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“Palo porque bogas y palo porque no bogas”: El Papa en Cuba, por María Paulina Camejo

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María Paulina Camejo. - Por supuesto que hubiera sido motivo de celebración ver al papa Francisco, con su acento argentino y una sonrisa de suficiencia decir “no es un secreto para nadie que los Castro han metido la pata hasta el fondo, llevando este país a la ruina”.

Para, seguidamente, ver cómo el camarógrafo enfoca su lente en la malhumorada cara de Raúl Castro. Pero un papa nunca hablará de esa manera y, en el fondo, hubiera sido decepcionante ver tan mundano comportamiento por parte del vicario de Cristo en la Tierra.

Se ha criticado mucho la, vamos a llamarla, suavidad con la que el sumo pontífice trató el tema cubano, así como su reunión con Fidel Castro y el hecho de que se haya aparecido con regalos para el dictador. De acuerdo a la doctrina católica, el papa, así como todos los cristianos, tiene la labor de llevar el Evangelio a todos los confines de la Tierra. Sin embargo, como respeta ese don dado por Dios, que es la libertad, sabe que no debe imponer el Evangelio y, como seguramente es muy inteligente, entiende que, de tratar de imponer el Evangelio, no estaría sino perdiendo el tiempo.

Como dijo Dale Carnegie, “aquel que cambia de opinión contra su voluntad, sigue siendo de la misma opinión”. Si el papa hubiera lanzado una crítica tan directa, habría echado para atrás el trabajo que desde 1998 comenzó Juan Pablo II al visitar la isla y que continuó Benedicto XVI en el año 2012. Y, aún así,Francisco fue bastante contundente en ciertos momentos de su discurso en el aeropuerto José Martí.

Un ejemplo es que, al referirse al proceso de normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, lo definió como “un signo de la victoria cultural del diálogo, del ‘sistema del acrecentamiento universal por sobre el sistema, muerto para siempre, de dinastías y de grupos’”, citando así al poeta cubano José Martí que, si no fuera considerado por los hermanos Castro como un prócer y orgullo cubano, es de imaginarse que el nombre del aeropuerto habría sido cambiado hace décadas. Es decir, está tomando elementos con los que los Castro se sienten identificados, y hasta admiran, para hacerles llegar la Palabra, con prudencia y discreción.

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Y esto mismo ocurre con los regalos que el papa Francisco obsequió a Fidel Castro (sigue vivo el hombre), que no fueron sino un libro y dos discos con sermones del padre jesuita Armando Llorente, quien habría sido profesor de Fidel Castro cuando este cursaba sus años colegiales. Este, ya fallecido, padre Llorente representa un enlace muy fuerte entre Fidel Castro y la Iglesia Católica. El papa no está sino aprovechando que existe un miembro de la Iglesia a quien el ex dictador estima para así comunicarle el Evangelio. Y esto no es solo el papa Francisco, la Iglesia, desde los tiempos de san Pablo, se ha valido de este método para evangelizar.

San Pablo no llegó a Atenas diciendo “epa, epa, me tumban todos esos templos dedicados a Atenea y demás deidades inexistentes, que aquí llegué yo, el portador de la Verdad, el que sí sabe”. Lo hubieran echado al instante. ¿Qué hizo san Pablo? Tras observar la ciudad, vio que, entre los templos dedicados a los distintos dioses griegos, había un templo dedicado al “dios desconocido”. Entonces, al momento de comenzar su labor predicadora a los atenienses, San Pablo dijo “aquí vengo a hablarles del Dios desconocido”.

Así, poco a poco, se cristianizó Atenas y se dejó de adorar a los entretenidos, pero efectivamente inexistentes, dioses griegos. Lo mismo ha hecho el papa Francisco al traer a colación a José Martí y a un sacerdote a quien Fidel recuerde con, supongo, cariño y respeto.

Ahora, volviendo a la frase de Martí que citó el papa, al decir “el sistema, muerto para siempre, de dinastías” lanzó una crítica bastante directa. También, al querer hacer llegar su saludo “a todas aquellas personas que, por diversos motivos, no podré encontrar y a todos los cubanos dispersos por el mundo”, uno podría interpretar que está haciendo alusión a los presos políticos y a los exiliados.

No recuerdo que la visita del papa Benedicto XVI haya sido víctima de tantas críticas. Quizá esto se deba al hecho de que este papa se ha convertido en una especie de celebridad, que se ha ganado el cariño, no solo de los católicos devotos, sino de aquellos a quienes la religión les da igual, así como de ateos y de seguidores de otras religiones y, por esto, le exigimos más. Recordando el discurso de Benedicto XVI, este dijo, refiriéndose a las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, que existía ahora un “espíritu de mayor confianza pero hay muchos aspectos en los que se debe avanzar” y también invitó a Cuba a “renovar y ensanchar sus horizontes”. Es una crítica pero, si es por eso, la de Francisco fue más fuerte.

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Por supuesto, nadie está exento de cometer errores… el papa es humano y, como tal, se equivoca.

Si desean leer la historia de san Pablo en Atenas pueden ir a la Biblia y buscar Hechos 17:22

 



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