Connect with us

La Lupa

Salida de Guaidó: cálculo político para relanzar una carrera que muere

No se puede criticar la decisión de Juan Guaidó de irse de Venezuela. De haber sido detenido, hubiera sido un chivo expiatorio para el gobierno y para la oposición que antes lo aplaudió. La política que se hace en Venezuela no vale ese sacrificio. Sin embargo, Guaidó fue la cabeza de una estrategia que fracasó. No “fracasamos todos” como se dice, sino un sector de la oposición. Mi análisis sobre la salida de Guaidó es que fue un cálculo y operación política para darle un nuevo aire a su carrera venida a menos. Con el fracaso de la “presión y el quiebre”, su carrera política estaba en declive. No ganaría las primarias. Vio la oportunidad con la conferencia sobre Venezuela para agarrar un aire. Con un comunicado en la víspera que se convirtió en un incidente con el gobierno de Colombia por su salida de ese país, Guaidó tomó un impulso. La gran pregunta es si los EUA darán un nuevo chance a una estrategia que fracasa desde 2013. Su suerte está en manos del Norte. En Venezuela, la carrera política de Guaidó moría. Fuera de Venezuela, agarró vida

Foto del avatar

Publicado

/

Caracas. Escribir este artículo no fue fácil. Me tuve que salir de la línea que desarrollaba: las negociaciones entre el gobierno y la oposición.

Lea también: "La Cumbre de Bogotá comienza con dos misiles en el ala"

El lunes pasado, escribí sobre la visita de Fernando Blasi a congresistas de los EUA para hablar acerca de las sanciones. Mi idea era que el artículo de hoy fuera sobre la conferencia de Venezuela organizada por el gobierno de Petro y que se hizo el 25 de abril. Y el lunes que viene, cerrar con un “estudio de caso” sobre el acuerdo de paz de Irlanda del Norte que cumplió 25 años, para examinar si algo así es posible en Venezuela. La coyuntura me obligó a salirme de este plan. Pasó un hecho muy importante: la salida de Juan Guaidó de Venezuela, quien llegó a Bogotá y de esta ciudad voló a Miami en donde se encuentra. Su nos ida sorprendió a todos. Pasada la sorpresa, viene el análisis del por qué partió.

A Guaidó le tocó pagar la factura de una estrategia de la que fue la cabeza más visible a partir de 2019 junto al antiguo G4, aunque la casi totalidad de la oposición la apoyó y todavía algunos la respaldan a pesar de su fracaso: la estrategia de la “presión y el quiebre”.

No me alegro por el desenlace con respecto al dirigente de VP ni por su situación y la de su familia. Honestamente tampoco veía que podía ser de otra forma, dada la naturaleza de la estrategia seguida. Es una de esas situaciones desgarradores en lo humano que se dan en la política. Tipo “vencer o morir”. No hay “puntos intermedios”.

Este artículo no será para juzgar a Guaidó, pero tampoco para el hipócrita, “no te puede gustar Guaidó, pero…” o “Guaidó no es santo de mi devoción, pero…” que ahora no pocos escriben en tuiter para separarse de una estrategia que apoyaron y de la que hoy se desentienden, como siempre. Otra vez constamos la veracidad del famoso dicho, “La victoria tiene mil padres, la derrota es huérfana”.

Advertisement

Algo así sucedió con el golpe contra Chávez en 2002. Después que fracasó, los que aplaudieron a rabiar afirmaron que rechazaron el decreto de cierre de los poderes. Todo el mundo fue a golpear la mesa del escritorio de Carmona en protesta por el decreto. Igual con el paro de diciembre de ese año. Ahora nadie estuvo de acuerdo con ese boicot. De hecho, “técnicamente” el paro se mantiene. Oficialmente no fue levantado. La celebrada “viveza criolla” en una de sus mejores actuaciones.

Pero así es Venezuela. El país de las elites felices, las que juegan de manera permanente a un 19 de abril de 1810: en la eterna búsqueda de un momento fundacional para continuar con la Independencia número ya perdí la cuenta.

Quienes desde 2013 criticamos de manera honesta la estrategia insurreccional que se impuso en la oposición y desde 2019 lo hicimos con la versión de “la presión y el quiebre”, nos hemos ganado nuestra legitimidad para criticar o escribir un artículo como este. Al menos para nosotros mismos sin reparo al chantaje del grupo que ayer apoyó al dirigente de VP. Tampoco al chantaje de los comisarios políticos o el chantaje emocional de artículos tipo Sumito o Ibéyise con el guion de siempre: “todos nos equivocamos” porque “todas las estrategias han fracasado (y conste que voté)” (ahora nadie llamó a la abstención). Para seguir con el caliche, falta la pluma de otro famoso con una nueva y latosa “carta abierta” a “Leopoldo, Juan, María Corina, Henrique”, en el tono de “panitas” o de los “bro” de la vida.

