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Todo chavista lleva en sí mismo el germen de su propia destrucción

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Caracas.- Unos se van del Psuv, huyen del proceso, escapan del buró político, el fastidio de las reuniones y la obligación de las marchas. Otros prefieren Maiquetía porque sus abusos han sido tantos, que tienen la certeza de que en Venezuela nadie los va a amparar. Entonces escapan calladitos con sus maletas llenas de delaciones bien documentadas para poder pactar con su enemigo -el imperialismo yanqui-, la posibilidad de seguir gozando de una vida tranquila con sus bienes y sus dólares bien asegurados.

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El fenómeno crece y se expande. Basta ver cómo en una misma semana Jorge Giordani -uno de los más poderosos ministros de la administración chavista-, exigió la renuncia de Nicolas Maduro y calificó su gobierno como "nefasto, incapaz, prepotente, antipopular y reaccionario", mientras un oscuro magistrado express, Christian Tyrone Zerpa, saboreaba sus 15 segundos de fama al aterrizar directo en la boca del lobo y asegurar, desde Miami, que el Tribunal Supremo de Justicia era un apéndice del ejecutivo, que las elecciones del año pasado fueron fraudulentas y que "estamos en presencia de una autocracia que ha condenado a muerte, inclusive a aquellas personas que se han opuesto a su visión particular que tienen sobre el ejercicio del poder", quizás imaginando su propio destino si hubiese seguido en Venezuela.

Zerpa, el fugitivo de la semana, fue hombre del chavismo desde su época estudiantil y defendido a capa y espada por el TSJ luego de las elecciones parlamentarias del 6D, cuando un diputado de la oposición exigió su recusación en el caso de los tres diputados electos por el Estado Amazonas. Pero el TSJ decidió que "el magistrado haya sido militante del Movimiento Quinta República (MVR) en el estado Trujillo desde el año 2000 y luego diputado a la Asamblea Nacional por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) hasta finales de 2015, no pone en duda su criterio de imparcialidad en el caso".

Con este mismo Zerpa, la lista de los arrepentidos, escapados y ocultos (Rafael Ramírez encabeza este sector), se alarga y se hace cualitativamente notoria. Todo ello sin mencionar al creciente número de chavistas presos, maltratados o solicitados por el gobierno, donde se incluye a pesos pesados de la talla del general de Tres Soles Raul Baduel -nada menos que el salvador de Hugo Chavez cuando el golpe del 11A del 2001-, y más recientemente al general Miguel Rodriguez Torres, un "histórico" del golpe del 4F, curriculum que no le funcionó para nada frente a la nueva elite gobernante.

Con el escape de Zerpa no solo crece la lista de fugitivos sino la paranoia gubernamental, el espionaje al interior del gobierno y del Psuv, la delación entre todos, la inseguridad y el miedo de los poderosos a perder lo robado. Ya se imagina una el corrí corrí cada vez que alguno negocia con el Departamento del Tesoro. El pánico de que algún testaferro decida hablar a cambio de que le dejen algo de lo mal habido por su amigo poderoso. El terror de las esposas que han prestado su nombre y el de su familia para adquirir mansiones en España o Francia, cada vez que un chavista se arrepiente y canta La Marsellesa en los tribunales.
Alegra saber que quizás, ahora mismo, hay otro chavista haciendo maletas, girando instrucciones a la familia, asistiendo a su trabajo para copiar archivos comprometedores de las computadoras oficiales. Alegra saber que ellos también tienen miedo. Los que se quedan y los que se van.

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