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Opinion

El gobierno no gobierna, se mantiene

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Caracas.-  Venezuela está en un estado de parálisis económica, de incertidumbre política y de derrumbe social. El país se hace cada vez más pobre, la existencia  más difícil de llevar para las grandes mayorías, a las cuales se incorporan paulatinamente sectores de la clase media que ya, por la vía de los hechos, van dejando de pertenecer a ese conglomerado cada vez más aporreado. La nación va como el tango, cuesta abajo en su rodada.

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El gobierno no gobierna. Se mantiene. No hay gestión pública como tal, solo una puesta en escena que busca prolongar la agonía de un modelo político deslegitimado, rechazado abiertamente incluso desde las propias entrañas del chavismo por sectores que no terminan de desprenderse, porque tampoco se sienten convencidos de que en la acera de enfrente hay una propuesta de país que los incluya, que no los estigmatice o criminalice.

Los días de la semana transcurren de cadena en cadena, de anuncios en anuncios que no llevan a ninguna parte. Y no faltan las promesas, los planes, los relanzamientos de proyectos que nacieron con las patas torcidas y que no van a pasar de meros amagos. Pero eso no importa. Lo prioritario, lo único importante es mantener el poder. La suerte del gobierno es lo primero. El país que espere, se la cale. No importa que el modelo económico siga compitiendo en agonía con el modelo político. Al fin y al cabo otras "experiencias" en el mundo muestran que se puede seguir gobernando mientras se controlen debidamente los llamados factores de poder.

A eso parece apostar Nicolás Maduro. Mientras, en las concentraciones oficialistas se sigue escuchando el "no volverán". Para no pocos venezolanos eso ya debe significar "no volverán"... a comer completo,  a recibir una digna atención médica, a hacer un mercado digno, a cambiar los ya arruinados  zapatos y a soñar siquiera con un salario digno, con un futuro mejor, con la reunificación de miles de familias divididas y dispersas producto del éxodo nacido en "revolución".

Y por si fuera poco el drama nacional, la situación tiende y tenderá a agravarse con las sanciones económicas,que de nada le sirven a los ciudadanos sino todo lo contrario, porque seguirán amargando la existencia. Pero para el gobierno, al menos por ahora, le facilitan su narrativa. Es decir, si estamos mal es por las sanciones y no por una
desastrosa gestión, difícil de superar en cualquiera de los numerosos índices negativos que la caracterizan.

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En medio de este cuadro, llega la ayuda humanitaria a una Venezuela que no debería necesitarla, por su condición de país productor de petróleo, oro y otras valiosas materias primas. A esto nos ha llevado una forma de gobernar marcada por la improvisación, el saqueo de los recursos públicos, la mala gerencia y el empeño de
hacernos creer que arruinar  a un país es convertirlo en potencia. Estamos como cualquier nación empobrecida , dependiendo de dádivas, de que los acreedores no nos saquen el ojo que nos queda, y a merced de que entre potencias extranjeras decidan nuestro presente y nuestro futuro.

¿Alguien en el gobierno creerá en serio que Maduro esta en capacidad de corregir rumbos, rectificar políticas, "resetear" su modo de pensar y actuar, y sacar a Venezuela del caos donde la ha metido? ¿En verdad creen que la actual crisis política, económica y de gobernabilidad es pasajera y que el país va a salir a flote, a captarlas inversiones necesarias para revivir un aparato productivo ya casi  cadáver, para revertir los signos de miseria y hambre que ya son inocultables?

¿ Es tan importante mantener el gobierno por encima del interés nacional, en lugar de abrir paso a los cambios que el país reclama e incluso garantizar, mediante una negociación política, que una fuerza como el chavismo, con sus matices, pueda seguir teniendo espacios y garantías  para actuar en nuevas circunstancias?

Yo me imagino que estas preguntas deben estar revoloteando en la mente de no pocos  dirigentes y altos funcionarios  del gobierno. ¿Lo comentarán entre ellos? También me lo imagino.

 

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