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La Lupa

Traición, caza recompensas y mucho dinero: los peores enemigos de Iván Márquez

Aunque sigue la duda sobre su muerte, los organismos de inteligencia colombianos aseguran que Márquez habría sido ultimado por un comando especial de ajuste de cuentas, mientras otros confirman que lo eliminó un grupo élite de caza recompensas. De ser cierto, se trata de otro más en la larga lista de guerrilleros colombianos cuya vida ha sido canjeada por muchos millones de dólares

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Caracas. Pedro Pablo Montoya fue guerrillero hasta que le parpadeo la ideología y sobre todo le dolió el bolsillo: a medianoche mató a su jefe mientras dormía - Iván Ríos, miembro del Secretariado de las FARC-, le cortó la mano y corrió con ella hasta el VIII Brigada del Ejército para demostrar que lo había asesinado y se merecía la recompensa que pedían por su cabeza, nada menos que dos millones y medio de dólares.

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Y si bien  nunca cobró un céntimo y en su lugar fue a parar a la cárcel con varios cargos en sus espaldas, el caso de Montoya no ha sido el único que ilustra cómo al interior de las guerrillas colombianas se combate no solamente contra la DEA, la poderosa Policía Nacional, sus comandos Elites de Jungla y Fuerzas Especiales entrenadas en Gran Bretaña y Estados Unidos (basta con asomarse a su portal de Facebook https://www.facebook.com/comandosjungla117/) para asustarse del poderío que muestran en fotos y videos), sino que esta batalla interminable incluye a otros rivales, delatores de sus mismas filas que son iguales o más peligrosos que su enemigo común. Grupos delictivos que se enfrentan y se traicionan unos a otros para cobrar recompensas, controlar territorios y, básicamente, manejar el lucrativo negocio del narcotráfico.

Algo así, aseguran algunos, acabó con la vida de Iván Marquez. Según la revista Semana, una fuente de alta credibilidad les declaró “Todo está confirmado, no hay duda. Iván Márquez está muerto y todo ocurrió en Venezuela”. Las primeras informaciones que encendieron las alarmas llegaron a la inteligencia colombiana por medio de las comunicaciones interceptadas de los disidentes guerrilleros en territorio colombiano. "En ellas se escuchaban llorando y comentando la noticia de la muerte de su comandante Márquez".

Presunta muerte que pareciera confirmar que más de uno andaba tras su rastro para cobrar la jugosa recompensa por su cabeza, 10 millones de dólares, el doble que lo que han ofrecido por otros cabecillas de menor rango. De hecho, el diario El País asegura que su muerte fue producto de un grupo élite de caza recompensas llamado Los Lobos "operaciones misteriosas que las comanda una fuerza de élite integrada por policías, miembros de las fuerzas especiales y antiguos militares estadounidenses, según fuentes de seguridad", aseguran. “Doy por hecho que está muerto. Fue igual con los otros tres. Siento mucha tristeza porque fuimos compañeros”, declaró a ese diario Rodrigo Londoño, alias Timochenko, refiriéndose a Jesús Santrich, Gentil Duarte y Henry Castellanos, alias Romaña, quien murió en  Elorza junto a otro  cabecilla guerrillero, Hernan Velasquez, alias El Paisa. Solo  que el cadáver de Jesus Santrich apareció sin uno de sus dedos, una prueba que seguramente sus cazadores llevaron consigo para demostrar que lograron su propósito.

Según el Departamento Administrativo de Seguridad de Colombia (DAS) la cifra de informantes que tienen bajo su tutela, sobrepasa el millón de personas, todos  informantes al servicio de las agencias de seguridad del Estado.

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"Su manejo está detallado en un manual elaborado en 1980, que permite al agente actuar bajo unos procedimientos definidos. Los organismos de seguridad colombianos aplican, por lo regular, una técnica de espionaje denominada ‘triangulación en el manejo de estas personas’, muy similar a la ejercida para capturar a Rodrigo Granda, el llamado "Canciller de las FARC" y delatado por informantes de la policía venezolana durante una de sus visitas a Caracas, asunto que generó una crisis entre ambos gobiernos. 

Lista de delaciones que incluye también la ubicación de ‘Simón Trinidad’, gracias a un desertor de las Farc que reveló cómo la organización utilizaba el territorio ecuatoriano como centro de operaciones. Por esta información, el ex guerrillero habría recibido una recompensa de 800 mil dólares y huyó de Colombia para proteger su vida.

Lista de delatores que se multiplican a medida que los grupos guerrilleros sustituyen a cada jefe caído por uno nuevo, los organismos de seguridad engordan las recompensas y afilan el entrenamiento de sus efectivos mientras algún personaje de película se dedicará a seguirles el rastro para cobrar los  millones de dólares que bien merecen hundirse en la frontera colombo venezolana.



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