No. “No nos equivocamos” todos. Se equivocó un grupo de la oposición –entre los que están Estévez y Pacheco- y las cuentas de su fracaso sí nos va a llegar a todos –ya nos llega- y todos tendremos que trabajar para corregir y superar el inmenso yerro político dejado por esa estrategia. La “Venezuela de nos equivocamos todos” y “aquí no ha pasado nada” de nuestras felices elites se acabó. Afortunadamente.

No me alegro con la mala fortuna que hoy vive el diputado de VP junto a su familia, pero no puedo parecerme al sector que hoy pide generosidad, pero no la tuvo cuando vivió en las mieles del poder, de la popularidad, y de los famosos “60 países”.

Advertisement

Solo recordar cómo se comportó durante las elecciones de 2018. Tan sencillo que era haber dejado al pueblo opositor la libertad de conciencia para decidir votar o no, y haber llamado a la abstención si era su gusto, pero dejar que la gente decidiera. Pero se impuso con amenazas y descalificaciones, sus dos herramientas favoritas para controlar a la oposición hasta que se agotaron en 2021. Todo para terminar, como dijo Guaidó en su rueda de prensa del 27-4-23, con un llamado a votar “así sea en el escenario Nicaragua” (que será el nuevo “mantra” de la oposición de la “presión y el quiebre”).

También se recuerda a sus infames comisarios políticos de redes sociales –algunos muy famosos y prestigiosos con sus “caras de pendejos bien administradas”- con la misión de descalificar, señalar, y estigmatizar a personas que cuestionaran la estrategia que forzaron y se hundió.

Así que no hay burla, “fiesta”, o nada parecido. Lo que hay es dolor y el vacío producto de una estrategia cuyo fracaso nos arrastró a todos en la oposición. Una estrategia que se impuso en mala hora con el silencio de no pocos que hoy, para usar la expresión de Guzmán Blanco, “están empezando a cantar como gallos” cuando ya pasó la hora para hablar.

Con la salida de Guaidó muchos salen de la cómoda burbuja de la resistencia. Muchos conciencian que Venezuela es –de nuevo con Guzmán Blanco- un “cuero seco”. Sí, nuestro país un trapiche que traga gente, vidas, generaciones, proyectos. De aquí su violencia estructural. Que hacer política en un sistema autoritario va más allá de unos libros mal leídos y peor aplicados sobre transiciones. Que la cosa es seria de verdad, verdad.

Mi artículo analizará por qué Guaidó va a Colombia y, de aquí, rumbo a los Estados Unidos, y cuáles efectos puede tener su ausencia dentro de la oposición venezolana o cómo la puede configurar.

Advertisement

Fijo mi posición de entrada. La presencia de Guaidó en Colombia buscó crear ruido para la conferencia sobre Venezuela. Lo logró. Alcanzó algo que no había tenido desde hace tiempo: ser el centro de la conversación.

Las conclusiones de la conferencia no son malas, pero fueron modestas. No fracasó, pero tampoco fue un éxito. Sobre la conferencia, vendrá mi próximo artículo para El Cooperante.

No sé si el clima creado por la llegada y salida de Guaidó o el anuncio de Petro ese día sobre un cambio total en su gabinete, influyeron en el resultado de la conferencia. La acción de Guaidó opacó la conferencia. Es un hecho. Punto a su favor. Cuestionable para mí, pero punto a su favor dentro de la estrategia de “la presión y el quiebre” y tratar de levantar su caída imagen. Todos hablan de Guaidó y le tiran piedras a la conferencia. Guaidó volvió a los medios internacionales y recibió algún apoyo de congresistas de los EUA.

En mi análisis vuelvo a separarme de los “grandes y celebrados consensos” del “análisis mainstream opositor” para explicar la ida del diputado por La Guaira.

El análisis tiene dos caras en dos tiempos: antes y después de una entrevista que Guaidó dio a la agencia AP y de su rueda de prensa de fecha 27-4-23 ¿Por qué? Porque a partir de lo que Guaidó dijo a AP y en su rueda de prensa, pude comprender más la lógica de su jugada política.

Advertisement

La salida del dirigente de VP no hay que verla fuera de su contexto. Forma parte de un proceso que vive la oposición en la actualidad: se cerró otro ciclo de la política insurreccional que es la que ha dominado a la oposición más tiempo porque viene desde que las elites y Chávez rompieron en 2001 a causa de las famosas “49 leyes”. No sé si más adelante vendrá otro –es la apuesta de no pocos para 2024- pero hoy no parece posible. Finalizó la hegemonía de la “presión y el quiebre” que se impuso en la oposición desde las municipales de 2013.

El proceso de reacomodo de fuerzas políticas dentro de la oposición comenzó en 2020 de manera tímida –cuando se expresaron de manera pública críticas al interinato, principalmente de PJ- y agarró dinamismo cuando el interinato fue cesado en diciembre de 2022. En sencillo, el eje de la política pasa del sector de la “presión y el quiebre” al grupo que considera debe participar en elecciones para ganarle al gobierno.

