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La Lupa

La oposición se quedó sin signos vitales políticos

Votar o no votar ya no es el problema para la oposición. En todo caso, es el síntoma de un debate más complejo. El clivaje dentro del mundo opositor se movió de las elecciones a cuál oposición lleva la dirección estratégica. La que está afuera o la que está adentro. La que está afuera apuesta a que Trump le dará la bendición y eso producirá el esperado “quiebre de la coalición dominante”. Por eso celebra la modificación de la licencia 41. La que está adentro considera que participar mantendrá a la oposición con vida, que no será más irrelevante de lo que ya es. Estoy en el segundo grupo: participar en todos los espacios, no solo en las elecciones nacionales. El artículo reflexiona acerca de lo anterior y plantea que no tiene sentido engancharse en la guerra de desgaste que hay en la oposición sino concentrarse en lograr relevancia. En tener signos vitales políticos. Los cambios en el mundo también impactan en la oposición. Esos cambios llaman a participar, no a replegarse en una burbuja de dignidad dentro de las redes sociales, pero sin cambiar nada. La oposición que está adentro debe considerar hacer una encerrona para pensar bien, tranquila, el momento político que vive y cómo asumir ser oposición frente al gobierno, al salir de la “burocratización de los análisis”

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Caracas / Foto: Archivo.- El brollo en la Casa Blanca entre Zelenski, Trump y Vance el 28 de febrero, opacó la disputa dentro de PJ entre quienes quieren seguir con la estrategia del quiebre con la justificación de “no pasar la página” del 28 de julio, y quienes quieren participar en las elecciones del 25 de mayo para mantener espacios que permitan una lucha política en contra del gobierno del presidente Maduro (RP, del 28 de julio).

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Este artículo no es para examinar esta diferencia dentro de la oposición que no es nueva. Lo que sí es distinto es que quienes quieren votar son más aplomados para comunicar y mantener su decisión. Esta vez no se dejan “carajear” como fue en el pasado cuando quisieron participar y no pudieron -como en las parlamentarias de 2020- sino que hacen sus puntos y mantienen sus posiciones a pesar de los ataques en redes sociales. Esto es un cambio importante y que valoro porque, aunque el debate interno en PJ es un asunto de ese movimiento político, estoy cercano a quienes promueven participar el 25 de mayo, así como estuve a favor cuando quisieron hacerlo en 2020 y no lo hicieron.

Por supuesto, la disputa dentro de PJ es una compleja porque no tiene solución. O se impone un sector o se impone el otro. El sector que quiere votar llevó la ventaja hasta el CPN de ese partido que ganó el sector que no quiere participar el 25 de mayo. En contra de mi deseo y sin conocer la normativa interna de PJ, pero el sector pro-voto perdió la consulta. Si votaron todos o no, es otra discusión, pero hubo una asistencia y un quorum. Se decidió con los votos y el sector que no desea votar en mayo, ganó la votación en el CPN.

¿Cómo se resuelve una lucha entre dos posiciones irreconciliables? Lo lógico es que el que perdió lo acepta y mantiene su punto, pero también puede hacer una maniobra para deslegitimar al CPN -sería mi última opción o no sería, con lo que se observa que no tengo aptitudes para la política- o monta tienda aparte, que sería la división o separación del partido, porque también compiten estrategias políticas, no solo si se vota o no. Se decide entre un PJ cercano a la estrategia de Machado que tendría el rostro de Juan Pablo Guanipa, o un PJ al estilo de Capriles que participa y centrado en “los problemas de la gente”. En el fondo, esta es la nuez de la lucha dentro de PJ más allá de las elecciones del 25 de mayo y que es el tema para la oposición, pero ¿cuál oposición?

La modificación de la licencia 41 que el gobierno de Trump anunció el 4-3-25 confirma la hipótesis de anteriores trabajos para El Cooperante. El tema ya no es los que “votan y los que no votan” sino cuál oposición tiene la dirección estratégica: la que está afuera de Venezuela o la que está adentro del país. Esta es la principal coordenada de lucha dentro de la oposición. El verdadero clivaje.

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Lo que antes era lejano -la oposición fuera de nuestras fronteras- ahora es cercano. En una nota con fecha 3 de marzo para explicar por qué el gobierno de Trump decidió revertir la licencia 41, el portal Axios reveló que la decisión fue un “deal” entre los parlamentarios que llaman “Crazy Cubans” -Salazar, Díaz-Balart, y Giménez- y el gobierno de Trump para aprobar el presupuesto que obtuvo una ligera mayoría en la Cámara de Representantes (217 sí a 215 no).

