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La Lupa

Vargas Llosa: el político

Una vez terminó la oscuridad del fujimorismo, Vargas Llosa se erigió como una voz reflexiva de la política de su país, llamando en ocasiones a sufragar por determinados candidatos. La más llamativa de ellas fue cuando se midieron Ollanta Humala y Keiko Fujimori en la segunda vuelta, proponiendo, tanto el escritor como el expresidente Toledo, que la ciudadanía sufragara por Humala. Si bien Humala concurría por segunda vez y en la elección anterior que se midió a Alan García mostraba un discurso radical e incendiario, Vargas Llosa señaló que nunca sufragaría por la representante del fujimorismo. Finalmente, Huamala triunfó e hizo un gobierno democrático y respetuoso, elemento que muchos atribuyen al impacto del apoyo de Toledo y de Vargas Llosa

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Caracas/Foto: Archivo.- Hace algunos días el mundo conoció la noticia del fallecimiento de uno de los más emblemáticos escritores de la contemporaneidad. El escritor universal de origen peruano, Mario Vargas Llosa, moría en medio del hermetismo, del silencio de sus familiares y de la sorpresa de sus lectores, aparentemente de una enfermedad que le había sido diagnosticada desde hacia algunos años. Su familia pidió respeto y anunció que la ceremonia fúnebre sería privada y estaría alejada de los grandes homenajes públicos.

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A raíz de su deceso empezaron a proliferar análisis y estudios que resaltaron su obra literaria, mostrando su aporte al impacto de las letras latinoamericanas, revisando su estilo, comprendiendo la evolución de sus temas, señalando su acercamiento a la historia desde la narrativa y evidenciando su claridad y calidad al momento de mostrar sus ideas, elementos que lo llevaron a ser ganador del Premio Nobel de Literatura.

En medio de la noticia no faltaron quienes dieron una lectura distinta al personaje, aprovechando de plasmar su vida amorosa, compuesta de un matrimonio con “su tía Julia”, luego la boda con su prima Patricia Llosa y finalmente una unión, que dio centrimetaje a la prensa rosa y las revistas del corazón, con la modelo y figura mediática de origen filipino, Isabel Preysler.

Sin embargo, se mencionó de manera tangencial el paso de Vargas Llosa por la política, área en la que incursionó en distintos momentos y a través de diversas facetas, la más emblemática de ellas haciendo oposición al gobierno aprista de Alan García Pérez en su primera administración, erigiéndose como el adversario frontal del sucesor de Víctor Raúl Haya de la Torre, llegando a aspirar a la primera magistratura como la antítesis de la manera como se gobernaba en Perú.

Vargas Llosa mutó en la política como ocurre con muchos actores. En Manual del perfecto idiota latinoamericano, obra en la que su hijo Álvaro tiene un papel preponderante junto a Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Alberto Montaner, se muestra con “curiosidad” una frase de mediados de la década del sesenta del siglo XX en la que el escritor peruano alababa al gobierno cubano, mostrando una expectativa favorable de la gestión. Sin embargo, se convirtió en un acérrimo crítico de los gobiernos afines a Cuba, llegando a confrontar cualquier forma de populismo.

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Una de las frases más polémicas del peruano fue cuando calificó al méxico priista como “la dictadura perfecta”, expresión que a nuestro juicio resulta inadecuada y exagerada, pues aunque hubo abusos y actitudes personalistas, el Partido Revolucionario Institucional entregó pacíficamente el poder una vez que Vicente Fox, del Partido Acción Nacional, triunfó en los comicios del año 2000.

Pero más allá de lo mediático, Vargas Llosa pensó en conducir los destinos de su país. El gobierno de Alan García venía en un profundo desgaste en el que la visión de una economía marcadamente estatizada ahogaba cualquier avance, sumándose a ello la arremetida criminal del terrorismo con la sanguinaria acción de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. Ello convirtió al autor de La casa verde en la representación de la oposición y lo llevó a postularse en los comicios de 1990.

Aunque el posterior ganador del Nobel logró triunfar en la primera vuelta, su ventaja sobre el sorpresivo Alberto Fujimori fue pequeña, no pudiendo impedir que un movimiento en rechazo a la actitud del escritor y sus ideas se aglutinara y le impidiera llegar a la primera magistratura. Vargas Llosa a partir de allí bajó el perfil y se radicó al poco tiempo en el exterior, dejando de lado la posibilidad de hacer una oposición en terreno a Fujimori. De todas maneras, hay quienes dicen que el haber perdido las elecciones le dio la oportunidad de retomar la escritura, presentándose a partir de allí una importante producción literaria.

Desde el exterior el escritor fustigó al régimen dictatorial de Fujimori, siendo factor a considerar en el desmoronamiento del régimen que mancillaba la dignidad y que bajo la supuesta bandera de la lucha contra el terrorismo, le dio a personajes oscuros como Vladimiro Montesinos un poder inaudito.

Una vez terminó la oscuridad del fujimorismo, Vargas Llosa se erigió como una voz reflexiva de la política de su país, llamando en ocasiones a sufragar por determinados candidatos. La más llamativa de ellas fue cuando se midieron Ollanta Humala y Keiko Fujimori en la segunda vuelta, proponiendo, tanto el escritor como el expresidente Toledo, que la ciudadanía sufragara por Humala. Si bien Humala concurría por segunda vez y en la elección anterior que se midió a Alan García mostraba un discurso radical e incendiario, Vargas Llosa señaló que nunca sufragaría por la representante del fujimorismo. Finalmente, Huamala triunfó e hizo un gobierno democrático y respetuoso, elemento que muchos atribuyen al impacto del apoyo de Toledo y de Vargas Llosa.

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Años después el escritor tuvo que cambiar de discurso, pues llamó a sufragar en segunda vuelta por la hija de su adversario y enemigo, argumentando que Pedro Castillo, a la postre ganador, sería una catástrofe para su país.

Vargas Llosa fue un hombre polémico que terminó siendo una ficha del liberalismo y un actor que siempre generó diatriba, por ejemplo cuando recomendó en Chile votar por José Antonio Kast, un personaje al que le costaba desmarcarse del pinochetismo.

A pesar de ello, su visión fue la de un estudioso; su aporte a la literatura, titánico y su defensa de la democracia, un elemento a reivindicar y enaltecer.



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