La salida de Guaidó es la señal más diáfana de este cambio porque viene del partido del antiguo G4 que fue el epicentro de la estrategia de la “presión y el quiebre”: Voluntad Popular. El eje pasa de este partido al G3, del que todavía no puedo decir que posea la hegemonía dentro de la oposición. Simplemente, el sector de la insurrección se desmoronó, pero la hegemonía se define. Volveré con esto cuando introduzca la entrevista de AP y la rueda de prensa de Guaidó.

Con las diferencias del caso, dentro de la oposición sucede algo como pasó en la izquierda cuando la lucha armada fracasó. El PCV se dividió. Un grupo se mantuvo en la tesis original de la insurrección –también esperó al “quiebre” durante AD-Copei, pero lo que llegó fue los intentos de golpe de 1992- del que viene la izquierda que se alió con Chávez. Otro sector del PCV entró en las reglas de Puntofijo. La fundación del MAS por ejemplo.

Por supuesto, no estamos en 1970. El chavismo rechaza el pluralismo y la alternancia, quiere ser hegemónico. No quiere alternancia sino sucesión. Es la diferencia con Puntofijo. El reacomodo de la oposición hoy se da dentro de un sistema autoritario que busca ser eterno.

Advertisement

La segunda cara del análisis es la estancia de Guaidó en Colombia. Como escribí, mi hipótesis original es que Guaidó fue a crear ruido a la conferencia como parte del sector de la “presión y el quiebre”, el que buscó el fracaso de la conferencia.

Esta hipótesis por el incidente que se generó con la estancia de Guaidó en el vecino país. El canciller de Colombia expresó que Guaidó no había sido invitado a la conferencia y que entró de manera incorrecta al país. Deslizó que podía ser deportado o capturado al decir que “si no aparece, corre riesgo”.

La declaración del canciller trajo una reacción muy adversa en redes sociales y fue todo un debate. En la tarde del 24 de abril, Guaidó partió en un vuelo hacia los Estados Unidos. Señaló que salió de Colombia ante las “amenazas” recibidas desde el gobierno de Maduro.

El 25-4-23 Petro tuiteó sobre el incidente con Guaidó. Escribió que éste no entró de manera legal a Colombia. Que, de haberlo hecho, se le hubiera concedido el asilo. Petro pensó –es mi conjetura- que el propósito de Guaidó era perturbar la realización de la conferencia. El canciller Leyva opinó igual y destacó que los EUA ayudaron a localizar a Guaidó en Colombia e igualmente le compraron el pasaje para viajar a los EUA.

No se discute la decisión de Guaidó de irse de Venezuela. En sus zapatos es la decisión correcta. No sé que hubiera hecho en su caso. Como dice Aron al citar a Weber “¿qué haría usted si estuviera en el gabinete?”. Esta cita me acompaña siempre y me oriente en mis asesorías para evitar pontificar y enviar a otros al peligro mientras quedo como un héroe. Aún con esto, me cuesta ponerme en los zapatos de Guaidó. Por una sencilla razón: no hubiese adoptado la estrategia de la “presión y el quiebre”. Me cuesta proyectarme en algo que no hubiera hecho.

Advertisement

Lo más cerca que he estado en una situación como la de Guaidó fue cuando la prohibición de salida que me dictaron en octubre de 2016 (creo ya se revocó) y una visita –seguro por error- a mi residencia de una cosa que llaman “DGCIM” en mayo de 2018 (por cierto, dañaron unas puertas y no se responsabilizaron). Ya que hablo de VP, aprovecho para decir que en este episodio, la diputada Adriana Pichardo siguió el caso y mantuvimos comunicación. Se lo agradezco.

En ese entonces y en ambas situaciones, me aconsejaron evaluar salir del país o, al menos, no quedarme en mi casa para dormir. Mi reacción en ese momento fue no hacer caso a ninguna de las dos. Me acordé de una anécdota de Mario Soares cuando la “Revolución de los claveles” en Portugal, amenazado con ser detenido. El dirigente socialista no se fue, para decirlo en criollo, porque “quien no la debe, no la teme”. Me acogí a esa lógica y me tragué el miedo. Especialmente cuando me asaltaba en la madrugada, que me entraba como un pánico y me provocaba salir corriendo, tanto en 2016 como en 2018.

El año 2016 fue uno de brutal escasez. Recuerdo que por ese miedo –es lo que creo- me dio algo como un “ataque de pánico” en una inmensa cola para entrar al Central Madeirense bañada de un sofocante calor como el de hoy. Sentía que me desvanecía entre cientos de personas que esperábamos para entrar y luchar por lo que viniera en la famosa “paleta” que decidía nuestra suerte alimenticia. Nunca me había sentido tan mal ni tan vulnerable como en ese momento.