Estos tres votos fueron relevantes para aprobar el presupuesto y seguramente Trump accedió al “deal” porque en su visión que ya asume la oposición que favorece la estrategia del quiebre, la nueva narrativa es que “Maduro estaba a punto de caer al final del gobierno de Trump, pero ganó Biden y le tiró un salvavidas con la licencia 41”.

Por supuesto, esto no es cierto pero es la historia que Trump cree -y la repite a cada rato cuando habla sobre Venezuela- y que el sector del quiebre no va a negar porque ve en ella su oportunidad de revivir, agarrar un aire y tapar que su oferta de julio de 2024 y la de enero de 2025 no se cumplió.

El “damage control” ahora es que con la nueva licencia se cortan las “fuentes de financiamiento de la economía ilegal de la dictadura” o, más ilógico para lo que busca ese sector, que gracias a las sanciones el gobierno liberalizó en algo la economía. Gracias a las sanciones ya no hay escasez, es la narrativa de famosos e influencers del quiebre en tuiter. Lo que no comentan es que si la economía se libera, es más probable que el gobierno se mantenga y no caiga como quiere ese sector de la oposición.

Con la reducción de ingresos -es el cálculo de los promotores de la fractura- el gobierno debe resquebrajarse y con otras medidas de “presión e incentivos” llegará el tan esperado “quiebre de la coalición dominante”. Esta es la nueva narrativa que el sector del quiebre que encabeza Machado presenta a su público para ver si gana tiempo y toma oxígeno luego del fracaso del 10 de enero. En redes sociales sus ya debilitados batallones, portales, famosos e influencers hacen el “damage control” y tratan de revivir a ese sector con entrevistas a María Corina.

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Este grupo quiere cambiar su fuente de legitimidad política. Ya no será la primaria de octubre de 2023 y el 28 de julio. No es que no sean relevantes es que pasan a ser eventos para una “legitimidad secundaria o derivada” porque la legitimidad que se busca es la que se quiere del gobierno de Trump. Es la nueva fuente de legitimidad y de poder. Trump legitima, en dos platos.

La narrativa original del quiebre -la fractura militar- perdió legitimidad en el público de Machado. Es llamativo ver como sus tuiteros -también venidos a menos, son cuentas solitarias que se hacen RT a ellas mismas- empujan la nueva narrativa ante la crítica de las respuestas del público frustrado porque no ocurre el quiebre, que antes aplaudía a Machado y a sus voces y portales más representativos.

El problema para Machado es que el quiebre no tiene elementos de poder interno por lo que los busca afuera y los ve en Trump. De aquí el silencio ante el gobierno de los EUA, ostensible en el TPS, porque este sector de la oposición asume que contrariar al presidente de los EUA no es prudente y va en contra de sus intereses. Prefiere tragar y sacrificar si es el caso a los venezolanos amparados con el TPS, que decirle algo aunque sea “tibio” -término muy usado por ese grupo para descalificar a quienes no comparten su visión- a la administración Trump. Ya justificará su silencio conque si “Bolívar entregó a Miranda y sacrificó a Piar” o que “Betancourt prefirió dividir a AD antes que aceptar el liderazgo de Prieto”. Se asumirá el sacrificio -así como la imposición de una nueva licencia 41 que termina la operación de Chevron en Venezuela- para lograr un “bien mayor” que es que el gobierno de los EUA declare que el ejecutivo de Maduro es una “amenaza para la estabilidad del hemisferio” y una “hub de los carteles del crimen”. Eso es lo que este sector busca, visible en la entrevista de Trump, jr. a María Corina el 26 de febrero. Si Trump dijera para Venezuela lo que dice sobre México, el sector del quiebre celebraría.

María Corina le dijo a Trump, jr. lo que quería escuchar que va en línea con las ideas de la administración Trump como que los migrantes venezolanos pertenecen al tren de Aragua. Como ahora todo el mundo es “trumpólogo” y el “diagnóstico” es que, si quieres algo del mandatario norteamericano no debes contrariarlo y, en segundo lugar, ofrecerle un “deal”, Machado también ofreció su versión “del contrato para explotar los minerales raros” de Venezuela. Es decir, su “deal” para ver si Trump le da la bendición.

