espacios en la opinión pública. Ese es el problema para la oposición ¿Quién tiene la legitimidad allí, entonces? Vente plantea este tópico, pero en sus términos, al hablar de escoger una nueva dirección y no a un candidato en unas primarias “o como se le quiera denominar”, como expresó este movimiento en un comunicado con fecha 8-9-22 luego de reunirse con Omar Barboza.
Las primarias ayudarán a despejar la interrogante acerca de la conducción estratégica. Mientras llega, lo que observo es que cada grupo busca afirmarse frente al otro. Mostrar a la opinión pública que tiene algo diferente o qué lo hace diferente a los otros movimientos, para que sea escogido.
Como ninguno tiene una fuerza por encima de los otros –en las encuestas, todos los dirigentes tienen porcentajes bajos, unos más que otros, pero no hay uno que destaque; tampoco los partidos, todos con evaluaciones bajas- lo que les queda es decirse mutuamente “yo soy mejor que tu”, “no cohabito”, “no me rindo”, “no tengo el rabo de paja que tú tienes”, o todos se deslindan y se atacan entre sí, como pasa ahora con Monómeros.
La lógica de esta estrategia es ganar legitimidad ante la opinión pública de la oposición, que es la que ahora decide. Principalmente en redes sociales. Todos buscan el favor de esta opinión. Al afirmarse frente a otro partido, lo que se espera es una respuesta favorable de la opinión opositora.
No son luchas abiertas entre un grupo y otro –tampoco el público de la oposición quiere
ver esas peleas angustiado por la falta de unidad, y aparecen las voces que claman por el entendimiento y un “liderazgo que una”, las que también llegan tarde- por lo que las luchas son indirectas. Mensajes entre líneas: del G4 al interinato, de la Alianza Democrática al G4, de Vente al interinato, de los “no alienados” como Lápiz al G4 y al interinato. Todos se envían mensajes para distinguirse en lo que les es propio, en la idea que eso gustará a la opinión pública y los elegirá.
El interinato destaca que es la oposición de verdad, la que no “cohabita” y la que “no se rinde”; Machado que es la “coherente”, la que “habla con la verdad y no engañó”; el G4 que tiene los partidos ahora renovados, y son los que harán el “efecto Barinas” porque tienen la maquinaria; la Alianza Democrática dice que tiene votos y que es una “oposición seria”, el grupo de Eduardo Fernández, que tiene la experiencia; y los “no alineados” como Lápiz, comunican que son los independientes de verdad, sin máculas.
Cada grupo refuerza su “branding” por lo que la unidad hoy es complicada de lograr. Hoy es la etapa de la diferenciación de cada partido porque ninguno tiene poder real frente a los demás. Todos se ven como iguales. Tienen que construir una identidad a partir de la diferencia para reforzar a públicos cautivos –principalmente de redes sociales- los que también son pequeños.
En definitiva, son más incógnitas que certezas las que tengo al analizar a la oposición. Busca su camino, sí. Las primarias parecen ser la vía, porque permitirán que cada candidato se muestre tal cual es, en un país diferente, que tal vez demande posiciones programáticas y en los temas que nos afectan como ciudadanos, y menos arengas y lugares comunes que ya saturan el debate opositor.
Lo que no está claro -para mí, al menos- es la estrategia luego de las primarias. El calendario electoral son las presidenciales de 2024 y las elecciones conjuntas regionales y parlamentarias de 2025, a las que irán hasta los que en un pasado no muy lejano hablaron de “simulacro”, “farsa”, “chapuza”, “no lo llames elecciones, sino…”, “elijo pero no voto” o “voto pero no elijo”, todo un trabalenguas, etc, muy aplaudidos en su momento, pero ahora buscan los aplausos para ser candidatos o futuros candidatos. “Solo los estúpidos no cambian”, me dirán. Claro. Seguro. Felicidades.
Es mi balance de la oposición. Está en una búsqueda al mismo tiempo que está en un reacomodo no acordado, sino en virtud de las primarias que van a definir una serie de nuevos actores o viejos pero con otras posiciones -noto más moderación en algunas “cabezas calientes” aunque me temo que otros “volverán por las andadas” en 2024 y ya “crean el ambiente”- pero sin la claridad de cuál estrategia adoptar o cómo seguir luego de 2024, sea que Maduro se reelija o el país opte por una alternancia en el gobierno.
No es ni bueno ni malo lo que observo sino, sencillamente, un proceso de decantación que no sé cómo terminará. Claro, una vez que haya un candidato, la campaña agarrará tracción y allí se verá el tono sobre cuál estrategia dominará la campaña -la de la “presión” o el “efecto Barinas”- y con cuáles contenidos.
En cualquier caso, la oposición tiene el reto de volver a ser interesante al país. Hoy no lo es. Sus noticias no tienen eco. Una que otra lo tiene, en los públicos más comprometidos, pero no son informaciones que muevan o interesen al gran público. AD cumplió sus 81 años, y bien. Salió en redes, pero hasta allí. Guaidó ofreció su “rendición de cuentas” pero tampoco fue mayor noticia, más allá de los públicos que apoyan al interinato. Portales reportaron que, al momento de presentar el balance, en ese momento, “en vivo”, no había más de 250 conectados para ver la rendición de cuentas. El día 24-9-22 PJ nombró a su dirección nacional y tuvo eco en redes sociales, pero el tema se agotó en la tarde. Una oposición con su vida, que hace sus cosas, pero sin la fuerza política o moral para que sus posiciones realmente tengan eco en la sociedad.
No sé si lograr ser una referencia para el país -y alternativa frente al gobierno, de acuerdo al trabajo pionero sobre las transiciones hecho por O’Donnell, Schmitter, y Whitehead (1988)- sea posible en estos momentos para la oposición. No percibo ambiente para eso sino uno de decantación, de reacomodo, de definiciones, de ubicarse en una nueva realidad. Tal vez sea el paso previo y necesario para avanzar en construirse como la “opción preferible” o “alternativa organizada” de las que habló Przeworski en los ochenta, como tareas para una oposición dentro de una forma de gobierno autoritaria.
¿Y qué de la oposición? Bueno, está en su búsqueda.
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