Cuando la prohibición de salida en 2016, un buen amigo me llamó para ofrecerme un equipo de abogados para mi defensa en lo que parecía sería un juicio. Le agradecí mucho y le dije que “vamos a ver cómo evoluciona la situación” (una manera “polite” para decir no).

Mi lógica en ese entonces fue doble. Una, si aceptaba, no sería ser consecuente con los otros a los que les dictaron prohibición de salida del país (fuimos 4 o 6), “salvaba mi pellejo”. Dos, no comunicaría un buen mensaje. Hubiera reforzado el estereotipo –y prejuicios- sobre los asesores e “intelectuales” –como nos llaman- y “pobrecito Ricardo, en sus clases, en sus libros, y le pasó esto, está asustado y buscó abogados, pobrecito”. Más cuando las reacciones en tuiter fue ver mi prohibición como un “daño colateral” –Ricardo no es político, luego, es un “daño colateral”- no podía aceptar que me vieran como un “daño colateral” o una “casualty”, como alguien que no tiene una historia y “pobrecito” -el Schadenfreude que encanta en Venezuela, oculto en mensajes de solidaridad- pero no me vi así porque estaba consciente de los riesgos en un sistema autoritario como es el chavismo, con Chávez y Maduro.

Advertisement

Esas fueron mis reacciones en 2016 y 2018 en “casos reales” y no “simulacros” o “escenarios”. Por supuesto, mi experiencia es una anécdota frente a lo que Guaidó y su familia vivieron como represión del Estado. Mi relato no es para comparar -no hay nada que comparar- sino para contar cuál fue mi respuesta en un momento crítico. Aún así, me cuesta juzgar la decisión de Guaidó. Son decisiones muy personales, no sujetas a una fría y cómoda evaluación externa.

En Venezuela no tenemos cultura del heroísmo y la estrategia que Guaidó apoyó, fracasó. Quedarse en Venezuela, y de haber sido detenido por las autoridades, el dirigente de VP hubiera sido destrozado moralmente y ser un chivo expiatorio del gobierno, pero también de grupos de la oposición que apoyaron esta estrategia, pero reclaman que fracasó. Esa frustración la hubieran desplazado hacia Guaidó, como ya lo hacían –y hacen, aunque ya está afuera- en redes sociales cuando el dirigente de VP tuitea o igual les sucede a figuras del interinato. Quienes antes los apoyaron, hoy les reclaman y los crucifican. Es lo triste de esto: las burlas o falta de empatía no vienen de quienes criticamos una pésima estrategia y peor aplicada de los brillantes cerebros de la “presión y el quiebre”. La burla viene de ese mismo público que hoy se siente engañado y la paga con la cabeza visible: Guaidó. El sector de la “presión y el quiebre” cosecha el incordio que se sembró. Ojalá Sumito e Ibéyise hubieran escrito antes sendos artículos. Siempre llegan tarde pero siempre serán “nuestras plumas”.

Guaidó decidió bien al irse. No vale la pena ser chivo expiatorio de un país que es un trapiche. El gobierno lo hubiera mostrado como un trofeo –en caso de haberlo detenido, porque nunca lo fue desde 2019- y en la oposición muchos se estuvieran deslindando del otrora popular líder con el cuento de “está bien que Guaidó no te guste, pero…”, que es la coartada de los vivos para pasar el brete en donde nos metieron, aunque “caerán de pie” como siempre.

Mi hipótesis para explicar la salida de Guaidó es que mezcló dos cosas. Aquí está el cálculo político. Las dos cosas que mezcló son su legítima opción de irse para evitar ser un chivo expiatorio, y la conferencia sobre Venezuela. Al combinar las dos situaciones la legitimidad de su ida perdió fuerza y apoya la hipótesis de crear ruido a la conferencia del 25 de abril. Tanta fuerza perdió, que su estancia en Colombia fue fugaz. Me atrevería a decir que esto no lo esperaba. Me atrevo a asegurar que Guaidó realmente pensó que podría influir en la conferencia sin ningún costo.

Hay que recordar que los convocados para la conferencia son países, no las delegaciones del gobierno y de la oposición. Esto fue informado con antelación. Guaidó ya lo sabía. No estaba invitado, ni siquiera para los “sidelines”.

Advertisement

Considero que fue a generar ruido a la conferencia por lo siguiente. Si es un dirigente efectivamente perseguido por el gobierno como es, hubiera optado por la vía de la que habló Petro: el asilo.

Sin embargo, pedir un asilo no se ve bien porque comunica fracaso, pero tampoco debe avergonzar porque prestigia a quien lo pide: es un luchador, reconocido por el Estado al que lo solicita. Guaidó optó por hacer creer que era un migrante más que entró a pie, y eso no funcionó, aunque se empeña en repetir el discurso del “migrante con su mochilita que cruza un puente”.

Si quería hacer una acción política de propaganda para su causa, no avisa que está en Colombia sino aparece en la víspera o en el día de la conferencia con un mensaje, y la noticia hubiera sido mayor a lo que fue. Una especie de “operación comando” política ayudada por el factor sorpresa.