Esta oposición reforzará este acercamiento a Trump luego del choque en la Casa Blanca el 28 de febrero entre Trump, Vance, y Zelenski. Lo reforzará más luego del tuit de Zelenski del 4 de marzo en donde el presidente de Ucrania cedió a las demandas y al discurso de los EUA. La fuerza pudo más que la convicción del ucraniano. La oposición Machado verá esto y reforzará su silencio y buscará agradarle a Trump para ver si obtiene el “bien mayor” con lo que su legitimidad quedará reforzada como “la” oposición para Venezuela aunque sea desde afuera y los venezolanos adentro no tengan otra alternativa que aceptarla o el silencio.

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Eso es lo que se define hoy en el mundo de la oposición. Por eso estoy de acuerdo con el anuncio de MPV, UNT, y de figuras como Capriles y Caleca quienes expresaron que participarán en las elecciones del 25 de mayo. También estoy de acuerdo con el tuit de Capriles con fecha 4 de marzo en el que rechazó la revocatoria de la licencia 41.

Lo que veo más interesante es que los sectores que no favorecen la estrategia dominante pero que fracasa -el quiebre- tienen menos miedo y exponen con más valor sus puntos de vista. Ya no es el “silencio respetable” sino que fijan posición. También me llama la atención el mayor nacionalismo en sectores de la opinión opositora con el tema del Esequibo.

Es un avance y apoya la idea que el sector del quiebre no tiene la fuerza que tenía hace un año. Su autoridad es disputada. Cuestionada no por egos sino por su eficacia. Volvió a fracasar y apela a una narrativa que no comunica éxito, que es la vuelta al discurso de la “corporación criminal” con el agregado de la justificación de Trump para tapar su fracaso en su primer gobierno: “es que Maduro estaba a punto de caer, el culpable es Biden que lo salvó”.

Trump no asume responsabilidad de nada y ese es un ecosistema que agrada a la oposición del quiebre la que tampoco asume responsabilidad de sus grandes y continuos fracasos desde 2013. Todavía no ha explicado el fracaso del 10 de enero. Simplemente creó otra ilusión: del “quiebre militar” al “law enforcement” con la esperanza ahora en el FBI y en Pan Bondi, fiscal general de los EUA. De la intervención militar a la intervención policial. No es casual que figuras como Simonovis tuvieron recientemente sus “15 minutos de fama”. Este sector quiere encuadrar el problema venezolano no como un conflicto político sino como un problema policial que se resuelve con el FBI, la DEA, un Erick Prince, o los militares pero en función del orden interno.

¿Qué puede hacer la oposición que está dentro de Venezuela? La que está afuera definió su meta y trabaja para lograrla. Dependerá de Trump si la legitima ¿Pero la oposición adentro?

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Está debilitada. Sí, la represión del Estado la debilitó en extremo. El gobierno usa el poder del Estado para golpear a la oposición. Es un hecho. Es una realidad. Pero también la oposición tomó decisiones estratégicas que la debilitaron, sea por consenso, sea porque un sector se impuso y el otro se calló, sea porque se impuso y otro grupo de la oposición dijo, “vamos a ver qué pasa” por comodidad, pero la oposición como un todo tomó sus decisiones estratégicas. Las más errada es que desde 2013 busca el famoso “quiebre de la coalición dominante”. Se embarcó en esta receta que políticos aceptaron de analistas y politólogos “serios” -que encantan a los políticos- y están atrapados en ella. Sin poder salir. Cada año, se renueva la promesa que el “quiebre” está cerca.

Este “consenso” consensuado o impuesto hoy también está débil. La oposición que está adentro hoy tiene más personalidad y de aquí, entre otros motivos, que la oposición interna sea más vocal en sus críticas. El clivaje hoy no es entre los que votan y los que no votan, como se dijo al principio del artículo, sino entre la oposición que está afuera y la oposición que está adentro. El tema de las elecciones es una dimensión de ese clivaje, pero igualmente se manifiesta en otros temas.

Pienso que seguir en el rifirrafe que hay en redes sociales sobre cuál oposición “es la mejor” no tiene sentido. No solo es una bronca que desgasta y que no lleva a ningún punto. Cada oposición está en su postura. Y eso no va a cambiar en el corto plazo. Más bien, las posiciones hoy se han extremado entre las oposiciones. Seguir restregando y profundizando la herida no tiene sentido. No lo digo por un sentido de la unidad porque honestamente estoy bastante distante de la oposición que domina y no veo posible una unidad. Lo digo más por la eficacia y la capacidad de respuesta. Desgastarse en una bronca no va a producir cambios políticos ni va a lograr que la oposición sea una alternativa frente al gobierno. Sencillamente es un “loop” que se refuerza cada vez más, y su resultado es una oposición más irrelevante y menos competente y eficaz.

