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"No se puede minar": Maduro volvió a hacer el ridículo con el Petro en cadena nacional

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Caracas.- El Petro es una criptmoneda, decían. Y habrá granjas para minarla. Desde que en el mundo se utilizan las criptomonedas -o más específicamente, criptoactivos-, el chiste central estriba en la no regulación de ningún organismo gubernamental. Pero a juzgar por las declaraciones de Nicolás Maduro este lunes, el petro no resultó ser ni una cosa, ni la otra, sino todo lo contrario.

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Todo había arrancado muy mal cuando designaron como superintendente de criptomonedas a Carlos Vargas. No duró más de seis meses en el cargo y fue reemplazado por Joselit Ramírez el 21 de junio. Para ese entonces, el economista Víctor Alvarez, quien fue ministro de Hugo Chávez y sabe cómo funcionan las cosas en la cúpula del poder, explicó -según cita de El Nacional- que la salida de Vargas se debió a que "no se cumplieron los objetivos, metas y expectativas de obtener 5 millardos de dólares del Petro, materia que desapareció prácticamente del discurso oficial". 

Y este lunes, en cadena nacional de radio y televisión a propósito del lanzamiento del Petro como “moneda de curso legal y unidad de cuenta” (sic) en Venezuela, el presidente de la República volvió a demostrarle al país que no sabe exactamente qué es lo que quiere, pues en su alocución, expresó que el Petro “está respaldado en las reservas de petróleo” y que por tanto, no puede ser minado. Es decir, de nada sirvió la parafernalia de las granjas de minado con el plan "chamba juvenil", algo que vendieron como la gran revolución tecnológica:

“He ordenado crear un modelo para las granjas populares, juveniles, las granjas de criptmonedas. Tengo ya el formato del Petro Container, llamado así, que son equipos que nos va a permitir llevar a universidades, liceos, consejos comunales y a las cajas de ahorro de los trabajadores”, dijo Maduro el 31 de enero, según cita de El Mundo.

Entre otras barbaridades, Maduro también se atrevió a decir que el Petro podría ser utilizado para transar bienes inmuebles y boletos aéreos nacionales, además del pago de servicios de hotelería.

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No sabe Maduro que para que una cosa de tal magnitud ocurra, en primera instancia, el medio de pago debe ser reconocido y aceptado nacional e internacionalmente. Hasta donde se tiene conocimiento -tal como señaló el profesor Steve Hanke hace algunas semanas- "el petro es un fraude que nadie compra ni vende", pues como ya es bien sabido, lo último que puede generar el Gobierno en este momento es confianza. Y en segundo término, desconoce el presidente que los criptoactivos, hasta ahora, no han podido sustituir al dinero fiduciario como unidad de cuenta pues su volatilidad es elevada, algo que puede ser demostrado fácilmente con evaluar el desempeño en el mercado de, por ejemplo, el Bitcoin.

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Y la confianza es, precisamente, uno de los factores determinantes en oferentes y demandantes para la ejecución de cualquier transacción en el mercado. De allí que nadie puede tener confianza en un Gobierno que ha fracasado estrepitosamente en el pago de la deuda externa (la República y Pdvsa entraron en default); que ha reducido en un 50% la producción de la principal industria petrolera; que ha prometido un centenar de veces el libre cambio del dólar y su flotación limpia; que se ha visto salpicado por terribles casos de corrupción desde los tiempos de Hugo Chávez, y que además, su jefe político acude a la Organización de las Naciones Unidas para decirle al mundo que en Venezuela no hay éxodo masivo por la severa crisis económica que azota al país.

De manera tal que Maduro volvió a hacer el ridículo. No hay dictador en la historia de la humanidad que no se vea tentado a cometer desaguisados de cualquier índole, al extremo de la náusea. Pero ahí sigue Maduro, con desparpajo y la mayor impunidad, desgraciando la vida de millones de venezolanos sin que la oposición ni la comunidad internacional -ambos bloques divididos y sin hoja de ruta clara- hayan podido hacer absolutamente nada para evitarlo.



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