Ni asilo ni “operación comando”. Por eso pienso que fue calculado. Al avisar con un comunicado en la víspera de la conferencia, evitó el factor sorpresa porque era evidente que el gobierno de Colombia tomaría nota y se movería al no tener un registro migratorio de su entrada ni saber dónde estaba.

En sencillo, quien avisa es porque de algún modo quiere que se sepa su intención la que no necesariamente se convertirá en una conducta. Al evitar el factor sorpresa y avisar “voy para Colombia” lo hizo para llamar la atención, que es a lo que Guaidó fue y logró.

Advertisement

El cálculo de Guaidó fue irse del país, pero la partida tenía que tener algún significado político. No una partida en solitario. La entrevista a la agencia AP y su rueda de prensa del 27 de abril me dieron las pistas para comprender el significado que busca con su ida.

Irse de esa manera –como una víctima de Petro y Leyva- cohesiona a su público. Hubiera sido una decepción para quienes lo apoyan un anuncio sorpresivo que “Guaidó partió” o un video del dirigente de VP con un mensaje desde algún país, si avisar. Hubiera caído como un balde de agua fría y posiblemente hubiera generado reacciones en contra por la sorpresa de la partida, mucho más cuando el diputado de VP señaló reiteradas veces que no se iría. De hecho, semanas atrás Guaidó le demandó a Maduro -junto a VP- #PonLaFecha como respuesta a lo que Maduro deslizó el 13-4-23 que se podían adelantar las elecciones. Diez días después, Guaidó está en los EUA. O Guaidó lo tenía todo calculado o la conferencia sobre Colombia fue la oportunidad para una retirada con sentido político, que es lo que creo buscó y logró.

Es difícil en este momento precisar el destino político de Guaidó. Su estrella no es la misma. Hace un año o más, fue recibido como jefe de Estado por Duque. Hoy, tuvo que salir a los EUA acompañado por Migración de Colombia y, según el canciller del país vecino, los EUA ayudaron para este desenlace. Al estar fuera de Venezuela su influencia disminuirá, como sucede con Leopoldo López. Queda ver si Guaidó capitaliza el apoyo de los venezolanos en el exterior, y si Leopoldo López cede esa cualidad que él quiere o ejerce para sí.

En este punto introduzco la entrevista que AP le hizo a Guaidó con fecha 25-4-23 y su rueda de prensa del 27-4-23. Lo que me hizo profundizar en mi hipótesis fue cuando el dirigente de VP expresó que no descarta ser candidato a las primarias -aunque parece que ya lo era visto, por ejemplo, con el apoyo de Bandera Roja- y esta afirmación ofrece otra perspectiva para el análisis, que complementa mi hipótesis original que Guaidó fue a Colombia para crear ruido a la conferencia sobre Venezuela.

Que haya dicho –también lo expresó en una entrevista a El Mundo de España con fecha 27-4-23- que es candidato a las primarias le resta ese manto de desinterés que los defensores de la “presión y el quiebre” quieren otorgarle para hacer ver que su ida es similar al “exilio durante Pérez Jiménez”.

Advertisement

Un gran problema –de los tanto- que tienen los de la “presión y el quiebre” es que son audaces. Tienen un exceso alimentado por ambiciosos asesores borrachos de “real politik” que fascinan a este sector y a la oposición en general. Por eso fracasan de manera repetida. Decir que Guaidó va a un exilio como el de los 50 es osado. No entremos a ver cómo viven las figuras de la “presión y el quiebre” en el exterior y comparemos con la vida que llevó un Valmore Rodríguez, por ejemplo.

Pero hablemos de los políticos de esa época. Betancourt no se fue en el 48 con la declaración que sería candidato. Lo fue cuando llegó a Venezuela en 1958. No antes. Antes fue exiliado y escribía en “Venezuela Democrática”. El descaro de los defensores de la “presión y el quiebre” no tiene límites cuando de imponer sus boludeces se trata.

Así que no hablamos de un “exilio a lo Pérez Jiménez”. A partir de su declaración a AP y su rueda de prensa complemento mi hipótesis original ¿Qué tal si todo fue un plan bien diseñado de Guaidó para lograr ser el candidato de la oposición, con una carrera que quiere tomar un nuevo aire? Porque si es así, el plan -al menos hasta ahora- le salió bien. Veamos.

Era evidente que la candidatura de Guaidó no levantaba. Su espacio se lo quita María Corina Machado, y en menor escala, Delsa Solórzano y Andrés Velásquez. También era claro que con lo que Guaidó hacía como campaña, tampoco iba a levantar ni los apoyos que recogía como el de Bandera Roja o Nuvipa ayudaban. Trató de llamar la atención y no lo logró. El último intento fue, por ejemplo, cuando retó a Maduro con el “Pon la fecha”, pero no pasó más allá de un HT de tuiter.