También hay un motivo mundial. Trump catalizó procesos que ya venían pero que estaban en la inercia. Se lo agradezco. Si al mando estuvieran las tradicionales personas “sensatas” que fascinan a las elites de Venezuela y del mundo -se derriten por un “adulto en la habitación” aunque sea un bueno para nada- el tema de Ucrania no hubiese revivido ni la UE asumido su realidad. Se necesitaba un revulsivo y ese es Trump, tanto en los EUA como fuera de los EUA.

El mundo está -¿estaba?- al tomar la idea de Wright Mills en su “La imaginación sociológica” en una especie de “burocratización del conocimiento” que el sociólogo norteamericano cuestionó en la academia de los EUA. Burocratización que se nota en redes sociales con el tema de los arbitrajes y la “tenure” en la academia. En mi mundo del análisis esa burocratización también está presente. Por ejemplo, para ser aceptado en círculos “serios” no solo tienes que hablar del “quiebre” o de los “incentivos” sino tener un discurso tipo, “El gobierno vive de las economías ilícitas pero la oposición no está unida”. Un discurso así garantiza espacios en medios y la posible invitación de algún “thinktank” norteamericano para hablar sobre Venezuela, que consagra y ranquea en la opinión opositora. Eres “alguien”. Si no tienes ese discurso, eres visto como un analista “raro”, “sospechoso” o marginal, sin relevancia, no del “mainstream” el que, de paso, sus principales recetas han fracasado y fracasan.

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El mundo estaba o está así, con su “burocratización” que si el “putinismo”, el “apaciguamiento”, y cosas así que le dan fama a “scholars” y a plumas de prestigio del mundo que viven de la invasión de Rusia a Ucrania. El revulsivo Trump les movió el piso y tratan de acertar con una explicación igualmente burocrática: estamos en Múnich 1938. Hay flojera para pensar en una realidad diferente. La historia enseña por analogía no por identidad, aseguraba Kissinger. Múnich sirve, pero no al calco como se hace ahora.

Por ejemplo, hace dos años había que hablar del hoy famoso “deterrence” y no del “putinismo”. El “putinismo” puede respetar al “deterrence”, pero sin “deterrence” hay “putinismo”, luego, mejor concentrarse en lo primero y dejar lo segundo para la conversación civil e ilustrada en redes sociales, pero también burocrática.

El mundo de hoy reclama salir de esa burocratización en el conocimiento o en la manera sobre cómo se hacen análisis. El orden mundial cambia. Es un orden internacional que avanza a ser iliberal. La teoría de Trump del “poder ejecutivo unitario” gana espacio en el planeta o lo que Larry Diamond llama los “autoritarismos iliberales”. En el caso venezolano, es un sistema burocrático-autoritario iliberal.

Ucrania hoy impacta en todo el mundo. Hasta en Venezuela. La oposición también tiene que examinar esto porque lo que decida ayudará o no a que el orden liberal de Occidente pueda al menos resistir el embate del autoritarismo iliberal o sencillamente debilitarlo más y ese orden liberal desaparezca, que es el pronóstico de hoy.

El tema de la oposición tiene dos caras: no es si vota o no vota, si las sanciones o las licencias, que si las actas o no actas, etc. sino, uno, ser relevante porque es una oposición irrelevante porque se anuló más allá de la represión del Estado. Lo segundo, lo que le dará relevancia, es identificar palancas para tener “leverage” político, no solo frente al gobierno sino frente a la misma oposición. La oposición no tiene signos vitales. Es el punto. Tiene que trabajar para tener algún signo vital, aunque sea débil.

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La palanca que veo es la participación no solo en elecciones, sino en todos los espacios en donde se pueda participar. No solo la oposición, sino que la sociedad también participe en los espacios de la sociedad civil. No se trata de repetir la experiencia de Puntofijo que el chavismo replica a su manera que es colonizar a la sociedad, sino que cada sector participe para que su área tenga movilidad, elasticidad, tenga algún signo vital, no sea inerte porque se dejó de participar o se abandonó el espacio. La oposición cree que con encerrarse en tuiter pontificando contra los “normalizadores”, y a esperar por Trump o porque las licencias empeoren la situación y “el pueblo baje”, pues se va a quedar esperando como ahora. Tiene que buscar las palancas y esas están en los espacios. Y hay que participar aunque la palabra “espacios” genere piquiña en cierta oposición.

