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La Lupa

La política contestataria, cacofónica y egocéntrica no le sirve a la oposición

La política contestataria, agitada, instantánea, cacofónica y egocéntrica hoy no le sirve a los intereses de la oposición, todo lo contrario, fortalece al adversario. Este comportamiento espanta cualquier posibilidad de unión y avance en el terreno de los consensos. Sucumbir a la inmediatez solo le ha traído problemas a los actores políticos que enfrentan al oficialismo, la comunicación de gradas, el megáfono digital se centra en la atención y no en lo necesario. La tiranía de los cinco segundos debilita la política, siembra miedos, aleja y confunde a la gente

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Caracas.- La efervescencia natural de las campañas electorales produce gran atención de los medios de comunicación. También en los ciudadanos que observan con expectativa el desarrollo de sus candidatos y su posicionamiento frente a los adversarios. Es un período de mucha actividad discursiva, comunicacional y de exposición, en la que la estrategia, la organización, el asesoramiento técnico, la moderación y gestión emocional son indispensables para poder llegar hasta el final. 

En una contienda electoral, el enfrentamiento mediático es una consecuencia natural del intercambio de las ideas. Las diferencias y las coincidencias le dan movimiento a la política, ayudan a fortalecer las posiciones, dan a conocer la estructura mental y propuesta política del candidato. El debate es un ejercicio democrático, sano, necesario y productivo. Los desacuerdos públicos le permiten a la ciudadanía atender y conversar de cerca los temas de la agenda.

La oposición venezolana, o al menos el lado más radical de ella, necesita comprender que cualquier proceso de cambio político que eventualmente se gestione en el país por la vía electoral, necesitará de la mayor suma de consensos posibles con el resto del ecosistema político. Estos acercamientos deben estar fundamentados en el reconocimiento y sobre todo en la búsqueda de una política más racional, más inclusiva y menos improvisada. 

Lo estratégico debe estar por encima del entretenimiento político. La oposición necesita construir y mejorar su comunicación y lenguaje, atender esta falla de origen. En un contexto como este, de esperanza y agotamiento, de expectativa y desilusión, las percepciones en cuanto al liderazgo deben ser reconstruidas a partir de un acercamiento honesto entre todos los actores. La política iracunda tiene cansada a la gente.

El like está ganando la batalla al Think, diría Antoni Gutiérrez Rubí “La paronomasia afecto (like) y efecto (think) explican muy bien la gran metáfora de nuestra contemporaneidad: una sola letra cambia el sentido total de las palabras”.

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La ciudadanía venezolana cansada de promesas y violencia política necesita de una oposición más desacelerada y menos epidérmica. Una que sepa ponderar el impacto de las palabras. 

Producir emociones en una sociedad como la venezolana no es una tarea sencilla pero tampoco es un imposible. Quienes aspiran movilizar el voto, necesitan entender las sensibilidades sociales, el momento, la conversación, las identidades, las preferencias, el metro cuadrado de la gente. Ya no basta con proclamar las ideas políticas, llegó el momento de experimentarlas.

La política contestataria, agitada, instantánea, cacofónica y egocéntrica hoy no le sirve a los intereses de la oposición, todo lo contrario, fortalece al adversario. Este comportamiento espanta cualquier posibilidad de unión y avance en el terreno de los consensos. Sucumbir a la inmediatez solo le ha traído problemas a los actores políticos que enfrentan al oficialismo, la comunicación de gradas, el megáfono digital se centra en la atención y no en lo necesario. La tiranía de los cinco segundos debilita la política, siembra miedos, aleja y confunde a la gente.

La reactividad debilita a la política, genera más frustración, desafección, cansancio, descredito. No está en sintonía con la ilusión de cambio que se debe instalar. Para llegar al corazón de los votantes se necesita un nuevo mindset, un proceso de humanización e innovación capaz de comprender que la política va más allá de tuitear y “tener la razón”. 

La oposición necesita construir un nuevo marco de interpretación política para abordar comunicacionalmente a una población más ocupada, escéptica y ansiosa. La apuesta por la reactividad vociferante es un camino sin retorno lleno de enemigos y no de adversarios. Pensar que la beligerancia acerca al poder solo demuestra ignorancia, incapacidad para gobernar a un país lleno de resentimiento, desigualdades y profundas diferencias. 

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