La candidatura de Guaidó no levantaba. El sector del quiebre también perdió fuerza. Era difícil que ese público y ese sector de la oposición aceptara ese destino tranquilo, después de haber dominado a la oposición desde 2013. Más, cuando la derrota provino de ese mismo sector. Tenían que evitar ser el chivo expiatorio de la sociedad opositora que antes los aclamó.

Advertisement

Posiblemente vieron la oportunidad con la conferencia sobre Venezuela. Digo “posiblemente” porque antes de la conferencia, Guaidó estaba en una onda electoral: retó a Maduro y recibió apoyo de partidos, incluso de movimientos que fueron chavistas como Gente Emergente. Salvo que Guaidó sea un jugador maquiavélico muy sofisticado, su agenda era la primaria, pero con conciencia que su candidatura no levantaba vuelo y no ganaría en la primaria. Iba en la dirección a quedar en un tercer o cuarto lugar. Hubiera sido muy vergonzoso para él y para su público pasar de casi un 70% de popularidad en 2019 –creo que Chávez no llegó a esos números ni en sus mejores tiempos- a terminar de tercero o cuarto en una primaria.

Apareció, entonces, la conferencia sobre Venezuela que propuso Petro. Había tres opciones frente al encuentro. Algunas las expliqué antes, pero vuelvo sobre ellas: asilarse, un riesgo controlado, y una “operación comando” (aparecer de manera sorpresiva, dar su mensaje, y ser la noticia).

Guaidó escogió la número dos que es la que se ajusta más para levantar una candidatura perdedora, porque es la menos riesgosa. La primera –el asilo- implica aceptar una condición que lo saca del juego político. Al menos dentro de Venezuela. Descartada. Guaidó todavía se asume como candidato. La última –una “operación comando” política- era muy arriesgada porque podía ser contraproducente: quedar como un dirigente desesperado, y Colombia tendría razones parea actuar en su contra al actuar con sorpresa. Hubiera sido inaceptable para Colombia.

La segunda alternativa es la mejor para su propósito. Es un “riesgo controlado” porque avisa pero no avisa. Por eso el comunicado que sacó en la mañana del 24. El tuit tiene hora de publicación a las 6 y 30 de la mañana. Un día antes de la conferencia. Un “buen timing” para una “operación de riesgo controlado”.

El gobierno de Colombia tomó nota. Si se es crítico con el vecino país –no lo soy- se extralimitó porque percibió que le iban a empañar la actividad, pero Guaidó estaba avisado. Es aquí donde el riesgo está controlado. Tal vez lo que dijo en su rueda de prensa del 27-4-23 sea verdad, “No esperaba ese trato en Colombia”. Probablemente Guaidó pensó sinceramente que podía entrar sin decir donde estaría y reunirse con las delegaciones.

Advertisement

Pero un “caveat” a lo anterior. Colombia informó que la conferencia era para países no para las delegaciones. Es decir, no era para el gobierno o la oposición. El ejecutivo de Petro tuvo reuniones con las delegaciones antes de la conferencia. Por cierto, a Guaidó la preguntaron sobre esto en su rueda de prensa del 27 de abril, y afirmó que el delegado de VP no asistió por “problemas logísticos”, sin detallar. Y eso que fue repreguntado acerca de este tema. Extraño. A lo mejor Guaidó pensó que podía ingresar en Colombia sin pasar por migración, pero a lo mejor lo hizo así para poner a prueba al gobierno de Petro. Se cuidó las espaldas con el comunicado por un “si me pasa algo, el responsable es Petro”.

Guaidó tenía que saber que entrar sin avisar no pasaría en silencio. Parece razonable haber tomado alguna precaución que fue el comunicado, pero Guaidó sabía a lo que iba. Entonces no parece tan inocente el “esperaba otro trato de Colombia”. El país vecino se pudo extralimitar, pero Guaidó tomó una acción provocadora y logró provocar. Tanto, que la imagen de Leyva quedó golpeada con el incidente. Sacar un comunicado en vísperas de una conferencia para un tema muy delicado como las negociaciones en Venezuela, por supuesto que pondría al gobierno de Colombia en alerta y con posibilidades para extralimitarse. Fue lo que pasó.

Quizás el gobierno de Petro tuvo la intención de deportarlo. Es probable que los EUA hayan intervenido para evitarlo. Pero en el riesgo controlado está la estrategia de Guaidó: fue noticia, no salió como un perdedor, y ahora en los EUA viene la nueva meta: tratar de relanzar su carrera política. Incluso, como el “interino” ahora sin serlo.

Aquí viene su rueda de prensa del 27-4-23. El objetivo de Guaidó es claro: relanzar su carrera política. En Venezuela, su carrera política moría. Fuera de Venezuela, agarró vida.

La vía es presentarse como un luchador por el derecho a elegir no solo de Venezuela sino también para Nicaragua y Cuba. Su mensaje maneja estos tres países. Construirse como un luchador mundial desde los EUA, y apela a la figura del migrante. Uno más que cruzó un puente pero que busca defender a todos los que salen “por los puentes”.

