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La Lupa

Ni un fracaso más

La tragedia venezolana tiene múltiples dimensiones y un denominador común: la progresiva consolidación de un régimen autoritario. Impedir que se consolide, hacerlo retroceder, confrontarlo en cada esfera de la vida social y derrotarlo políticamente hasta desalojarlo del poder, es la misión impostergable de quienes sabemos que la nación está en peligro de muerte mientras la cáfila indolente se mantenga en el gobierno

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Caracas / Foto Portada: cortesía.- El 80% de los venezolanos está consciente del desastre y de sus responsables, lo confirman todos los estudios que pulsan la opinión de los ciudadanos; sin embargo, no todos, es más, la gran mayoría, no encuentra, no vislumbra, no conoce el camino de la redención. “La salida” es hoy, para tantos compatriotas, literalmente, salir del país, lamentablemente.

Desde la agonía urge el nacimiento de respuestas, de caminos, de “luces”, como pedía dos siglos atrás el Libertador, que permitan vencer también la desesperanza, la desilusión, la anomia de los venezolanos.

Si la actual dirigencia política de la oposición no logra conducir, “alumbrar”, la salida de este agobiante laberinto, no merecerá nada más que la indiferencia y el desdén de la sociedad. O logra convencer y entusiasmar, o será apartada y superada en los hechos por quien o quienes logren hacerlo, aun cuando se corra el peligro de un salto hacia el abismo.

Y es una tarea inmediata. No hay cabida para una “oposición 2030”, aquella que juega a la calma chicha que espera un milagro que nunca llegará. Tampoco es tiempo de aventuras y atajos que solo existen en la mente de improvisados diletantes.

Es el tiempo de madurez, de la generosidad personal y política que conduzca a la conformación de una gran coalición nacional para el cambio. Una coalición (“Unión transitoria de personas, grupos políticos o países con un interés determinado”, como la define el DLE) alrededor de un programa mínimo elaborado alrededor del objetivo superior de la democratización del país, para poder derrotar la pobreza atroz en la que se encuentran la mayoría de los venezolanos. Una coalición que incluya a los partidos, pero que vaya mucho más allá de los partidos: los sindicatos, los gremios, los colegios profesionales, las ONG, las asociaciones de vecinos, los dirigentes y activistas comunales; los empresarios conscientes de la industria, la agricultura, el comercio y la banca; los sectores nacionalistas y dignos de nuestra FAN, que existen y son mucho más numerosos de lo que aparenta; todos, todo el país, sin mezquindades ni pequeñeces; entendiendo que nos salvamos todos, o desapareceremos todos en la ciénaga interminable del totalitarismo que quieren instalar los mandones.

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Por supuesto que para generar un ambiente que propicie una movilización de tal envergadura, la claridad y la voluntad de los dirigentes políticos serán determinantes. El dicho popular dice que quien puede lo más puede lo menos, si invertimos los términos, pudiéramos concluir también que quien no puede lo menos, no podrá con lo más. Ningún dirigente político que sea incapaz de unificar, por lo menos, a la gran mayoría del espectro opositor organizado, será capaz de unificar al país para salir de la tragedia. Por eso aquí, ahora, en esta coyuntura, se está poniendo a prueba la solvencia y la idoneidad de cada político y de cada opción política que se le plantea al país. Ojo avizor, escrutinio implacable, mirada crítica ante cada movimiento, porque Venezuela no soporta una improvisación más, una aventura irresponsable más, un nuevo fracaso. Amén.



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