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“Niños lloraban y él disparaba”: Dos sobrevivientes hablan sobre la matanza en Texas

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Caracas, 7 de noviembre/El País.- Joaquín Ramírez salió vivo del foso de los horrores. Recuerda al asesino entrando en la iglesia, "muy enojado", gritando: "¡Van a morir todos, hijos de puta!".

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Mexicano de 50 años, Ramírez había regresado el lunes a su casa con su esposa Rosana Solís, de 57. Él había recibido un balazo en un pie, pero la situación de ella era más cruda. Cuando Devin P. Kelley estaba regando toda la iglesia de plomo con su fusil semiautomático, Rosana estaba en el suelo bocabajo. Las balas rebotaban en el piso a centímetros de su cabeza. Notó que un hombro le sangraba. Un proyectil le había entrado por ahí abriéndole en la carne un boquete que enseña en una foto de su celular.

Tres días después de la matanza de la iglesia de Sutherland Springs, en Texas, 10 víctimas siguen en estado crítico. Hasta ahora las víctimas mortales son 26, con edades entre los 77 años y los 17 meses. Al menos una docena de menores perdieron la vida en la capilla del pueblo.

Ramírez dice que el asesino Kelley, de 26 años, vestido con ropa oscura de combate y con una máscara de calavera, no quiso dejar un niño con vida. Varios pequeños se escondieron bajo un banco. El atacante enloquecido fue hacia ellos y, según el relato del superviviente, apuntó con su fusil de asalto hacia el banco desde arriba y le soltó una ráfaga para acribillar a los pequeños.

"Daba lástima ver cómo mataba a los niños", dice Ramírez, sentado en el sofá de su hoga. "Primero mató a la gente que estaba a la entrada de la iglesia. También mató a la hermana que estaba hablando de Dios. No recuerdo cómo se llamaba ella. La agarró así a quemarropa y tá-tá-tá-tá-tá. Los niños lloraban y el asesino se acercaba y les tiraba. Luego se fue a mano derecha de la iglesia contra todos los hermanos que estaban en ese lado y tá-tá-tá-tá-tá-tá, muertos todos. El esposo de otra hermana vio a su mujer muerta e intentó salir corriendo, pero antes de que llegara a la puerta lo alcanzó con las balas y quedó allí. Yo estaba a mano izquierda con mi mujer. Nosotros nos echamos al suelo. Solo pensábamos que íbamos a morir", contó Ramírez.

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Para leer el exto completo publicado originalmente por El País, haga click aquí.



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