Advertisement

Su objetivo es lograr lo que otros dirigentes de la oposición no han podido: asumir la representación de los migrantes de Venezuela. Destacó en la rueda de prensa que busca que “voten los 4,3 millones de migrantes”.

Con esto, también persigue otra cosa: construir su base de apoyo -su “constituency”- para influir a la política dentro de Venezuela. Algo como que el “diputado de los migrantes” es Guaidó. El que puede hablar por ellos y lo hace en un tono “por encima del bien y del mal”: el que quiere unir a la oposición y no tiene una agenda personal, aunque es candidato para la primaria y ejerció una presidencia interina de fantasía por casi 5 años. Extraño.

También esto explica el tono polarizador de su rueda de prensa, para cohesionar a su base la que ahora tendrá una nueva esperanza para seguir a Guaidó. Los que lo dejaron para apoyar a Machado, Solórzano, o a Velásquez, pueden regresar. Su rueda de prensa comenzó con un “desafié a la dictadura”, “soy un doble perseguido”, y “salí perseguido de dos países” (de Maduro y ahora de Petro).

De aquí el discurso sobre “Venezuela, Nicaragua, y Cuba” y polariza con el gobierno de Petro al ponerlo al mismo nivel político de “Venezuela, Nicaragua, y Cuba”. Puso sobre la mesa algo que no es nuevo -desde 2021 es un riesgo- pero lo señaló como algo inminente, “el escenario Nicaragua”. También polarizó con el discurso sobre Rusia: “Lavrov no vino a América del Sur para nada bueno”, y asumió el de las sanciones, “tienen que emplearse con vigor”, le respondió a Díaz-Balart en un programa de TV el 27-4-23. Guaidó tomó el discurso de los “duros” pero desde afuera porque ya en Venezuela no le daba resultados. La meta de Guaidó es clara: volver a recuperar el peso político que perdió.

Su estrategia depende de una sola variable: los EUA. No por casualidad la rueda de prensa de Guaidó del 27 tuvo un destinatario: el gobierno de Joe Biden.

Advertisement

Toda la rueda de prensa se dedicó a hablar de “buscar protección para todos” (a través de él, para ser candidato) y tocó un significante que también es un tema de la oposición en general: el gobierno de Maduro “no puede escoger a su oposición” para estimular otra vez el discurso de los “puros” –que los del “quiebre” asumen para sí, a pesar de su fracaso político y de vivir muy bien dentro “del régimen”- y los “colaboracionistas” o “capitulacionistas” (sic), nuevo término de los brillantes de “la presión y el quiebre”.

Guaidó se plantea que los EUA le den una protección y que eso le permita regresar a Venezuela como candidato para las primarias. Es recuperar el status que tuvo antes que el interinato finalizara. Salir de la nivelación en donde la decisión del G3 de diciembre de 2022 lo puso: en igualdad de condiciones para competir con los demás partidos.

En el artículo para El Cooperante en el que analicé la decisión del G3 de cesar al interinato, el argumento fue ese: había una “competencia desleal” entre un interinato con recursos y un privilegio –un poder de veto porque “estoy apoyado por los EUA”- y unos partidos sin eso. El G3 niveló el terreno para competir dentro de la oposición, y el resultado –no buscado por nadie- fue una candidatura sin posibilidades para ganar en las primarias. Guaidó tenía que salir de esta situación. Apeló a algo que sabe hacer -caracteriza el “know how” del grupo de “la presión y el quiebre”- que es “tirar una parada” como la del 30 de abril. Esta salió mal, pero la del 25 de abril de 2023 salió bien.

Al menos de entrada, su alicaída carrera agarró un nuevo aire. Por ejemplo, en tuiter, Guaidó fue tendencia durante más de 3 días. Algo que seguramente no experimentaba desde los años de mayor fama como fueron 2019 o 2020. Igualmente fue noticia durante días y la cantidad de “tacos” de medios en la rueda de prensa en Miami, quizás tampoco los tenía desde los tiempos de mayor gloria del interinato.

Guaidó quiere regresar a Venezuela como el candidato “enmatillao” por los EUA. Volver a tener el privilegio que lo diferenció de los demás partidos de la oposición. Lo que le dio el poder de veto que ejerció de 2019 a 2021: mencionar –“chapear”- el apoyo de los EUA.

Advertisement

Queda evaluar si los EUA vuelven a confiar en Guaidó, le dan otro chance, y buscan un tout-de-force con el gobierno de Maduro para que Guaidó regrese a Venezuela como candidato para las primarias “con una protección para todos” (aunque será solo para él). Volver a tener un privilegio. Quedará del gobierno de Biden si lo convierte nuevamente en “su hombre en Caracas” o no. O lo usa como una suerte de “decoy” para presionar al gobierno de Maduro, o entra en una suerte de alianza con los representantes de la diáspora cubana tipo María Elvira Salazar. Entrar en ese grupo para tener algo de notoriedad.