Participar en todos los espacios con un discurso no subversivo o del quiebre. Por ejemplo, ya no es tan eficaz decir que las elecciones son “para resistir” -el mismo discurso de otras épocas- hace falta algo más ¿qué se hará con las elecciones o con lo que se logre como espacios? No es suficiente decir que los espacios son claves, pero espacios para qué. Hay que resignificar todo.

Entonces no se trata de cuál oposición desgasta más a la otra. Eso no tiene sentido. Si la oposición Machado consigue la bendición de Trump, se verá qué sucede, pero la oposición interna no puede esperar a eso o a esperar el fracaso de la estrategia del quiebre -que volverá a fracasar- sino hacer su trabajo de la manera más honesta posible.

“Honesta posible” es no estar pendiente de las oposiciones con las que compite sino hacer su trabajo interno: organizar, movilizar, persuadir, construir, etc. Hacer lo que a un político le corresponde en este momento. Comunicar certezas y una ruta viable, no desesperanza o fantasías.

Que cada oposición haga su trabajo y se verá en el tiempo. Ya no es la tesis de 2013 que “el mercado decida cuál oposición” porque mercado no hay, sino construir las instituciones o reglas para ese futuro mercado, y eso pasa por participar, no dejar que la política muera porque si fallece, muere el Occidente liberal. Por eso lo de Ucrania tiene eco en Venezuela. Kiev resuena en Barquisimeto o en El Vigía, por nombrar ciudades venezolanas.

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El eco es sencillamente si la política liberal de contrapesos será viable o se cede al mundo de la fuerza, al mundo iliberal, al mundo de un orden de los que imponen o “carajean”, al mundo del rearme por miedo a la guerra, pero a lo mejor termina en una. No tengo problemas con el rearme ni con lo militar. Soy pro-gastos para la defensa y creo en lo militar. Mi problema es el check and balance para ese gasto y que el mundo no sea un espacio en donde te aplastan o te intimidan si no sigues la línea “de arriba”. Por eso los principios liberales son relevantes. Volvemos a las cuatro libertades de Roosevelt. Principalmente la libertad que hoy escasea que es la libertad para vivir sin miedo. Hoy hay miedo en todas partes, en Venezuela y en los EUA. Con miedo, no puede haber civilización ni contrapesos, y menos el orden liberal.

En eso está la importancia de participar desde Venezuela. La oposición que está adentro debe darse su tiempo para pensar qué hará. Debe hacer su encerrona para meditar tranquila y definir su estrategia frente a los grandes asuntos externos y domésticos. Por ejemplo, viene la reforma a la constitucional ¿Se va a abordar otra vez con el “coco” de lo comunal y el comunismo? No creo que eso será eficaz ahora. La oposición tiene que bajar el uso de los instintos, de las rutinas, y de los hábitos, e innovar y explorar más.

Los sectores que quieren participar y están adentro -y dan la cara, que es positivo- pueden reunirse. Hoy están separados. Rosales dice una cosa por su lado, Capriles está en otra parte, Caleca desde su “Little London”, el MPV por su parte, UNT en lo suyo, y así con otras personas y grupos. Cada uno en lo suyo. Pudieran reunirse no con ánimo de un movimiento -que sería lo ideal, pero no lo veo viable en la actualidad- pero por lo menos encontrarse para hablar, para analizar, para pensar, para evaluar. Y después se verá qué pasa. Una encerrona inicial.

Parte de la inercia de Venezuela es que no se innova ni en los análisis, menos en las estrategias o pensamientos, sino es repetir de manera automática un guion y más nada. Como una flojera existencial. Hay que sacudirse la modorra existencial. La oposición dentro de Venezuela debe darse su tiempo. Hoy lo puede hacer porque es una oposición irrelevante. En un mundo que cambia de manera dramática es una fortaleza porque no ser importante le permite pensar sobre su momento. Hoy hay que pensar mucho, sin apuro, y pensar bien. Es lo menos que se puede ofrecer en un orden mundial que cambia y será otro, que todavía no sabemos cómo será, y que influirá a Venezuela aunque el Dombass suene lejos, como grupo musical o el nombre de una bebida.



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