Caracas.- Ya nada sorprende. Ni siquiera el colmo del cinismo que contienen las llamadas «Guías Pedagógicas» que el Ministerio de Educación ha publicado en el diario oficialista Últimas Noticias para, supuestamente, ayudar a los padres en la dura tarea de convertirse en maestros de sus hijos mientras dure la pandemia.
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Basta hacer click en la oferta educativa («Descarga aquí las guías pedagógicas del Ministerio de Educación»), para que aparezcan solamente dos guías con un slogan de lo más bonito: cada familia una escuela. Materiales que deberían servir para cubrir el año escolar al ritmo de una guía por semana. Pero qué va. El Ministerio solo ha publicado dos guías, una para cubrir la semana del 21 al 25 de septiembre y la segunda, del 28 de septiembre al 2 de octubre. Es decir, que en el ministerio se han saltado ya seis semanas dejando a los supuestos usuarios a la buena de Dios. Sin contar que- pequeño detalle-, la guía solo se consigue vía Internet en un país donde la luz ha pasado a ser un servicio intermitente, posee el Internet más lento del planeta y a nadie en el ministerio se le ocurrió pensar que los niños que poseen una computadora en su casa son una infinita minoría en el universo estudiantil local.
Pero aún así lanzaron sus dos guías de tres páginas cada una y sin disimulo alguno sobre el uso demagógico del asunto, la portada de la primera Guía Pedagógica fue adornada con una foto a todo color de Nicolás Maduro abrazado y querido por niños, niñas, maestras y maestros, sin ninguna justificación por decir lo menos. Porque mientras Maduro sonríe dichoso, como si mereciera todas esas muestras de afecto, los maestros padecen de salarios miserables y las escuelas de todo el país han sufrido la misma «pandemia chavista» que las ha dejado en la carraplana. Pero Maduro sonríe como si durante su administración hubiese construido escuelas magníficas y por ello los niños lo abrazan felices. Sonríe como si hubiese dotado a las escuelas de comedores gratuitos y tratado al magisterio con el respeto debido, con goce de salarios dignos, equivalente a la importancia del trabajo que realizan.
Y el asunto es peor porque basta con leer el material que ofrece el ministerio para concluir en venezolano clásico que esas guías han sido elaboradas para que padres y alumnos le den «un mateo» a las clases. Por ejemplo, algunas materias como pedagogía productiva tratan de inculcar en los niños la importancia de los conucos y los invitan a «realizar creaciones artísticas partiendo de colores naturales, creados en casa con vegetales y la borra del café»- como si en todas las casas hubiese vegetales y café-, y a ubicar en sus casas sitios para sembrar y las herramientas necesarias para ello.
En Lenguaje, Cultura y Recreación, vuelve el ministerio a ignorar la realidad y le pide a los padres que busquen objetos para jugar con los hijos, gatear y cantar juntos, así como «Observar en el hogar qué objetos tienen formas geométricas y describirlas en una hoja en blanco», como si los padres no tuviesen más nada que hacer. Como si no hubieses colas para poner gasolina, buscar la bombona de gas o la leña y en la casa de todos los venezolanos hubiese creyones y papeles en blanco (cuando el precio de una resma multiplica por cien el salario mínimo de cualquier venezolano) y en las casas hubiese la alegría necesaria para gatear y jugar y cantar con los pequeños.
Una piratería educativa, una trompetilla a la enseñanza, a padres y maestros lanzada desde el poder son estas dichosas guías del Ministerio de Educación. Quizás por eso escogieron la figura de Nicolás Maduro para portada de semejante idea.