En la rueda de prensa del 27 Guaidó señaló que tiene una “intensa agenda de trabajo” pero solo mencionó a congresistas. No habló del poder ejecutivo de los EUA. Y de los congresistas, con algunos senadores como Durbin pero no todos.

Los periodistas preguntaron varias veces por esto y Guaidó no precisó con quienes se reunirá. Fue muy vago en la respuesta. Señaló que “tengo reunión con el congreso, con el senado, con la administración, por los momentos voy a anunciar la reunión con el senador Dick Durbin, y otros senadores demócratas y republicanos, hay unos think tanks, también tendremos unos eventos”. Habló que está en comunicación con “Canadá, Francia, EUA evidentemente, Europa, desde Bruselas también”. Los apoyos o contactos son muy vagos: Durbin, Canadá, Francia, y los EUA.

Quedará al último país si decide darle un nuevo aire a la carrera de Guaidó y a la estrategia de “la presión y el quiebre”.

Guaidó pasa por una situación compleja. El respeto es la posición adecuada para las personas que, como mi caso, fuimos y somos críticos a su estrategia que hundió a la oposición.

Advertisement

No es la solidaridad forzada por los comisarios políticos de la “presión y el quiebre” quienes –ya es su costumbre- en una mano un contador y en la otra, un reloj para ver quién se solidarizó con Guaidó y a qué hora lo hizo; ni tampoco la burla hacia Guaidó de quienes en 2019 llenaron la plaza Brión y le cantaron al “cese a la usurpación, gobierno de transición, y elecciones libres”. Tampoco es el maquillaje “fancy” de Sumito o Ibéyise.

El dirigente de VP vive una situación no deseada al salir de Venezuela, pero Guaidó hizo una operación calculada, muy de la “presión y el quiebre” dados a tirar “paradas” –la salida, el interinato, el 30-4-19- y con acciones así, forzar apoyos porque nadie quiere ser señalado de “colaboracionista” o “que no tiene empatía”. Por eso nunca consultan sino se imponen con el chantaje moral. Si consultan pierden la fuente de su poder. Si esa capacidad que Guaidó tiene para “tirar paradas” la tuviera para hacer política y jugadas de mayor nivel, ya estaría en Miraflores y no en Miami.

El recurso de “tirar una parada” les funcionó para imponerse dentro de la oposición. Muchos que tenían criticas a la estrategia de la “presión y el quiebre” callaron por miedo a ser destrozados por los comisarios políticos de tuiter, hoy pacíficas personas que recomiendan libros o dan consejos para vivir.

El miedo generó la “espiral del silencio” dentro de la oposición de la que ahora no pocos niegan. Quizás de las peores cosas que he visto dentro de la oposición: la infamia del chantaje y la pusilanimidad de no pocos –algunos famosos y “alguien” para haber hablado cuando era el momento- que callaron, aunque no estaban de acuerdo con la estrategia.

Ya quedará al mundo opositor decidir si le extiende un nuevo chance a Guaidó y a los promotores de la estrategia de la “presión y el quiebre”, que la pedirán para 2024. Ya construyen el ambiente para hacerlo. El ciudadano tendrá que decidir qué quiere y asumir sus consecuencias. No valdrá la excusa que “a los 15 años nadie sabe lo que hace” o “uno comete tonterías”. A esa edad, hice tonterías –le dí muchísimo trabajo a mi mamá en el colegio y en “el servicio”- pero sí sabía lo que hacía.

Advertisement

Mi opción se mantiene en participar dentro de las reglas del sistema autoritario para ganar en una elección. En el intermedio, hacer una oposición que gane el respeto del pueblo, pero también del adversario para el reconocimiento mutuo y la posterior convivencia, y que lo logre por su entrega, contenido, consistencia, y no “tirar paradas”.

La idea de Guaidó es la primera señal de lo que escribí para mi artículo en El Cooperante la semana pasada: la “cubanización” de la oposición.

Ni el término ni la idea son mías. Las leí y al principio no las consideré probables para Venezuela. Pero al ver el desarrollo reciente en la oposición, es posible. Guaidó le da un impulso a la tesis de una oposición cubanizada. Una oposición adentro y otra afuera.

Con este paso de Guaidó, la oposición que está afuera toma un aire importante. Necesitaba una figura, porque López o Ledezma no pudieron llenar ese vacío, y quedará ver si Guaidó puede ser el factor que aglutine a fuerzas dispersas que ya tienen su propia autonomía y no necesariamente son partidos sino grupos civiles como los “venezolanos en Florida” y así por el estilo.

La “cubanización de la oposición venezolana” tiene más visos de ser una realidad que un escenario. Para Guaidó, significa un nuevo aire. El que tenía en Venezuela, lo había perdido.

Advertisement




Tendencias